Example: quiz answers

Ramón María del Valle-Inclán - profedelengua.es

Ram n Mar a del Valle-Incl n Luces de bohemia Edici n escolar realizada por el departamento de Lengua Castellana y Literatura IES Maese Rodrigo Carmona 2012 departamento de Lengua Castellana - 2012 2 Luces de Bohemia 3 NDICE ESTUDIOS CR TICOS 1. Biograf 5 2. Valle-Incl n y Luces de 14 (del Colegio San Antonio de Padua, Carcaixent, Valencia) 3. Gu a de 36 (por Joaqu n del Valle-Incl n) Luces de 53 Vocabulario 111 departamento de Lengua Castellana - 2012 4 Luces de Bohemia 5 RAM N MAR A DEL VALLE-INCL N (1866-1936) BIOGRAF A No existe, por el momento, una biograf a rigurosa y bien documentada del escritor, aunque en los ltimos a os se est n consiguiendo importantes avances en este terreno. Las primeras biograf as que se le dedicaron abundaban en an cdotas m s o menos legendarias, a partir de las cuales surg a el perfil de un Valle-Incl n genial, extravagante y provocador, pero tambi n arbitrario en sus ideas est ticas y en sus convicciones ideol gicas.

Departamento de Lengua Castellana - 2012 6 Entre 1898 y 1899 empezará a ponerse de manifiesto la atracción del escritor por el teatro, que se hace

Tags:

  Departamento, Langue, Departamento de lengua

Information

Domain:

Source:

Link to this page:

Please notify us if you found a problem with this document:

Other abuse

Transcription of Ramón María del Valle-Inclán - profedelengua.es

1 Ram n Mar a del Valle-Incl n Luces de bohemia Edici n escolar realizada por el departamento de Lengua Castellana y Literatura IES Maese Rodrigo Carmona 2012 departamento de Lengua Castellana - 2012 2 Luces de Bohemia 3 NDICE ESTUDIOS CR TICOS 1. Biograf 5 2. Valle-Incl n y Luces de 14 (del Colegio San Antonio de Padua, Carcaixent, Valencia) 3. Gu a de 36 (por Joaqu n del Valle-Incl n) Luces de 53 Vocabulario 111 departamento de Lengua Castellana - 2012 4 Luces de Bohemia 5 RAM N MAR A DEL VALLE-INCL N (1866-1936) BIOGRAF A No existe, por el momento, una biograf a rigurosa y bien documentada del escritor, aunque en los ltimos a os se est n consiguiendo importantes avances en este terreno. Las primeras biograf as que se le dedicaron abundaban en an cdotas m s o menos legendarias, a partir de las cuales surg a el perfil de un Valle-Incl n genial, extravagante y provocador, pero tambi n arbitrario en sus ideas est ticas y en sus convicciones ideol gicas.

2 Lo cierto es que el propio escritor contribuy , en gran medida, a esta visi n poco objetiva y mistificada, puesto que siempre eludi las confidencias sobre s mismo y cuando se refiri a su vida lo hizo en clave fabulosa. Al mismo tiempo quiso, como otros artistas de su poca, presentar una apariencia singular e inconfundible, para lo cual se visti de forma at pica y se dej crecer barbas y melena. Los quevedos y su manquedad, as como su extrema delgadez y su declarada afici n al ocultismo, la m stica y el haschis, completaron la imagen de un dandy pobre pero aristocr tico con tintes de fakir. El broche en la construcci n del personaje consisti en la sustituci n del nombre civil, Ram n Valle Pe a, por otro apellido familiar m s sonoro y distinguido, el de Valle-Incl n.

3 Todo ello, sumado a un talante radicalmente inconformista y a una insobornable vocaci n literaria, posibilit que el personaje y su leyenda se impusieran a la realidad hist rica. En todo caso, esta imagen era mucho m s que una pose: a trav s de ella, Valle-Incl n manifestaba su voluntad de distanciarse en todos los sentidos de la clase dominante, la burgues a. Tras finalizar el Bachillerato, Ram n Valle Pe a se hab a matriculado, a instancias paternas, en la Universidad de Santiago de Compostela para cursar Derecho. A la muerte de su padre, se hab a visto liberado de unos estudios que no le interesaban en absoluto y, despu s de una breve estancia en Madrid, se embarc con rumbo a M xico. En esa primera estancia mexicana, que se prolongar desde marzo de 1892 hasta principios de 1893, se afirmar la vocaci n literaria del joven escritor.

4 All se dedicar a malvivir de la prensa, a trav s de colaboraciones period sticas de desigual valor que, no obstante, le permitir n ejercitar su estilo. All se nutrir de las nuevas corrientes est ticas, asentadas en Latinoam rica a partir la publicaci n de Azul (1888), de Rub n Dar o. Y all , como prueba palpable de una personalidad literaria que empezaba a definirse, firmar por primera vez sus escritos con el nombre de Ram n del Valle-Incl n. A su vuelta de M xico, Valle-Incl n se instala en Pontevedra, donde escribe algunos cuentos que se publican en revistas literarias. En 1895 sale a la luz su primer libro,Femeninas, que pasa pr cticamente desapercibido para la cr tica y del que apenas se venden unos pocos ejemplares. El libro presenta seis historias protagonizadas por mujeres y en l son visibles las huellas del Modernismo literario: el erotismo complaciente que recorre todas las narraciones; unas protagonistas sensuales y seductoras cuyos amantes son nobles, artistas o bohemios; la elaborada descripci n de interiores se oriales o de espacios ex ticos; el empleo del simbolismo religioso o pagano asociado a la sensualidad; el uso de referentes art sticos, particularmente pict ricos, para ambientar la narraci n; la inclusi n de elementos m gicos o misteriosos; y, finalmente, el recurso a una lengua literaria que pretende, ante todo, provocar sensaciones y distinguirse por su novedad.

