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La guerrilla en México: un intento de balance …

Cl o, 2006, Nueva poca, vol. 6, n m. 35 La guerrilla en M xico: un intento de balance historiogr fico Sergio Arturo S nchez Parra* Introducci n Los estudios de la guerrilla en M xico en la d cada de los setentas del siglo pasado surgieron al mismo tiempo que la sociedad mexicana cobraba raz n de su existencia. A la par de las m ltiples y distintas acciones que caracterizaron la presencia de un conjunto de organizaciones pol ticas y militares, rese adas por la prensa de la poca, en el a o de 1974, Jaime L pez1 public su obra Diez a os de guerrilla . De corte period stico, ausente de metodolog a y aparato cr tico que guiara su trabajo, abri brecha en el estudio en torno a la cuesti n. Con las limitaciones de la poca, y apoy ndose en fuentes documentales, sobre todo las de los propios grupos armados y testimonios de militantes, reconstruy parcialmente la historia de la guerrilla en el M xico de fines de siglo veinte.

124 Clío, 2006, Nueva Época, vol. 6, núm. 35 parte de la estrategia del Estado y el imperialismo para desarticular a los movimientos sociales; El Estado y el imperialismo yanqui, a través de la CIA, han implementado nuevas tácticas para golpear al …

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1 Cl o, 2006, Nueva poca, vol. 6, n m. 35 La guerrilla en M xico: un intento de balance historiogr fico Sergio Arturo S nchez Parra* Introducci n Los estudios de la guerrilla en M xico en la d cada de los setentas del siglo pasado surgieron al mismo tiempo que la sociedad mexicana cobraba raz n de su existencia. A la par de las m ltiples y distintas acciones que caracterizaron la presencia de un conjunto de organizaciones pol ticas y militares, rese adas por la prensa de la poca, en el a o de 1974, Jaime L pez1 public su obra Diez a os de guerrilla . De corte period stico, ausente de metodolog a y aparato cr tico que guiara su trabajo, abri brecha en el estudio en torno a la cuesti n. Con las limitaciones de la poca, y apoy ndose en fuentes documentales, sobre todo las de los propios grupos armados y testimonios de militantes, reconstruy parcialmente la historia de la guerrilla en el M xico de fines de siglo veinte.

2 Reconstrucci n parcial, dado que a pesar de la descripci n del conjunto de organizaciones rurales y urbanas que desde 1964 hab an operado o segu an operando una d cada m s tarde, en su obra hab a un gran vac o. Ese vac o se expres en la ausencia manifiesta del estudio del grupo que desde 1973 se hab a convertido en la principal guerrilla urbana del pa s, la Liga Comunista 23 de Septiembre. El autor no dio explicaciones de esta omisi n. A pesar de esta ausencia, su obra permiti plantear una serie de interrogantes que abordan el problema de investigaci n, qu es una guerrilla ?, por qu surge?, c mo estudiar esta tem tica en particular?, preguntas que desde esos a os hasta la actualidad, con diferentes enfoques y fuentes, o sin ellas, los estudiosos de las ciencias sociales han intentado responder con un torrente de trabajos redactados en las ltimas tres d cadas. El presente trabajo es un balance historiogr fico tentativo de la tem tica.

3 Debido a que desde el alzamiento zapatista de 1994 los investigadores de las * Profesor en la Facultad de Historia-UAS. 1 Jaime L pez, Diez a os de guerrilla en M xico, 1964-1974, M xico, Posada, 1974. Cl o, 2006, Nueva poca, vol. 6, n m. 35 122ciencias sociales voltearon sus ojos al pasado reciente para investigar si los fen menos de violencia pol tica en el pa s eran recurrentes, dicha coyuntura abri la posibilidad de estudiar este fen meno masivamente. Aunque no es un balance exhaustivo, con el conjunto de trabajos aqu comentados y agrupados cronol gicamente, es decir, los a os en que fueron elaborados, es factible redactarlo. Nos permite ver tendencias interpretativas que con el transcurrir del tiempo se modificaron, al utilizar nuevas fuentes documentales o cambios en las posturas de los autores. Ayuda porque posibilita mostrar c mo se ha abordado la cuesti n, y tambi n qu grupos y personajes de la guerrilla se han privilegiado, sus alcances y limitaciones, permitiendo as tener un punto de partida en nuestro trabajo investigativo.

