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El kybalion - Hermes Trimegisto - ricardoego.com

EL kybalion Tres iniciados INTRODUCCI N Tenemos mucho gusto en presentar a la atenci n de los estudiantes e investigadores de las doctrinas secretas esta peque a obra basada sobre las antiqu simas ense anzas herm ticas. Ha habido tan poco escrito sobre este tema, a pesar de las innumerables referencias a las ense anzas en las muchas obras sobre ocultismo, que los muchos diligentes buscadores de las verdades arcanas dar n indudablemente la bienvenida a la aparici n del presente volumen. El prop sito de esta obra no es la enunciaci n de ninguna filosof a o doctrina especiales, sino m s bien dar a los estudiantes una exposici n de la verdad que servir para reconciliar los muchos pedacitos de conocimiento oculto que puedan haber adquirido, pero que aparentemente son opuestos uno al otro y que sirven a mentido para desanimar y disctistar al principiante en el estudio.

evidente para todos los estudiantes de la historia. El antiguo ocultismo de India y Persia degeneró, y fue El Kybalion.

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1 EL kybalion Tres iniciados INTRODUCCI N Tenemos mucho gusto en presentar a la atenci n de los estudiantes e investigadores de las doctrinas secretas esta peque a obra basada sobre las antiqu simas ense anzas herm ticas. Ha habido tan poco escrito sobre este tema, a pesar de las innumerables referencias a las ense anzas en las muchas obras sobre ocultismo, que los muchos diligentes buscadores de las verdades arcanas dar n indudablemente la bienvenida a la aparici n del presente volumen. El prop sito de esta obra no es la enunciaci n de ninguna filosof a o doctrina especiales, sino m s bien dar a los estudiantes una exposici n de la verdad que servir para reconciliar los muchos pedacitos de conocimiento oculto que puedan haber adquirido, pero que aparentemente son opuestos uno al otro y que sirven a mentido para desanimar y disctistar al principiante en el estudio.

2 Nuestro intento no es c -igir un nuevo templo de conocimiento, sino m s bien situar en las manos del estudiante una llave maestra con la que pueda abrir las muchas puertas internas en el templo del misterio a trav s de cuvos portales principales ya ha entrado. No hay porci n de las ense anzas ocultas pose das por el mundo que haya sido tan cuidadosamente guardada como los fragmentos de las ense anzas herm ticas que han llegado hasta nosotros a lo largo de las decenas de centurias que han trancurrido desde la vida de su gran fundador, Hermes Trismegistus, el escriba de los dioses , que residi en el antiguo Egipto en los d as en que la raza presente de los hombres estaba en su infancia. Contempor neo de Abraham, y, si las leyendas son verdaderas, un instructor de ese venerable sabio, Hermes fue, y es, el gran sol central del ocultismo, cuyos rayos han servido para iluminar las innumerables ense anzas que han sido promulgadas desde su tiempo.

3 Todas las ense anzas fundamentales y b sicas contenidas en las ense anzas esot ricas de toda raza pueden ser atribuidas a Hermes . Incluso las m s antiguas ense anzas de la India tienen indudablemente sus ra ces en las ense anzas herm ticas originales. Desde la tierra del Ganges muchos avanzados ocultistas viajaron a la tierra de Egipto, y se sentaron a los pies del maestro. De l obtuvieron la llave maestra que explicaba y reconciliaba sus puntos de vista divergentes, y as fue firmemente establecida la doctrina secreta. De otras tierras vinieron tambi n los instruidos, todos los cuales consideraban a Hermes como el maestro de maestros, y su influencia fue tan grande que a pesar de las desviaciones del sendero por parte de los cientos de instructores en estas diferentes tierras, a n puede encontrarse un cierto parecido y correspondencia b sicos que subyacen a las muchas y a menudo divergentes teor as mantenidas y ense adas por los ocultistas de estas diferentes tierras hoy en d a.

4 El estudiante de las religiones comparadas ser capaz de percibir la influencia de las ense anzas herm ticas en toda religi n merecedora del nombre, conocida ahora por el hombre, sea una religi n muerta o una en completo vigor en nuestro propio tiempo. Hay siempre una cierta correspondencia a pesar de los rasgos contradictorios, y las ense anzas herm ticas act an como el gran reconciliador. El trabajo de la vida de Hermes parece haber sido en la direcci n de plantar la gran semilla de la verdad que ha crecido y florecido en sant simas formas extra as, m s que en establecer una escuela de filosof a que doniinara el pensamiento del mundo. Pero, no obstante, las verdades originales ense adas por l han sido conservadas intactas en su pureza original por unos pocos hombres en cada edad, que,, rehusando a grandes n meros de estudiantes y seguidores desarrollados a medias, siguieron la costumbre herm tica y reservaron su verdad para los pocos que estaban listos para comprenderla y amaestrarla.

5 De labio a o do, la verdad ha sido transmitida entre los pocos. Siempre ha habido unos pocos iniciados en cada generaci n, en los diversos pa ses de la tierra, que mantuvieron viva la llama sagrada de las ense anzas herm ticas, y sos siempre han estado deseosos de usar sus l mparas para reencender las l mparas menores del mundo externo, cuando la luz de la verdad se volv a sombr a, y nublada por la negligencia, y cuando las mechas se obstru an con materia extra a. Siempre hubieron unos pocos para atender fielmente al altar de la verdad, sobre el que se manten a encendida la l mpara perpetua de la sabidur a. Estos hombres dedicaron sus vidas a la labor de amor que el poeta ha establecido tan bien en sus versos: Oh, no dejes que se extinga la llama!

