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evocando al amor y al deseo?), porque - Jalisco

Y otra. Y otra. Siempre los mitos griegos (y romanos, que son m s o menos los mismos con otros nombres). porque son extra os y maravillosos, pero tambi n familiares y cercanos. porque est n vivos. porque seguimos hablando de ellos, porque los tenemos incorporados al idioma ( acaso a un hombre forzudo no se lo llama un h rcules?, acaso las p a l a b r a s Eros o Venus no siguen evocando al amor y al deseo?), porque son la fuente de la que seguimos nutri ndonos los escritores, los guionistas de cine, los inventores de historias del mundo entero, y tambi n los pintores, los arquitectos, los m sicos.

como la Tierra y todas las noches la cubre, extendiéndose sobre ella. Y lo llamó Urano. Gea y Urano, es decir, la Tierra y el Cielo, tuvieron muchos hijos.

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1 Y otra. Y otra. Siempre los mitos griegos (y romanos, que son m s o menos los mismos con otros nombres). porque son extra os y maravillosos, pero tambi n familiares y cercanos. porque est n vivos. porque seguimos hablando de ellos, porque los tenemos incorporados al idioma ( acaso a un hombre forzudo no se lo llama un h rcules?, acaso las p a l a b r a s Eros o Venus no siguen evocando al amor y al deseo?), porque son la fuente de la que seguimos nutri ndonos los escritores, los guionistas de cine, los inventores de historias del mundo entero, y tambi n los pintores, los arquitectos, los m sicos.

2 En los dibujos animados, en las pel culas de aventuras, en las estatuas, en los edificios, los mitos griegos y romanos est n presentes y nos saludan (o nos acechan) todos los d as. Cada poca ha sentido la necesidad de volver a contar a su manera, de acuerdo con su propia sensibilidad, estas historias en las que parecen concentrarse al mismo tiempo todo el poder de la fantas a y todas las contradicciones de la raz n y la sensibilidad humanas. Yo las le por primera vez en un libro para chicos que estaba muy de moda all por los a os cincuenta del siglo pasado: El Tesoro de la Juventud.

3 Y me enamor para siempre de los h roes y los dioses, pero tambi n de los monstruos, con sus m ltiples cabezas, su aliento de fuego, sus cabellos de serpiente. Por eso sent una enorme alegr a cuando empec a leer y estudiar los mitos para tratar de escribirlos una vez m s a la manera del siglo XXI. Ojal . haya logrado transmitir a mis lectores una peque a parte del terror, la emoci n y la felicidad que me provocan estas historias extraordinarias. S ganme. Les propongo entrar al m s extra o y oscuro de los laberintos: el de la imaginaci n humana. ANA MAR A SHUA. Antes que todas las cosas, en el comienzo de todos los comienzos, solo exist a el Caos infinito: la confusi n y el desorden de lo que no tiene nombre.

4 Y del Caos surgi Gea, la Madre Tierra, enorme, hermosa y temible. Como Gea se sent a muy sola, quiso tener un marido a su medida. Pero qui n pod a ser tan inmenso como para abrazar a la Tierra entera? Ella misma cre , entonces, el Cielo Estrellado, que es tan grande como la Tierra y todas las noches la cubre, extendi ndose sobre ella. Y lo llam Urano. Gea y Urano, es decir, la Tierra y el Cielo, tuvieron muchos hijos. Primero nacieron doce Titanes, varones y mujeres. Despu s nacieron tres C clopes, gigantes con un solo ojo en medio de la frente. Los C clopes fueron los due os del Rayo, el Rel mpago y el Trueno.

5 Y finalmente nacieron los tres Hecat nquiros, monstruos violentos de cincuenta cabezas y cien brazos. Urano desconfiaba de sus hijos: tem a que uno de ellos lo despojara de su poder sobre el Universo. Y por eso no les permit a ver la luz. Los manten a encerrados en las oscuras profundidades de la Tierra, es decir, en el vientre de su propia madre. Ese lugar oscuro y terrible se llamaba el T rtaro. Gea, inmensa, pesada, no soportaba ya la tremenda carga de tantos hijos aprisionados dentro de su cuerpo y sufr a tambi n por ellos y por su triste destino. Solo ustedes pueden ayudarme, hijos m os les rog.