5 Un a o m s tarde, el escritor se traslada a Madrid, donde frecuenta la compa a de j venes artistas como Azor n, Benavente o los hermanos Baroja. En la capital, tendr la oportunidad de acudir a las tertulias de caf -una afici n que habr a de perdurar a lo largo de toda su vida- y conocer las penurias de una bohemia autoimpuesta. En efecto, a partir de estas fechas Valle-Incl n tomar una decisi n que habr de condicionar su futura trayectoria: dedicarse de forma exclusiva a la literatura. En aquellos momentos, la mayor a de escritores colaboraban en la prensa peri dica como modo de subsistir dignamente, pero ello implicaba una serie de servidumbres a las que Valle-Incl n no quer a someterse. Los trabajos period sticos pon an en juego dos valores que para el escritor eran incuestionables: su independencia espiritual y su voluntad de estilo.

6 Una vez anulada su disposici n a trabajar para los diarios, s lo publicar en la prensa algunas cr ticas literarias y pict ricas, o bien fragmentos de sus propias creaciones. En este contexto aparece su segundo libro, Epitalamio (1897), af n en la tem tica y en el estilo a Femeninas y cuya edici n ser costeada por el propio autor. departamento de Lengua Castellana - 2012 6 Entre 1898 y 1899 empezar a ponerse de manifiesto la atracci n del escritor por el teatro, que se hace patente, en un principio, con su participaci n como actor en un par de estrenos teatrales. Asimismo, prosiguen sus contactos con el mundillo art stico de la capital y es en estos momentos cuando tiene lugar el incidente con el escritor Manuel Bueno, una pelea trivial que tendr consecuencias dram ticas para Valle-Incl n, puesto que se saldar con la amputaci n de su brazo izquierdo.

7 El escritor afrontar este hecho con su caracter stico aristocratismo, y, lejos de evidenciar su desgracia, lo convertir en motivo literario a trav s del h roe de las Sonatas, el Marqu s de Bradom n, cuya manquedad responder , en la serie narrativa, a gloriosas haza as. Con el fin de procurarle un brazo ortop dico -que, dicho sea de paso, Valle-Incl n no usar a nunca-, sus amigos (Benavente, Mart nez Sierra, Rosario Pino, entre otros) deciden representar la primera obra dram tica del escritor, Cenizas. El estreno, a pesar de que este drama no conten a los elementos innovadores de sus obras teatrales posteriores, constituir su primer fracaso de p blico. Entre 1902 y 1905, Valle-Incl n publica varias colecciones de relatos -Jard n umbr o (1903), Corte de amor (1903) y Jard n novelesco (1905)-, pero, sobre todo, hay que destacar cinco novelas que ir n viendo la luz de forma sucesiva: por un lado, la serie narrativa constituida por Sonata de oto o (1902), Sonata de est o (1903), Sonata de primavera (1904) y Sonata de invierno (1905), y por otro, la novela Flor de santidad (1904).

8 Con estas creaciones, el escritor empezar a gozar de la celebridad e inaugurar su entrada en la narrativa moderna. Las Sonatas se presentan como las Memorias amables de su protagonista y narrador, el Marqu s de Bradom n, un arist crata afecto a la Causa carlista que, desde la vejez, evoca con nostalgia los lances amorosos de su vida. Bradom n es, en rigor, un nuevo Don Juan, cuya originalidad se desprende de rasgos aparentemente contradictorios: por un lado, feo, cat lico y sentimental y, por otro, c nico, descre do y galante como un cardenal del Renacimiento . De esta forma, el personaje se opone a las caracter sticas tradicionales del Don Juan espa ol, a la vez que incorpora trazos del Casanova italiano.

9 En abierto contraste con el ambiente aristocr tico y palaciego de las Sonatas, la acci n de Flor de santidad transcurre en una Galicia rural y arcaica, poblada de mendigos, pastores y leyendas milagreras. El propio subt tulo, historia milenaria, nos advierte de la intenci n de Valle-Incl n al componer esta novela: lo que se pretende es narrar una historia fijada en un tiempo inmemorial, a medio camino -dir el autor- entre los libros de la Biblia, las epopeyas hom ricas y las leyendas populares ga licas. Con esta historia milenaria, Valle-Incl n configura una imagen m tica de su Galicia natal, que habr de reiterar en algunas de sus creaciones inmediatamente posteriores, como el libro de poemas Aromas de leyenda (1907) o el ciclo dram tico de las Comedias b rbaras.

10 En 1905, Valle-Incl n va a encabezar la protesta contra el homenaje a Echegaray, un c lebre dramaturgo de la poca al que acababa de conced rsele el Premio Nobel. Este autor, con sus dramas efectistas y de un neo-romanticismo trasnochado al servicio de una moral conservadora, tipifica, para los intelectuales m s destacados del momento, la degradaci n del panorama teatral espa ol de finales del siglo XIX y principios del XX. Mientras en Espa a se perpetuaba esta situaci n, abonada por unos empresarios teatrales que no estaban dispuestos a arriesgar sus ganancias, en Europa el teatro hab a experimentado, como las dem s artes, una renovaci n que alcanzaba a todos los niveles del hecho teatral. En este contexto, las Comedias b rbaras van a ser la primera muestra, en el teatro espa ol del siglo XX, de una dramaturgia radicalmente innovadora, af n en sus propuestas a las m s novedosas creaciones europeas coet neas.


Related search queries