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Electra

EELLEECCTTRRAA SS FFOOCCLLEESSE lectra S focles 2 Personajes PEDAGOGO. ORESTES. Electra . CORO DE DONCELLAS ARGIVAS. CRIS TEMIS. CLITEMNESTRA. EGISTO. 2 Electra S focles 3 (Ante el palacio real de Micenas. Al fondo, la llanura de la Arg lide. Amanece.) PEDAGOGO: Oh, hijo de Agamen n, del jefe del ej rcito ante Troya! Ahora te es permitido ver lo que siempre has deseado.

A su vez Agamenón fue asesinado por su esposa Clitemnestra con la colaboración de su amante Egisto 3. Electra Sófocles 4 afirme mi casa y posea las riquezas de mis ascendientes. Basta. Tú, anciano, entra y haz tu oficio. Nosotros, salgamos. La ocasión apremia, en efecto, y …

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1 EELLEECCTTRRAA SS FFOOCCLLEESSE lectra S focles 2 Personajes PEDAGOGO. ORESTES. Electra . CORO DE DONCELLAS ARGIVAS. CRIS TEMIS. CLITEMNESTRA. EGISTO. 2 Electra S focles 3 (Ante el palacio real de Micenas. Al fondo, la llanura de la Arg lide. Amanece.) PEDAGOGO: Oh, hijo de Agamen n, del jefe del ej rcito ante Troya! Ahora te es permitido ver lo que siempre has deseado.

2 Esta es la antigua Argos, el suelo consagrado a la hija aguijoneada de Inaco1. He aqu , Orestes, el gora licia del Dios matador de lobos; luego, a la izquierda, el templo ilustre de Hera. Ves, cr elo, la rica Micenas, adonde hemos llegado, y la fat dica mansi n de los Pel pidas2, donde, en otro tiempo, despu s de la muerte de tu padre, te recib de manos de tu hermana, y, habi ndote llevado y salvado, te cri hasta esta edad para vengar la muerte paterna. Ahora, pues, Orestes, y t , el m s querido de los hu spedes, P lades, se trata de deliberar con prontitud sobre lo que es preciso hacer.

3 Ya el brillante resplandor de Helios despierta los cantos matinales de las aves y cae la negra Noche llena de astros. Antes de que hombre alguno salga de la morada, celebrad consejo; porque, en el estado de las cosas, no ha ya lugar a vacilar, sino a obrar. ORESTES: Oh, el m s querido de los servidores, cu ntas se ales ciertas me das de tu benevolencia hacia nosotros! En efecto, como un caballo de buena raza, aunque envejezca, no pierde nimo en el peligro, sino que levanta las orejas, as t nos excitas y nos sigues de los primeros.

4 Por eso te dir lo que he resuelto. T , escuchando mis palabras con toda tu atenci n, repr ndeme si me enga o. Cuando iba a buscar el or culo p tico, para saber c mo hab a de castigar a los matadores de mi padre, Febo me respondi lo que vas a o r: T solo, sin armas, sin ej rcito, secretamente y por medio de emboscadas, debes, por tu propia mano, darles justa muerte. As , puesto que hemos o do este or culo, t , cuando sea tiempo, entra en la morada, para que, habiendo averiguado lo que all ocurre, vengas a dec rnoslo con certeza.

5 No te reconocer n ni sospechar n de ti, despu s de tanto tiempo, y habiendo blanqueado tus cabellos. Diles que eres un extranjero focidio, enviado por un hombre llamado Fanoteo. Y, en efecto, ste es su mejor aliado. An nciales tambi n, y j rales, que Orestes ha sido v ctima del destino por una muerte violenta, habiendo ca do de un carro veloz en los Juegos P ticos. Que tales sean tus palabras! Nosotros, despu s de haber hecho libaciones a mi padre, como est ordenado, y depositado sobre su tumba nuestros cabellos cortados, volveremos aqu , llevando en las manos la urna de bronce que he escondido en las bre as, como sabes, a lo que pienso.

6 As les enga aremos con falsas palabras, tray ndoles la feliz noticia de que mi cuerpo ya no existe, que est quemado y reducido a ceniza. Por qu , en efecto, me hab a de ser penoso estar muerto en las palabras, puesto que vivo y adquirir gloria? Creo que no hay palabra alguna de mal augurio si ella es til. He visto ya con mucha frecuencia sabios que se dec a muertos volver a su morada y verse m s honrados; por lo cual, estoy seguro de que yo tambi n, vivo, aparecer como un astro ante mis enemigos. Oh, tierra de la patria!

7 , y vosotros, Dioses del pa s, recibidme favorablemente; y t tambi n, oh, casa paterna!, porque vengo, impulsado por los Dioses, para purificarte con la expiaci n del crimen. No me despid is deshonrado de esta tierra, sino haced que 1 Inaco, dios-r o de Argos, es el padre de Yo, sacerdotisa de Hera en Argos. Zeus se enamor de ella y, para sustraerla a los celos de Hera, esposa de Zeus, la transform en vaca, que fue torturada constantemente por un t bano. 2 P lope es el padre de Atreo y Tiestes. Atreo sacrific a los hijos de su hermano sirvi ndole a la mesa su propia carne.

8 A su vez Agamen n fue asesinado por su esposa Clitemnestra con la colaboraci n de su amante Egisto 3 Electra S focles 4 afirme mi casa y posea las riquezas de mis ascendientes. Basta. T , anciano, entra y haz tu oficio. Nosotros, salgamos. La ocasi n apremia, en efecto, y ella es la que preside a todas las empresas de los hombres. Electra (Dentro del palacio.): Ay de m ! PEDAGOGO: Me parece, oh, hijo!, que he o do a una de las sirvientas suspirar en la morada.

9 ORESTES: No es la infortunada Electra ? Quieres que permanezcamos aqu y escuchemos sus quejas? PEDAGOGO: No, por cierto. Sin cuidarnos de cosa alguna, nos hemos de apresurar a cumplir las rdenes de Lojias3. Debes, sin preocuparte de esto, hacer libaciones a tu padre. Esto nos asegurar la victoria y dar un feliz t rmino a nuestra empresa. (Salen los tres personajes y hace acto de presencia Electra .) Electra : Oh, Luz sagrada, Aire que llenas tanto espacio como la tierra, cu ntas veces hab is o do los gritos innumerables de mis lamentos y los golpes asestados a mi ensangrentado pecho, cuando se va la noche tenebrosa!

10 Y mi lecho odioso, en la morada miserable, sabe las largas vigilias que paso, llorando a mi desgraciado padre, a quien Ares4 no ha recibido, como un hu sped ensangrentando, en una tierra extra a, sino de quien mi madre y su compa ero de lecho, Egisto, hendieron la cabeza con un hacha cruenta, como los le adores hacen con una encina. Y nadie m s que yo te compadece, oh, padre, v ctima de esa muerte indigna y miserable! Pero yo no cesar de gemir y de lanzar amargos lamentos mientras vea el fulgor centelleante de los astros, mientras vea la luz del sol; y, semejante al ruise or privado de sus peque uelos, ante las puertas de las paternas moradas prorrumpir en mis agudos gritos en presencia de todos.


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