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Micromachismos - La violencia invisible en la pareja - LBo.

Micromachismos : LA violencia invisible en la pareja Luis Bonino M ndez Resumen: En este art culo se ponen en evidencia los comportamientos "invisibles" de violencia y dominaci n, que casi todos los varones realizan cotidianamente en el mbito de las relaciones de pareja . Dichos comportamientos, definidos como " Micromachismos ", son descriptos, clasificados (coercitivos, encubiertos o de crisis) y analizados sus efectos sobre la autonom a y psiquismo de las mujeres. Para favorecer la igualdad de g nero, los varones deben reconocer y transformar estas actitudes, grabadas firmemente en el modelo masculino. Palabras clave: violencia dom stica, micromachismo, varones, profeminismo "Es preciso comprender c mo las grandes estrategias de poder se incrustan, hallan sus condiciones de ejercicio en microrrelaciones de Designar estas microrrelaciones, denunciarlas, decir qui n ha hecho qu , es una primera transformaci n del poder.

Micromachismos: La violencia invisible en la pareja Luis Bonino Méndez 2 de dominio y permitir el desarrollo de relaciones más cooperativas, honestas e igualitarias en derechos y obligaciones. (Miller, 1996) PODER Y GÉNERO Introducirnos en la visibilización de estas prácticas supone tener claro previamente que en las

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1 Micromachismos : LA violencia invisible en la pareja Luis Bonino M ndez Resumen: En este art culo se ponen en evidencia los comportamientos "invisibles" de violencia y dominaci n, que casi todos los varones realizan cotidianamente en el mbito de las relaciones de pareja . Dichos comportamientos, definidos como " Micromachismos ", son descriptos, clasificados (coercitivos, encubiertos o de crisis) y analizados sus efectos sobre la autonom a y psiquismo de las mujeres. Para favorecer la igualdad de g nero, los varones deben reconocer y transformar estas actitudes, grabadas firmemente en el modelo masculino. Palabras clave: violencia dom stica, micromachismo, varones, profeminismo "Es preciso comprender c mo las grandes estrategias de poder se incrustan, hallan sus condiciones de ejercicio en microrrelaciones de Designar estas microrrelaciones, denunciarlas, decir qui n ha hecho qu , es una primera transformaci n del poder.

2 Para que una cierta relaci n de fuerzas pueda no solo mantenerse, sino acentuarse, estabilizarse, extenderse, es necesario realizar " "Di logos con M. Foucault" (1977), Rev. Ornicar; 10 "En muchos mbitos, a n hoy, la dominaci n masculina esta bien asegurada para transitar sin justificaci n alguna: ella se contenta con ser, en el modo de la evidencia". P. Bordieu (1990) "La dominaci n masculina". Actes de la recherche en sciences sociales. 84, Set., Francia INTRODUCCI N Mujeres maltratadas, varones violentos: dos dram ticos aspectos de las asim tricas relaciones de g nero. En todo el mundo occidental, la violencia (masculina) hacia las mujeres se torna evidente y se deslegitima de forma creciente. Cada vez m s, los dispositivos jur dicos y sanitarios ejercen acciones sobre las personas involucradas, y el campo de la salud mental no es ajeno a ello.

3 Sin embargo, la deslegitimaci n y los abordajes legales y terap uticos se han realizado casi exclusivamente sobre las formas evidentes, m ximas y tr gicas de dicha violencia y sus efectos. Pero, si pensamos que la violencia de g nero es toda acci n que coacciona, limita o restringe la libertad y dignidad de las mujeres, podemos comprobar que quedan ignoradas m ltiples pr cticas de violencia y dominaci n masculina en lo cotidiano, algunas consideradas normales, algunas invisibilizadas y otras legitimadas, y que por ello se ejecutan impunemente. Desconocedores de ellas, muchas mujeres, profesionales de la salud y familiares (y a veces los varones, ya que muchas de ellas son no conscientes) no las perciben, o lo hacen acr ticamente, con lo que contribuyen a perpetuarlas.

4 Mi prop sito en estas l neas es poner en evidencia estas pr cticas, a las que algunos autores llaman peque as tiran as, terrorismo ntimo o violencia "blanda" y yo, desde 1991, he denominado " Micromachismos " (mM). Para ello, tratar de describirlas y visibilizarlas, tomando en este caso el mbito de la pareja , y analizando adem s sus efectos en la mujer, el var n y su relaci n. Tomar como base descriptiva a la pareja heterosexual de convivencia con hijos/as, lo que no significa que en las otras formas de pareja estas pr cticas no existan. Creo que es importante develar estos mecanismos como parte de la tarea de hacer un an lisis cr tico de las injusticias de la vida cotidiana. Si pensamos desde una ptica de igualdad entre los g neros, visibilizarlos es un primer paso para intentar su neutralizaci n y posterior desactivaci n en las relaciones entre mujeres y varones, para contribuir a modificar los juegos Micromachismos : La violencia invisible en la pareja Luis Bonino M ndez 2de dominio y permitir el desarrollo de relaciones m s cooperativas, honestas e igualitarias en derechos y obligaciones.

