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- 2 - Ernest Hemingway EL VIEJO Y EL MAR Ernest Hemingway T tulo original: The Old Man and the Sea 1 Edici n: Colecci n "Dante Quincenal": 1989 Producci n Editorial Dante, S. A. de C. V. Calle 59 No 548 7, C. P. 97000 M rida, Yucat n, M xico Queda hecho el dep sito que marca la ley. I. S. B. N. 968 7232 05 6 Dise o de portada: Carlos C mara Ruz, basado en fotograf a de San Haskins IMPRESO EN MEXICO PRINTED IN M XICO Este libro fue digitalizado para su distribuci n gratuita y sin fines de lucro. El viejo y el mar - 3 - Era un viejo que pescaba solo en un bote en el Gulf Stream y hac a ochenta y cuatro d as que no cog a un pez. En los primeros cuarenta d as hab a tenido consigo a un muchacho.

- 4 - Ernest Hemingway –Si –dijo el muchacho–. ¿Me permite brindarle una cerveza en la Terraza? Luego llevaremos las cosas a casa. –¿Por que no? –dijo el viejo–. Entre

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1 - 2 - Ernest Hemingway EL VIEJO Y EL MAR Ernest Hemingway T tulo original: The Old Man and the Sea 1 Edici n: Colecci n "Dante Quincenal": 1989 Producci n Editorial Dante, S. A. de C. V. Calle 59 No 548 7, C. P. 97000 M rida, Yucat n, M xico Queda hecho el dep sito que marca la ley. I. S. B. N. 968 7232 05 6 Dise o de portada: Carlos C mara Ruz, basado en fotograf a de San Haskins IMPRESO EN MEXICO PRINTED IN M XICO Este libro fue digitalizado para su distribuci n gratuita y sin fines de lucro. El viejo y el mar - 3 - Era un viejo que pescaba solo en un bote en el Gulf Stream y hac a ochenta y cuatro d as que no cog a un pez. En los primeros cuarenta d as hab a tenido consigo a un muchacho.

2 Pero despu s de cuarenta d as sin haber pescado los padres del muchacho le hab an dicho que el viejo estaba definitiva y rematadamente salao, lo cual era la peor forma de la mala suerte, y por orden de sus padres el muchacho hab a salido en otro bote que cogi tres buenos peces la primera semana. Entristec a al muchacho ver al viejo regresar todos los d as con su bote vac o, y siempre bajaba a ayudarle a cargar los rollos de sedal o el bichero y el arp n y la vela arrollada al m stil. La vela estaba remendada con sacos de harina y, arrollada, parec a una bandera en permanente derrota. El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte posterior del cuello. Las pardas manchas del benigno c ncer de la piel que el sol produce con sus reflejos en el mar tropical estaban en sus mejillas.

3 Esas pecas corr an por los lados de su cara hasta bastante abajo y sus manos ten an las hondas cicatrices que causa la manipulaci n de las cuerdas cuando sujetan los grandes peces. Pero ninguna de estas cicatrices era reciente. Eran tan viejas como las erosiones de un rido desierto. Todo en l era viejo, salvo sus ojos; y estos ten an el color mismo del mar y eran alegres e invictos. Santiago le dijo el muchacho trepando por la orilla desde donde quedaba varado el bote . Yo podr a volver con usted. Hemos hecho alg n dinero. El viejo hab a ense ado al muchacho a pescar y el muchacho le ten a cari o. No dijo el viejo . Tu sales en un bote que tiene buena suerte. Sigue con ellos. Pero recuerde que una vez llevaba ochenta y siete d as sin pescar nada y luego cogimos peces grandes todos los d as durante tres semanas.

4 Lo recuerdo dijo el viejo . Y yo s que no me dejaste porque hubieses perdido la esperanza. Fue pap quien me oblig . Soy al fin chiquillo y tengo que obedecerle. Lo s dijo el viejo . Es completamente normal. Pap no tiene mucha fe. No. Pero nosotros, s , verdad? - 4 - Ernest Hemingway Si dijo el muchacho . Me permite brindarle una cerveza en la Terraza? Luego llevaremos las cosas a casa. Por que no? dijo el viejo . Entre pescadores. Se sentaron en la Terraza. Muchos de los pescadores se re an del viejo, pero el no se molestaba. Otros, entre los m s viejos, lo miraban y se pon an tristes. Pero no lo manifestaban y se refer an cort smente a la corriente y a las hondonadas donde se hab an tendido sus sedales, al continuo buen tiempo y a lo que hab an visto.

