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Aprender la Condición Humana. Ensayo sobre …

Ensayo sobre Pedagog a de la Ternura Aprender la Condici n Humana Ensayo sobre pedagog a de la ternura Alejandro Cussi novich V. Instituto de Formaci n de Educadores de J venes, Adolescentes y Ni os Trabajadores de Am rica Latina y el Caribe - IFEJANT. Tom s Guido 257. Lince - Lima 14. Telefax: 265-5160. Tel fono: 266-1227. e-mail: web: Edici n a cargo de Ifejant Responsable de la Edici n: Yakelin Loi Caycho Tacza Dise o de Car tula: Lorenzo Talaverano Diagramaci n e Impresi n: Editora Diskcopy Hecho el dep sito legal en la Biblioteca Nacional del Per N 2010-06813. ISBN 978-9972-9291-5-1. Primera edici n 2007 - 1000 ejemplares Segunda edici n 2010 - 1000 ejemplares Financiado por: minka Centro de Promoci n y Solidaridad Ensayo sobre Pedagog a de la Ternura Al MANTHOC, Movimiento de Ni os, Ni as y Adolescentes Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos, en sus primeros 34 a os de vida, de lucha y de testimonio de dignidad para quienes seguimos aprendiendo de los Nats nuestra condici n humana desde la alegr a, la amistad, el amor y la fidelidad hechos ternura.

11 Ensayo sobrE PEdagogía dE la TErnura 11.- pedagogía de la ternura y la primacía del don sobre el La deber y la obligación 12.- La pedagogía de la ternura y la construcción de una nueva

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1 Ensayo sobre Pedagog a de la Ternura Aprender la Condici n Humana Ensayo sobre pedagog a de la ternura Alejandro Cussi novich V. Instituto de Formaci n de Educadores de J venes, Adolescentes y Ni os Trabajadores de Am rica Latina y el Caribe - IFEJANT. Tom s Guido 257. Lince - Lima 14. Telefax: 265-5160. Tel fono: 266-1227. e-mail: web: Edici n a cargo de Ifejant Responsable de la Edici n: Yakelin Loi Caycho Tacza Dise o de Car tula: Lorenzo Talaverano Diagramaci n e Impresi n: Editora Diskcopy Hecho el dep sito legal en la Biblioteca Nacional del Per N 2010-06813. ISBN 978-9972-9291-5-1. Primera edici n 2007 - 1000 ejemplares Segunda edici n 2010 - 1000 ejemplares Financiado por: minka Centro de Promoci n y Solidaridad Ensayo sobre Pedagog a de la Ternura Al MANTHOC, Movimiento de Ni os, Ni as y Adolescentes Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos, en sus primeros 34 a os de vida, de lucha y de testimonio de dignidad para quienes seguimos aprendiendo de los Nats nuestra condici n humana desde la alegr a, la amistad, el amor y la fidelidad hechos ternura.

2 A Carmen, Viruka y Elenita las tres primeras ni as del primer Grupo en Jes s Obrero , en 1976. 7. Ensayo sobre Pedagog a de la Ternura NDICE. Un Pr logo Necesario Introducci n CAP TULO PRIMERO. LOS OR GENES E INICIO DEL DISCURSO DE. PEDAGOG A DE LA TERNURA 45. El contexto del texto como pretexto El contexto de una crisis no resuelta En el marco de la violencia pol tica y social La infancia trabajadora se organiza Es parte de la herencia de la teolog a de la liberaci n y de la educaci n popular La nueva subjetividad social que aportan las mujeres organizadas Una oportunidad, no aprovechada, para la tica y la pol tica La pedagog a de la ternura como recuperaci n de la voz y la palabra Una pedagog a desde la protesta contenida La pedagog a de la ternura como propuesta Primeros intentos de formulaci n CAP TULO SEGUNDO.

