Transcription of Rapunzel - Cuentos infantiles
1 Rapunzel _____ Hermanos Grimm Hab a una vez un hombre y una mujer que viv an solos y desconsolados por no tener hijos, hasta que, por fin, la mujer concibi la esperanza de que Dios se dispon a a satisfacer su anhelo. La casa en que viv an ten a en la pared trasera una ventanita que daba a un magn fico jard n, en el que crec an espl ndidas flores y plantas; pero estaba rodeado de un alto muro y nadie osaba entrar en l, ya que pertenec a a una bruja muy poderosa y temida de todo el mundo.
2 Un d a se asom la mujer a aquella ventana a contemplar el jard n, y vio un bancal plantado de hermos simas verduras, tan frescas y verdes, que despertaron en ella un violento antojo de comerlas. El antojo fue en aumento cada d a que pasaba, y como la mujer lo cre a irrealizable, iba perdiendo el color y desmirri ndose, a ojos vistas. Vi ndola tan desmejorada, le pregunt asustado su marido: Qu te ocurre, mujer? Ay! exclam ella, me morir si no puedo comer las verduras del jard n que hay detr s de nuestra casa.
3 El hombre, que quer a mucho a su esposa, pens : o Antes que dejarla morir conseguir las verduras, cueste lo que cueste. Y, al anochecer, salt el muro del jard n de la bruja, arranc precipitadamente un pu ado de verduras y las llev a su mujer. sta se prepar enseguida una ensalada y se la comi muy a gusto; y tanto le gustaron, que, al d a siguiente, su af n era tres veces m s intenso. Si quer a gozar de paz, el marido deb a saltar nuevamente al jard n. Y as lo hizo, al anochecer. Pero apenas hab a puesto los pies en el suelo, tuvo un terrible sobresalto, pues vio surgir ante s la bruja.
4 C mo te atreves, le dijo sta con mirada iracunda, a entrar cual ladr n en mi jard n y robarme las verduras? Lo pagar s muy caro. Ay! respondi el hombre, tened compasi n de m . Si lo he hecho, ha sido por una gran necesidad: mi esposa vio desde la ventana vuestras verduras y sinti un antojo tan grande de comerlas, que si no las tuviera se morir a. La hechicera se dej ablandar y le dijo: Si es como dices, te dejar coger cuantas verduras quieras, con una sola condici n: tienes que darme el hijo que os nazca. Estar bien y lo cuidar como una madre.
5 Tan apurado estaba el hombre, que se avino a todo y, cuando naci el hijo, que era una ni a, se present la bruja y, despu s de ponerle el nombre de Rapunzel ; se la llev . Rapunzel era la ni a m s hermosa que viera el sol. Cuando cumpli los doce a os, la hechicera la encerr en una torre que no ten a puertas ni escaleras y se alzaba en medio de un bosque; nicamente en lo alto hab a una diminuta ventana. Cuando la bruja quer a entrar, se colocaba al pie y gritaba: Rapunzel , Rapunzel , Su ltame tu cabellera! Rapunzel ten a un cabello magn fico y largu simo, fino como hebras de oro.
6 Cuando o a la voz de la hechicera se soltaba las trenzas, las envolv a en torno a un gancho de la ventana y las dejaba colgantes: y como ten an veinte varas de longitud, la bruja trepaba por ellas. Al cabo de algunos a os, sucedi que el hijo del Rey, se encontraba en el bosque, acert a pasar junto a la torre y oy un canto tan melodioso, que hubo de detenerse a escucharlo. Era Rapunzel , que entreten a su soledad lanzando al aire su dulc sima voz. El pr ncipe quiso subir hasta ella y busc la puerta de la torre, pero, no al no encontrar ninguna, se volvi a palacio.
7 No obstante, aquel canto lo hab a arrobado de tal modo, que todos los d as iba al bosque a escucharlo. Hall ndose una vez oculto detr s de un rbol, vio que se acercaba la hechicera, y la oy que gritaba, dirigi ndose a o alto: Rapunzel , Rapunzel , Su ltame tu cabellera! Rapunzel solt sus trenzas, y la bruja se encaram a lo alto de la torre. Si sta es la escalera para subir hasta all , se dijo el pr ncipe, tambi n yo probar fortuna. Y al d a siguiente, cuando ya comenzaba a oscurecer, se encamin al pie de la torre y dijo: Rapunzel , Rapunzel , Su ltame tu cabellera!
8 Enseguida descendi la trenza, y el pr ncipe subi . En el primer momento, Rapunzel se asust mucho al ver un hombre, pues jam s sus ojos hab an visto ninguno. Pero el pr ncipe le dirigi la palabra con gran afabilidad y le explic que su canto hab a impresionado de tal manera su coraz n, que ya no hab a gozado de un momento de paz hasta hallar la manera de subir a verla. Al escucharlo perdi Rapunzel el miedo, y cuando l le pregunt si lo quer a por esposo, viendo la muchacha que era joven y apuesto, pens : Me querr m s que la vieja y le respondi , poniendo la mano en la suya: S ; mucho deseo irme contigo; pero no s c mo bajar de aqu.
9 Cada vez que vengas, tr ete una madeja de seda; con ellas trenzar una escalera y, cuando est terminada, bajar y t me llevar s en tu caballo. Convinieron en que hasta entonces el pr ncipe acudir a todas las noches, ya que de d a iba la vieja. La hechicera nada sospechaba, hasta que un d a Rapunzel le pregunt : Decidme, t a Gothel, c mo es que me cuesta mucho m s subiros a vos que al pr ncipe, que est arriba en un santiam n? Ah, malvada! exclam la bruja, qu es lo que oigo? Pens que te hab a aislado de todo el mundo, y, sin embargo, me has enga ado.
10 Y, furiosa, cogi las hermosas trenzas de Rapunzel , les dio unas vueltas alrededor de su mano izquierda y, empujando unas tijeras con la derecha, zis, zas, en un abrir y cerrar de ojos se las cort , y tir al suelo la espl ndida cabellera. Y fue tan despiadada, que condujo a la pobre Rapunzel a un lugar desierto, conden ndola a una vida de desolaci n y miseria. El mismo d a en que se hab a llevado a la muchacha, la bruja at las trenzas cortadas al gancho de la ventana, y cuando se present el pr ncipe y dijo: Rapunzel , Rapunzel , Su ltame tu cabellera!