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TRASTORNOS REACTIVOS DEL VÍNCULO EN LA …

TRASTORNOS REACTIVOS DEL V NCULO EN LA PRIMERA INFANCIA Magda Sarl i Gallart Sabemos que los beb s humanos nacen en un estado embrionario y que no pueden sobrevivir sin que un adulto se haga cargo de ellos. Su desarrollo f sico y ps quico depende del trato que reciba de su entorno -los padres o sustitutos- y de la calidad, permanencia y constancia, de estos que ser n quienes le dar n la seguridad para establecer unas bases de desarrollo ps quico y funciones mentales b sicas. Al beb le es imprescindible alguien que le piense, que le desee y que haga una funci n de soporte de sus necesidades, ansiedades y de su yo en formaci n. Si no hay una figura parental que vaya dotando de sentido sus experiencias, dif cilmente podr desarrollarse. Necesita un adulto que lo quiera, para ayudarle a ir realizando e integrando estas necesidades.

“organizadores del yo” en el primer desarrollo del lactante, sobre todo resaltando la importancia de la sonrisa al rostro de frente, la ansiedad ante el extraño y la emisión

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1 TRASTORNOS REACTIVOS DEL V NCULO EN LA PRIMERA INFANCIA Magda Sarl i Gallart Sabemos que los beb s humanos nacen en un estado embrionario y que no pueden sobrevivir sin que un adulto se haga cargo de ellos. Su desarrollo f sico y ps quico depende del trato que reciba de su entorno -los padres o sustitutos- y de la calidad, permanencia y constancia, de estos que ser n quienes le dar n la seguridad para establecer unas bases de desarrollo ps quico y funciones mentales b sicas. Al beb le es imprescindible alguien que le piense, que le desee y que haga una funci n de soporte de sus necesidades, ansiedades y de su yo en formaci n. Si no hay una figura parental que vaya dotando de sentido sus experiencias, dif cilmente podr desarrollarse. Necesita un adulto que lo quiera, para ayudarle a ir realizando e integrando estas necesidades.

2 Si no hay nadie que le sostenga, que tenga cuidado de l, que vaya presentando el mundo al ni o poco a poco y sin violar su experiencia, permitiendo que le vaya descubriendo y que vaya ilusion ndose, el beb tendr graves dificultades para ir configurando su estructura ps quica. Las experiencias primeras que un ni o hace en el seno de la familia contribuyen a formar su manera de estar en el mundo, e ir determinada por la calidad de las experiencias emocionales. Como se ha ayudado al ni o ha metabolizar sus ansiedades, como se las han contenido y como han sido entendidas sus necesidades, formar n en l el sentimiento de confianza b sica, elemento insustituible de la salud mental y de la capacidad para aprender. En la medida que se pueda tolerar el sufrimiento y la frustraci n y queda contenido emocionalmente, se puede probar, ensayar, explorar, investigar.

3 Permite entonces adquirir una nueva habilidad, permite aprender. V nculo, pensamiento y capacidad de aprendizaje son aspectos de la estructuraci n interna del ni o que van ntimamente entrelazados. Un v nculo tiene que ser aprendido, en el sentido que se basa en la experiencia con otra persona. El ni o que no ha tenido nadie estable y constante para quien sea objeto de amor, puede tener una experiencia del mundo como de un lugar poco coherente, desordenado, imprevisible, en el que si siente malestar no encuentra una respuesta que lo aminore; un mundo un tanto hostil donde no se sabe que se puede esperar. Interioriza una vivencia de escasa confianza en las personas, ya que estas no han estado lo bastante estables ni disponibles. Las clasificaciones internacionales de TRASTORNOS mentales m s utilizadas en la pr ctica cl nica incluyen una categor a diagn stica que posee sumo inter s psicopatol gico con los planteamientos de la psiquiatr a de la infancia y la adolescencia, ya que aporta importantes dimensiones con evidentes repercusiones para la comprensi n de los TRASTORNOS mentales en general: los TRASTORNOS de la vinculaci n en la infancia (TVI).

4 La CIE-10 los incluye en los TRASTORNOS del comportamiento social de comienzo habitual en la infancia, con dos categor as diagn sticas: TVI reactivo ( ) y TVI desinhibido ( ). La clasificaci n nacional de la APA, DSM-IV: lo describe en un apartado m s amplio e inespec fico de otros TRASTORNOS de la infancia, la ni ez o la adolescencia , como TVI o la ni ez reactivo ( ), con dos subtipos: el inhibido ( ) y el desinhibido ( ). Estos procesos tienen una clara relaci n con las primeras etapas del desarrollo y, por lo tanto, pertenecen al campo de estudio de la psiquiatr a de la infancia y la adolescencia, pero esta categor a no ha tenido la atenci n especifica que requer an, no resultando ser de las categor as m s revisadas por los paidopsiquiatras que de forma parad jica, contin an buscando categor as estad sticas y diagn sticas con un claro contenido e influencia adultom rficas.