4 La construcci n de la obra se hizo en cuatro grandes apartados. Los distancian, y distinguen entre s , tiempo, cantidad, condiciones de elaboraci n y opini n, fuentes utilizadas, calidad y extensi n de los trabajos. Sin embargo, varios puntos en com n tienen la mayor a de estos escritos sobre la guerrilla en M xico. Las valoraciones sin sustento hechas por algunos, que siguen siendo en la actualidad un referente de opini n, la b squeda de explicaciones causales, internas y externas, econ micas, pol ticas e ideol gicas que posibilitaron su emergencia, la descripci n detallada de acontecimientos y vida de l deres de organizaciones, los nexos personales a favor o en contra de las mismas. En primera instancia, se aborda un conjunto de textos que fueron redactados a lo largo de los setentas. Todos ellos se caracterizaron por hacer severas cr ticas a las organizaciones guerrilleras, as como a sus elaboraciones te ricas.

5 Posturas que en algunos trabajos de manufactura reciente a n se siguen sosteniendo. El segundo apartado trata de la producci n bibliogr fica o hemerogr fica que se redact una d cada m s tarde, donde coexisten profundos cuestionamientos a las posiciones sostenidas desde la clandestinidad armada, y los primeros intentos de redactar explicaciones menos cargadas de valoraciones subjetivas. Inmediatamente se analizan, por un lado, un conjunto de cr nicas que en los a os recientes han sido redactadas por los propios ex integrantes de las organizaciones, dando con ello testimonio de su experiencia. Por otro, un conjunto de producciones textuales, ensayos y libros que de manera directa o indirecta han analizado el problema en cuesti n. El tercer apartado lo compone un conjunto de tesis redactadas en diferentes universidades del pa s y el extranjero, que con el uso de Cl o, 2006, Nueva poca, vol.

6 6, n m. 35 123 metodolog as, aparatos cr ticos, fuentes documentales diversas y testimonios orales han permitido dar un giro interpretativo al tema. Por ltimo, se hace un recuento de diversos trabajos que tocan fundamentalmente el estado de Sinaloa, de manera espec fica al grupo estudiantil perteneciente a la Federaci n de Estudiantes Universitarios Sinaloenses (FEUS), denominado Los Enfermos , grupo que dada su posici n pol tica radical se incorpor a la Liga. La escritura durante la d cada de los setentas La guerrilla como problema a estudiar fue sujeto de an lisis e interpretaci n desde sus mismos inicios. Anteriormente a la obra de Jaime L pez, esa d cada fue testigo de la redacci n de un conjunto de obras escritas por ex participantes de la clandestinidad armada o miembros de la izquierda mexicana que no abrazaron esta opci n. Los trabajos de Mario Huacuja y Jos Woldenberg2, Gustavo Hirales Mor n3 y Alfredo Tecla Jim nez4, son los m s representativos del periodo referido que salieron a la luz p blica, bajo el sello editorial de imprentas propias del Partido Comunista Mexicano (PCM) o con simpat as por las ideas de izquierda.

