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Biblia de Jerusalén. Ed. Desclée de Brouwer, 2009 ...

Biblia de Jerusal n. Ed. Descl e de Brouwer, 2009 EVANGELIO SEG N SAN mateo 1 IPB-SCA 1 INTRODUCCI N A LOS EVANGELIOS SIN PTICOS Y EVANGELIO DE SAN mateo INTRODUCCI N A LOS EVANGELIOS SIN PTICOS Introducci n De los cuatro libros can nicos que narran la Buena Nueva (significado de la palabra griega Evangelio ) tra da por Jesucristo, los tres primeros presentan entre s tales semejanzas que pueden ponerse en columnas paralelas y abarcarse de una sola mirada , que es a su vez el significado de la palabra sin- ptico . Pero presentan tambi n entre s numerosas divergencias. C mo explicar a la vez estas semejanzas y estas divergencias? Lo que equivale a preguntarse: c mo se formaron? La tradici n oral. Para comprenderlo, hay que admitir en primer lugar que, antes de ser puestos por escrito, los evangelios, o por lo menos una gran cantidad de los materiales que contienen, se transmitieron oralmente.

Biblia de Jerusalén, Ed. Desclée de Brouwer, 2009 EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO " 2" IPB-SCA preocupación fue no omitir nada de lo que había oído, sin permitirse ninguna falsedad en ello».

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1 Biblia de Jerusal n. Ed. Descl e de Brouwer, 2009 EVANGELIO SEG N SAN mateo 1 IPB-SCA 1 INTRODUCCI N A LOS EVANGELIOS SIN PTICOS Y EVANGELIO DE SAN mateo INTRODUCCI N A LOS EVANGELIOS SIN PTICOS Introducci n De los cuatro libros can nicos que narran la Buena Nueva (significado de la palabra griega Evangelio ) tra da por Jesucristo, los tres primeros presentan entre s tales semejanzas que pueden ponerse en columnas paralelas y abarcarse de una sola mirada , que es a su vez el significado de la palabra sin- ptico . Pero presentan tambi n entre s numerosas divergencias. C mo explicar a la vez estas semejanzas y estas divergencias? Lo que equivale a preguntarse: c mo se formaron? La tradici n oral. Para comprenderlo, hay que admitir en primer lugar que, antes de ser puestos por escrito, los evangelios, o por lo menos una gran cantidad de los materiales que contienen, se transmitieron oralmente.

2 Lo primero fue la predicaci n oral de los ap stoles, centrada en torno al kerygma que anunciaba la muerte redentora y la resurrecci n del Se or. Iba dirigida a los jud os, a quienes hab a que probar, mediante el testimonio de los ap stoles sobre la resurrecci n, que Jes s era efectivamente el Mes as anunciado por los profetas antiguos; y conclu a con un llamamiento a la conversi n. De esta predicaci n nos dan res menes t picos los discursos de Pedro en los Hechos de los Ap stoles (Hch 4 8-12, m s desarrollados en 3 12-26; 2 14-36 y sobre todo 13 16- 41), as como Pablo en 1 Co 15 3-7. Seg n Lc 24 44-48, este kerygma fundamental hundir a sus ra ces incluso en las consignas de Cristo resucitado. Pero a aquellos que se convert an hab a que darles, antes que recibiesen el bautismo, una instrucci n m s completa sobre la vida y la ense anza de Jes s.

3 Un resumen de esta catequesis pre-bautismal se nos da en Hch 10 37-43, cuyo esquema anuncia ya la estructura del evangelio de Mc: bautismo dado por Juan durante el cual Jes s recibe el Esp ritu, actividad taumat rgica de Cristo en el pa s de los jud os, su crucifixi n seguida de su resurrecci n y de sus apariciones a algunos disc pulos privilegiados, todo ello garantizado por el testimonio de los ap stoles. Seg n los Hechos, esta informaci n procede todav a de la predicaci n oral. Muy pronto tambi n, para ayudar a los predicadores y a los catequistas cristianos, se reunieron por temas comunes los principales dichos de Jes s. Vestigios de ello los tenemos todav a en nuestros evangelios actuales: estos dichos est n a menudo unidos unos con otros por palabras-clave a fin de facilitar la memorizaci n. En la Iglesia primitiva hab a tambi n narradores especializados, como los evangelistas , Hch 21 8; Ef 4 11; 2 Tm 4 5, que contaban los recuerdos evang licos bajo una forma que tend a a fijarse por la repetici n.

