Example: bankruptcy

EL BANQUETE. - filosofia.org

EL BANQUETE. Plat n, Obras completas, edici n de Patricio de Azc rate, tomo 5, Madrid 1871 Plat n, Obras completas, edici n de Patricio de Azc rate, tomo 5, Madrid 1871 ARGUMENTO. El objeto de este di logo es el Amor. H aqu por de pronto el pre mbulo, ninguna de cuyas circunstancias es indiferente. El ateniense cuenta varias per-sonas, que no se citan, la historia de una comida dada por Agaton S crates, Fedro, al m dico Eriximaco, al poeta c mico Arist fanes y otros, cuando alcanz el premio por su primera tragedia. Apolodoro no asisti la comida, pero supo los pormenores por un tal Aristodemo, uno de los convidados, cuya veracidad est comprobada con el testimonio de S crates. Estos pormenores est n tanto m s presentes en su memoria, cuanto que de all poco tuvo ocasi n de referirlos.

287 sobre la tierra y dichoso en el cielo, donde el que ha obrado bien recibe su recompensa. «Concluyo, dice Fedro, diciendo que, …

Tags:

  Ebrso, Sobre la

Information

Domain:

Source:

Link to this page:

Please notify us if you found a problem with this document:

Other abuse

Transcription of EL BANQUETE. - filosofia.org

1 EL BANQUETE. Plat n, Obras completas, edici n de Patricio de Azc rate, tomo 5, Madrid 1871 Plat n, Obras completas, edici n de Patricio de Azc rate, tomo 5, Madrid 1871 ARGUMENTO. El objeto de este di logo es el Amor. H aqu por de pronto el pre mbulo, ninguna de cuyas circunstancias es indiferente. El ateniense cuenta varias per-sonas, que no se citan, la historia de una comida dada por Agaton S crates, Fedro, al m dico Eriximaco, al poeta c mico Arist fanes y otros, cuando alcanz el premio por su primera tragedia. Apolodoro no asisti la comida, pero supo los pormenores por un tal Aristodemo, uno de los convidados, cuya veracidad est comprobada con el testimonio de S crates. Estos pormenores est n tanto m s presentes en su memoria, cuanto que de all poco tuvo ocasi n de referirlos.

2 Hasta los m s sencillos tienen su importancia. Ya tenemos los convidados re-unidos en casa de Agaton; s lo S crates se hace esperar. Se le ve dirigirse pensativo la casa de Agaton, detenerse largo rato la puerta, inm vil y absorto, pesar de las repetidas veces que se le llama mientras se da principio la comida. No es esto una imagen sensible de su frugali-dad proverbial, de su tendencia decidida la meditaci n m s que esa actividad exterior que distrae los dem s hombres? Entra, por fin, en casa de Agaton al terminarse la comida, y su llegada imprime la reuni n un car cter de sobriedad y de gravedad Siguiendo el consejo de Eriximaco, los convidados acuerdan beber moderadamente, despedir la tocadora de flauta y en-tablar alguna conversaci n.

3 De qu se hablar ? Del Amor. H aqu Plat n en su elemento. jCon qu arte Plat n, Obras completas, edici n de Patricio de Azc rate, tomo 5, Madrid 1871286 prepara al esp ritu para oir la teor a que va desenvolver naturalmente, y al propio tiempo cou rigor l gico, en el discurso que cada uno de los convidados debe pronunciar sobre el Amor! Y qu esmero para evitar la monoton a, conservando estos sagaces contrincantes la manera de pensar y de decir acomodada al car cter y profesi n de, cada imol Fedro habla como un joven, pero joven cuyas pasiones se han purificado con el estudio de la filosof a; Pausanias, como hombre maduro, quien la edad y la filosof a han ense ado lo que no sabe la juventud; Erixi-maco se explica como m dico; Arist fanes tiene la elo-cuencia del poeta c mico, ocultando bajo una forma fes-tiva pensamientos profundos; Agaton se expresa como poeta.

4 En fin, despu s de todos los dem s y cuando la teor a se ha elevado por grados, S crates la completa y la expresa en un lenguaje maravilloso, propio de un sa-bio, de un inspirado. Fedro toma primero la palabra, para hacer del Amor un elogio muy levantado. Este paneg rico es el eco del sen-timiento de esos pocos hombres, quienes una educaci n liberal ha hecho capaces de juzgar al amor aparte de su sensualidad grosera y en su acci n moral. El Amor es un dios, y un dios muy viejo, puesto que ni los prosistas, ni los poetas, han podido nombrar su padre ni su madre; lo que significa, sin duda, que es muy dif cil sin estudio explicar su origen. Es el dios que hace m s bienes los hombres, porque no consiente la cobard a los amantes y les inspira la abnegaci n.

