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LA CONCIENCIA EN LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA …

LA CONCIENCIA EN LA HISTORIA DE LA FILOSOF A: UNA BREVE PANOR MICA La definici n "can nica" es que la CONCIENCIA es el conocimiento que el ser humano tiene de s mismo y de su entorno; una capacidad cognitiva relacionada con la atenci n, que permite a los seres humanos percibir, de manera m s profunda, la entidad global de un objeto y su propia existencia. En t rminos filos ficos, se dir a que es la facultad de decidir seg n la percepci n del bien y del mal (lo que llamar amos CONCIENCIA moral). De todas maneras, no est falto de raz n Jean Paul Sartre cuando afirma que la CONCIENCIA s lo puede existir de una manera, y es teniendo CONCIENCIA de que existe". Pero la CONCIENCIA moral puede llevar a diferentes personas a actuar de distinto modo, de acuerdo con sus principios. Un ejemplo ser a el de la posici n ante la guerra.

LA CONCIENCIA EN LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA: UNA BREVE PANORÁMICA La definición "canónica" es que la conciencia es el conocimiento que el ser

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1 LA CONCIENCIA EN LA HISTORIA DE LA FILOSOF A: UNA BREVE PANOR MICA La definici n "can nica" es que la CONCIENCIA es el conocimiento que el ser humano tiene de s mismo y de su entorno; una capacidad cognitiva relacionada con la atenci n, que permite a los seres humanos percibir, de manera m s profunda, la entidad global de un objeto y su propia existencia. En t rminos filos ficos, se dir a que es la facultad de decidir seg n la percepci n del bien y del mal (lo que llamar amos CONCIENCIA moral). De todas maneras, no est falto de raz n Jean Paul Sartre cuando afirma que la CONCIENCIA s lo puede existir de una manera, y es teniendo CONCIENCIA de que existe". Pero la CONCIENCIA moral puede llevar a diferentes personas a actuar de distinto modo, de acuerdo con sus principios. Un ejemplo ser a el de la posici n ante la guerra.

2 En este sentido, el dramaturgo Eugene Ionesco ha escrito una frase que explica bien esta paradoja: Si matamos con el consentimiento colectivo, no nos remuerde la CONCIENCIA . Las guerras se inventaron para matar con la CONCIENCIA limpia . Algunos expertos afirman que la actuaci n de la CONCIENCIA moral abarca tres niveles: "antes del acto", "durante el acto" y "despu s del acto". En el primero caso, la CONCIENCIA act a como consejera; en el segundo, nos indica que somos libres y responsables da nuestra acci n; en el tercero, actuando como juez y ejecutora, la CONCIENCIA nos aplicar a su sentencia: satisfacci n, tranquilidad, remordimiento, verguenza, arrepentimiento, etc. De acuerdo con su manera de apreciar los actos morales, existir an, seg n algunos autores, diversos tipos de CONCIENCIA , que simplemente enunciamos: antecedente, concomitante, consiguiente, aut ntica, viciosa, verdadera, err nea, dudosa o vacilante, cierta, laxa, perpleja, farisaica, rigorista y, por ltimo, escrupulosa.

3 Luego de estos apuntamientos iniciales -porque el an lisis de lo que significa la CONCIENCIA moral, la CONCIENCIA sociol gica, las conductas, etc. precisar an de muchas p ginas y, como veremos, hay m s interrogantes que respuestas) entraremos en el objeto de estas breves reflexiones sobre la CONCIENCIA en la HISTORIA de la Filosof a. En la filosof a oriental est presente, desde muy antiguo, la CONCIENCIA . As , un proverbio chino dice que "el que sacrifica su CONCIENCIA a la ambici n quema una pintura para obtener las cenizas". Confucio, por su parte, manifestaba que la CONCIENCIA es la luz de la inteligencia, la que sabe distinguir el bien del mal. En la lengua griega cl sica no hallaremos el concepto actual de " CONCIENCIA ", con el componente de intimidad activa que interioriza todo lo que nos sucede. Ellos empleaban los t rmino "alma" y "covisi n".

4 Tener CONCIENCIA era notarse estar asomado a las ventanas de los sentidos, actuando los rganos del cuerpo. En la filosof a griega cl sica el "Yo" no juega papel alguno; por eso, la intimidad activa, el poder de interiorizar, que s lo pueden ser propiedades de un "Yo" individual -y que est n profundamente relacionados con la CONCIENCIA -, no les era familiar. Sin embargo, en S crates encontramos un peque o matiz de CONCIENCIA , que recoger Plat n pero perder Arist teles. CONCIENCIA es "covisi n", o, m s exactamente, "coideaci n". S crates, en su Apolog a, no dice "tengo CONCIENCIA de", sino que emplea la frase "he de verlo en m mismo", "lo estoyo viendo en m ". Uno puede saber una cosa -por ejemplo, qu es el hombre, una flor, un tri ngulo, una , por estar vi ndola o intuy ndola en la cosa misma, en el objeto, entregado uno a su contemplaci n.

5 La manera socr tica de notarse a s mismo es la de estar contemplando las "ideas" que se "reflejan" en nuestro interior. La CONCIENCIA es un "espejo ideol gico" por el que nos damos cuenta de que estamos siendo, y podemos ser; espejo en el que se reflejan las "ideas" de las cosas, frente a los espejos sensibles que s lo nos dan las im geness en una transcripci n fr a, neutral. Arist teles discrepa de esta interpretaci n de las im genes en los espejos. La base de su filosof a se cifra en su noci n de "potencia" y "acto". Introdujo en filosof a el m ximo n mero de causas -eficiente, final, material y formal- de entidades operantes. Y desaparecieron las ideas. Toda idea que no pudiese servir de forma, de causa real intr nseca, pas a la categor a de met fora literaria. En otro mbito cultural, el antiguo Testamento b blico desconoce el t rmino "syn idesis", aunque no la noci n.