4 Sabemos tambi n, gracias a dos testimonios independientes (ver infra), que el segundo evangelio fue predicado por Pedro antes de ser puesto por escrito por Marcos. Y Pedro no fue el nico testigo ocular entre los que anunciaban a Cristo; sin duda, tampoco los otros ten an necesidad de documentos escritos para ayudar a su memoria. Pero es claro que un mismo suceso ten a que ser narrado por ellos seg n formas literarias diferentes. Un caso t pico lo tenemos en el relato de la instituci n de la Eucarist a. Antes de escribirlo a los fieles de Corinto, sin duda Pablo lo refiri oralmente seg n una tradici n particular (1 Co 11 23-26) conocida tambi n de Lc (22 19-20). Pero el mismo relato se nos ha transmitido, con variantes importantes, seg n una tradici n conocida de Mt (26 26-29) y de Mc (14 22-25). Es, pues, en la tradici n oral donde hay que buscar la causa primera de las semejanzas y de las divergencias entre los Sin pticos.

5 Sin embargo, esta tradici n oral no es capaz por s sola de dar cuenta de las semejanzas tan numerosas como sorprendentes, tanto en el detalle de los textos como en el orden de las per copas, que sobrepasan las posibilidades de la memoria, incluso la antigua y oriental. Para explicar el origen de nuestros evangelios es necesario recurrir a una documentaci n escrita. Testimonios de Pap as y Clemente. El testimonio m s antiguo que tenemos sobre la composici n de los evangelios can nicos es el de Pap as, obispo de Hier polis, en Frigia, que escribi hacia el 130 una Interpretaci n (ex gesis) de los Or culos del Se or , en cinco libros. Esta obra se perdi hace mucho tiempo, pero el historiador Eusebio de Cesarea nos ha conservado de ella los dos pasajes siguientes: Y el Anciano dec a: Marcos, que fue el int rprete de Pedro, puso por escrito cuidadosamente todo aquello de lo que guardaba memoria, aunque sin ajustarse al orden de las cosas que el Se or hab a dicho y realizado.

6 En efecto, a quien l escuch o acompa no fue al Se or, sino a Pedro m s tarde, como ya he dicho. ste proced a seg n las conveniencias de su ense anza y no como si quisiera dar la ordenanza de los or culos del Se or. Por tanto, no se puede censurar a Marcos el haberlos redactado del modo como l los recordaba. Su nica Biblia de Jerusal n, Ed. Descl e de Brouwer, 2009 EVANGELIO SEG N SAN mateo IPB-SCA 2 preocupaci n fue no omitir nada de lo que hab a o do, sin permitirse ninguna falsedad en ello . Inmediatamente despu s, Eusebio a ade el testimonio de Pap as sobre mateo : mateo , pues, puso en orden los or culos, en lengua hebrea; cada uno los interpret como pod a (Hist. Eccl., III, 39, 15-16). Un segundo testimonio sobre la composici n de los evangelios nos lo da Clemente de Alejandr a (a su vez citado por Eusebio de Cesarea): En los mismos libros tambi n, Clemente cita una tradici n de los Ancianos relativa al orden de los evangelios; es sta: dec a que los evangelios que contienen las genealog as fueron escritos primero y que el de san Marcos lo fue en las circunstancias siguientes: Despu s que Pedro hubo predicado p blicamente la doctrina en Roma y expuesto el evangelio [guiado] por el Esp ritu, sus oyentes, que eran muchos, animaron a Marcos, como que l era el que le hab a acompa ado desde hac a tiempo y guardaba en su memoria sus palabras, a transcribir lo que aqu l hab a dicho; as lo hizo y transcribi el evangelio a los que se lo hab an pedido.

