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INTRODUCCION AL PENSAMIENTO COMPLEJO - Edgar …

Edgar Morin INTRODUCCION AL PENSAMIENTO COMPLEJO Indice Introducci n de Marcelo Pakman .. 3 Pr logo .. 10 1. La inteligencia ciega .. 14 2. El dise o y el designio complejos .. 21 3. El paradigma de complejidad .. 54 4. La complejidad y la acci n .. 72 5. La complejidad y la empresa .. 77 6. Epistemolog a de la complejidad .. 86 Obras de Edgar 107 Morin Introducci n al PENSAMIENTO COMPLEJO 3 Introducci n La de Edgar Morin es, qu duda cabe, una aventura intelectual. Extra a asociaci n la de estos dos t rminos. Lo intelectual evoca a la raz n, al orden, a lo cient fico y, bien estructurado, a lo sesudo y alejado del riesgo.

En Morin su producción teórica no es nunca un intento de ser un logro acabado, sino más bien un proceso que, en su devenir mismo, marca un rumbo cognitivo en el que somos invitados a participar. Recorramos algunos aspect os de ésa, su aventura intelectual. Morin nace en París en 1921. Su educación formal lo lleva a licenciarse en

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1 Edgar Morin INTRODUCCION AL PENSAMIENTO COMPLEJO Indice Introducci n de Marcelo Pakman .. 3 Pr logo .. 10 1. La inteligencia ciega .. 14 2. El dise o y el designio complejos .. 21 3. El paradigma de complejidad .. 54 4. La complejidad y la acci n .. 72 5. La complejidad y la empresa .. 77 6. Epistemolog a de la complejidad .. 86 Obras de Edgar 107 Morin Introducci n al PENSAMIENTO COMPLEJO 3 Introducci n La de Edgar Morin es, qu duda cabe, una aventura intelectual. Extra a asociaci n la de estos dos t rminos. Lo intelectual evoca a la raz n, al orden, a lo cient fico y, bien estructurado, a lo sesudo y alejado del riesgo.

2 Aventura, en cambio, es el nombre de la pasi n, del libre juego resistiendo la asfixia impuesta por las reglas, de lo impulsivo y espont neo, de lo impredecible. La s ntesis f rtil, tensa pero creativa, de esos t rminos es, no solamente un hilo conductor de la ya monumental obra te rica de Edgar Morin, sino tambi n una cualidad de su trayectoria personal. Su obra debe, en consecuencia, ser entendida no s lo en t rminos de su contenido sino del proceso productor. Es sobre ese proceso que Morin ha meditado muchas veces en un intento de adivinar la forma oculta de su b squeda, una b squeda que, como todos los destinos humanos, como lo pensaba Jorge Luis Borges, es una configuraci n nica, dise ada tal vez por los pasos que cada uno de nosotros urde en un laberinto incalculable, y condensable en una ciencia secreta, un aleph , al que a veces creemos vislumbrar (como Einstein pensaba que pasa, ocasionalmente, con el sentido de lo humano) pero nunca logramos capturar plenamente.

3 En Morin su producci n te rica no es nunca un intento de ser un logro acabado, sino m s bien un proceso que, en su devenir mismo, marca un rumbo cognitivo en el que somos invitados a participar. Recorramos algunos aspect os de sa, su aventura intelectual. Morin nace en Par s en 1921. Su educaci n formal lo lleva a licenciarse en Historia y Derecho, pero sus estudios universitarios se interrumpen en 1942 cuando se une a la resistencia, tras la invasi n nazi de Francia. Su estilo de resistente no lo abandonar en el resto de su vida, expres ndose tanto en su tendencia a no dejarse abarcar por discursos totalizantes, como en sus enfrentamientos con los establishments de disciplinas diversas que lo han visto siempre como ajeno , como extra o , al no poder aceptar su estilo transgresor de fronteras disciplinarias, de libre disposici n de conceptos para ser usados en contextos diferentes, de rigor acompa ado, como quer a Gregory Bateson.

4 Por una imaginaci n al servicio de su praxis cotidiana de complejizaci n de los discursos te ricos y las pr cticas en el campo de las ciencias sociales. Al terminar la guerra se une al ej rcito estacionado en la Alemania derrotada y, testigo de la hecatombe de ese imperio que hab a pretendido persistir por mil a os, escribe su primer libro, editado en 1946 como L'An Morin Introducci n al PENSAMIENTO COMPLEJO 4 z ro de l'Allemagne*1. Casi cuarenta a os despu s, es interesante volver a ese texto primero, en el cual la atenci n no se centra en lo que tanto los medios como la intelectualidad de la poca consideraban central, sino en aspectos m s marginales para el inter s del momento, como ser el futuro de esa tierra demonizada que segu a, sin embargo, siendo parte de Europa, la influencia de la cat strofe a m ltiples niveles en la cultura europea y mundial, el mapa mental que para alemanes y europeos iba a se alar la evoluci n de las identidades nacionales.

