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ÁREAS MONETARIAS ÓPTIMAS Y LA EXPERIENCIA …

Juan Jos Toribio D vila* REAS MONETARIAS PTIMAS Y LAEXPERIENCIA EUROPEA: ALGUNASREFLEXIONESEn el cincuentenario del art culo seminal de Robert Mundell, sobre reas MONETARIAS ptimas , se subraya que la Uni n Monetaria Europea ha constituido un banco depruebas para reas MONETARIAS en otras zonas de la econom a global. Se recuerdan lasventajas e inconvenientes atribuidos a las reas MONETARIAS , as como los mecanismos deajuste en presencia de perturbaciones asim tricas. Todo ello se refiri inicialmente al rea del comercio internacional, siendo posteriormente extendido al mbito de lastransacciones financieras. Se revisa la EXPERIENCIA de la UME en este contexto, y sesugiere la necesidad de ampliar los modelos existentes para explicar los clave: rea monetaria, ajustes, convergencia, ciclos, perturbaciones econ micas, paridades, n JEL:F33, ahora 50 a os que Robert Mundell (1961) publi-c enAmerican Economic Reviewsu famoso art culo enel que establec a fundamentos conceptuales para lasdenominadas reas MONETARIAS ptimas (OCA s, enel acr nimo anglosaj n).

Juan José Toribio Dávila* ÁREAS MONETARIAS ÓPTIMAS Y LA EXPERIENCIA EUROPEA: ALGUNAS REFLEXIONES En el cincuentenario del artículo seminal de Robert Mundell, sobre «áreas monetarias

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1 Juan Jos Toribio D vila* REAS MONETARIAS PTIMAS Y LAEXPERIENCIA EUROPEA: ALGUNASREFLEXIONESEn el cincuentenario del art culo seminal de Robert Mundell, sobre reas MONETARIAS ptimas , se subraya que la Uni n Monetaria Europea ha constituido un banco depruebas para reas MONETARIAS en otras zonas de la econom a global. Se recuerdan lasventajas e inconvenientes atribuidos a las reas MONETARIAS , as como los mecanismos deajuste en presencia de perturbaciones asim tricas. Todo ello se refiri inicialmente al rea del comercio internacional, siendo posteriormente extendido al mbito de lastransacciones financieras. Se revisa la EXPERIENCIA de la UME en este contexto, y sesugiere la necesidad de ampliar los modelos existentes para explicar los clave: rea monetaria, ajustes, convergencia, ciclos, perturbaciones econ micas, paridades, n JEL:F33, ahora 50 a os que Robert Mundell (1961) publi-c enAmerican Economic Reviewsu famoso art culo enel que establec a fundamentos conceptuales para lasdenominadas reas MONETARIAS ptimas (OCA s, enel acr nimo anglosaj n).

2 En este medio siglo, la econo-m a mundial ha experimentado cambios dram ticos,que plantean nuevos retos intelectuales para los estu-diosos de la teor a monetaria y cambiaria, sin excluir,por supuesto, el mbito conceptual de las OCA s. Laconstituci n de un rea monetaria en el seno de laUni n Europea y la emisi n de una moneda com n eleuro ha supuesto un campo de pruebas para los argu-mentos favorables, o contrarios, a la creaci n de una ovarias uniones del mismo tenor en la econom a resultado de la UME, disponemos hoy de mucham s evidencia emp rica al respecto, aunque la crisis de-clarada en la econom a europea, lejos a n de una solu-ci n definitiva, ha venido a reavivar el debate en torno ala oportunidad y la viabilidad de las reas alaba Mundell (1961) las indudables ventajas deuna moneda com n en el mbito del comercio ella, se eliminan, en efecto, los costes de transac-ci n asociados al cambio de divisas, a la vez que desa-parece cualquier riesgo cambiario que pudiera materiali-zarse entre el comienzo de una negociaci n comercial yel instante en el que la misma concluye, mediante el co-bro efectivo.

3 Esa superaci n de los costes y riesgos deri-vados del uso de distintas monedas habr a de estimularEURO Y CRISIS ECON MICAN oviembre-Diciembre 2011. N. 86313 ICE* Director de la Fundaci n Internacional IESE y Presidente del CentroInternacional de Investigaci n transacciones entre pa ses participantes de una mo-neda com n, dando lugar a conocidos efectos de crea-ci n y desviaci n de comercio en la econom a la perspectiva temporal de hoy, tales ventajas pa-recen obvias en el seno de la UME, pero los pa ses de laantigua CEE no llegaron al establecimiento de una mo-neda com n como resultado de una simple convicci nte rica, basada en los trabajos de Mundell y otros aca-d micos. Desde los primeras experiencias en la crea-ci n de un mercado nico, se evidenci que resultabain til mantener largas gestiones pol ticas para desman-telar aranceles, o barreras no arancelarias si, al t rminode la negociaci n, cualquier pa s comunitario pod a de-valuar su moneda propia.