5 El primer autor en llamar la atenci n sobre la importancia de la interacci n madre-bebe en el desarrollo precoz de la forma de ser y de reaccionar de los beb s fue un alumno de Maim nides llamado: Arid-ibn Sa'd Al-Kahtib Al-Qurtubi, quien hizo hincapi en el papel fundamental de la alimentaci n a pecho para establecer unos buenos lazos entre la madre o nodriza y el beb . De forma m s descriptivo-fenomenol gica Billard, pionero de la pediatr a francesa, describe en 1828 en su Tratado de las enfermedades de los ni os un proceso de sumo inter s cl nico: los c licos del primer trimestre. En dicha descripci n cl nica existen pinceladas de gran inter s: las nodrizas rechazan alimentarlos y los llaman con el nombre, indudablemente merecido, de ni os malvados , dichos c licos provienen de una exaltaci n de la sensibilidad y expresan un malestar.

6 Esta fina y precisa descripci n fenomenol gica, unido a una gran capacidad de observaci n explican estas sutiles exposiciones que, a n hoy en d a, cuesta trabajo completar y, m s a n, rebatir. Las aportaciones psicoanal ticas acerca de las relaciones objetales resultan de sumo inter s conceptual para comprender este tipo de procesos: Freud hace una peculiar conceptualizaci n /diferenciaci n entre sujeto y objeto. M. Klein distingue entre objeto bueno y objeto malo; el concepto de relaciones objetales introducido en la cl nica por la escuela francesa (Lebovici, Diatkine, Soul , Fain) y la revisi n conceptual compleja y densa realizada por Lacan y su escuela. Todas estas aportaciones centran las interacciones precoces madre-beb como fundamento del psiquismo humano posterior.

7 La d cada de los cuarenta resulta de gran trascendencia: primero porque Lorenz aporta sus investigaciones acerca del apego y de las fundamentaciones psicobiol gicas de lo que se ha venido llamando como imprinting , que son fases constitutivas y constitucionales del ser humano. Segundo, porque estos descubrimientos abren un gran debate acerca de lo cong nito y lo adquirido en la conducta humana, debate al que colaboran otros importantes autores como Winnicott, Harlow y el propio Lorenz. Tercero porque, casi simult neamente, Spitz publica sus aportaciones sobre la depresi n anacl tica de los lactantes institucionalizados que aplica tambi n a los ni os /as hospitalizados, un debate que se ha prolongado hasta nuestros d as sobre la necesidad y/o pertinencia de la hospitalizaci n madre-hijo/a con el fin de evitar las bruscas separaciones y rupturas vinculares.

8 Spitz realiza otra aportaci n de especial impacto en esta l nea: la descripci n de los organizadores del yo en el primer desarrollo del lactante, sobre todo resaltando la importancia de la sonrisa al rostro de frente, la ansiedad ante el extra o y la emisi n con sentido de la secuencia No-S . Sin duda las formulaciones de Ainsworth y, sobre todo, de Bowlby ser n las que van a adquirir una gran difusi n, abriendo el panorama que se plantea en la actualidad. Bowlby resalta la importancia de las primeras experiencias del beb durante el primer a o de vida para el establecimiento vincular y de unas conductas de apego funcionalmente adecuadas. En un principio se planteaba una nica figura de apego centrada en la figura materna, se llamaba monotrop a; el progreso de las inves-tigaciones hizo que se introdujera el concepto de jerarqu a de figuras en el proceso de vinculaci n humana, con la presencia de figuras de apego principales y otras auxiliares, se constat que, en ocasiones, algunas figuras de apego secundarias pod an compensar algunos aspectos de la privaci n de la figura de apego primaria.

9 Posteriores investigaciones de autores como Stem, Cramer, Brazelton, Samerotf, Emde, van ajustando los conceptos tanto desde la perspectiva evolutiva, como desde la pro-yecci n psicopatol gica y cl nica. Nuestro pa s no ha estado al margen de esta perspectiva y ha realizado aportaciones de especial relevancia. Augusto Vidal Perera en su cl sico texto publicado en l908 (2 edici n): Psiquiatr a Infantil, desarrollaba una serie de conceptos de inter s: hablaba de herencia biol gica y herencia psicol gica estableciendo unas Leyes generales, y seg n se alterara alguna de estas leyes se daba lugar a dos cuadros cl nicos: Estados morbosos de la atenci n por exceso y estados morbosos de la atenci n por defecto , en ambos casos hac a referencia a la atenci n recibida desde las primeras etapas del desarrollo y a c mo se respond a ante las demandas establecidas por los ni os/as peque os y por parte de qui n.

10 Las bases de conductas de apego y proceso vincular estaban delineadas, otra cosa es que estamos haciendo esta lectura desde los conocimientos que tenemos en la actualidad. En la d cada de los setenta, Rof Carballo, expone de forma brillante la interacci n entre lo biol gico y lo psicol gico en la cl nica psicosom tica. Su c rculo v scero-emocional es de una gran enjundia para comprender el substrato de los procesos vinculares, por lo que cabe considerarle como el aut ntico precursor en nuestro pa s de este tipo de concepci n psicopatol gica, tal y como se ala Polaino y cols. M s recientemente existen en Espacia trabajos realizados sobre el v nculo, su ruptura precoz y las posibilidades de restablecimiento del v nculo da ado: L pez en Salamanca (investigaci n con ni os / as institucionalizados), Bayo en Madrid (madres adolescentes con escaso soporte socio-familiar) y Amor s en Barcelona (adopci n y acogimiento familiar).


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