6 Esta se expresa a trav s de las categor as del coraz n (como interioridad constitutiva del hombre, donde la palabra de Dios llega como un juicio; fuente ntima de toda resoluci n religiosa y toda valoraci n moral en el seno de la comunidad a la que el individuo pertenece y a la que esa palabra fue dirigida) y de la sabidur a , que m s que una actividad puramente intelectual se refiere a la relaci n entre dos personas, en las que se implican muy diversas dimensiones y, entre ellas, el discernimiento tico. El "syn idesis" aparece en el Nuevo Testamento en San Pablo, si bien su reflexi n est precedida por ese fuerte proceso de interiorizaci n que los Evangelios otorgan a la moral y que toma al coraz n como testigo m s all de la simple fidelidad a determinados preceptos. Para Pablo, la "syn idesis" se pone al servicio de la nueva concepci n teol gica, recogiendo, sin embargo, el aspecto de globalidad y centro de la persona que expresaba el coraz n b blico y por el que la CONCIENCIA viene a equipararse con la fe.

7 Pero junto a ese sentido aparece tambi n el de testigo y juez interior del valor moral, el de instancia cr tica del propio comportamiento. Y tambi n el de mediaci n anticipativa que hace responsabilizarse de lo que se va a hacer. Pablo defiende la necesidad de seguir el dictado de la propia CONCIENCIA y el deber de respetar la CONCIENCIA ajena, aunque fuese err nea; esto es, la primac a absoluta de la CONCIENCIA a la hora de decidir. Los t rminos sujeto y objeto pertenecen a la filosof a estoico-romana. La CONCIENCIA se nota en lo romano como "sujeto", y las cosas se presentan en ella como "objecto". El estoico crey percibir que las cosas, al conocerlas, se presentaban como disparos de arqueros -que lo que enviaban al conocedor no eran tanto ideas o im genes irreales como armas arrojadizas (esto es lo que significa etimol gica y realmente la palabra "obiectum"; ob, iectum: lo arrojado contra); por consigueinte, la vida interior se semejaba a una ciudad asediada.

8 Esta era la met fora de la que se val an para designar el matiz da sensaci n interior que su vida cognoscitiva experimentaba al estar sujetos a ese cerco perturbador de la vida interior. Sujeto es "sub-iectum"', el que est expuesto a tales flechazos reales. Un abismo separa esta concepci n, propia de la filosof a romano-estoica, de la griega cl sica. En esta, las cosas env an ideas, visibilidades puras, sin eficiencia alguna, sin reales ataques a la vida; en la romana, las cosas perturban la vida interior y, en vez de ideas de puras apariciones irreales, la vida intelectual, para defenderse, tendr que inventar conceptus , que son maneras de captar , de hacer prisioneras las cosas enemigas, y guardalas consigo como esclavas y servidoras reales de la vida. El matiz que toma en un tipo de vida activo la CONCIENCIA es el de "sind resis", t rmino que, tanto en su forma verbal como de sustantivo y adjetivo, no se encuentra en los cl sicos, apareciendo en la poca helen stica.

9 "Sind resis" significa "salvaci n" de la vida interior; sentirse seguro, firme, a salvo. En la escol stica medieval se modificar el significado de "sind resis", restringi ndolo al orden de la CONCIENCIA moral. Pero en su originaria concepci n guarda el matiz vital de "intimidad" en tr nsito de salvarse, de preservarse del exterior, de reiterarse en s para gozar de la presa y de los prisioneros que el rgano de aprehensi n, que es el concepto, le procur . En la tradici n cristiana prevalece en un principio la concepci n religiosa de la CONCIENCIA como manifestaci n de la voz de Dios y como centro unificante de la persona, como interioridad que define al hombre, seg n subrayar San Agust n. Pero lo que centraliza las discusiones medievales en torno a la CONCIENCIA es la pol mica entre la teolog a mon stica y el an lisis escol stico, como la sostenida entre Bernardo de Clairvaux y Abelardo a prop sito de la CONCIENCIA err nea.

10 El cisterciense la considera culpable, pero no Abelardo, que argumenta que, si cuando se estima hacer mal, a n obrando bien, se concluye que la acci n es mala, tambi n habr que defender la bondad de una acci n cando se cumple con buena fe, aunque fuese en s misma mala. Es decir, Abelardo insist a en el papel central de la intenci n, que es el que acabar triunfando con Tom s de Aquino, aunque ste introdujese el matiz de la posible responsabilidad de la propia ignorancia. Con la progresiva p rdida de la noci n integradora y religiosa de CONCIENCIA que hab a defendido la teolog a mon stica se implantar un an lisis que tendr a, sin embargo, el riesgo de abocar al fragmentarismo. Sobre todo se distingue ahora entre la "sind resis" ( CONCIENCIA originaria, suprema y fundamental del hombre, denominada tambi n CONCIENCIA habitual o protoconciencia, que otorga a los seres humanos su capacidad para abrirse a los valores morales, a los principios m s universales de orden pr ctico), y la "conscientia", acto que aplica esa unitaria intuici n a los casos y acciones concretas ( CONCIENCIA actual).


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