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Siete noches - Rafael Landívar University

Siete noches . JORGE LU S BORGES. Jorge Luis Borges Siete noches NDICE. Una LA DIVINA COMEDIA .. 3. Dos LA PESADILLA .. 13. Tres LAS MIL Y UNA noches .. 21. Cuatro EL 28. Cinco LA POES A .. 36. Seis LA CABALA .. 46. Siete LA 52. EPILOGO .. 59. 2. Jorge Luis Borges Siete noches Una LA DIVINA COMEDIA. SE ORAS, SE ORES: Paul Claudel ha escrito en una p gina indigna de Paul Claudel que los espect culos que nos aguardan m s all de la muerte corporal no se parecer n, sin duda, a los que muestra Dante en el Infierno, en el Purgatorio y en el Para so, Esta curiosa observaci n de Claudel, en un art culo por lo dem s admirable, puede ser comentada de dos modos. En primer t rmino, vemos en esta observaci n una prueba de la intensidad del texto de Dante, el hecho de que una vez le do el poema y mientras lo leemos tendemos a pensar que l se imaginaba el otro mundo exactamente como lo presenta.

tenemos las dos diferencias; los griegos hablan de generaciones que cantan, Mallarmé habla de un objeto, de una cosa entre las cosas, un libro. Pero la idea es la misma, la idea de que nosotros estamos hechos para el arte, estamos hechos para la memoria, estamos hechos para la poesía o posiblemente estamos hechos para el olvido.

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1 Siete noches . JORGE LU S BORGES. Jorge Luis Borges Siete noches NDICE. Una LA DIVINA COMEDIA .. 3. Dos LA PESADILLA .. 13. Tres LAS MIL Y UNA noches .. 21. Cuatro EL 28. Cinco LA POES A .. 36. Seis LA CABALA .. 46. Siete LA 52. EPILOGO .. 59. 2. Jorge Luis Borges Siete noches Una LA DIVINA COMEDIA. SE ORAS, SE ORES: Paul Claudel ha escrito en una p gina indigna de Paul Claudel que los espect culos que nos aguardan m s all de la muerte corporal no se parecer n, sin duda, a los que muestra Dante en el Infierno, en el Purgatorio y en el Para so, Esta curiosa observaci n de Claudel, en un art culo por lo dem s admirable, puede ser comentada de dos modos. En primer t rmino, vemos en esta observaci n una prueba de la intensidad del texto de Dante, el hecho de que una vez le do el poema y mientras lo leemos tendemos a pensar que l se imaginaba el otro mundo exactamente como lo presenta.

2 Fatalmente creemos que Dante se imaginaba que una vez muerto, se encontrar a con la monta a inversa del Infierno o con las terrazas del Purgatorio o con los cielos conc ntricos del Para so. Adem s, hablar a con sombras (sombras de la Antig edad cl sica) y algunas conversar an con l en tercetos en italiano. Ello es evidentemente absurdo. La observaci n de Claudel corresponde no a lo que razonan los lectores (porque razon ndola se dar an cuenta de que es absurda) sino a lo que sienten y a lo que puede alejarlos del placer, del intenso placer de la lectura de la obra. Para refutarla, abundan testimonios. Uno es la declaraci n que se atribuye al hijo de Dante.

3 Dijo que su padre se hab a propuesto mostrar la vida de los pecadores bajo la imagen del Infierno, la vida de los penitentes bajo la imagen del Purgatorio y la vida de los justos bajo la imagen del Para so. No ley de un modo literal. Tenemos, adem s, el testimonio de Dante en la ep stola dedicada a Can Grande della Scala. La ep stola ha sido considerada ap crifa, pero de cualquier modo no puede ser muy posterior a Dante y, sea lo que fuere, es fidedigna de su poca. En ella se afirma que la Comedia puede ser le da de cuatro modos. De esos cuatro modos, uno es el literal; otro, el aleg rico. Seg n ste, Dante ser a el s mbolo del hombre, Beatriz el de la fe y Virgilio el de la raz n.

4 La idea de un texto capaz de m ltiples lecturas es caracter stica de la Edad Media, esa Edad Media tan calumniada y compleja que nos ha dado la arquitectura g tica, las sagas de Islandia y la filosof a escol stica en la que todo est discutido. Que nos dio, sobre todo, la Comedia, que seguimos leyendo y que nos sigue asombrando, que durar m s all de nuestra vida, mucho m s all . de nuestras vigilias y que ser enriquecida por cada generaci n de lectores. Conviene recordar aqu a Escoto Er gena, que dijo que la Escritura es un texto que encierra infinitos sentidos y que puede ser comparado con el plumaje tornasolado del pavo real. Los cabalistas hebreos sostuvieron que la Escritura ha sido escrita para cada uno de los fieles; lo cual no es incre ble si pensamos que el autor del texto y el autor de los lectores es el mismo: Dios.

