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El aprendizaje y la ense anza del lenguaje escrito Selecci n de textos Myriam Nemirovsky Gu a de lectura 1. De acuerdo con el autor, es o no conveniente organizar actividades de lectura en voz alta en la escuela? Por qu ? 2. Cu les son las cr ticas esenciales al uso del libro de lectura ? 3. Qu objetivo prioritario plantea respecto a la ense anza de la lectura en la escuela? 4. Se ala las propuestas did cticas que consideres m s importantes de las que realiza el autor. El nacimiento del lector Francesco Tonucci Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil, n 5, 1989 2 EL nacimiento DEL lector Francesco Tonucci * Si corresponde a la escuela ense ar a leer, cu les son los defectos de aprendizaje que impiden a tantos ni os llegar a adquirir el h bito de la lectura? Sobre esta pregunta, el autor, conocido como psic logo y tambi n como dibujante bajo el pseud nimo de Frato, elabora un interesante an lisis y propone estrategias para conseguir una correcta y gratificante iniciaci n a la lectura.

6 La lectura deberá acrecentarse como cualquier otra propuesta escolar con el desarrollo de la edad, las capacidades y exigencia de los alumnos.

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1 El aprendizaje y la ense anza del lenguaje escrito Selecci n de textos Myriam Nemirovsky Gu a de lectura 1. De acuerdo con el autor, es o no conveniente organizar actividades de lectura en voz alta en la escuela? Por qu ? 2. Cu les son las cr ticas esenciales al uso del libro de lectura ? 3. Qu objetivo prioritario plantea respecto a la ense anza de la lectura en la escuela? 4. Se ala las propuestas did cticas que consideres m s importantes de las que realiza el autor. El nacimiento del lector Francesco Tonucci Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil, n 5, 1989 2 EL nacimiento DEL lector Francesco Tonucci * Si corresponde a la escuela ense ar a leer, cu les son los defectos de aprendizaje que impiden a tantos ni os llegar a adquirir el h bito de la lectura? Sobre esta pregunta, el autor, conocido como psic logo y tambi n como dibujante bajo el pseud nimo de Frato, elabora un interesante an lisis y propone estrategias para conseguir una correcta y gratificante iniciaci n a la lectura.

2 Hace algunos a os, cuando era consejero como padre del Consiglio di Circolo de la escuela de mis hijos, una madre se dirigi a mi ense ndome el cuaderno de su hija, en el que la maestra hab a escrito: Cuando la ni a escribe confunde siempre la B con la M , hacerla practicar . La madre me dijo: Yo le he ense ado a hablar a mi hija, y cuando habla nunca confunde las letras; las confunde cuando escribe, pero es la escuela la que le ha ense ado a escribir; se ve que lo han hecho mal y, entonces, por qu tengo que ser yo quien le haga practicar? Lo que esa madre, que evidentemente no hab a estudiado pedagog a, dec a sobre la escritura, tambi n vale para la lectura. A la pregunta por qu nuestros ni os y nuestros j venes no leen? se podr a responder simplemente: Y por qu deb an hacerlo? . Porque ste es uno de los objetivos principales de nuestra escuela obligatoria, tambi n llamada escuela de leer y escribir , rebatir a el ingenuo interlocutor, que en ese momento probablemente notar a que se ha metido en un callej n sin salida.

3 Y es que aqu est la ra z del problema: a la mayor a de los ni os no les gusta leer y no leen, pero en la escuela se ense a a leer y todos van a la escuela. Esto significa que la escuela no es capaz de ense ar a leer, que comente errores graves y generalizados justamente cuando hace las primeras y m s importantes propuestas educativas. Los objetivos El primer error est en los objetivos. En la escuela que yo frecuent hace cuarenta a os y a la que han ido mis hijos (al menos algunos de ellos), aprender a leer significaba demostrar al maestro que se sab a descifrar palabras y frases escritas en un libro. Durante muchos a os a nadie le import que a mi o a mis hijos les gustase leer, que estableci semos, dentro de nuestras necesidades, unas exigencias respecto al libro. Cuando se empezaba a interponer este problema, en la ense anza media o superior, ya se hab a consolidado una profunda aversi n.

4 3 Este error generalizado se refleja consiguientemente en la pr ctica did ctica. Por ejemplo, la escuela siempre pide que se lea en voz alta. Esta propuesta es tan com n y aparentemente tan necesaria que incluso nosotros, los padres, se la repetimos a nuestros hijos en casa: Lee en voz alta, fuerte y claro . Parece que la lectura mental no vale, como si fuese demasiado f cil. La verdad es que la lectura mental no se presta a una verificaci n banal (si cada palabra se pronuncia bien) sino que reclama una verificaci n m s compleja como es la comprensi n del texto. Adem s, leer en voz alta cuando se lee a solas es est pido y dificulta mucho el seguimiento y la comprensi n. Qui n de nosotros, adultos, lee privadamente en voz alta? El interlocutor de turno (que no pierde ocasi n de hablar) dir a que leer en voz alta sirve para perfeccionar la dicci n, la entonaci n y la lectura con sentido. De acuerdo, pero entonces esperemos a que el ni o sepa leer bien y que le guste la lectura: despu s, en a os sucesivos, podr desarrollar actividades espec ficas de interpretaci n del texto.

