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15 Oración por los difuntos - medioscan.com

COMISI N DIOCESANA DE LITURGIADI CESIS DE CHOSICA (LIMA-ESTE)ORACI N POR LOS DIFUNTOSC olecci n Liturgia 15 ORACI N POR LOS DIFUNTOSLa Iglesia en las exequias de sus hijos celebra el misterio pascual para que quienes por el bautismo fueron incorporados a Cristo muerto y resucitado, pasen tambi n con l a la vida eterna (Ritual, Observaciones 1).Los laicos tienen un papel de primer orden en las celebraciones de difuntos . Adem s de la participaci n activa que les compete como miembros del pueblo de Dios, deben prestarse al desempe o de los diversos ministerios lit rgicos necesarios para el recto desarrollo de la celebraci ausencia del sacerdote o del di cono, se aconseja que las oraciones en la casa del difunto y en el cementerio sean dirigidas por laicos. Tambi n se autoriza que alguno de los allegados al difunto dirija unas palabras de despedida a los asistentes (Ritual 26).

La resurrección de Jesús es la base de nuestra fe y de la de los discípulos. La resurrección no significa que Jesús vuelve a la vida anterior, sino que su naturaleza humana es

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1 COMISI N DIOCESANA DE LITURGIADI CESIS DE CHOSICA (LIMA-ESTE)ORACI N POR LOS DIFUNTOSC olecci n Liturgia 15 ORACI N POR LOS DIFUNTOSLa Iglesia en las exequias de sus hijos celebra el misterio pascual para que quienes por el bautismo fueron incorporados a Cristo muerto y resucitado, pasen tambi n con l a la vida eterna (Ritual, Observaciones 1).Los laicos tienen un papel de primer orden en las celebraciones de difuntos . Adem s de la participaci n activa que les compete como miembros del pueblo de Dios, deben prestarse al desempe o de los diversos ministerios lit rgicos necesarios para el recto desarrollo de la celebraci ausencia del sacerdote o del di cono, se aconseja que las oraciones en la casa del difunto y en el cementerio sean dirigidas por laicos. Tambi n se autoriza que alguno de los allegados al difunto dirija unas palabras de despedida a los asistentes (Ritual 26).

2 1 ORACI N POR LOS difuntos (Dirigida por laicos)I/ LA TRAGEDIA DE LA MUERTECada d a vivimos la experiencia de la m u e r t e e n o t ra s p e r s o n a s y celebramos de alguna manera el fin de su vida como un hecho tr gico que nos llena de dolor. La muerte es una desgracia que ocurre a los otros . Pero el cuerpo muerto genera preguntas y es causa de angustia por la separaci n y por la propia condici n humana. Esta e x p e r i e n c i a d i a r i a n o s h a c e enfrentarnos con el hecho de nuestra propia muerte y plantearnos en nuestro interior preguntas como stas. Qu estoy haciendo con mi vida? Qu espero m s all de la muerte? Algo en nuestro interior se resiste a aceptar que todo acaba con la muerte. La pregunta sobre la muerte en el fondo es la pregunta sobre Dios. Si se niega a Dios, no hay nada que esperar y ni la vida ni la muerte tienen sentido.

3 La fe cristiana ense a que la muerte corporal, que entr en la historia a consecuencia del pecado, ser vencida cuando el omnipotente y misericordioso Salvador restituya al hombre en la salvaci n perdida por el pecado (Vat. II, GS 18). La fe nos hace responder a la iniciativa de Dios que se ha manifestado a los hombres como Dios de la vida presente y de una vida futura con l. Esa fe nos re ne para celebrar con esperanza la muerte de nuestros hermanos y encomendarlos al amor y misericordia de Dios. 2II/. LA MUERTE Y RESURRECCI N DE CRISTOEl centro de nuestra fe es Jesucristo. En l reconocemos al Hijo de Dios hecho hombre como nosotros, menos en el pecado. El nos ense una manera nueva de vivir, se hizo obediente hasta la muerte en cruz (Fil 2, 8) y al resucitar venci la muerte y nuestro pecado. La muerte de Jes s supuso para sus seguidores una crisis profunda que provoc su huida y el fin de sus esperanzas.

4 No les fue f cil asimilar que el Mes as ten a que morir (Mc 8, 31). Era para ellos la manifestaci n de un Dios d bil y a merced del hombre en el que no pod an creer. La muerte de su enviado era un esc ndalo. A la luz de la nueva realidad de la resurrecci n pudieron comprender los designios de Dios ( estaba escrito, deb a suceder ) y reflexionar sobre el sentido de esa muerte. La muerte de Jes s es consecuencia de su fidelidad a Dios y de su solidaridad con los hombres. El es el inocente que ocup el lugar de los culpables que somos nosotros, su muerte fue por nuestros pecados (1 Cor 15, 3). En su cruz se manifiesta Dios como d bil, solidario con los dolores y muerte de la humanidad, como el Dios que ama hasta el extremo de la muerte. En esa muerte Cristo nos consigui el perd n y nuestra amistad y reconciliaci n con Dios que establece con los hombres una alianza nueva y eterna sellada con su propia muerte.