6 Protegida edad tras edad en su oscura caverna en sus santos templos cuidada. Alimentada por sacerdotes puros de amor- no dejes que se extinga la llama! Estos hombres nunca han buscado la aprobaci n popular ni una multitud de seguidores. Son indiferentes a estas cosas, pues saben cu n pocos hay en cada generaci n que est n preparados para la verdad, o que la reconocer an si les fuera presentada. Reservan la carne fuerte para los hombres , mientras otros proporcionan la leche para los beb s . Reservan sus perlas de sabidur a para los pocos elegidos, que reconocen su val a y que las llevan en sus coronas, en vez de arrojarlas delante del vulgar puerco materialista, que las pisotear a en el fango y las mezclar a con su repugnante alimento mental. A pesar de eso, estos hombres nunca han olvidado las ense anzas originales de Hermes , considerando el traspaso de las palabras de la verdad a esos preparados para recibirlas, ense anza que est establecida en El kybalion como sigue: Donde caen las pisadas del maestro, los o dos de aquellos listos para su ense anza se abren de par en par.

7 Y de nuevo: Cuando los o dos del estudiante est n listos para o r, vienen los labios a llenarlos con sabidur a. Pero su actitud acostumbrada ha estado siempre estrictamente de acuerdo con el otro aforismo herm tico. tambi n en El kybalion : Los labios de la sabidur a est n cerrados, excepto para los o dos del entendimiento. Hay quienes han criticado esta actitud de los hermetistas, y han proclamado que no manifestaban el esp ritu apropiado en su pol tica de reclusi n y reticencia. Pero una ojeada moment nea hacia atr s sobre las p ginas de la historia mostrar la sabidur a de los maestros, que sab an de la estupidez de intentar ense ar al mundo algo para lo que no estaba ni preparado ni deseoso de recibir. Los hermetistas nunca han buscado ser m rtires, y se han sentado, en cambio, a un lado con una compadecedora sonrisa en sus labios cerrados, mientras los paganos se enfurec an ruidosamente alrededor suyo con su perversa costumbre de llevar a la muerte y la tortura a los entusiastas honestos, pero descaminados, que imaginaban que pod an forzar, sobre una raza de b rbaros, la verdad capaz de ser entendida s lo por el elegido que hab a avanzado a lo largo del sendero.

8 Y el esp ritu de persecuci n no ha muerto a n en la tierra. Hay ciertas ense anzas herm ticas que, si se promulgasen p blicamente, atraer an sobre los instructores un gran grito de escarnio y contumelia proviniente de la multitud, que elevar a de nuevo el grito de Crucificad! Crucificad! . En esta peque a obra nos hemos esforzado por datos una idea de las ense anzas fundamentales de El kybalion , haciendo lo posible por datos los principios funcionales, dej ndoos que los apliqu is vosotros mismos, antes que intentar desarrollar la ense anza en detalle. Si eres un verdadero estudiante, ser s capaz de desarrollar y aplicar estos principios; si no, entonces debes convertirte en uno, pues de otro modo las ense anzas herm ticas ser n como palabras, palabras, palabras para ti.

9 LOS TRES INICIADOS CAP TULO 1 LA FILOSOF A HERM TICA Los labios de la sabidur a est n cerrados, excepto para los o dos del entendimiento. El kybalion . Del antiguo Egipto han llegado las ense anzas esot ricas y ocultas fundamentales que han influenciado tan fuertemente las filosof as de todas las razas., naciones y gentes, por varios miles de a os. Egipto, el hogar de las pir mides y la esfinge, fue el lugar de nacimiento de la sabidur a escondida y las ense anzas m sticas: todas las naciones han tomado prestado de su doctrina secreta. India, Persia, Caldea, Medea, China, Jap n, Asiria, la Grecia y la Roma antiouas, y otros antiguos pa ses participaron liberalmente en el fest n de conocimiento que los hierofantes y maestros de la tierra de Isis proporcionaban tan libremente a aquellos que ven an preparados para participar del gran almac n de saber m stico y oculto que las mentes de esa tierra hab an reunido.

10 En el antiguo Egipto resid an los grandes adeptos y maestros que nunca han sido sobrepasados, v que raramente han sido igualados, durante los siglos que han tenido su fuga procesional desde los d as del gran Hermes . En Egipto estaba localizada la gran logia de logias de los m sticos. A las puertas de sus templos entraban los ne fitos, quienes posteriormente, como hierofantes, adeptos y maestros, viajaban a los cuatro rincones de la tierra, llevando consigo el precioso conocimiento que estaban preparados, ansiosos y deseosos de traspasar a aquellos que estuviesen listos para recibirlo. Todos los estudiantes de lo oculto reconocen la deuda que deben a estos venerables maestros de esa antigua tierra. Pero entre estos grandes maestros del antiguo Egipto mor una vez uno a quien los maestros aclamaban como el maestro de maestros.


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