5 Los ni os leer n por turno en su clase, en la clase de los m s peque os, o har n actividades teatrales, pero siempre preparando antes las lecturas, escogiendo la interpretaci n, probando la entonaci n y las pausas, de manera que el resultado sea bueno y que incluso los alumnos se den cuenta de que es importante leer bien : los ojos atentos de los oyentes ser n una verificaci n mucho m s eficaz que la escucha poco atenta del maestro. El libro de lectura es otro error de base en las propuestas de lectura. Incluso cuando estos libros est n bien hechos (y hoy hay muchos que lo est n) y ya no recopilan banalidades, incorrecciones y moralismos ( pero todav a ocurre!), se prestan a varios equ vocos fatales: al peque o lector le dan la impresi n de haber le do muchas obras de muchos autores, cuando en realidad han le do s lo breves fragmentos; dejan creer que todas las lecturas son breves, apasionantes y vivaces porque as son los fragmentos escogidos para esta especie de carrusel de la lectura.

6 La consecuencia de esas primeras caracter sticas es que este tipo de libro aleja de los aut nticos. En la escuela que usa correctamente el libro de lectura no se leen los verdaderos libros; durante los primeros a os, al menos hasta tercero, la mayor parte de nuestros ni os no coge un aut ntico libro: aprende a leer sin libros. En el pasado alguien sosten a que, por lo menos, el subsidiario y el libro de lectura eran libros seguros en todas las casas, pero yo todav a creo, como cre a entonces, que es una afirmaci n demag gica y peligrosa. Tener en casa un libro falso que quita las ganas de leer y proporciona una coartada al mismo tiempo, no me parece una gran contribuci n al ensalzamiento de la cultura de masas. Un ltimo equ voco que sugiere el libro de lectura nace de su esencia individual e igual para todos. T mese como absurdo a una treintena de adultos sentados en el 4mismo sitio, por ejemplo en la sala de espera de una estaci n, que leen todos el mismo libro y van m s o menos por la misma p gina.

7 Creo que quien entrase en dicha sala de espera mirar a a su alrededor para ver si no se trataba de una ficci n (la filmaci n de una pel cula) y si no fuese as se preocupar a mucho. Es una situaci n inquietante porque es absurda. En cambio, esto pasa en la escuela todos los d as y nadie se preocupa por ello. A partir de la ense anza media los estudiantes a aden a sus libros de texto una obra literaria: el libro de narrativa. Pero tambi n sta ha sido seleccionada por el maestro y casi siempre es igual para todos los estudiantes del mismo curso. El enga o de la lectura El libro de lectura, el t tulo de narrativa, iguales para todos, que deben leer todos en el mismo momento, a la misma altura y con el nfasis en la misma l nea, porque en realidad no sirven para leer, no ayudan ni a ni os ni a j venes a entender que la lectura es una experiencia cultural bella por si misma, que vale la pena, pero que sirve para otra cosa. La lectura sirve para hacer res menes, para subrayar las palabras dif ciles que se han de buscar en el diccionario, para encontrar los gerundios, las subordinadas o los verbos en pasiva, etc.

8 , para hacer actividades que, no obstante, muchos maestros consideran a n, a pesar de los nuevos programas de las escuelas elementales y medias, prioritarios respecto a las reales experiencias culturales b sicas. Estoy convencido de que la experiencia escol stica tambi n tiene que encontrar momentos de consolidaci n mediante ejercicios y verificaciones transversales (que a veces tambi n necesitan materiales iguales para todos), pero incluso estos no sirven principalmente para consolidar algo construido antes y con mucha m s profundidad como, en la lectura, el placer de leer para perderse en las im genes que un solo libro puede suscitar y en la escritura, la necesidad de escribir para recordar, comunicar, expresarse, etc. As ning n ejercicio sirve para nada, sino para crear el rechazo de estas propuestas escolares. Entonces extra a menos descubrir en las estad sticas que en Italia se lee poco y de cualquier manera menos que en otros pa ses europeos.

9 Qu hacer? Las originales investigaciones de Emilia Ferreiro y las verificaciones sucesivas en Italia han demostrado que el ni o comienza su camino hacia la lectura y la escritura mucho antes de llegar al ciclo inicial. M s concretamente el ni o empieza muy pronto a entender que para escribir se necesitan s mbolos y que es necesario componerlos seg n unas reglas; utiliza s mbolos y aplica reglas que deduce subjetivamente de su encuentro inarticulado y complejo con el mundo adulto de las palabras impresas. 5 El ni o proceder verificando continuamente sus c digos subjetivos respecto a aquellos convencionales de los adultos, hasta conquistar nuestro c digo alfab tico. Si eso es cierto cambia mucho (o deber a hacerlo) la metodolog a escolar: las bases se apuntalan antes y me parece importante que el problema de la lectura involucre directamente al parvulario. Lo que sigue son algunas propuestas alrededor del aprendizaje de la lectura, que no pretenden describir un proceso o un programa, sino tan s lo suscitar la atenci n y estimular la sensibilidad.

10 El milagro de la lectura Estamos en un parvulario. El ni o todav a no sabe leer ni escribir (al menos no sabe hacerlo seg n la simbolog a alfab tica convencional); inventa una historia y el maestro la escribe. El texto se pasa a m quina y despu s se ciclostila. El ni o se lleva a casa su historia y sus padres, mirando los signos del papel, puede repetir, palabra por palabra, lo que ha inventado l aunque no tuviesen presentes en clase. El ni o asiste as al milagro de la lectura. Y sta es una experiencia cultural de base que la mayor parte de los ni os no puede vivir en su propia casa y que, por tanto, la escuela debe garantizar. Leer a los ni os Una segunda experiencia fundamental, que puede ocurrir a n antes, es la de la escucha: el ni o que escucha al adulto que le lee un libro. Es una experiencia cada d a m s rara, porque cada vez es m s dif cil encontrar tiempo para estar con los hijos y leerles algo. Est claro que la televisi n tiene una gran responsabilidad al haberse apropiado del escaso tiempo que re ne a padres e hijos; otras responsabilidades han de atribuirse al cansancio, al ritmo de trabajo, al poco h bito de lectura.


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