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EL FEDERALISTA ALEXANDER HAMILTON JAMES …

EL FEDERALISTA ALEXANDER HAMILTON , JAMES MADISON & JOHN JAY [ENSAYO] Librodot El FEDERALISTA HAMILTON , Madison & Jay Librodot 22PR LOGO. I LA CONSTITUCI N que rige a los Estados Unidos de Am rica desde marzo de 1789 no es nicamente la m s antigua de las constituciones escritas y uno de los pocos documentos pol ticos que a n infunden respeto y conservan su eficacia y su vitalidad en estos tiempos en que la mayor a de los estados ha abandonado el r gimen constitucional, sino tambi n la mejor de dichas constituciones, tanto juzgada en s misma como valorada con un criterio praom tico (1).

escala, y en una forma tan clara que no dejara lugar a duda, el noble experimento del gobierno constitucional. (8) Earle, Prólogo a la edición de El Federalista, de la Modern Library, p. 10, nota. II Como se desprende de lo escrito, El Federalista es, ante todo, un comentario de la Constitución de los Estados Unidos de América.

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1 EL FEDERALISTA ALEXANDER HAMILTON , JAMES MADISON & JOHN JAY [ENSAYO] Librodot El FEDERALISTA HAMILTON , Madison & Jay Librodot 22PR LOGO. I LA CONSTITUCI N que rige a los Estados Unidos de Am rica desde marzo de 1789 no es nicamente la m s antigua de las constituciones escritas y uno de los pocos documentos pol ticos que a n infunden respeto y conservan su eficacia y su vitalidad en estos tiempos en que la mayor a de los estados ha abandonado el r gimen constitucional, sino tambi n la mejor de dichas constituciones, tanto juzgada en s misma como valorada con un criterio praom tico (1).

2 Adem s, la Constituci n Norteamericana tiene derecho a que se la incluya dentro del grupo selecto de escritos y publicaciones que dieron expresi n a las ideas pol ticas y sociales que sustituyeron al antiguo r gimen y que no han sido desplazadas todav a por un cuerpo de doctrina comparable, a pesar de las cr ticas de que han sido objeto y del hecho innegable de que, aunque en todas partes han desempe ado el papel de ideal, solamente en unos pocos pa ses se ha acortado en forma considerable, y a trav s de un espacio prolongado de tiempo, la distancia que separa a la realidad de las normas ideales. (1) .. Supera a cualquiera otra Constituci n escrita debido a la excelencia intr nseca de su plan, a su adaptaci n a las circunstancias del pueblo, a la sencillez, concisi n y precisi n de su lenguaje y a la forma juiciosa como fija los principios con claridad y firmeza, en tanto que a la vez permite elasticidad en los puntos de detalle Bryce, The American Commonwealth, p.

3 28. En esa Constituci n se incorporaron por primera vez en forma visible, puesto que eran objeto de declaraciones y preceptos expl citos, toda una serie de principios de convivencia social y de gobierno que, por mucho que se encontraran ya en las obras de algunos escritores pol ticos o que inspiraran el funcionamiento de la monarqu a inglesa, no hab an sido acogidos sino fragmentariamente en ciertos Estados o en forma m s clara en las constituciones de sociedades pol ticas de menor importancia, como las colonias que despu s integraron la Confederaci n de Norteam rica. Para quienes abrimos los ojos en un mundo profundamente distinto del que rehicieron los pensadores y reformistas de la segunda mitad del siglo XVIII, es dificil comprender hasta qu punto fueron novedosos y audaces esos principios y cu n fuertes ten an que ser las resistencias que se opon an a su implantaci n.

4 Felizmente, la Constituci n de los Estados Unidos suscit un expositor digno de ella y digno tambi n del gran sistema que estaba destinada a difundir. Los m ritos de la Constituci n se reflejaron en el comentario. A su vez, ste explic y justific las soluciones de la Constituci n y contribuy no poco a popularizarla y a que alcanzara el prestigio que la ha rodeado. Ese comentario fue la colecci n de art culos que escribieron Alejandro HAMILTON , Santiago Madison y Juan Jay en tres peri dicos de la ciudad de Nueva York y que recibi el t tulo de El FEDERALISTA desde la primera vez que se public en forma de libro.