4 Adquir a, con ello, una ventajacompetitiva, equivalente no s lo al establecimiento deun impuesto virtual sobre sus importaciones, sino tam-bi n al otorgamiento de una subvenci n virtual a su co-mercio de exportaci n, lo que privaba de contenidopr ctico a las negociaciones necesidad de simultanear la apertura comercial( mercado com n , en la terminolog a del momento) conuna estabilidad cambiaria llev , en 1977, a la creaci ndel Sistema Monetario Europeo, en el que las paridadesquedaban fijadas a trav s de obligadas intervenciones delos distintos bancos centrales de pa ses de la CEE en losmercados de cambios. Sin embargo, tras once episodiosde crisis cambiarias en menos de diez a os, con inevita-bles tensiones pol ticas, se lleg a la evidencia de que re-sultaba imposible mantener paridades fijas entre mone-das emitidas por diferentes pa ses, con distintos bancoscentrales y divergencia en las circunstancias econ mi-cas, por m s que todos ellos fueran miembros del si los tipos de cambio flexibles parec an incompati-bles con la aspiraci n de un mercado nico, y las parida-des fijas por m s que se juzgaran convenientes re-sultaban en la pr ctica inviables, no cab a otra soluci nque la creaci n de un banco central comunitario, queemitiera una moneda nica para todos los pa ses del sis-tema.

5 Tal es, en apretada s ntesis, la l gica subyacenteen los acontecimientos econ micos y pol ticos que impul-saron a la creaci n de una uni n monetaria europea, deacuerdo con algunos principios mundellianos y su re-conocida vigencia en el mundo , como es sabido, tambi n el art culo de Mundell(1961) llamaba la atenci n sobre problemas hoy obviosque, en compensaci n a aquellas indudables ventajas,podr an derivarse de un acuerdo de moneda nica entredistintos pa ses, hasta el punto de convertirle en una so-luci n sub ptima para los retos inicialmente problemas vendr an asociados a la obligada re-nuncia a una pol tica monetaria aut noma y a una estra-tegia cambiaria propia. Se trataba de cesiones de sobe-ran a econ mica que eliminaban,de facto,la posibilidadde llevar a cabo ajustes diferenciados ante cualquier al-teraci n de los equilibrios b sicos, o ante cualquier per-turbaci n asim trica que pudiera presentarse en el mbito de la uni carencias de pol tica monetaria y cambiaria po-dr an, sin embargo, ser asumibles con dos primer lugar, las econom as integrantes del reaecon mica deber an gozar de cierta similitud en sus es-tructuras productivas, de forma que no cupiera esperargrandes asimetr as en los efectos de las perturbacionesecon micas ni, en consecuencia, gran necesidad deajustes unilaterales, pues todas las econom a resulta-r an igualmente impactadas por cualquier circunstanciaimprevista que pudiera surgir en el seno de la uni n.

6 Ensegundo t rmino, los pa ses que aspiraran a integrarseen un proyecto de moneda com n habr an de mostrarcierta EXPERIENCIA de sincron a en sus ciclos econ mi-cos; si tal fuera el caso, a todos ellos convendr a la mis-ma pol tica monetaria seg n las distintas fases del ciclo(por definici n, uniforme), y el banco central no tendr amayores dificultades para , por el contrario, la diversidad estructural fuera tanamplia que cualquier trauma o perturbaci n afectaras lo a una econom a concreta, y no a las dem s, o bien,la sincron a en los ciclos econ micos fuera tan escasaque exigiera pol ticas MONETARIAS distintas para los dife-rentes pa ses, el rea monetaria com n podr a estarabocada a tensiones permanentes y, en ltima instan-cia, a su fracaso como Y CRISIS ECON MICAN oviembre-Diciembre 2011. N. 863 JUANJOS TORIBIOD VILAICECabr a aqu discutir, aunque no lo hizo Mundell ensu art culo de 1961, si precisamente la pertenencia aun rea monetaria impulsa hacia una convergencia deestructuras econ micas (como aduc an los padresfundadores de la UME) o, por el contrario, lleva a unaespecializaci n productiva y a una divergencia deaquellas estructuras, de acuerdo con la tradicionalteor a de los costes comparativos.