6 Con esta hoz m gica que yo misma fabriqu , deben enfrentarse a Urano. Ya es hora de que pague por sus maldades! Pero los hijos, aunque eran enormes y poderosos, se sent an peque os frente a su padre, el inmenso Cielo Estrellado, y no se atrev an a asomarse fuera de la Madre Tierra. Solo el joven Cronos, el menor de los Titanes, un malvado de mente retorcida, estuvo dispuesto a ayudarla. Pero no fue solo por amor a su madre, sino porque , tal como lo tem a Urano, planeaba quedarse con todo el poder. Una noche, cuando Urano, el Cielo Estrellado, lleg trayendo consigo a la oscuridad, y cay sobre la Tierra, envolvi ndola en su abrazo, su hijo Cronos le cort los genitales con la hoz que su madre le hab a entregado y los arroj al mar.

7 En ese lugar, rodeada de espuma, naci la m s hermosa de las deidades, Afrodita1, la diosa de la belleza y el amor. Maldito seas! grit Urano, enloquecido de dolor . Yo te condeno a que uno de tus propios hijos te destruya, como hiciste conmigo! Entretanto, Cronos le hab a prometido a su madre liberar a todos sus hermanos de las profundidades del T rtaro, donde estaban encadenados. Pero cuando vio a los C clopes y a los Hecat nquiros, de aspecto tan aterrador, decidi que era mejor volver a encadenar a esos monstruos. Solo los Titanes, los m s parecidos a l, quedaron libres y lo ayudaron a gobernar.

8 Urano no muri , pero ya no ten a el poder. Ahora era Cronos, el joven Tit n de mente retorcida, el que reinaba sobre el Universo. Despu s de destronar a su padre, el joven tit n Cronos se cas con la tit nida Rea, la de hermosos cabellos. Tuvieron seis hijos. Pero Cronos no olvidaba la maldici n de su padre Urano. Con su mente malvada y retorcida, decidi que ninguno de sus peque os crecer a lo suficiente como para enfrentarse con l. Simplemente, se los comer a vivos. Y as fue. Primero naci la peque a Hestia2. Su madre apenas hab a comenzado a envolverla en pa ales cuando Cronos la tom con sus enormes manos y la devor en un instante.

9 Rea, la de hermosos cabellos, no pod a creer lo que hab a pasado. Su coraz n sangraba de dolor. Uno por uno Cronos fue devorando a sus hijos. Dem ter, Hera, Hades, Poseid apenas alcanzaba la madre, desesperada, a ponerles nombre, cuando ya se hab an convertido en monstruoso alimento para su padre. Rea estaba en su sexto embarazo cuando pidi ayuda a su madre, Gea, para salvar a ese beb . Aunque fuera uno solo de sus hijos ten a que escapar a ese horrendo destino! Siguiendo los consejos de su madre, Rea le dijo a su marido que deb a hacer un viaje a la isla de Creta. All , en medio de un bosque espeso hab a una profunda caverna, donde se ocult la tit nida para parir a Zeus3, el menor de sus hijos.

10 Gea, la Madre Tierra, se hizo cargo del peque o. Una cabra le daba su leche y las abejas del monte destilaban para l la miel m s exquisita. Entretanto, Rea volvi con su marido, quej ndose como si estuviera sufriendo en ese momento los dolores del parto. Poco despu s le entreg a Cronos lo que parec a un beb , su sexto hijo. Cronos se lo trag sin dudar un segundo. Solo le pareci que este hijo resultaba m s pesado que los anteriores: lo que le hab a dado su esposa era una enorme piedra envuelta en pa ales. Zeus creci r pidamente y en solo un a o se hab a convertido en un dios adulto y poderoso.


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