5 Las circunstancias en que se form la Constituci n y en que apareci El FEDERALISTA son demasiado conocidas para que sea necesaria otra cosa que recordarlas brevemente. Terminada la Guerra de Independencia mediante un tratado preliminar firmado a fines de 1782, sobrevino el movimiento de desilusi n y reacci n que sigue a las pocas de gran tensi n, una vez que desaparece el peligro del exterior que aplaca las diferencias internas. Las trece colonias, que hab an conducido la lucha en la forma m s desunida que hab a sido posible y atendiendo ante todo a sus intereses particulares, y que hasta marzo de 1781 no terminaron de ratificar el pacto un poco m s firme conocido con el nombre de Art culos de Confederaci n , recayeron en una condici n cercana a la Librodot El FEDERALISTA HAMILTON , Madison & Jay Librodot 33anarqu a.

6 No obstante lo modesto de sus facultades, el Congreso de la Confederaci n no era respetado ni sus rdenes obedecidas, y aunque los componentes de aqu lla no hab an reasumido su independencia ni disuelto formalmente la uni n, sus respectivas legislaturas estaban entregadas a una org a de medidas inconexas e irresponsables. Las condiciones econ micas eran precarias, como era natural en una naci n obligada a hacer reajustes profundos en la organizaci n de su econom a, pero fueron agravadas por la emisi n de papel moneda y por la repudiaci n, por parte de varios estados, de las deudas que hab an contra do. La oposici n de intereses entre diversos grupos de la poblaci n, principalmente entre las ciudades y el campo y entre deudores y acreedores, alcanz a provocar motines y brotes armados.

7 En una palabra, a las altas esperanzas que se fincaban en la victoria y la consecuci n de la independencia, hab an sucedido sentimientos de confusi n y desaliento, a tal grado que los historiadores llaman a esta poca el periodo critico de la historia americana (2), si bien modernamente ha habido la tendencia a dudar de que las condiciones que prevalec an hayan sido en efecto tan desesperadas. Sea de esto lo que fuere, la convicci n se extendi de que era indispensable un cambio radical, y aunque a rega adientes, el Congreso convoc a una Convenci n que deber a reunirse en Filadelfia en mayo de 1787, con el objeto nico y expreso de revisar los Art culos de Confederaci n y de presentar sobre las alteraciones y adiciones a los mismos que sean necesarias a fin de adecuar la Constituci n federal a las exigencias del Gobierno y al mantenimiento de la Uni (3).

8 (2) As se intitula el libro de Fiske, uno de los historiadores de esta poca. (3) Convocatoria a la Convenci n Constituyente Federal, infra, Ap ndice I, p. 381. La Convenci n se reuni el 14 de mayo, inici sus trabajos el 25 de ese mes y los clausur el 17 de septiembre. Como algo obvio, resolvi desde un principio que no bastaba, para alcanzar las finalidades que se le hab an asignado, con reformar los Art culos de Confederaci n y Uni n perpetua, y sin perder tiempo en revisarlos se ocup de construir un nuevo sistema de gobierno. Al fin, despu s de discusiones acaloradas, que estuvieron a punto de provocar la disoluci n de la asamblea y que por lo menos en una ocasi n hicieron necesario que suspendiera sus sesiones mientras se calmaban los nimos, la Convenci n tuvo listo el proyecto de Constituci n, que, sin embargo, nicamente firmaron treinta y nueve delegados de los cincuenta y cinco que asistieron, del n mero total de setenta y dos que recibieron credenciales.

9 Pero por importante que fuera el camino adelantado, a n faltaba que la Constituci n fuera ratificada por el pueblo de cada estado, al que con gran acierto y sentido pol tico recomend la Convenci n que fuera sometida, para empezar a regir en el caso de que lograra la adhesi n de nueve estados. Inmediatamente se desat la m s intensa campa a en pro y en contra de la nueva Constituci n, por medio de peri dicos, folletos, discursos y dem s. En el estado de Nueva York, cuya decisi n era fundamental debido a su posici n central, aunque todav a no era el m s rico y populoso de la Uni n, la lucha se desarroll desde un principio con encarnizamiento especial.

10 Un partido bien organizado, encabezado nada menos que por el gobernador del estado, inici un vigoroso ataque en su contra. Aunque inconforme con la Constituci n, de la cual inclusive se expres con desprecio, Alejandro HAMILTON , el joven abogado que durante la revoluci n hab a sido secretario de Jorge Washington y se hab a distinguido como coronel de infanter a (4), especialmente durante el sitio de Yorktown, concibi el proyecto de escribir una serie de art culos en defensa del nuevo sistema de gobierno (5). Obtuvo al efecto la Librodot El FEDERALISTA HAMILTON , Madison & Jay Librodot 44colaboraci n de Santiago Madison, uno de los delegados que m s prominente papel hab an desempe ado en Filadelfia y autor del llamado Plan de Virginia , que sirvi de base de discusi n (6).


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