7 Si se diera el pri-mer efecto convergencia estructural todas lasuniones MONETARIAS terminar an, con el tiempo, porser ptimas , pues las convulsiones nunca les resul-tar an asim tricas . Si ocurriera lo segundo espe-cializaci n y divergencia , todas las reas moneta-rias llevar an, por el contrario, impl citos los g rmenesde su propia destrucci n o, al menos, la amenaza deuna evoluci n crecientemente problem tica. En elcaso concreto de la UME, y dada la brevedad del pe-r odo muestral, no es f cil afirmar que la existencia deuna moneda com n haya sido claramente impulsorade una divergencia estructural y de una especializa-ci n productiva. Pero m s dif cil resulta a n sostenerque la llamada Eurozona haya facilitado, en modo al-guno, la convergencia de modelos productivos entresus miembros. Quiz radique en ello la acusada asi-metr a con que cada una de las econom as de la UMEha experimentado los efectos de la crisis internacio-nal, las formas tan dispares de abordarla y la inespe-rada confrontaci n entre las econom as de Centroeu-ropa y las situadas en su periferia, aunque unas yotras pertenezcan a la misma rea s, en cualquiera que sea el grado de conver-gencia estructural logrado, puede debatirse en qu me-dida la pertenencia a una zona monetaria com n tiendea sincronizar el ciclo econ mico entre unos y otrosmiembros de la misma, o lleva, por el contrario, a unacreciente asincron a c clica.

8 En el primer caso, el propiodesarrollo temporal de la zona monetaria disminuir a loscostes asociados a su creaci n. En el segundo, se har acada vez m s dif cil mantener la uni n entre sus miem-bros, quienes reclamar an con creciente frecuencia pol -ticas MONETARIAS este respecto, la EXPERIENCIA de la UME perece ava-lar la idea de que lo importanteab initiono es s lo deci-dir si un pa s debe o no unirse a la zona monetaria, sinoacertar con el tipo de cambio al que se produce tal incor-poraci n. As , puede afirmarse que Espa a (quiz tam-bi n Portugal, Grecia y otros pa ses) entr en el esque-ma de moneda nica a una paridad artificialmente baja,tras a os de devaluaciones sucesivas para su antiguamoneda. Ello le proporcion inmediatas ventajas com-petitivas en el seno de la uni n, como base para un fuer-te crecimiento potencial, pero al mismo tiempo desat un proceso de inflaci n relativamente alta, en la medidaen que los precios de una zona monetaria tienden aigualarse en las distintas regiones de la misma (procesoconocido comocatching up).

9 Alemania, por el contrario,se incorpor a la UME a un tipo de cambio comparativa-mente elevado entre la antigua y la nueva moneda, loque en gran medida explica el estancamiento de la eco-nom a germana durante gran parte del decenio transcu-rrido y sus tendencias deflacionarias, hasta el punto deque la econom a alemana fue considerada durante a oscomo el enfermo de Europa .Obviamente, en su etapa inflacionista habr a conveni-do a Espa a (y a otras econom as perif ricas) una pol ti-ca monetaria de ajuste, mientras Alemania y otros pa -ses de Centroeuropa impusieron porque as conven aa su situaci n y dimensiones una estrategia moneta-ria de signo opuesto. Con ello, el tipo de inter s aplica-do, en t rminos reales, result negativo para las econo-m as del grupo inflacionario, propiciando un exceso degasto, una aut ntica burbuja de activos, y un d ficit desu balanza de pagos (necesidad de financiaci n) que nose produjeron en los restantes pa ses.

10 Ello, explica engran medida la asimetr a intraeuropea en los efectos dela crisissubprime,y la actual disparidad de situacionesen el seno de la importancia de los tipos de cambio aplicados en lacreaci n de una zona monetaria, la din mica posteriorde la misma en cuanto a convergencia o divergencia es-tructural, y los factores que, en su funcionamiento, pue-dan facilitar u obstaculizar la sincron a en los ciclos son, REAS MONETARIAS PTIMAS Y LA EXPERIENCIA EUROPEA: ALGUNAS REFLEXIONESEURO Y CRISIS ECON MICAN oviembre-Diciembre 2011. N. 86315 ICEpues, elementos que desde la EXPERIENCIA europea po-dr an hoy aportarse al debate sobre reas MONETARIAS ptimas. Hace 50 a os no se dispon a, obviamente, deuna evidencia tan clara al cualquier modo, la presencia de perturbacionesasim tricas m s probables cuanto mayor sea la diver-gencia estructural y la asincron a en las fases del cicloexigen algunas v as de ajuste intrazona, ajustes que,por definici n, no pueden discurrir a trav s de pol ticasmonetarias diferenciadas, o de alteraciones en los tiposde cambio.


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