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La civilización del espectáculo - Gobierno de Canarias

Ndice CubiertaPortadilla ndiceDedicatoriaCitaMetamorfosis de una palabraI. La civilizaci n del espect culoAntecedentes: Caca de elefanteII. Breve discurso sobre la culturaAntecedentes: La hora de los charlatanesIII. Prohibido prohibirAntecedentes: El velo isl micoIV. La desaparici n del erotismoAntecedentes: El pintor en el burdelEl sexo fr oV. Cultura, pol tica y poderAntecedentes: Lo privado y lo p blicoVI. El opio del puebloAntecedentes: La se al de la cruzDefensa de las sectasReflexi n finalAntecedentes: M s informaci n, menos conocimientoDinosaurios en tiempos dif cilesReconocimientoNotasSobre el autorCr ditosGrupo SantillanaA Juan Cruz Ruiz, siempre con su libreta y su l horas han perdido su HUIDOBROM etamorfosis de una palabra Es probable que nunca en la historia se hayan escrito tantos tratados, ensayos, teor as y an lisis sobre la cultura como en nuestro tiempo.

cataclismo, de lo que da testimonio la mejor literatura europea y obras como El malestar en la cultura de Freud. Los movimientos dadaísta y surrealista serían la punta de lanza y la exacerbación máxima del fenómeno.

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1 Ndice CubiertaPortadilla ndiceDedicatoriaCitaMetamorfosis de una palabraI. La civilizaci n del espect culoAntecedentes: Caca de elefanteII. Breve discurso sobre la culturaAntecedentes: La hora de los charlatanesIII. Prohibido prohibirAntecedentes: El velo isl micoIV. La desaparici n del erotismoAntecedentes: El pintor en el burdelEl sexo fr oV. Cultura, pol tica y poderAntecedentes: Lo privado y lo p blicoVI. El opio del puebloAntecedentes: La se al de la cruzDefensa de las sectasReflexi n finalAntecedentes: M s informaci n, menos conocimientoDinosaurios en tiempos dif cilesReconocimientoNotasSobre el autorCr ditosGrupo SantillanaA Juan Cruz Ruiz, siempre con su libreta y su l horas han perdido su HUIDOBROM etamorfosis de una palabra Es probable que nunca en la historia se hayan escrito tantos tratados, ensayos, teor as y an lisis sobre la cultura como en nuestro tiempo.

2 Elhecho es tanto m s sorprendente cuanto que la cultura, en el sentido que tradicionalmente se ha dado a este vocablo, est en nuestros d as apunto de desaparecer. Y acaso haya desaparecido ya, discretamente vaciada de su contenido y ste reemplazado por otro, que desnaturaliza elque peque o ensayo no aspira a abultar el elevado n mero de interpretaciones sobre la cultura contempor nea, s lo a dejar constancia de lametamorfosis que ha experimentado lo que se entend a a n por cultura cuando mi generaci n entr a la escuela o a la universidad y la abigarradamateria que la ha sustituido, una adulteraci n que parece haberse realizado con facilidad, en la aquiescencia de empezar mi propia argumentaci n al respecto, quisiera pasar revista, aunque sea somera.

3 A algunos de los ensayos que en las ltimas d cadas abordaron este asunto desde perspectivas variadas, provocando a veces debates de alto vuelo intelectual y pol tico. Aunquemuy distintos entre s y apenas una peque a muestra de la abundante floraci n de las ideas y tesis que este tema ha inspirado, todos ellos tienenun denominador com n pues coinciden en que la cultura atraviesa una crisis profunda y ha entrado en decadencia. El ltimo de ellos, en cambio,habla de una nueva cultura edificada sobre las ruinas de la que ha venido a esta revisi n por el c lebre y pol mico pronunciamiento de T. S. Eliot.

4 Aunque s lo han pasado poco m s de sesenta a os desde lapublicaci n, en 1948, de su ensayo Notes Towards the Definition of Culture, cuando uno lo relee en nuestros d as tiene la impresi n de que serefiere a un mundo remot simo, sin conexi n con el S. Eliot asegura que el prop sito que lo gu a es apenas definir el concepto de cultura, pero, en verdad, su ambici n es m s amplia yconsiste, adem s de precisar lo que abraza esa palabra, en una cr tica penetrante del sistema cultural de su tiempo, que, seg n l, se apartacada vez m s del modelo ideal que represent en el pasado. En una frase que entonces pudo parecer excesiva, a ade: Y no veo raz n algunapor la cual la decadencia de la cultura no pueda continuar y no podamos anticipar un tiempo, de alguna duraci n, del que se pueda decir quecarece de cultura [1] (p.)