5 En la eucarist a, por mandato de Jes s, hacemos presente su cuerpo entregado a la muerte por nosotros y su sangre derramada por nuestra salvaci n y renovamos esta alianza definitiva entre Dios y los hombres. La resurrecci n de Jes s es la base de nuestra fe y de la de los disc pulos. La resurrecci n no significa que Jes s vuelve a la vida anterior, sino que su naturaleza humana es transformada por la divinidad y entra en la esfera de Dios. Ascendi al cielo y se sent a la derecha de Dios (Mc 16, 19). La resurrecci n es la que da sentido final a vida y a la muerte de Cristo: es el aval de Dios a la persona y a la obra de su Hijo; es la victoria sobre los dos grandes enemigos del hombre, el pecado y la muerte (Rom 8, 2; 1 Cor 15, 54-57); es la garant a de nuestra propia resurrecci n (1 Cor 15, 22); y de la transformaci n final de todo el universo (Rom 8, 21).

6 Su muerte y resurrecci n (Misterio Pascual) dan sentido a nuestra muerte y nos garantizan participar de su resurrecci n. Al morir por todos nosotros, nos asocia al misterio de su muerte y resurrecci n. Muriendo destruy nuestra muerte y resucitando restaur la vida (Prefacio pascual). En la resurrecci n final la muerte ser destruida para siempre (1 Cor 15, 26).. 3 III/. SENTIDO DE LA MUERTE CRISTIANALa muerte del cristiano halla su sentido en la muerte de Cristo en tres planos. En el plano sacramental se incorpora a la muerte y resurrecci n de Cristo por el bautismo, pues muere al hombre viejo heredado de Ad n y resucita a un hombre nuevo seg n Cristo (Rom 6, 1s) y la actualiza en la eucarist a que es el sacramento que hace presente la muerte del Se or. En el plano moral comparte la muerte de Cristo en el dolor, la enfermedad y los sufrimientos de la vida diaria, llevando la cruz en seguimiento del Se or (Mc 8, 34).

7 Por ltimo en el sentido f sico en la muerte corporal se une a Cristo en su muerte con la esperanza de compartir con l su resurrecci n (Ritual 7). Por la muerte, el cristiano participa en el Misterio Pascual de Cristo; es su paso de esta vida a la vida de Dios a trav s de la muerte y con la esperanza de participar en la resurrecci n. Es importante valorar este sentido consolador de la muerte cristiana. Y a la vez la uni n existente entre la Iglesia peregrina y la Iglesia del cielo. La Iglesia de los peregrinos, desde los primeros tiempos del cristianismo, tuvo perfecto conocimiento de esta comuni n de todo el Cuerpo M stico de Jesucristo y as conserv con gran piedad el recuerdo de los difuntos y ofreci sufragios por ellos (Vat. II LG 50).La Iglesia ense a que las almas de los difuntos participan ya de la gloria de Dios (cielo) o son rechazadas de su presencia (infierno) y que la resurrecci n corporal tendr lugar al fin de los tiempos para gloria o condenaci n.

8 Y reconociendo la condici n pecadora del hombre, admite un estado de purificaci n (Purgatorio) para aquellos salvados 4q u e a n n o e s t n e n condiciones de vivir la vida de Dios. Pero no se deben cosificar estas realidades como si fueran etapas de la vida presente, pues corresponden a la otra vida, donde ya no hay tiempo ni espacio, sino que es otra manera de existir, dif cil de imaginar para nosotros. En algunos ambientes se ha puesto de moda creer en la reencarnaci n , en un proceso de muchas vidas terrenas sucesivas. Pero la Palabra de Dios nos ense a que est establecido que los hombres mueran una sola vez (Hebr. 9, 27) y que la muerte es el fin de la peregrinaci n terrena del hombre. Cuando ha tenido fin el nico curso de nuestra vida terrena (LG 48) ya no volveremos a otras vidas terrenas, sino que entramos en la vida definitiva de Dios.

9 5IV/ LAS EXEQUIAS POR LOS DIFUNTOSEl Concilio Vaticano II decidi que las exequias deb an expresar m s claramente el sentido pascual de la muerte cristiana (SC 81). La Congregaci n para el Culto divino public el nuevo Ritual de exequias el 1 de junio de 1970 que ofrece muy variados materiales para este fin. Es necesario que los cristianos recuperen el sentido pascual de la celebraci n cristiana de la muerte y que, a trav s de las exequias, afirmen su fe y esperanza en la vida eterna y en la resurrecci n (Ritual 11). M s que subrayar los aspectos l gubres, habr que insistir en el sentido de fe y esperanza. Las exequias o conjunto de celebraciones de la muerte cristiana ofrecen m ltiples aspectos. !Son una celebraci n de la Iglesia que se prolonga a trav s de todos los ritos funerarios. Por tanto tienen un sentido comunitario y debe prevalecer este sentido sobre el personal o familiar.

10 Es toda la Iglesia la que celebra el Misterio Pascual, expresa su fe y ora por el difunto (Ritual 21). Los fieles deben participar activamente en estas celebraciones(acompa amiento, oraci n, canto). El sacerdote tiene aqu un papel preponderante y tambi n los laicos como colaboradores.!Esta celebraci n tiene diversos momentos: Confesi n y Vi tico, recomendaci n del moribundo, oraci n al momento de expirar, al colocar el cuerpo en el caj n, el velorio, levantamiento del cad ver y la procesi n a la Iglesia, la celebraci n de la Eucarist a como momento culminante, la procesi n al cementerio, la bendici n de la tumba y la colocaci n del cad ver en ella con la despedida final. No es necesario celebrar todos esos !Son proclamaci n de la Palabra de Dios que debe hacerse en todos los momentos en que se re ne la comunidad en torno al difunto.


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