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Capítulo Cuarto Habermas y la Teoría de la Acción …

Cap tulo Cuarto Habermas y la Teor a de la Acci n Comunicativa. El giro comunicativo en la reconstrucci n de la teor a social. Una de las mayores dificultades a la hora de abordar la Teor a de la Acci n Comunicativa de J rgen Habermas no es otra que la complejidad procedente de su intento por sintetizar en una gran metateor a, una vasta y, aparentemente, contradictoria pl tora de autores y tradiciones de procedencia dispar1. Su pretensi n conciliadora de enfoques discursivamente divergentes en la reconstrucci n comunicativa de la teor a social, le lleva a una continua autocorrecci n de sus propios criterios de clasificaci n a lo largo del proyecto, que hace todav a m s ardua la comprensi n de su argumentaci n. Por ello, la reconstrucci n que aqu vamos a realizar de manera esquem tica, no deja de ser una interpretaci n, dentro de las posibles, del camino emprendido por Habermas para reconceptualizar las teor as de la acci n social en torno al proceso comunicativo que le es constitutivo, siguiendo, seg n nuestro propio criterio de sistematizaci n, los siguientes pasos definitorios: 1.

220 3.1. Fundamentos comunicativos en la gestación de la realidad social: el problema de la institucionalización del vínculo ilocucionario. 3.2.

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1 Cap tulo Cuarto Habermas y la Teor a de la Acci n Comunicativa. El giro comunicativo en la reconstrucci n de la teor a social. Una de las mayores dificultades a la hora de abordar la Teor a de la Acci n Comunicativa de J rgen Habermas no es otra que la complejidad procedente de su intento por sintetizar en una gran metateor a, una vasta y, aparentemente, contradictoria pl tora de autores y tradiciones de procedencia dispar1. Su pretensi n conciliadora de enfoques discursivamente divergentes en la reconstrucci n comunicativa de la teor a social, le lleva a una continua autocorrecci n de sus propios criterios de clasificaci n a lo largo del proyecto, que hace todav a m s ardua la comprensi n de su argumentaci n. Por ello, la reconstrucci n que aqu vamos a realizar de manera esquem tica, no deja de ser una interpretaci n, dentro de las posibles, del camino emprendido por Habermas para reconceptualizar las teor as de la acci n social en torno al proceso comunicativo que le es constitutivo, siguiendo, seg n nuestro propio criterio de sistematizaci n, los siguientes pasos definitorios: 1.

2 Redefinici n filos fica de los postulados epist mico-metodol gicos de las ciencias sociales . 2. Reconceptualizaci n de la acci n social en t rminos comunicativo-racionales: Definici n de la racionalidad para prop sitos comunicativos. Proceso evolutivo de la racionalizaci n sociocultural de las im genes del mundo. La acci n social y sus pretensiones de validez. Fundamentos y problemas de la acci n comunicativa para con una formulaci n metate rica en la Sociolog a. 3. El paradigma comunicativo en la reconstrucci n de la teor a social: 1 Giddens, A., Reason without revolution? Habermas theorie of Communicative Action , en Social Theory and Modern Sociology, Polity Press, Cambridge, 1987; p. 226. Fundamentos comunicativos en la gestaci n de la realidad social: el problema de la institucionalizaci n del v nculo ilocucionario.

3 La sociedad en dos niveles: Mundo de la vida y Sistemas sociales. El problema de la reconstrucci n evolutiva de la sociedad desde el paradigma comunicativo. Fecundidad del paradigma comunicativo en el diagn stico de las sociedades modernas. El problema de la racionalidad pr ctica y la colonizaci n del Mundo de la Vida. 1. Redefinici n filos fica de los postulados epist mico-metodol gicos de las ciencias sociales. Tal como se desprende de uno de los principales trabajos preparatorios de la teor a de la acci n comunicativa de Habermas2, el paso original de una teor a cient fica del conocimiento en torno al sujeto trascendental a una teor a comunicativa, que tiene por cimientos del conocimiento una comunidad indefinida de comunicaci n (Peirce), hay que buscarlo inicialmente en la fenomenolog a de Husserl.

4 En sus Meditaciones Cartesianas3, Husserl distingue dos l neas de desarrollo de los presupuestos fenomenol gicos del ego cogito cartesiano4, como son el reino de la experiencia trascendental del yo que se entrega a la evidencia natural (ciencias positivas), y la cr tica de la experiencia transcendental de conocimiento, a trav s de la cual se podr an establecer las bases de una ciencia subjetiva del conocimiento trascendental5. El problema fundamental de una filosof a fenomenol gica del conocimiento es la destrucci n de un concepto objetivo del mundo , pues la realidad s lo est dada para mi en cuanto sujeto con conciencia6. La restituci n 2 Habermas , J. (1970-71), Lecciones sobre una fundamentaci n de la sociolog a en t rminos de teor a del lenguaje , en Teor a de la acci n comunicativa.

