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El libro de los abrazos - resistir.info

EduardogaleanoELLIBRODELOSABRAZOSE duardo Galeano naci en 1940, en Montevideo. All fue jefede redacci n del semanario Marcha y director del diario Epoca. En1973, en Buenos Aires, fund la revista exiliado en Argentina y Espa a. A principios de 1985,regres al escrito varios libros, entre ellos Las venas abiertas de Am ri-ca Latina (1971), Vagamundo (1973), La canci n de nosotros (1975),D as y noches de amor y de guerra (1978) y los tres tomos de Memo-ria del fuego: Los nacimientos (1982), Las caras y las m scaras (1984)y El siglo del viento (1986). Una antolog a de trabajos period sticos,Nosotros decimos no, apareci en dos ocasiones, en 1975 y 1978, Galeano obtuvo el premioCasa de las Am ricas. En 1989, recibi en los Estados Unidos elAmerican Book Award por Memoria del obras han sido traducidas a m s de veinte :Del lat n re-cordis,volver a pasar por el coraz libroest dedicado a Claribel y Bud,a Pilar y Antonio,a Martha y mundoUn hombre del pueblo de Negu , en la costa de Co-lombia, pudo subir al alto la vuelta cont.

El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. €Viajaron al sur. €Ella, la mar, estaba mas allÆ de los altos mØdanos, esperando. Cuando el niæo y su padre alcanzaron por fin aque-llas dunas de arena, despuØs de mucho caminar, la mar estallo ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor que el niæo quedo ...

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  Libor, Santiago, Abrazos, El libro de los abrazos

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1 EduardogaleanoELLIBRODELOSABRAZOSE duardo Galeano naci en 1940, en Montevideo. All fue jefede redacci n del semanario Marcha y director del diario Epoca. En1973, en Buenos Aires, fund la revista exiliado en Argentina y Espa a. A principios de 1985,regres al escrito varios libros, entre ellos Las venas abiertas de Am ri-ca Latina (1971), Vagamundo (1973), La canci n de nosotros (1975),D as y noches de amor y de guerra (1978) y los tres tomos de Memo-ria del fuego: Los nacimientos (1982), Las caras y las m scaras (1984)y El siglo del viento (1986). Una antolog a de trabajos period sticos,Nosotros decimos no, apareci en dos ocasiones, en 1975 y 1978, Galeano obtuvo el premioCasa de las Am ricas. En 1989, recibi en los Estados Unidos elAmerican Book Award por Memoria del obras han sido traducidas a m s de veinte :Del lat n re-cordis,volver a pasar por el coraz libroest dedicado a Claribel y Bud,a Pilar y Antonio,a Martha y mundoUn hombre del pueblo de Negu , en la costa de Co-lombia, pudo subir al alto la vuelta cont.

2 Dijo que hab a contemplado desdearriba, la vida dijo que somos un mar de mundo es eso -revel - un mont n de gente, un marde persona brilla con luz propia entre todas lasdem hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fue-gos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente defuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fue-go loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fue-gos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden lavida con tanta pasi n que no se puede mirarlos sin par-padear, y quien se acerca se libro de los abrazos5El origen del mundoHac a pocos a os que hab a terminado la guerra deEspa a y la cruz y la espada reinaban sobre las ruinasde la Rep blica. Uno de los vencidos, un obrero anar-quista, reci n salido de la c rcel, buscaba trabajo. Envano revolv a cielo y tierra. No hab a trabajo para unrojo. Todos le pon an mala cara, se encog an de hom-bros o le daban la espalda.

3 Con nadie se entend a, nadielo escuchaba. El vino era el nico amigo que le las noches, ante los platos vac os, soportaba sin de-cir nada los reproches de su esposa beata, mujer de misadiaria, mientras el hijo un ni o peque o, le recitaba tiempo despu s, Josep Verdura, el hijo de aquelobrero maldito, me lo cont en Barcelona, cuando yollegu al exilio. Me lo cont : ..l era un ni o desesperadoque quer a salvar a su padre de la condenaci n eterna yel muy ateo, el muy tozudo, no entend a Pero pap - le dijo Josep llorando - si Dios no existe, Qui n hizo el mundo?- Tonto - dijo el obrero, cabizbajo, casi en secreto Al mundo lo hicimos nosotros, los alba Galeano6El libro de los abrazos7La funci n del arte /1 Diego no conoc a la mar. El padre, santiago Kovadloff,lo llev a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba mas all de los altos m danos, el ni o y su padre alcanzaron por fin aque-llas dunas de arena, despu s de mucho caminar, la marestallo ante sus ojos.

