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FACUNDO DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO - HACER

Este documento ha sido descargado FAUSTINO SARMIENTOEste documento ha sido descargado 1999 Copyright Facundodonde los libros son gratisEste documento ha sido descargado los Derechos Reservados los libros son gratisEste documento ha sido descargado del autorDespu s de terminada la publicaci n de esta obra, he recibido de variosamigos rectificaciones de varios hechos referidos en ella. Algunasinexactitudes han debido necesariamente escaparse en un trabajo hechode prisa, lejos del teatro de los acontecimientos, y sobre un asunto deque no se hab a escrito nada hasta el presente. Al coordinar entre s sucesos que han tenido lugar en distintas y remotas provincias, y en pocas diversas, consultando un testigo ocular sobre un punto,registrando manuscritos formados a la ligera, o apelando a las propiasreminiscencias, no es extra o que de vez en cuando el lector argentinoeche de menos algo que l conoce, o disienta en cuanto a alg n nombrepropio, una fecha, cambiados o puestos fuera de debo declarar que en los acontecimientos notables a que merefiero, y que sirven de base a las explicaciones que doy, hay unaexactitud intachable, de que responder n los documentos p blicos quesobre ellos haya un momento en que, desembarazado de las preocupacionesque han precipitado la redacci n de esta obrita, vuelva a refundirla enun plan nuevo, desnud ndola de toda digresi n accidental

nosotros no estamos aún en estado de hacer por nuestra falta de instrucción filosófica e histórica, hecho por observadores competentes, habría revelado a los ojos atónitos de la Europa un mundo nuevo en política, una lucha ingenua, franca y primitiva entre los últimos progresos del espíritu humano y los rudimentos de la vida salvaje,

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1 Este documento ha sido descargado FAUSTINO SARMIENTOEste documento ha sido descargado 1999 Copyright Facundodonde los libros son gratisEste documento ha sido descargado los Derechos Reservados los libros son gratisEste documento ha sido descargado del autorDespu s de terminada la publicaci n de esta obra, he recibido de variosamigos rectificaciones de varios hechos referidos en ella. Algunasinexactitudes han debido necesariamente escaparse en un trabajo hechode prisa, lejos del teatro de los acontecimientos, y sobre un asunto deque no se hab a escrito nada hasta el presente. Al coordinar entre s sucesos que han tenido lugar en distintas y remotas provincias, y en pocas diversas, consultando un testigo ocular sobre un punto,registrando manuscritos formados a la ligera, o apelando a las propiasreminiscencias, no es extra o que de vez en cuando el lector argentinoeche de menos algo que l conoce, o disienta en cuanto a alg n nombrepropio, una fecha, cambiados o puestos fuera de debo declarar que en los acontecimientos notables a que merefiero, y que sirven de base a las explicaciones que doy, hay unaexactitud intachable, de que responder n los documentos p blicos quesobre ellos haya un momento en que, desembarazado de las preocupacionesque han precipitado la redacci n de esta obrita, vuelva a refundirla enun plan nuevo, desnud ndola de toda digresi n accidental, yapoy ndola en numerosos documentos oficiales, a que s lo hago ahorauna ligera ne tue point les id fines del a o 1840.

2 Sal a yo de mi patria, desterrado por l stima,estropeado, lleno de cardenales, puntazos y golpes recibidos el d aanterior en una de esas bacanales sangrientas de soldadesca ymazorqueros. Al pasar por los ba os de Zonda, bajo las armas de lapatria que en d as m s alegres hab a pintado en una sala, escrib concarb n estas palabras: Facundodonde los libros son gratisEste documento ha sido descargado ne tue point les id Gobierno, a quien se comunic el hecho, mand una comisi nencargada de descifrar el jerogl fico, que se dec a contener desahogosinnobles, insultos y amenazas. O da la traducci n, y bien! -dijeron-, qu significa esto?..Significaba, simplemente, que ven a a Chile, donde la libertad brillabaa n, y que me propon a HACER proyectar los rayos de las luces de suprensa hasta el otro lado de los Andes. Los que conocen mi conductaen Chile saben si he cumplido aquella protesta. F. Sarmientodonde los libros son gratisEste documento ha sido descargado nJe demande l'historien l'amour de l'humanit ou de la libert ; sajustice impartiale ne doit pas tre impassible.