5 Complementos y estudios previos, C tedra, Madrid, 1989 (1 edici n alemana 1984). 3 Husserl, E. (1929-34), Meditaciones Cartesianas, FCE, Madrid, 1985. 4 El ego cogito sujeto trascendental se presenta como la base apod cticamente cierta de todo conocimiento, y consecuentemente, la piedra angular de toda filosof a radical que parte de s misma en la construcci n de dicho conocimiento. De esta manera, frente a una realidad natural ontol gicamente existente per se, la realidad se configura para ego como un cogitatum de su proceso de conciencia (cogito), es decir, en una mera pretensi n de realidad, una pura apariencia fenomenol gica. El mundo objetivo deviene, de esta forma, en universo de fen menos que solamente existen en cuanto me son dados en la experiencia, en cuanto existen para mi , perdiendo con ello su entidad objetivo-ontol gica.

6 Ib d., pp. 59-65. 5 Ib d., pp. 75-77. 6 Ib d., p. 62. 221de una experiencia constatativa del mundo, tras perder su ontolog a natural, s lo puede armarse en la experiencia de un otro yo con conciencia , es decir, en la intersubjetividad abstra da de una intercambiabilidad de posiciones perceptivas con otros alter-egos7, con la evidencia de que alter-ego, en virtud de su propia conciencia, tiene una existencia independiente a la m a y es capaz de constatar el mundo por su propio cogito8. Habermas encuentra una seria limitaci n en este razonamiento husserliano, como no es otra que la percepci n del otro siempre ser dada como un para mi , de cuyo solipsismo no debe concluirse una identidad perceptiva; en definitiva: no existe una reciprocidad completa de perspectivas porque no existe un proceso comunicativo en el que ego y alter definan conjuntamente la situaci n, sino que uno y otro constatar n su realidad independiente y aut nomamente9.

7 Frente al intercambio de posiciones espaciales en Husserl, Habermas puntualizar que las perspectivas perceptivas ..s lo pueden intercambiarse bajo el supuesto de que se haya establecido ya una reciprocidad completa entre todos los sujetos participantes y se haya objetivado en perspectivas de un mundo social com n. En lugar de espacio f sico tenemos aqu espacio social 10. 7 Dado por supuesto que todos los sujetos, como co-esencia de un mismo sujeto trascendental, tienen una misma forma de percibir el mundo, es decir, una identidad noem tica aunque desde diferentes ubicaciones intencionales no ticas. 8 Ib d., pp. 169-171. Tambi n, Husserl, E., (1934-37), La crisis de las ciencias europeas y la fenomenolog a trascendental, Cr tica, Barcelona, 1990; pp.

8 192-196. 9 En Mead, con la doble destrucci n de la objetividad, pues la realidad compartida se destruir a ontol gicamente en la misma praxis social en la que se reconstruye continuamente base argumentativa del postestructuralismo y de la etnometodolog a , el problema de la realidad constatativa encuentra su soluci n en la referencia a un tercero (neuter) que hace visible la regla social al enjuiciar la correcci n del comportamiento de ego y alter (Mead, (1927), Esp ritu, Persona y Sociedad, Paid s, Barcelona, 1982; pp. 181-193). Habermas , en su b squeda de unos principios universales de validez, difiere la objetividad a los argumentos susceptibles de ser aceptados por una comunidad indefinida de comunicaci n (Peirce), es decir, a su comprensi n en t rminos de racionalidad . El reconocimiento f ctico , en consecuencia, ser a dependiente de su validez discursiva.

9 Habermas , J. (1970-71), Lecciones sobre una fundamentaci n de la sociolog a en t rminos de teor a del lenguaje , op. cit., pp. 96-99. 10 Ib d., p. 56. Sin embargo, Habermas no explora la otra implicaci n presente a este respecto en la fenomenolog a, como es que el modo no tico del ser de ego se construye por mediaci n de los objetos percibidos como horizontes intencionales de vivencia (Husserl, 1929-34: 93-95). Cuando ego percibe a alter como objeto intencional de su conciencia intencionalidad no tica , ego se constituye a s mismo tambi n como alter-ego (Husserl, 1929-34:153-160); es decir, que, forzando la interpretaci n en sentido meadiano, ego asume la posici n de alter que en su vertiente social vendr a conceptualizada en el sentido de rol social , a trav s de la cual puede definir su propia posici n perceptiva-social.

10 Como veremos, el ignorar este segundo planteamiento de la fenomenolog a husserliana de la reciprocidad de perspectivas en favor de la recuperaci n de un hecho constatativo-objetivo del entendimiento intersubjetivo tal como representa el lenguaje para los procesos comunicativos , le supondr a Habermas graves problemas en su posterior tentativa de reducir los procesos de integraci n social, como entrelazamiento de acciones sociales, al v nculo ilocucionario del lenguaje desprovisto de toda intencionalidad no tica, esto es, de su correlato en la construcci n de una personalidad ps quica que asuma las reglas de juego del entendimiento social con 222 Habermas va a utilizar como v nculo te rico para realizar este giro de la fenomenolog a a la intersubjetividad, los presupuestos de la constituci n de la sociedad de Simmel y de los juegos del lenguaje de Wittgenstein.


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