Example: air traffic controller

SAN AGUSTÍN: LA CIUDAD DE DIOS - efrueda.com

LA CIUDAD de dios San Agust n Introducci n de Francisco Montes de Oca INTRODUCCI N Del mismo modo que un cuerpo humano minado por la vejez llama a las enfermedades, as el Imperio Romano, a fines del siglo IV, llamaba a su seno a los B rbaros. Y vinieron, en efecto: y llegaron, no s lo como estaban todos habituados a verlos anta o, es decir, como soldados m s o menos encuadrados, sino por tribus enteras, con mujeres y ni os, con carromatos, carretas de bagajes, caballer as de reserva, animales y reba os.

El día de San Pedro y San Pablo del año 411, diez meses después del saqueo, Agustín se dejó caer, como sin pretenderlo, en el tema del destino de la Ciudad y …

Tags:

  Dois, De dios

Information

Domain:

Source:

Link to this page:

Please notify us if you found a problem with this document:

Other abuse

Transcription of SAN AGUSTÍN: LA CIUDAD DE DIOS - efrueda.com

1 LA CIUDAD de dios San Agust n Introducci n de Francisco Montes de Oca INTRODUCCI N Del mismo modo que un cuerpo humano minado por la vejez llama a las enfermedades, as el Imperio Romano, a fines del siglo IV, llamaba a su seno a los B rbaros. Y vinieron, en efecto: y llegaron, no s lo como estaban todos habituados a verlos anta o, es decir, como soldados m s o menos encuadrados, sino por tribus enteras, con mujeres y ni os, con carromatos, carretas de bagajes, caballer as de reserva, animales y reba os.

2 El t rmino exacto para designar aquel fen meno, mucho m s que la palabra espa ola invasi n, que hace pensar, sobre todo, en la entrada de un ej rcito en un pa s, ser a el alem n V lkerwanderung, migraci n de pueblos. Lo que el universo mediterr neo hab a conocido m s de mil a os antes de nuestra Era, cuando los invasores arios, griegos y lat inos, hab an asaltado los viejos imperios, volvi a reproducirse a partir de fines del siglo IV. Uno de los episodios que mayor trascendencia tuvo y que m s conmoci n caus en el seno del Imperio fue el saqueo de Roma por las tropas de Alarico en el a o 410.

3 Acontecimiento terrible, que deposit un dejo de tristeza aun en los esp ritus m s firmes, aunque no fue totalmente inesperado. El propio San Agust n se sint i profundamente conmovido. Llevaba en el coraz n el destino del Imperio, por lo ligado que lo cre a al destino de la Iglesia. Dos a os antes hab a sabido con gran consternaci n, por una carta del presb tero Victoriano, c mo los v ndalos hab an invadido la infortunada Espa a y c mo hab an incendiado sistem ticamente todas las bas licas y asesinado, casi sin excepci n, a cuantos siervos de dios pudieron capturar.

4 Y a comienzos del 409, cuando los visigodos amenazaron por vez primera la CIUDAD eterna, reprend a Agust n a una matrona all residente, porque, habi ndole escrito tres veces, nada le contaba sobre la situaci n de Roma: "Tu ltima carta no me dice nada sobre vuestras tribulaciones. Y querr a saber qu hay de cierto en un confuso rumor llegado hasta m acerca de una amenaza a la CIUDAD " El temor del obispo de Hipona se convertir a en desoladora realidad en menos de dos a os. Roma, la inexpugnable Roma, fue conquistada por Alarico y entregada al saqueo; la CIUDAD eterna tuvo que confesarse mortal.

5 La fecha del 24 de agosto de 410 son en los o dos romanos como la campana de la agon a. Durante cuatro d as consecutivos se desencaden all un frenes de cr menes y de violencias, en una atm sfera de p nico. Pocos d as despu s llegaba al frica la terrible nueva: Roma acababa de ser saqueada por los b rbaros! La vieja capital, invio lada desde los lejanos tiempos de la invasi n gala, hab a sido forzada por las bandas de un godo y gem a todav a bajo el peso de sus ultrajes. Y tras la nueva, fueron llegando algunos de los que lograron escapar a la cat strofe.

6 Ve ase desembarcar, en atuendo m sero y con la mirada turbada, a arist cratas fugitivos portadores de los m s ilustres apellidos romanos. Se escuchaban sus relatos acerca de los actos de terror en la CIUDAD , los palacios incendiados, los jardines de Salustio en llamas, la casa de los ricos, la sangre que manchaba los m rmoles de los foros, los carros de los b rbaros atestados de objetos preciosos robados y maltrechos. Familias enteras hab an quedado aniquiladas, hab an sido asesinados senadores, vio ladas v rgenes consagradas a Dios, y la anciana Marcela hab a sido abandonada por muerta en su palacio del Ayentino, por no haber podido mostrar a los b rbaros asaltantes ning n escondrijo de oro y haberles rogado solamente que respetaran el honor de su joven compa era Principia.

7 Se los o a con horror y se repet an por doquiera sus relatos, mientras ellos, los ltimos romanos, se daban prisa en abandonar la min scula CIUDAD portuaria y marchaban a Cartago, donde inmediatamente ocupaban otra vez localidades en el teatro, y donde, con la presencia de los fugitivos romanos, la locura y barah nda eran mayores que antes. Pero la impresi n de la ca da de Roma no pod a borrarse f cilmente. El mundo parec a decapitado. " C mo han ca do las torres!", le an los ascetas en Jerem as y pensaban en la torre de la muralla aureliana.

8 " Qu solitaria est la CIUDAD , antes populosa!", pensaban las gentes p as, cuando o an hablar del espantoso vac o que siguiera al saqueo, de c mo aullaban los canes en los palacios desiertos, de c mo sal an los supervivientes, agotados por el hambre, despu s de cinco d as de forzada abstinencia, de las bas licas, y se daban la mano para sostenerse en pie por las calles cubiertas de cad veres, mientras chirriaban, camino del sur, por la V a Apia, los carros cargados de oro y plata y de j venes y muchachas cautivas. Es cierto que Alarico y sus soldados no permanecieron m s que tres d as en la CIUDAD eterna, despu s de haberla saqueado a ciencia y conciencia; es cierto que se instituy una fiesta conmemorativa para celebrar el aniversario de su liberaci n.

9 Con todo la ca da de la capital tuvo una resonancia inmensa y durable por todo el Imperio. Puede resultarnos hoy a nosotros un tanto dif cil de comprender: contemplada de lejos, la entrada de los b rbaros en la CIUDAD eterna quiz no nos parezca m s que un incidente banal. La administraci n del Imperio, y el emperador Honorio mismo, hac a varios a os que ya no resid an ah . Retirados a Ravena, fortalecidos detr s de una fuerte cintura de lagunas, se hallaban a buen recaudo desde el 404, y dispuestos a proseguir, sin sentirse inquietados seriamente, aquellas bajas intrigas que constitu an lo esencial de sus preocupaciones cotidianas.

10 Por lo dem s, al cabo de pocos a os los mismos contempor neos se dieron cuenta de que nada hab a cambiado en sus costumbres, de que el Imperio sobreviv a a todas las cat strofes y de que no hab a lugar para inquietarse por un desastre tan r pidamente reparado. Pero de momento no fue as . Tremendamente sacudidos en sus nimos paganos y cristianos pusi ronse por una vez de acuerdo para pla ir juntos las calamidades que les afectaban igualmente. Hac a largo tiempo que ven an, atribuyendo los primeros todas las desventuras de Roma al hecho de que los cristianos hubiesen abandonado a sus antiguos dioses.


Related search queries