5 (Miller, 1996) PODER Y G NERO Introducirnos en la visibilizaci n de estas pr cticas supone tener claro previamente que en las relaciones de mujeres y varones no se juegan s lo diferencias sino sobre todo desigualdades, es decir situaciones de poder y estrategias de su ejercicio. Por eso, antes de abordar los mM y para entender m s su ejecuci n, voy a apuntar algunas ideas que hacen a la comprensi n del tema del poder entre los g neros, y que est n sustentadas en pensamientos de Foucault y los estudios feministas aplicados a las familias y a las parejas. El poder no es una categor a abstracta; el poder es algo que se ejerce, que se visualiza en las interacciones (donde sus integrantes lo despliegan). Este ejercicio tiene un doble efecto: opresivo, pero tambi n configurador en tanto provoca recortes de la realidad que definen existencias (espacios, subjetividades, modos de relaci n, etc tera).

6 La palabra "poder" tiene dos acepciones popularmente utilizadas: una es la capacidad de hacer, el poder personal de existir, decidir y autoafirmarse. Es el poder autoafirmativo. Este poder requiere para su ejercicio una legitimidad social que lo autorice (y esta legitimidad s lo la han obtenido hasta hace muy poco los varones). La otra acepci n: la capacidad y la posibilidad de control y dominio sobre la vida o los hechos de los otros, b sicamente para lograr obediencia y lo de ella derivada. Es el poder de dominio. Requiere la tenencia de recursos (bienes, poderes o afectos) que aquella persona que quiera controlarse no tenga y valore, y de medios para sancionarla y premiarla.

7 En este segundo tipo de poder, que es el de quien ejerce la autoridad, se usa la tenencia de los recursos para obligar a interacciones no rec procas, y el control puede ejercerse sobre cualquier aspecto de la autonom a de la persona a la que se busca subordinar (pensamiento, sexualidad, econom a, capacidad decisoria, etc tera). La desigual distribuci n del ejercicio del poder de dominio conduce a la asimetr a relacional. La posici n de g nero (femenino o masculino) es uno de los ejes cruciales por donde discurren estas desigualdades de poder, y la familia/ pareja , uno de los mbitos en que se manifiesta. Esto es as porque nuestra cultura patriarcal ha legitimado la creencia de que el masculino es el nico g nero con derecho al poder autoafirmativo: ser var n supone tener el derecho a ser individuo pleno con todos sus derechos (y derecho a ejercerlos).

8 La cultura androc ntrica niega ese derecho a las mujeres. As los varones quedan ubicados como superiores, y por creerse superiores, es que sienten que tienen derecho a tomar decisiones o a expresar exigencias a las que las mujeres deben sentirse obligadas. Es decir, ejercer poder de control y dominio sobre ellas quienes quedan en lugar subordinado. La ecuaci n "protecci n a cambio de obediencia", clave del contrato de pareja tradicional refleja un importante aspecto de esta situaci n y demuestra la concepci n del dominio masculino en la pareja . A esto se agrega adem s la creencia que el espacio dom stico y de cuidado de las personas es patrimonio femenino, reserv ndose el var n el espacio p blico al cual se define como superior.

9 Este poder de dominio masculino, arraigado como idea y como pr ctica en nuestra cultura se mantiene y se perpet a, entre otras razones por: La divisi n sexual del trabajo, que a n adjudica a la mujer el espacio dom stico, Su naturalizaci n y su inscripci n axiom tica en las mentes de mujeres y varones. La falta de recursos de las mujeres y la deslegitimaci n social de su derecho a ejercer el poder autoafirmativo. Micromachismos : La violencia invisible en la pareja Luis Bonino M ndez 3 El uso por los varones del poder de macrodefinici n de la realidad y del poder de microdefinici n, que es la capacidad y habilidad de orientar el tipo y el contenido de las interacciones cotidianas en t rminos de los propios intereses, creencias y percepciones.

10 Poder llamado tambi n de puntuaci n que se sostiene en la idea del var n como autoridad que define que es lo correcto (Saltzman, 1989). La explotaci n de las femeninas capacidades de cuidado y de ayudar a crecer a seres humanos (el llamado "poder del amor" - Jonnasdotir, 1993) en las que nuestra cultura hace expertas a las mujeres. Suele decirse que tambi n todas las mujeres en su modo de ser tradicional tambi n ejercen poder, sobre todo los llamados "poderes ocultos": el poder de los afectos y el cuidado er tico y maternal? Pero, son stos reales poderes de dominio? No, simplemente pseudopoderes: esfuerzos de influencia sobre el poder masculino y poder gerencial sobre lo delegado por la cultura patriarcal que le impone la reclusi n en el mundo privado.


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