3 Il faut, au contraire,qu'il souhaite, qu'il esp re, qu'il souffre, ou soit heureux de ce qu' , Cours de litt rature. Sombra terrible de FACUNDO , voy a evocarte, para que,sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes aexplicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarranlas entra as de un noble pueblo! T posees el secreto: rev lanoslo!Diez a os a n despu s de tu tr gica muerte, el hombre de las ciudadesy el gaucho de los llanos argentinos, al tomar diversos senderos en eldesierto, dec an: No, no ha muerto! Vive a n! l vendr ! Cierto! FACUNDO no ha muerto; est vivo en las tradiciones populares, en lapol tica y revoluciones argentinas; en Rosas, su heredero, sucomplemento: su alma ha pasado a este otro molde, m s acabado, m sperfecto; y lo que en l era s lo instinto, iniciaci n, tendencia,convirti se en Rosas en sistema, efecto y fin.

4 La naturaleza campestre,colonial y b rbara, cambi se en esta metamorfosis en arte, en sistema yen pol tica regular capaz de presentarse a la faz del mundo, como elmodo de ser de un pueblo encarnado en un hombre, que ha aspirado atomar los aires de un genio que domina los acontecimientos, loshombres y las cosas. FACUNDO , provinciano, b rbaro, valiente, audaz,fue reemplazado por Rosas, hijo de la culta Buenos Aires, sin serlo l;por Rosas, falso, coraz n helado, esp ritu calculador, que hace el malsin pasi n, y organiza lentamente el despotismo con toda lainteligencia de un Maquiavelo. Tirano sin rival hoy en la tierra, porqu sus enemigos quieren disputarle el t tulo de Grande que le Facundodonde los libros son gratisEste documento ha sido descargado sus cortesanos? S ; grande y muy grande es, para gloria yverg enza de su patria, porque si ha encontrado millares de seresdegradados que se unzan a su carro para arrastrarlo por encima decad veres, tambi n se hallan a millares las almas generosas que, enquince a os de lid sangrienta, no han desesperado de vencer almonstruo que nos propone el enigma de la organizaci n pol tica de laRep blica.

5 Un d a vendr , al fin, que lo resuelvan; y la EsfingeArgentina, mitad mujer, por lo cobarde, mitad tigre, por lo sanguinario,morir a sus plantas, dando a la Tebas del Plata el rango elevado que letoca entre las naciones del Nuevo tase, empero, para desatar este nudo que no ha podidocortar la espada, estudiar prolijamente las vueltas y revueltas de loshilos que lo forman, y buscar en los antecedentes nacionales, en lafisonom a del suelo, en las costumbres y tradiciones populares, lospuntos en que est n Rep blica Argentina es hoy la secci n hispanoamericana queen sus manifestaciones exteriores ha llamado preferentemente laatenci n de las naciones europeas, que no pocas veces se han vistoenvueltas en sus extrav os, o atra das, como por una vor gine, aacercarse al centro en que remolinean elementos tan contrarios. LaFrancia estuvo a punto de ceder a esta atracci n, y no sin grandesesfuerzos de remo y vela, no sin perder el gobernalle, logr alejarse ymantenerse a la distancia.

6 Sus m s h biles pol ticos no han alcanzado acomprender nada de lo que sus ojos han visto, al echar una miradaprecipitada sobre el poder americano que desafiaba a la gran naci n. Alver las lavas ardientes que se revuelcan, se agitan, se chocan bramandoen este gran foco de lucha intestina, los que por m s avisados se tienenhan dicho: Es un volc n subalterno, sin nombre, de los muchos queaparecen en la Am rica; pronto se extinguir ; y han vuelto a otraparte sus miradas, satisfechos de haber dado una soluci n tan f cilcomo exacta de los fen menos sociales que s lo han visto en grupo ysuperficialmente. A la Am rica del Sur en general, y a la Rep blica F. Sarmientodonde los libros son gratisEste documento ha sido descargado sobre todo, le ha hecho falta un Tocqueville, que, premunidodel conocimiento de las teor as sociales, como el viajero cient fico debar metros, octantes y br julas, viniera a penetrar en el interior denuestra vida pol tica, como en un campo vast simo y a n no exploradoni descrito por la ciencia, y revelase a la Europa, a la Francia, tan vidade fases nuevas en la vida de las diversas porciones de la humanidad,este nuevo modo de ser, que no tiene antecedentes bien marcados yconocidos.