5 Dante no tuvo por qu suponer que lo que l nos muestra corresponde a una imagen real del mundo de la muerte. No hay tal cosa. Dante no pudo pensar eso. Creo, sin embargo, en la conveniencia de ese concepto ingenuo, ese concepto de que estamos leyendo un relato ver dico. Sirve para que nos dejemos llevar por la lectura. De m s decir que soy lector hed nico; nunca he le do un libro porque fuera antiguo. He le do libros por la emoci n est tica que me deparan y he postergado los comentarios y las cr ticas. Cuando le por primera vez la Comedia, me dej llevar por la lectura. He le do la Comedia como he le do otros libros menos famosos. Quiero confiarles, ya que estamos entre amigos, y ya que no estoy hablando 3.

6 Jorge Luis Borges Siete noches con todos ustedes sino con cada uno de ustedes, la historia de mi comercio personal con la Comedia. Todo empez poco antes de la dictadura. Yo estaba empleado en una biblioteca del barrio de Almagro. Viv a en Las Heras y Pueyrred n, ten a que recorrer en lentos y solitarios tranv as el largo trecho que desde ese barrio del Norte va hasta Almagro Sur, a una biblioteca situada en la Avenida La Plata y Carlos Calvo. El azar (salvo que no hay azar, salvo que lo que llamamos azar es nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la causalidad) me hizo encontrar tres peque os vol menes en la Librer a Mitchell, hoy desaparecida, que me trae tantos recuerdos.

7 Esos tres vol menes (yo deber a haber tra do uno como talism n, ahora) eran los tomos del Infierno, del Purgatorio y del Para so, vertidos al ingl s por Carlyle, no por Thonias Carlyle, del que hablar luego. Eran libros muy c modos, editados por Dent. Cab an en mi bolsillo. En una p gina estaba el texto italiano y en la otra el texto en ingl s, vertido literalmente. Imagin este modus operandi: le a primero un vers culo, un terceto, en prosa inglesa; luego le a el mismo vers culo, el mismo terceto, en italiano;. iba siguiendo as hasta llegar al fin del canto. Luego le a todo el canto en ingl s y luego en italiano. En esa primera lectura comprend que las traducciones no pueden ser un suced neo del texto original.

8 La traducci n puede ser, en todo caso, un medio y un est mulo para acercar al lector al original; sobre todo, en el caso del espa ol. Creo que Cervantes, en alguna parte del Quijote, dice que con dos ochavos de lengua toscana uno puede entender a Ariosto. Pues bien; esos dos ochavos de lengua toscana me fueron dados por la semejanza fraterna del italiano y el espa ol. Ya entonces observ que los versos, sobre todo los grandes versos de Dante, son mucho m s de lo que significan. El verso es, entre tantas otras cosas, una entonaci n, una acentuaci n muchas veces intraducibie. Eso lo observ desde el principio. Cuando llegu a la cumbre del Para so, cuando llegu al Para so desierto, ah , en aquel momento en que Dante est.

9 Abandonado por Virgilio y se encuentra solo y lo llama, en aquel momento sent que pod a leer directamente el texto italiano y s lo mirar de vez en cuando el texto ingl s. Le as los tres vol menes en esos lentos viajes de tranv a. Despu s le otras ediciones. He le do muchas veces la Comedia. La verdad es que no s italiano, no s otro italiano que el que me ense Dante y que el que me ense , despu s, Ariosto cuando le el Furioso. Y luego el m s f cil, desde luego, de Croce, He le do casi todos los libros de Croce y no siempre estoy de acuerdo con l, pero siento su encanto. El encanto es, como dijo Stevenson, una de las cualidades esenciales que debe tener el escritor.

10 Sin el encanto, lo dem s es in til. Le muchas veces la Comedia, en distintas ediciones, y pude gozar de los comentarios. De todas ellas, dos me reservo particularmente: la de Mornigliano y la de Grabher. Recuerdo tambi n la de Hugo Steiner. Le a todas las ediciones que encontraba y me distra a con los distintos comentarios, las distintas interpretaciones de esa obra m ltiple. Comprob que en las ediciones m s antiguas predomina el comentario teol gico; en las del siglo diecinueve, el hist rico, y actualmente el est tico, que nos hace notar la acentuaci n de cada verso, una de las m ximas virtudes de Dante. Se ha comparado a Milton con Dante, pero Milton tiene una sola m sica: es lo que se llama en ingl s un estilo sublime.


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