4 Y fue tanta la inmensidad de lamar, y tanto su fulgor que el ni o quedo mudo de her-mosura. Y cuando por fin consigui hablar, temblando, tarta-mudeando, pidi a su padre;- Ay dame a mirar!La uva y el vinoUn hombre de las vi as habl , en agon a, al o do deMarcela. Antes de morir, le revel su secreto:- La uva le susurr est hecha de P rez-Silva me lo cont , y yo pens : Si la uvaest hecha de vino, quiz nosotros somos las palabrasque cuentan lo que GaleanoLa pasi n de decir /1 Marcela estuvo en las nieves del norte. En Oslo, unanoche conoci a una mujer que canta y cuenta. Entrecanci n y canci n, esa mujer cuenta buenas historias, ylas cuenta vichando papelitos, como quien lee la suertede mujer de Oslo, viste una falda inmensa, toda lle-na de bolsillos. De los bolsillos va sacando papelitos,uno por uno, y en cada papelito hay una buena historiapara contar, una historia de fundaci n y fundamento yen cada historia hay gente que quiere volver a vivir porarte de brujer a.

5 Y as ella va resucitando a los olvidadosy a los muertos: y de las profundidades de esa falda vanbrotando los andares y los amares del bicho humano,que viviendo, que diciendo libro de los abrazos10 Eduardo GaleanoLa pasi n de decir /2 Ese hombre o mujer, est embarazado de mucha gen-te. La gente se le sale por los poros. As lo muestran enfiguras de barro, los indios de Nuevo M xico: el narra-dor, el que cuenta la memoria colectiva, est todo brota-do de libro de los abrazosLa casa de las palabrasA la casa de las palabras, so Helena Villagra, acu-d an los poetas. Las palabras, guardadas en viejos fras-cos de cristal, esperaban a los poetas y se les ofrec an,locas de ganas de ser elegidas: ellas rogaban a los poe-tas que las miraran, que las olieran, que las tocaran,que las lamieran. Los poetas abr an los frascos, proba-ban palabras con el dedo y entonces se relam an o frun-c an la nar z. Los poetas andaban en busca de palabrasque no conoc an, y tambi n buscaban palabras que co-noc an y hab an la casa de las palabras hab a una mesa de los co-lores.

6 En grandes fuentes se ofrec an los colores y cadapoeta se serv a del color que le hac a falta: amarillo li-m n o amarillo sol, azul de mar o de humo, rojo lacre,rojo sangre, rojo vino 12 Eduardo GaleanoLa funci n del lector /1 Cuando Luc a Pel ez era muy ni a, ley una novela aescondidas. La ley a pedacitos, noche tras noche, ocul-t ndola bajo la almohada. Ella la hab a robado de labiblioteca de cedro donde el t o guardaba sus libros camin Luc a despu s, mientras pasaban losa os. En busca de fantasmas camin por los farallonessobre el r o Antioqu a, y en busca de gente camin porlas calles de las ciudades camin Luc a, y a lo largo de su viaje iba siem-pre acompa ada por los ecos de los ecos de aquellaslejanas voces que ella hab a escuchado, con sus ojos, enla a no ha vuelto a leer ese libro . Ya no lo reconoce-r a. Tanto lo ha crecido adentro que ahora es otro, ahoraes libro de los abrazosLa funci n del lector /2 Era el medio siglo de la muerte de C sar Vallejo, yhubo celebraciones.