5 19). (Adelant ndome sobre el contenido de La civilizaci n del espect culo dir que ese tiempo es el nuestro.)Aquel modelo ideal, seg n Eliot, consiste en una cultura estructurada en tres instancias el individuo, el grupo o elite y la sociedad en suconjunto y en la que, aunque hay intercambios entre las tres, cada cual conserva cierta autonom a y se halla en constante confrontaci n con lasotras, dentro de un orden gracias al cual el conjunto social prospera y se mantiene S. Eliot afirma que la alta cultura es patrimonio de una elite y defiende que as sea porque, asegura, es condici n esencial para lapreservaci n de la calidad de la cultura de la minor a que contin e siendo una cultura minoritaria (p.

6 107). Al igual que la elite, la clase social esuna realidad que debe ser mantenida pues en ella se recluta y forma esa casta o promoci n que garantiza la alta cultura, una elite que en ning ncaso debe identificarse totalmente con la clase privilegiada o aristocr tica de la que proceden principalmente sus miembros. Cada clase tiene lacultura que produce y le conviene, y aunque, naturalmente, hay coexistencia entre ellas, tambi n hay marcadas diferencias que tienen que ver conla condici n econ mica de cada cual. No se puede concebir una cultura id ntica de la aristocracia y del campesinado, por ejemplo, aunqueambas clases compartan muchas cosas, como la religi n y la idea de clase no es r gida o impermeable para T.

7 S. Eliot, sino abierta. Una persona de una clase puede pasar a otra superior o bajar auna inferior, y es bueno que as ocurra, aunque ello constituya m s una excepci n que una regla. Este sistema garantiza un orden estable y a lavez lo expresa, pero en la actualidad est resquebrajado, lo que genera incertidumbre sobre el futuro. La ingenua idea de que, a trav s de laeducaci n, se puede transmitir la cultura a la totalidad de la sociedad, est destruyendo la alta cultura , pues la nica manera de conseguir esademocratizaci n universal de la cultura es empobreci ndola, volvi ndola cada d a m s superficial.

8 As como la existencia de una elite esindispensable, seg n Eliot, a su concepci n de alta cultura , tambi n lo es que en una sociedad haya culturas regionales que nutran a la culturanacional y, a la vez, que formen parte de ella, existan con su propio perfil y gocen de cierta independencia: Es importante que un hombre sesienta no s lo ciudadano de una naci n en particular, sino ciudadano de un lugar espec fico de su pa s, que tenga sus lealtades locales. Esto,como la lealtad con la propia clase, surge de la lealtad hacia la familia (p. 52).La cultura se transmite a trav s de la familia y cuando esta instituci n deja de funcionar de manera adecuada el resultado es el deterioro de lacultura (p.)

9 43). Luego de la familia, la principal transmisora de la cultura a lo largo de las generaciones ha sido la Iglesia, no el colegio. No hayque confundir cultura con conocimiento. Cultura no es s lo la suma de diversas actividades, sino un estilo de vida (p. 41), una manera de ser enla que las formas importan tanto como el contenido. El conocimiento tiene que ver con la evoluci n de la t cnica y las ciencias, y la cultura es algoanterior al conocimiento, una propensi n del esp ritu, una sensibilidad y un cultivo de la forma que da sentido y orientaci n a los y religi n no son la misma cosa, pero no son separables, pues la cultura naci dentro de la religi n y, aunque con la evoluci n hist ricade la humanidad se haya ido apartando parcialmente de ella, siempre estar unida a su fuente nutricia por una suerte de cord n umbilical.

10 Lareligi n, mientras dura, y en su propio campo, da un sentido aparente a la vida, proporciona el marco para la cultura y protege a la masa de lahumanidad del aburrimiento y la desesperaci n (pp. 33-34).Cuando habla de religi n, T. S. Eliot se refiere fundamentalmente al cristianismo, el que, dice, ha hecho de Europa lo que es. Nuestras artesse desarrollaron dentro del cristianismo, las leyes hasta hace poco ten an sus ra ces en l y es contra el fondo del cristianismo que se desarroll elpensamiento europeo. Un europeo puede no creer que la fe cristiana sea verdadera, y, sin embargo, aquello que dice, cree y hace, proviene de lafuente del legado cristiano y depende de ella su sentido.


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