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HISTORIA DE LOS GRIEGOS

HISTORIA DE LOS GRIEGOSA LOS LECTORESMe ser a m s f cil enumerar los vicios y defectosde este libro que sus m ritos y de escribirlo, sab a que llegar a fatalmente atal conclusi n, pero lo escrib igualmente porque medivert a hacerlo, porque espero que alguien se diver-tir ley ndolo y porque pienso que, pese a todas suslagunas, llenar aquella, mucho mayor, que nuestrosprofesores olvidaron colmar: narraci n sencilla, rela-to he llamado HISTORIA DE LOS GRIEGOS por-que, a diferencia de la de Roma, es una HISTORIA dehombres, m s que una HISTORIA de pueblo, de naci no de esto he reducido a lo esencial la trama de losacontecimientos pol ticos para dar preferencia a tosque determinaron el desarrollo de la civilizaci n yjalonaron sus grandes etapas.

Creta hubiese florecido, dos mil años antes de Jesu-cristo y mil antes que en Atenas, la gran civilización que le atribuía Homero. Y en eso se equivocaban ciertamente. Atraídos por los descubrimientos de Evans, arqueó-logos de todo el mundo —entre ellos los italianos Pa-

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1 HISTORIA DE LOS GRIEGOSA LOS LECTORESMe ser a m s f cil enumerar los vicios y defectosde este libro que sus m ritos y de escribirlo, sab a que llegar a fatalmente atal conclusi n, pero lo escrib igualmente porque medivert a hacerlo, porque espero que alguien se diver-tir ley ndolo y porque pienso que, pese a todas suslagunas, llenar aquella, mucho mayor, que nuestrosprofesores olvidaron colmar: narraci n sencilla, rela-to he llamado HISTORIA DE LOS GRIEGOS por-que, a diferencia de la de Roma, es una HISTORIA dehombres, m s que una HISTORIA de pueblo, de naci no de esto he reducido a lo esencial la trama de losacontecimientos pol ticos para dar preferencia a tosque determinaron el desarrollo de la civilizaci n yjalonaron sus grandes etapas.

2 En este libro, los poe-tas y los fil sofos cuentan m s que los legisladoresy los caudillos, la huella dejada por S crates y S -focles me parece m s profunda que la dejada porTem stocles y pretendo haber dicho algo nuevo ni haber dado,a lo que ya es sabido, una interpretaci n ni siquiera me lo hab a propuesto. Mi ambici nha sido la de proporcionar a los lectores un mediopara acercarse sin fatiga, y sobre todo sin aburri-miento, a tos antiguos haberlo MONTANELLIMil n, setiembre de PARTEENTRE HISTORIA Y LEYENDACAP TULO PRIMEROMINOSHace unos sesenta a os que un arque logo ingl s,llamado Evans, hurgando en ciertas tiendecitas de an-ticuarios, en Atenas, hall algunos amuletos feme-ninos provistos de jerogl ficos que nadie logr desci-frar,A fuerza de conjeturas, estableci que deb an pro-ceder de Creta, se fue all.

3 Compr una parcela deterreno en el lugar donde se cre a que estaba sepul-tada la ciudad de Cnosos, contrat a una cuadrillade excavadores, y despu s de dos meses de labor top con el resto del palacio de Minos, el famoso e historiadores de la Antig edad, desde Ho-rnero hasta nuestros d as, hab an dicho que la primeracivilizaci n griega hab a nacido, no en Micenas, o seaen el continente, sino en la isla de Creta, y que hab atenido la m xima floraci n en tiempos del rey Mi-nos, doce o trece siglos antes de Jesucristo. Minos,contaban, hab a tenido varias mujeres que hab an in-tentado en vano darle un heredero: de sus entra asno nac an m s que serpientes y alacranes.

4 Tan s loPasifae, por fin, logr darle hijos normales, entreellos Fedra y la rubia Ariadna. Desgraciadamente,Minos ofendi al dios Poseid n, quien se veng hacien-do que Pasifae se enamorase de un toro, pese a ser ste un animal sagrado. A satisfacer sta su pasi nla ayud un ingeniero llamado D dalo, llegado a laisla procedente de Atenas, de donde tuvo que huirpor haber matado por celos a un sobrino suyo. Deaquel connubio naci el Minotauro, extra o animal,mitad hombre y mitad toro. Y a Minos le bast conmirarle para comprender con qui n le hab a enga adosu entonces a D dalo que construyese el Labe-rinto para alojar en l al monstruo, pero dentro dej prisioneros tambi n al constructor con su hijo era posible encontrar el camino para salir de aquelintrincamiento de corredores y galer as.