5 Los pescadores que aquel d a hab an tenido xito hab an llegado y hab an limpiado sus agujas y las llevaban tendidas sobre dos tablas, dos hombres tambale ndose al extremo de cada tabla, a la pescader a, donde esperaban a que el cami n del hielo las llevara al mercado, a La Habana. Los que hab an pescado tiburones los hab an llevado a la factor a de tiburones, al otro lado de la ensenada, donde eran izados en aparejos de polea; les sacaban los h gados, les cortaban las aletas y los desollaban y cortaban su carne en trozos para salarla. Cuando el viento soplaba del Este el hedor se extend a a trav s del puerto, procedente de la fabrica de tiburones; pero hoy no se notaba m s que un d bil tufo porque el viento hab a vuelto al Norte y luego hab a dejado de soplar.

6 Era agradable estar all , al sol en la Terraza. Santiago dijo el muchacho. Que dijo el viejo . Con el vaso en la mano pensaba en las cosas de hac a muchos a os. Puedo ir a buscarle sardinas para ma ana? No. Ve a jugar al b isbol. Todav a puedo remar y Rogelio tirar la atarraya. Me gustar a ir. Si no puedo pescar con usted me gustar a servirlo de alguna manera. Me has pagado una cerveza dijo el viejo . Ya eres un hombre. Qu edad ten a cuando me llevo por primera vez en un bote? Cinco a os. Y por poco pierdes la vida cuando sub aquel pez demasiado vivo que estuvo a punto de destrozar el bote. Te acuerdas? Recuerdo c mo brincaba y pegaba coletazos, y que el banco se romp a, y el ruido de los garrotazos.

7 Recuerdo que usted me arroj a la proa, donde estaban El viejo y el mar - 5 - los sedales mojados y enrollados. Y recuerdo que todo el bote se estremec a, y el estr pito que usted armaba d ndole garrotazos, como si talara un rbol, y el pegajoso olor a sangre que me envolv a. Lo recuerdas realmente o es que yo te lo he contado? Lo recuerdo todo, desde la primera vez que salimos juntos. El viejo lo mir con sus amorosos y confiados ojos quemados por el sol. Si fueras hijo m o me arriesgar a a llevarte, dijo. Pero t eres de tu padre y de tu madre y trabajas en un bote que tiene suerte. Puedo ir a buscarle las sardinas? Tambi n s donde conseguir cuatro carnadas. Tengo las m as que me han sobrado de hoy.

8 Las puse en sal en la caja. D jeme traerle cuatro cebos frescos. Uno dijo el viejo. Su fe y su esperanzar no le hab an fallado nunca. Pero ahora empezaban a revigorizarse como cuando se levanta la brisa. Dos dijo el muchacho. Dos acepto el viejo . No los has robado? Lo hubiera hecho dijo el muchacho pero estos los compr . Gracias dijo el viejo. Era demasiado simple para preguntarse cuando hab a alcanzado la humildad. Pero sab a que la hab a alcanzado y sab a que no era vergonzoso y que no comportaba perdida del orgullo verdadero. Con esta brisa ligera, ma ana va a hacer buen d a dijo. Ad nde piensa ir? Le pregunto el muchacho. Saldr lejos para regresar cuando cambie el viento.

9 Quiero estar fuera antes de que sea de d a. Voy a hacer que mi patr n salga lejos a trabajar dijo el muchacho . Si usted engancha algo realmente grande podremos ayudarle. A tu patr n no le gusta salir demasiado lejos. No dijo el muchacho ; pero yo ver algo que el no podr ver: un ave trabajando, por ejemplo. As har que salga siguiendo a los dorados. Tan mala tiene la vista? Est casi ciego. - 6 - Ernest Hemingway Es extra o dijo el viejo Jam s ha ido a la pesca de tortugas. Eso es lo que mata los ojos. Pero usted ha ido a la pesca de tortuga durante varios a os, por la costa de los Mosquitos, y tiene buena vista. Yo soy un viejo extra o Pero ahora se siente bastante fuerte como para un pez realmente grande?

10 Creo que s . Y hay muchos trucos. Vamos a llevar las cosas a casa dijo el muchacho . Luego coger la atarraya y me ir a buscar las sardinas. Recogieron el aparejo del bote. El viejo se ech el m stil al hombro y el muchacho cargo la caja de madera de los enrollados sedales pardos de apretada malla, el bichero y el arp n con su mango. La caja de las camadas estaba bajo la popa, junto a la porra que usaba para rematar a los peces grandes cuando los arrimaba al bote. Nadie ser a capaz de robarle nada al viejo, pero era mejor llevar a casa la vela y los sedales gruesos puesto que el roc o los da aba, y aunque estaba seguro de que ninguno de la localidad le robar a nada, el viejo pensaba que el arp n y el bichero eran tentaciones y que no hab a por que dejarlos en el bote.


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