5 Es como un principio moral que gobierna la conducta, sugiriendo todos la ver-g enza del mal y la pasi n del bien. De manera que si por una especie de encantamiento, un Estado un ej r-cito s lo se compusiesen de amantes y amados, no habr a pueblo que sintiera m s hondamente el horror al vicio y la emulaci n por la virtud. En fin, es un dios que procura la felicidad al hombre, en cuanto le hace dichoso Plat n, Obras completas, edici n de Patricio de Azc rate, tomo 5, Madrid 1871287 sobre la tierra y dichoso en el cielo, donde el que ha obrado bien recibe su recompensa. Concluyo, dice Fedro, diciendo que, de todos los dioses, el amor es el m s anti-guo , el m s augusto y el m s capaz de hacer al hombre virtuoso y feliz durante la vida y despu s de la muerte.

6 Pausanias es el segundo en turno. Corrige, por lo pronto, lo que hay de excesivo en este entusiasta elogio. Despu s precisa la cuesti n, y coloca la teor a del Amor la entrada del verdadero camino, del camino de una inda-gaci n filos fica. El Amor no camina sin Venus, es decir, que no se explica sin la belleza; primera indicaci n de este lazo estrecho, que se pondr despu s en evidencia, entre el x\.mor y lo Bello. Hay dos Venus: la una antigua, hija del cielo y que no tiene madre, es la Venus Urania celeste; la otra, m s joven, hija de J piter y de Dione, es la Venus popular. Hay por tanto dos Amores, que cor-responden las dos Venus: el primero, sensual, brutal, popular, s lo se dirige los sentidos; es un amor vergon-zoso y que es necesario evitar.

7 Pausanias, despu s de ha-ber se alado desde el principio este punto olvidado por Fedro, estimando bastante estas palabras, no se fija m s en l en todo el curso de su explicaci n. El otro amor se dirige la inteligencia, por lo tanto, al sexo que participa m s de la inteligencia, al sexo masculino. Este amor es digno de ser honrado y deseado por todos. Pero exige, para que sea bueno y honesto, de parte del amante, mu-chas condiciones dif ciles de reunir. El amante no debe unirse un amigo demasiado joven, pues que no puede prever lo que llegar n ser el cuerpo y el esp ritu de su amigo; el cuerpo puede hacerse deforme, agrand ndose, y el esp ritu corromperse; y es muy natural evitar es ios percances, buscando j venes ya hechos y no ni os.

8 El amante debe conducirse para con su amigo conforme las reglas de lo honesto. Es inhonesto conceder sus favores un hombre vicioso por malos motivos. No lo es menos Plat n, Obras completas, edici n de Patricio de Azc rate, tomo 5, Madrid 1871288 concederlos un bombre rico poderoso por deseo de dinero de honores. El amante debe amar el alma, y en el alma la virtud. El amor entonces est fundado en un cambio de rec procos servicios entre el amante y el amigo, con el fin de hacerse mutuamente dichosos. Estas re-flexiones de Pausanias, cada vez m s elevadas, han ex-tra do el elemento de la cuesti n, que habr de ser el asunto en los dem s discursos, elemento la vez psicol -gico y moral, susceptible a n de trasformacion y de en-grandecimiento.

9 El m dico Eriximaco, que habla en tercer lugar, guarda, en su manera de examinar el amor, en la natu-raleza del desenvolvimiento que da su pensamiento y hasta en su dicci n, todos los rasgos familiares su sabia profesi n. Acepta desde luego la distinci n de los dos amores designados por Pausanias; pero camina mucho m s adelante. Se propone probar, que el amor no reside s lo en el alma de los hombres sino que est en todos los seres. Le considera como la uni n y la armon a de los con-trarios y demuestra la verdadde su definici n con los ejem-plos siguientes. El Amor est en la medicina, en el sen-tido de que la salud del cuerpo resulta de la armon a de' las cualidades que constituyen el temperamento bueno y el malo; y el arte de un buen medico consiste en ser h bil para restablecer esta armon a cuando es turbada, y para mantenerla.

10 El Amor est en los elementos, puesto que es preciso el acuerdo de lo seco y de lo h medo, de lo ca-liente y de lo fri , naturalmente contrarios, para producir una temperatura dulce y regular. No se da igual-mente el Amor en la m sica, esta combinaci n de sonidos opuestos, del grave y del agudo, del lleno y del tenue? Lo misuio en la poes a, cuyo ritmo no es debido sino la uni n de las s labas breves y de las largas. Lo mismo en las estaciones, que son una feliz combinaci n de los ele-mentos, una armon a de influencias, cuyo conocimiento Plat n, Obras completas, edici n de Patricio de Azc rate, tomo 5, Madrid 1871289 es el objeto de la astronom a. Lo mismo, en fin, en la adivinaci n y en la religi n, puesto que su objeto es man-tener en proporci n conveniente lo que hay de bueno y de vicioso en la naturaleza humana, y hacer que vivan en buena inteligencia los hombres y los dioses.


Related search queries