7 Las dos primeras, obras pol micas por el conjunto de afirmaciones, la mayor a sin sustento. Su importancia estrib , y estriba a n, m s por las acusaciones sin fundamento al variopinto de grupos guerrilleros urbanos que operaron en ciertas regiones del pa s que por lo que realmente aportan al problema que a os atr s inaugur el autor de Diez a os de guerrilla . Ninguno de ellos se adentr a n m s en las caracter sticas de los grupos existentes o en alg n caso en particular. Escritura interesada, condenatoria de una realidad con la que se encontraron confrontados dadas sus posiciones pol ticas. Con las conclusiones a las que arribaron inauguraron una visi n interpretativa del fen meno, la cual sostuvo y sostiene todav a que los integrantes de las organizaciones urbanas son expresi n del vanguardismo pol tico de grupos estudiantiles desesperados, presos de una gran confusi n pol tica, que las motivaciones de su lucha son ileg timas, y peor a n, que son 2 Mario Huacuja, Jos Woldenberg, Estado y lucha pol tica en el M xico actual, M xico, Ed.

8 El Caballito, 1976. 3 Gustavo Hirales Mor n, La Liga Comunista 23 de Septiembre. Or genes y naufragio, M xico, ECP, 1997; y en coautor a, El radicalismo peque o burgu s, Culiac n, Ed. UAS, 1978. 4 Alfonso Tecla Jim nez, Universidad, burgues a y proletariado, M xico, ECP, 1976. Cl o, 2006, Nueva poca, vol. 6, n m. 35 124parte de la estrategia del Estado y el imperialismo para desarticular a los movimientos sociales; El Estado y el imperialismo yanqui, a trav s de la CIA, han implementado nuevas t cticas para golpear al movimiento revolucionario. Esta t ctica consiste en aprovechar la lumpenizaci n que se da en los grupos guerrilleros que, con una fraseolog a seudorrevolucionaria, sirvan como agentes de la provocaci n o el ataque directo. Por las t cticas que adoptan, puede entreverse que ya no se trata de la acci n de grupos o individuos aislados, sino de instrumentos de una estrategia global del imperialismo, de los grupos m s reaccionarios en el pa s y particularmente de la Agencia Central de Inteligencia de los EUA5.

9 Por otro lado, Tecla Jim nez abord cr ticamente las elaboraciones te ricas que determinada organizaci n armada hizo en torno al rol que juegan las universidades en el aparato de reproducci n capitalista. Particularmente el documento elaborado y defendido por la Liga, conocido como Tesis de Universidad-F brica , supuesto aporte intelectual al desarrollo del marxismo de la Liga, que a grandes rasgos sosten a; 1) La Universidad es parte de una nueva rama de la producci n. Se infiere que esta nueva rama de la producci n es la que se refiere a la producci n de la mercanc a educativa. 2) La universidad produce para el sector I y II de la producci n (mercanc a educativa I y II respectivamente). 3) Sus medios de producci n est n constituidos, por una parte, por los edificios, laboratorios, campos y dem s bienes, y por otra, por los maestros y los estudiantes como fuerza de trabajo. 4) El proceso de producci n consiste en elaborar el conocimiento (mercanc a educativa I) y en trasmitirlo dando la capacitaci n necesaria a la fuerza de trabajo del estudiante (mercanc a educativa II).

10 5) El estudiante juega un doble papel: como objeto de trabajo y como fuerza de trabajo. 6) Tanto el estudiante como el maestro son considerados como obreros 6. Criticando el economicismo de la citada tesis y afirmando que las instituciones de educaci n superior pertenecen al mbito de la cultura, que ciertamente coadyuvan indirectamente a la producci n de plusval a, dichas instituciones no pueden ser consideradas mec nicamente como reproductoras de esta plusval a, como afirmaron quienes defendieron semejantes ideas. La puesta en pr ctica de la tesis por la militancia guerrillera en las universidades del pa s, desemboc en la destrucci n de bienes e instalaciones dado que era, seg n ellos, necesario sabotear el proceso de producci n de mercanc a 5 Mario Huacuja, Jos Woldenberg, op. cit., p. 149. 6 Alfonso Tecla Jim nez, op. cit., p. 26. Cl o, 2006, Nueva poca, vol.


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