7 Al enterarse de ello Pedro, no emiti consejo en ning n sentido, ni para imped rselo ni para recomend rselo (Hist. Eccl., IV, 14, 5-7). Al igual que el de Pap as, este testimonio se remonta a los Ancianos, es decir a hombres de la segunda generaci n cristiana. Toda la tradici n posterior, griega, latina o incluso sir aca (Efr n), no har sino repetir, a adiendo algunos detalles, estos dos testimonios fundamentales. Qu podemos deducir de ello? Pap as y Clemente concuerdan en atribuir la composici n de uno de los evangelios a Marcos, disc pulo de Pedro (ver 1 P 5 13), cuya predicaci n habr a puesto por escrito. Viniendo de dos fuentes arcaicas independientes, esta informaci n puede ser tenida por cierta. Seg n Clemente, Marcos habr a escrito viviendo todav a Pedro, el cual, por lo dem s, se habr a desinteresado m s o menos del asunto.

8 Pap as no nos da ning n dato expl cito sobre este punto. Su texto deja m s bien entender que Marcos habr a escrito despu s de la muerte de Pedro, y en este sentido lo interpretar n Ireneo de Lyon y el m s antiguo Pr logo evang lico que ha llegado hasta nosotros (finales del siglo II). Pap as no nos dice d nde escribi Marcos su evangelio. Clemente precisa que fue en Roma, donde Pedro ejerc a su ministerio. Este detalle, recogido en la tradici n posterior, parece exacto, porque el evangelio de Marcos contiene un cierto n mero de palabras griegas que no son m s que una transcripci n del lat n. Clemente no nos da ninguna noticia sobre mateo , salvo lo de que su evangelio conten a una genealog a de Cristo (Mt 1 1-17). Seg n Pap as, habr a escrito en hebreo, t rmino que podr a aplicarse tambi n al arameo, y luego su obra habr a sido traducida al griego.

9 Este detalle ser repetido un nimemente por la tradici n posterior. Un hecho podr a confirmarlo. En los dos pasajes fundamentales citados m s arriba, los datos relativos a Marcos son mucho m s extensos que los que se refieren a mateo , de quien ni siquiera se nos dice que se trata del publicano de Mt 9 9. No ser a esto un indicio de que el evangelio de Marcos, escrito en griego, se habr a divulgado r pidamente en el mundo cristiano hasta que el de mateo , que lo sustituir como evangelio de base, fue traducido del hebreo (o del arameo) al griego? Pero Pap as y Clemente ya no concuerdan cuando se trata de establecer el orden en el que habr an sido escritos los evangelios. Pap as parece decir que mateo habr a puesto en orden los or culos de Cristo que Marcos nos hab a transmitido en desorden. Probablemente este dato no debe ser tomado a la letra.

10 Por ltimo, para Pap as, mateo habr a escrito despu s de Marcos; seg n Clemente, Marcos habr a escrito despu s deMateo y Lucas, cuyos evangelios contienen una genealog a de Cristo (Mt 1 1-17; Lc 3 23-38). La tradici n posterior, desde Ireneo, retendr el orden Mt, Mc, Lc; pero no ser a porque Mt se hab a convertido en el evangelio fundamental? Los datos tradicionales son, pues, contradictorios en lo que se refiere al orden de producci n de los tres Sin pticos. Sobre Lucas, Eusebio de Cesarea no nos ha conservado testimonio de Pap as, si es que hubo alguno. Desde Ireneo y los antiguos Pr logos evang licos, la tradici n atribuir su redacci n a Lucas, el m dico disc pulo de Pablo (Col 4 14; Flm 24; 2 Tm 4 11). El problema sin ptico. Estos datos, que no son siempre concordantes, est n lejos de resolver el problema sin ptico.