5 Pero D dalo,hombre de infinitos recursos, construy para s ypara su chico unas alas de cera, con las que amboshuyeron elev ndose en el cielo. Ebrio de vuelo, caroolvid la recomendaci n de su padre de no acercarsedemasiado al sol: la cera se derriti , y l se preci-pit al mar. No obstante su tremendo dolor, D daloaterriz en Sicilia, adonde llev las primeras nocionesde la t , en el Laberinto segu a girando el Mino-tauro, exigiendo cada a o siete muchachas y sietej venes para com rselos. Minos se los hac a entregarpor los pueblos vencidos en las guerras. Se los recla-m tambi n a Egeo, rey de Atenas.

6 El hijo de ste,Teseo, por bien que pr ncipe heredero, pidi formarparte de aquellos hombres, con el prop sito de mataral monstruo, desembarc en Creta con las dem s v c-timas y, antes de internarse en el Laberinto, soborn a Ariadna, la cual le entreg un ovillo de hilo paraque, desenroll ndolo, le permitiera volver a encontrarel camino de salida. El valeroso joven logr su in-tento, sali afuera y, fiel a la promesa que le hab ahecho, se cas con ella y se la llev . Pero en Naso laabandon dormida en la playa y prosigui el viajesolo con sus compa historiadores modernos hab an recusado estahistoria como inventada de ra z, y hasta ahora acasoten an raz n.

7 Y aun hab an acabado negando que enCreta hubiese florecido, dos mil a os antes de Jesu-cristo y mil antes que en Atenas, la gran civilizaci nque le atribu a Homero. Y en eso se dos por los descubrimientos de Evans, arque -logos de todo el mundo entre ellos los italianos Pa-ribeni y Savignoni , acudieron a los lugares, inicia-ron otras excavaciones, y pronto de las entra as dela tierra salieron los monumentos y documentos deaquella civilizaci n cretense que, por el nombre delrey Minos, fue llamada a hoy los estudiosos se est n peleando acercade su origen, pues unos consideran que vino de Asiay otros de Egipto.

8 De todos modos, fue con certezala primera que se desenvolvi en una tierra europea,alcanz altas cimas e influy en la que despu s se for-mar a en Grecia y en Italia. Fue en Creta donde Li-curgo y Sol n, los dos m s grandes legisladores dela Antig edad, buscaron el modelo de sus Constitu-ciones, donde naci la m sica coral adoptada por Es-parta, donde vivieron y trabajaron los primeros maes-tros de la escultura, Dipeno y las excavaciones, los competentes handividido la civilizaci n minoica en tres eras, y cadauna de stas en tres per odos. Dej mosles en estasdistinciones demasiado sutiles para nosotros, y conten-t monos con comprender globalmente en qu consist ala vida cretense de hace cuatro mil a os.

9 Por el modocon que son representadas en sus pinturas y bajo-rrelieves, eran gentes m s bien bajas y delgadas, depiel color p lido las mujeres y bronceada la de loshombres, hasta el punto que les llamaban Foinikes,que quiere decir pieles rojas . stos se tocaban conturbantes y aqu llas con sombreros que podr an muybien reaparecer en cualquier exhibici n de moda con-tempor nea en Par s o en Venecia. Unos y otras ten anun ideal de belleza triangular, pues llevaban t nicasestrechamente ce idas en el talle. Y las mujeres de-jaban sus senos al descubierto, lo que hace pensarque sol an tenerlos pr speros.

10 Una de ellas, seg n apa-rece en una pintura, es tan coqueta y provocativa,que los arque logos, pese a su proverbial austeridad,la han llamado La un principio, Creta debi de estar dividida envarios Estados o reinos que guerreaban con frecuenciaentre s . Pero en un momento dado, Minos, m s h -bil y fuerte que los dem s, redujo a sumisi n los ri-vales y unific la isla, d ndole por capital su ciudad,Cnosos. Era Minos su nombre personal, o el que sedaba al cargo que ostentaba, como en Roma se llama-ba C sar y en Egipto Fara n? No se sabe. S besesolamente que quien ejecut aquella obra de unifica-ci n y al que la leyenda atribuye a Pasifae como es-posa con todas las desdichas que sta le acarre , vivi y rein trece siglos antes de Jesucristo, cuando entodo el resto de Europa no brillaba a n el m s remo-to fuego de civilizaci dar cr dito a Homero, Creta ten a el esplendorde noventa ciudades, algunas de las cuales compet ancon la capital en cuanto a poblaci n, desarrollo y ri-queza.


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