7 En Espa a, Julio V lez organiz conferencias, seminarios, ediciones y una exposici n queofrec a im genes del poeta, su tierra, su tiempo y en esos d as Julio V lez conoci a Jos ManuelCasta n; y entonces todo homanaje le result Manuel Casta n hab a sido capit n en la gue-rra espa ola. Peleando por Franco hab a perdido unamano y hab a ganado algunas noche, poco despu s de la guerra, el capit n des-cubri por casualidad, un libro prohibido. Se asom , ley un verso, ley dos versos y ya no pudo desprenderse. Elcapit n Casta n, h roe del ej rcito vencedor, pas todala noche en vela, atrapado, leyendo y releyendo a C sarVallejo, poeta de los vencidos. Y al amanecer de esa no-che, renunci al ej rcito y se neg a cobrar ni una pese-ta m s del gobierno de s, lo metieron preso: y se fue al GaleanoCelebraci n de la voz humana /1 Los indios shuar, los llamados j baros, cortan la ca-beza del vencido.

8 La cortan y la reducen hasta que cabeen un pu o, para que el vencido no resucite. Pero elvencido no est del todo vencido hasta que le cierran laboca. Por eso le cosen los labios con una fibra que jam sse libro de los abrazosCelebraci n de la voz humana /2 Ten an las manos atadas o esposadas, y sin embargolos dedos danzaban. Los presos estaban encapuchados:pero inclin ndose alcanzaban a ver algo, alguito, porabajo. Aunque hablar, estaba prohibido, ellos conversa-ban con las Ungerfeld me ense el alfabeto de los dedos,que en prisi n aprendi sin profesor:-Algunos ten amos mala letra -me dijo-. Otros eran unosartistas de la caligraf dictadura uruguaya quer a que cada uno fuera nadam s que uno, que cada uno fuera nadie; en c rceles ycuarteles y en todo el pa s, la comunicaci n era presos pasaron m s de diez a os enterradosen solitarios calabozos del tama o de un ata d, sin es-cuchar m s voces que el estr pito de las rejas o los pa-sos de las botas por los corredores.

9 Fern ndez Huidobroy Mauricio Rosencof, condenados a esa soledad, se sal-varon porque pudieron hablarse, con golpecitos a trav sde la se contaban sue os y recuerdos, amores y des-amores: discut an, se abrazaban, se peleaban; compar-t an certezas y bellezas y tambi n compart an dudas yculpas y preguntas de esas que no tienen es verdadera, cuando nace de la necesidadde decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si leniegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos,o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos,tenemos algo que decir a los dem s, alguna cosa quemerece ser por los dem s celebrada o GaleanoDefinici n del artePortinari no est - dec a Portinari. Por un instante aso-maba la nar z, daba un portazo y desaparec los a os treinta, a os de cacer a de rojos en Bra-sil, y Portinari se hab a exiliado en n Kmaid no era de esos a os, ni de ese lugar; peromucho despu s, el se asom por los agugeritos de lacortina del tiempo y me cont lo que vio:C ndido Portinari pintaba de la ma ana a la noche, yde noche tambi Portinari no est - dec aquel entonces, los intelectuales comunistas delUruguay iban a tomar posici n ante el realismo socialis-ta y ped an la opini n del prestigioso Sabemos que usted no est , maestro - le dijeron, y lesuplicaron:- Pero, no nos permitir a un momento?

10 Un le plantearon el Yo no s - dijo dijo:- Lo nico que yo s , es esto: el arte es arte o es libro de los abrazosEl lenguaje del arteEl Chinolope vend a diarios y lustraba zapatos en LaHabana. Para salir de pobre, se march a Nueva , alguien le regal una vieja c mara de fotos. ElChinolope nunca hab a tenido una c mara en las ma-nos, pero le dijeron que era f cil:- T miras por aqu y aprietas all .Y se ech a las calles. Y a poco andar escuch balazosy se meti en una barber a y alz la c mara y mir poraqu y apret all .En la barber a hab an acribillado al gangster JoeAnastasia, que se estaba afeitando, y esa fue la primerafoto de la vida profesional de la pagaron una fortuna. Esa foto era una haza Chinolope hab a logrado fotografiar la muerte. Lamuerte estaba all : no en el muerto, ni en el matador. Lamuerte estaba en la cara del barbero que la GaleanoLa frontera del arteFue la batalla m s larga de cuantas se pelearon enTuscatl n o en cualquier otra regi n de El a la medianoche, cuando las primeras grana-das cayeron sobre la loma, y dur toda la noche y hastala tarde del d a siguiente.


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