3 EPISTEMOLOG A Y CAMPO SEM NTICO DEL. DISCURSO DE PEDAGOG A DE LA TERNURA 65. La educaci n como producci n del campo simb lico Las culturas y campos simb licos Pedagog a de la ternura, lenguaje, palabra y g nero comunicacional Pedagog a de la ternura entre la racionalidad e irracionalidad occidental y la irracionalidad y racionalidad andino - amaz nicas 9. Aprender la Condici n Humana La pedagog a de la ternura: un nuevo campo de sentido Categor as que conforman el campo sem ntico en el discurso actual de pedagog a de la ternura La pedagog a de la ternura y la construcci n de la feminidad y masculinidad CAP TULO TERCERO. VIDA COTIDIANA, SENTIDOS COMUNES, MODO DE VIDA Y PEDAGOG A DE LA TERNURA 89. La experiencia de amor humano como condici n de desarrollo El amor humano se aprende todo el tiempo y exige revisar nuestras representaciones del mismo La tica como horizonte del discurso de la pedagog a de la ternura Ternura: un discurso que se presenta ambiguo, difuso y parad jico CAP TULO CUARTO.

4 PEDAGOG A DE LA TERNURA: PEDAGOG A O ALGO M S? 103. Objeto o campo de objetos de la pedagog a de la ternura Pedagog a de la ternura como pr ctica no discursiva y como formaci n discursiva La pedagog a de la ternura como una relectura de la y las pedagog as La pedagog a de la ternura, algo m s que simple pedagog a La pedagog a de la ternura es tambi n pedagog a La pedagog a como interrelaci n La pedagog a de la ternura como comunicaci n en amorosidad La pedagog a de la ternura y la sociedad del conocimiento y de las tecnolog as El Eros Pedag gico de la pedagog a de la ternura La pedagog a de la ternura no hace milagros 10. Ensayo sobre Pedagog a de la Ternura La pedagog a de la ternura y la primac a del don sobre el deber y la obligaci n La pedagog a de la ternura y la construcci n de una nueva subjetividad La pedagog a de la ternura exige un comportamiento virtuoso La pedagog a de la ternura y los aportes de la pedagog a cr tica Pedagog a de la ternura: del lenguaje cr tico al lenguaje de la posibilidad La pedagog a de la ternura y el cambio de la cultura escolar.

5 La pedagog a de la ternura: Aprender la condici n humana es Aprender a perdonar. La pedagog a de la ternura y el discurso jur dico. CAP TULO QUINTO. LA PEDAGOG A DE LA TERNURA, COMPONENTE DEL PARADIGMA. DE LA PROMOCI N DEL PROTAGONISMO 133. Modernidad, protagonismo y desmodernizaci n Pedagog a de la ternura, necesaria en la formaci n de una personalidad protag nica Protagonismo como concepto en evoluci n Construir y desarrollar un concepto Personalidad protag nica: un reto pol tico y pedag gico Personalidad protag nica vs personalidad autoritaria Identidad y personalidad protag nica Actor a social y personalidad protag nica El protagonismo como parte de un proyecto de vida La pedagog a de la ternura como pedagog a del protagonismo REFLEXIONES ABIERTAS 167. ANEXO 169. 11.

6 Ensayo sobre Pedagog a de la Ternura UN PR LOGO NECESARIO. Desde la aparici n, hace tres a os, de la primera edici n de Aprender la Condici n Humana, Ensayo de pedagog a de la ternura , ha surgido una serie de preguntas, de confrontaciones, de se alamiento de lagunas y ambig edades que bien merece seguir reflexionando sobre un acercamiento a la cuesti n de la llamada pedagog a de la ternura y hacerlo desde una doble preocupaci n. En primer lugar, desde una mayor exigencia pluridisciplinar cr tica y, en segundo lugar, desde las implicaciones pr cticas del discurso de la pedagog a de la ternura. La lectura del libro suscit la pregunta: y c mo se pone en marcha esta pedagog a de la ternura con ni os, con adultos, con j venes privados de libertad o en el mundo de la familia, de las relaciones vecinales, o en el terreno de la pol tica, de la econom a, etc, etc?