7 Hubi rase, entonces, explicado el misterio de la luchaobstinada que despedaza a aquella Rep blica; hubi ranse clasificadodistintamente los elementos contrarios, invencibles, que se chocan;hubi rase asignado su parte a la configuraci n del terreno y a losh bitos que ella engendra; su parte a las tradiciones espa olas y a laconciencia nacional, inicua, plebeya, que han dejado la Inquisici n y elabsolutismo hispano; su parte a la influencia de las ideas opuestas quehan trastornado el mundo pol tico; su parte a la barbarie ind gena; suparte a la civilizaci n europea; su parte, en fin, a la democraciaconsagrada por la revoluci n de 1810; a la igualdad, cuyo dogma hapenetrado hasta las capas inferiores de la sociedad. Este estudio quenosotros no estamos a n en estado de HACER por nuestra falta deinstrucci n filos fica e hist rica, hecho por observadores competentes,habr a revelado a los ojos at nitos de la Europa un mundo nuevo enpol tica, una lucha ingenua, franca y primitiva entre los ltimosprogresos del esp ritu humano y los rudimentos de la vida salvaje,entre las ciudades populosas y los bosques sombr os.

8 Entonces sehabr a podido aclarar un poco el problema de la Espa a, esa rezagada ala Europa, que, echada entre el Mediterr neo y el Oc ano, entre laEdad Media y el siglo XIX, unida a la Europa culta por un ancho istmoy separada del frica b rbara por un angosto estrecho, est balance ndose entre dos fuerzas opuestas, ya levant ndose en labalanza de los pueblos libres, ya cayendo en la de los despotizados; yaimp a, ya fan tica; ora constitucionalista declarada, ora desp ticaimpudente; maldiciendo sus cadenas rotas a veces, ya cruzando losbrazos, y pidiendo a gritos que le impongan el yugo, que parece ser sucondici n y su modo de existir. Qu ! El problema de la Espa a Facundodonde los libros son gratisEste documento ha sido descargado , no podr a resolverse examinando minuciosamente la Espa aamericana, como por la educaci n y h bitos de los hijos se rastrean lasideas y la moralidad de los padres?

9 Qu ! No significa nada para lahistoria y la filosof a esta eterna lucha de los puebloshispanoamericanos, esa falta supina de capacidad pol tica e industrialque los tiene inquietos y revolvi ndose sin norte fijo, sin objetopreciso, sin que sepan por qu no pueden conseguir un d a de reposo,ni qu mano enemiga los echa y empuja en el torbellino fatal que losarrastra, mal de su grado y sin que les sea dado sustraerse a su mal ficainfluencia? No val a la pena de saber por qu en el Paraguay, tierradesmontada por la mano sabia del jesuitismo, un sabio educado en lasaulas de la antigua Universidad de C rdoba abre una nueva p gina enla historia de las aberraciones del esp ritu humano, encierra a unpueblo en sus l mites de bosques primitivos, y, borrando las sendas queconducen a esta China rec ndita, se oculta y esconde durante treintaa os su presa, en las profundidades del continente americano, y sindejarla lanzar un solo grito, hasta que muerto, l mismo, por la edad yla quieta fatiga de estar inm vil pisando un suelo sumiso, ste puede alfin, con voz extenuada y apenas inteligible, decir a los que vagan porsus inmediaciones: vivo a n!

10 , pero cu nto he sufrido!, quantummutatus ab illo! Qu transformaci n ha sufrido el Paraguay; qu cardenales y llagas ha dejado el yugo sobre su cuello, que no opon aresistencia! No merece estudio el espect culo de la Rep blicaArgentina, que, despu s de veinte a os de convulsi n interna, deensayos de organizaci n de todo g nero, produce, al fin, del fondo desus entra as, de lo ntimo de su coraz n, al mismo doctor Francia en lapersona de Rosas, pero m s grande, m s desenvuelto y m s hostil, si sepuede, a las ideas, costumbres y civilizaci n de los pueblos europeos? No se descubre en l el mismo rencor contra el elemento extranjero, lamisma idea de la autoridad del Gobierno, la misma insolencia paradesafiar la reprobaci n del mundo, con m s, su originalidad salvaje, sucar cter fr amente feroz y su voluntad incontrastable, hasta el sacrificiode la patria, como Sagunto y Numancia; hasta abjurar el porvenir y elrango de naci n culta, como la Espa a de Felipe II y de Torquemada?


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