5 Al enfocar estos temas Morin muestra ya una inusual capacidad para ver a los procesos sociales en movimiento, para iluminar aspectos generalmente soslayados, cuestionar presuposiciones dadas por evidentes y entroncar sus observaciones con procesos pasados y aperturas hacia el futuro, incluyendo siempre las preocupaciones ticas como centrales para la observaci n de procesos sociales, entendiendo que la tica tambi n evoluciona, en s misma, como un proceso social. Comienza luego su inter s sobre el tema de la muerte desde una perspectiva m ltiple, que va de lo biol gico a lo mitol gico.

6 La experiencia de la guerra, la resistencia y las im genes del hundimiento alem n juegan, quiz s, un papel en ese inter s. Es ste, tal vez, el primer ejercicio de articulaci n de nociones provenientes de disciplinas diversas para abordar un tema que le permite establecer puentes entre lo humano a nivel biofisico con los niveles antropo-sociales y psico-mitol gicos. Lo social se abre, por una parte, al cuerpo en su materialidad f sica y, por la otra, a lo imaginario en sus expresiones individuales (psicol gicas en sentido tradicional) y sociales (mitol gicas). En 1951 se publica El hombre y la muerte, producto de esas meditaciones tempranas.

7 Es tambi n en ese a o 1951 que Morin entra en el Centre National de la Recherche Scientifique como investigador. Los cinco a os siguientes los pasa estudiando lo que l denominar el hombre imaginario . La relaci n, dif cil de abarcar en t rminos tradicionales, entre lo imaginario y lo real, que ya fuera centro de su inter s en su estudio sobre la muerte, contin a ahora siendo explorada en su aproximaci n al mundo del cine. Tambi n aqu , rompe las barreras que lo obligar an a utilizar s lo discursos provenientes del mundo de las artes y se interesa por el cine desde una perspectiva m ltiple, no s lo social y antropol gica, sino tambi n mitol gica (el cine aparece aqu como una oportunidad para estudiar lo m tico en su hacerse, corno mitopoyesis , y no s lo como producto terminado, aparentemente intemporal) y econ mico-cultural (como producto de consumo de una sociedad de masas).

8 El cine o H hombre imaginario, publicado en 1956 lleva ya por subt tulo Ensayo de 1 Los t tulos de las obras de Edgar Morin aparecen en franc s cuando no hay traducci n disponible en espa ol. Las fechas se corresponden siem- pre a las de publicaci n de la edici n original francesa. Consultar la lista de obras de Edgar Morin al final del texto. Morin Introducci n al PENSAMIENTO COMPLEJO 5 Antropolog a, mostrando una conciencia temprana de que su indagaci n supera ya, en su intenci n, a n amet dica, las fronteras tradicionales que debieran restringir su pertenencia a ciertas tradiciones intelectuales y culturales.

9 La problem tica abierta por esta intenci n innovadora le plantea ciertas dificultades metodol gicas y lo comienza a lanzar en la direcci n de una b squeda mucho m s, abarcativa. De su inter s por el cine es tambi n producto su obra Las stars, publicada en 1957. Es en ese mismo a o que Morin funda la revista Arguments, donde esa discusi n m s amplia a la que se ve llevado comienza a tomar lugar, a trav s de art culos que muestran un hilo conductor en su iconoclastia, producto, en buena parte, del desencanto por los discursos hegem nicos, heredera del proceso que lo lleva a romper con el marxismo, un proceso parcialmente desencadenado por la reflexi n, pero tambi n por sus choques con una izquierda dogm tica, a la que no vacila en calificar de estalinista, en los medios intelectuales franceses.

10 Su libro Autocr tica, publicado en 1959, es testimonio del doloroso proceso personal de ruptura con el marxismo, as como de meditaciones fecundas sobre el totalitarismo y, nuevamente, la estrechez de los discursos totalizadores. Un cuidado especial por resistir los cantos de sirena de m ltiples revoluciones intelectuales y cient ficas, que nunca lo encuentran como un seguidor ciego, sino como un entusiasta cr tico, va a ser la herencia perdurable de ese proceso. L'Esprit du temps, publicado en 1962, es quiz la ltima obra de su per odo temprano, donde todos sus intereses mayores se delinean, sin terminar de organizarse, en torno a la intenci n de articular lo f sico con lo biol gico y ambos con lo antropol gico, psicol gico y mitol gico.


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