7 Demanda creciente por c mo es en la pr ctica Por otro lado, se van multiplicando las experiencias concretas por hacer de la pedagog a de la ternura una pr ctica social en distintos campos del quehacer humano. La familia, la escuela, la organizaci n social, pero muy en particular, espacios como las relaciones interculturales, las relaciones intergeneracionales y, en general, las relaciones de la vida cotidiana, constituyen cada vez m s tiempos y espacios para preguntarse por la vigencia o no de los postulados de la pedagog a de la ternura. Pero nada de todo ello ha sido sistematizado y socializado, expuesto a la cr tica, a una evaluaci n que permita alentar la reflexi n te rica y la imaginaci n pr ctica. En breve, si Aprender la condici n humana no tiene acaso que ver con todo lo que al ser humano ata e, entonces no pasar a de ser una cuesti n sectorial, casi privada reducida a relaciones interpersonales.

8 El Ensayo expresa mejor la incertidumbre y la audacia Incluso es necesario se alar que no en vano se ha escogido hacer esta reflexi n a modo de Ensayo , sin siquiera observar en rigor lo que dentro de este g nero suele ser una frontera un tanto porosa con otras modalidades de comunicaci n. Y es que el Ensayo permite mantener la flexibilidad, la docilidad a la subjetividad y a las ideas, como dir a Medardo Vitier1. 1 Citado por Rigoberto Pupo Pupo, Ensayo como b squeda y creaci n. Hacia un discurso de aprehensi n compleja , s/f, monograqf ; ; ver adem s et Alii, Educar en la era planetaria , Gedisa, 2003, : El pensamiento complejo incluye en su visi n del m todo la experiencia del Ensayo . 13. Aprender la Condici n Humana Pero es en campo te rico y pr ctico desde el que surgen cuestiones centrales que el aprendizaje de la condici n humana como resultante tambi n de una pedagog a de la ternura debe considerar.

9 Ello nos confronta directamente con la necesidad de preguntarnos por la cosmovisi n desde la que se levanta el discurso de la pedagog a de la ternura; desde qu relaci n entre racionalidad y afectividad se reflexiona. O si se quiere, desde qu rol se le asigna a las realidades afectivo-sentimentales y a las que emanan de la racionalidad en los procesos educativos. Dicho de otra manera, estamos ante la cuesti n central de la relaci n entre subjetividades y racionalidades2. Es inviable un discurso sobre pedagog a de la ternura que no se confronte con los presupuestos heredados de la modernidad, de su concepci n de vida, de la ciencia, del conocimiento, con la frialdad burguesa , como la llama Adorno3 y su relaci n con otras culturas basadas en otros saberes, en otras concepciones de la vida, de la relaci n con el entorno, con otra racionalidad, con otras subjetividades y maneras de entender el afecto, la amistad y el amor.

10 Pero tambi n con otros prop sitos y proyectos sociales y pol ticos de la acci n educativa. La dignidad como coraz n de la condici n humana Se podr a afirmar que la cuesti n epistemol gica y antropol gica refiere a qu entendemos por condici n humana y si hay una sola manera de entenderla, de concebirla o si las formas y abordajes dominantes desde el mundo occidental y moderno, deben ser revisados para despojarlos de su pretendida universalidad tout cours. La comprensi n de la condici n humana desde la modernidad signific para nuestros pueblos del Sur, en particular para lo que hoy reconocemos como Am rica latina, nuestra Abia-Yala tierra madura- un avasallador esfuerzo por imponer a sangre y fuego la llamada civilizaci n frente a la barbarie. Pero no se trata de un acto meramente cognitivo, sino de una cuesti n valorativa, es decir, la imposici n de una visi n considerada superior, de un mundo de valores moral y pol ticamente superiores, y por ende, de una justificaci n naturalizadora de las diferencias hijas de las desigualdades, de las jerarqu as, de las dominaciones, de las servidumbres, de los despojos4.


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