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El Kybalion www.deeptrancenow.com 3 Introducción Mucho placer nos causa el poder presentar este trabajo a la atención de los estudiantes e investigadores de las Doctrinas Secretas, obra que está

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1 El 1 EEElll KKKyyybbbaaallliiiooonnn LLLooosss MMMiiisssttteeerrriiiooosss dddeee HHHeeerrrmmmeeesss TTTrrreeesss IIInnniiiccciiiaaadddooosss El 2 Contenido Contenido .. 2 Introducci n .. 3 Cap tulo I La filosof a herm tica .. 7 Cap tulo II Los siete principios herm ticos .. 11 Cap tulo III Transmutaci n 19 Cap tulo IV El Todo .. 23 Cap tulo V El universo mental .. 28 Cap tulo VI La paradoja 34 Cap tulo VII El Todo en 42 Cap tulo VIII Los planos de 49 Cap tulo IX Vibraci n.

2 59 Cap tulo X 64 Cap tulo XI Ritmo .. 69 Cap tulo XII Causalidad .. 74 Cap tulo XIII G 80 Cap tulo XIV G nero 85 Cap tulo XV Axiomas herm ticos .. 93 El 3 Introducci n Mucho placer nos causa el poder presentar este trabajo a la atenci n de los estudiantes e investigadores de las Doctrinas Secretas, obra que est basada en las antiqu simas ense anzas herm ticas. Se ha escrito tan poca cosa sobre este asunto, a pesar de las innumerables referencias que se han hecho de estas ense anzas en muchos de los trabajos sobre ocultismo, que los investigadores de las verdades arcanas habr n, sin dudas, presentido la aparici n de este libro.

3 El prop sito de ste no es la enunciaci n de una filosof a o doctrina especial, sino m s bien el de dar al estudiante una ex gesis de la verdad, que le sirva para conciliar los muchos t picos de los conocimientos ocultos que puede ya haber adquirido, pero que, aparentemente, son contradictorios y parad jicos, lo que a menudo desanima y disgusta al principiante. Nuestro intento no es el de erigir un nuevo templo de sabidur a, sino el de colocar en manos del investigador una clave maestra con la cual pueda abrir las numerosas puertas internas que conducen al Templo del Misterio.

4 Ning n conocimiento oculto ha sido tan celosamente guardado como los fragmentos de las ense anzas herm ticas, los que han llegado hasta nosotros a trav s de las centurias transcurridas desde los tiempos del Gran Fundador, Hermes Trismegisto, el elegido de los dioses , quien muri en el antiguo Egipto, cuando la raza actual estaba en su infancia. Contempor neo de Abraham, y, si la leyenda no miente, instructor de aquel venerable sabio, Hermes fue y es el Gran Sol Central del Ocultismo, cuyos rayos han iluminado todos los conocimientos que han sido impartidos desde entonces.

5 Todas las bases fundamentales de las ense anzas esot ricas que en cualquier tiempo han sido impartidas a la raza son originarias, en esencia, de las formuladas por Hermes. Aun las m s antiguas doctrinas de la India han tenido su fuente en las ense anzas herm ticas. Desde la tierra del Ganges muchos ocultistas avanzados se dirigieron hacia el Egipto para postrarse a los pies del Maestro. De l obtuvieron la clave maestra, que, al par que explicaba, reconciliaba sus diferentes El 4 puntos de vista, estableci ndose as firmemente la Doctrina Secreta.

6 De todas partes del globo vinieron disc pulos y ne fitos que miraban a Hermes como el Maestro de los Maestros, y su influencia fue tan grande que, a pesar de las negativas de los centenares de instructores que hab a en los diferentes pa ses, se puede f cilmente encontrar en las ense anzas de estos ltimos las bases fundamentales en las que se asentaban las doctrinas herm ticas. El estudiante de religiones comparadas puede f cilmente percibir la influencia tan grande que las ense anzas herm ticas han ejercido en todas las religiones, sea cual fuere el nombre con que se les conozca ahora, bien en las religiones muertas o bien en las actualmente existentes.

7 La analog a salta a la vista, a pesar de los puntos aparentemente contradictorios, y las ense anzas herm ticas son como un conciliador de ellas. La obra de Hermes parece haberse dirigido en el sentido de sembrar la gran verdad que se ha desarrollado y germinado en tantas y tan extra as formas, m s bien que en el de establecer una escuela de la filosof a que dominara el pensamiento del mundo. Sin embargo, la verdad original ense ada por l ha sido guardada intacta, en su pureza primitiva, por un reducido n mero de hombres en cada poca, los cuales, rehusando gran n mero de aficionados y de estudiantes poco desarrollados, siguieron el proceder herm tico y reservaron su conocimiento para los pocos que estaban prontos para comprenderlo y dominarlo.

8 De los labios a los o dos fue transmitido este conocimiento entre esos pocos. Siempre han existido en cada generaci n y en los diversos pa ses de la tierra algunos iniciados que conservaron viva la sagrada llama de las ense anzas herm ticas, y que siempre han deseado emplear sus l mparas para encender las l mparas menores de los del mundo profano, cuando la luz de la verdad languidec a y se anublaba por su negligencia, o cuando su pabilo se ensuciaba con materias extra as. Han existido siempre los pocos que cuidaron el altar de la verdad, sobre el cual conservaron siempre ardiendo la l mpara perpetua de la Sabidur a.

9 Esos hombres dedicaron su vida a esa labor de amor que el poeta describiera en estas l neas: Oh, no dejes extinguirse la llama! Sustentada por generaci n tras generaci n en su oscura caverna en sus templos sagrados sustentada. Nutrida por puros sacerdotes de amor no dejes extinguirse la llama! Estos hombres no buscaron nunca ni la aprobaci n popular ni acaparar gran n mero de pros litos. Son indiferentes a esas cosas, pues saben de sobra cu n pocos hay en cada generaci n, capaces de recibir la verdad, El 5 o de reconocerla si se les presentara.

10 Ellos reservan la carne para los hombres , mientras que los dem s dan leche a los ni os , conservan sus perlas de sabidur a para los pocos elegidos capaces de apreciar su valor y de llevarlas en sus coronas, en vez de ech rselas a los cerdos que las mancillar an y pisotear an en el cieno de sus chiqueros. Mas estos hombres no han olvidado a n los preceptos de Hermes respecto a la transmisi n de estas ense anzas a los que est n preparados para recibirlas, acerca de lo cual dice El kybalion : Dondequiera que est n las huellas del Maestro, all , los o dos del que est pronto para recibir sus ense anzas se abren de par en par.


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