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Espejos. Una historia casi universal

EEEssspppeeejjjooosss *Una historia casi universal * eduardo galeano Espa a M xico Argentina Esto es una copia de seguridad de mi libro original en papel, para mi uso personal. Si ha llegado a tus manos, es en calidad de pr stamo, de amigo a amigo, y deber s destruirlo una vez lo hayas le do, no pudiendo hacer, en ning n caso, difusi n ni uso comercial del mismo. eduardo galeano , 2008 de esta edici n, febrero de 2008 SIGLO XXI DE ESPA A EDITORES Men ndez Pidal, 3 bis. 28036 MADRID En coedici n con SIGLO XXI EDITORES, S. A. DE C. V. Cerro del Agua, 248. 04310 M xico D. F. SIGLO XXI IBEROAMERICANA, S.

Eduardo Galeano Espejos. Una historia casi universal 8 Fundación del fuego En la escuela me enseñaron que en el tiempo de las cavernas descubrimos

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1 EEEssspppeeejjjooosss *Una historia casi universal * eduardo galeano Espa a M xico Argentina Esto es una copia de seguridad de mi libro original en papel, para mi uso personal. Si ha llegado a tus manos, es en calidad de pr stamo, de amigo a amigo, y deber s destruirlo una vez lo hayas le do, no pudiendo hacer, en ning n caso, difusi n ni uso comercial del mismo. eduardo galeano , 2008 de esta edici n, febrero de 2008 SIGLO XXI DE ESPA A EDITORES Men ndez Pidal, 3 bis. 28036 MADRID En coedici n con SIGLO XXI EDITORES, S. A. DE C. V. Cerro del Agua, 248. 04310 M xico D. F. SIGLO XXI IBEROAMERICANA, S.

2 A. Avda. Independencia, 1860. 1225 Buenos Aires SIGLO XXI EDITORES, S. A. Tucum n, Buenos Aires Imagen de cubierta: Escultura de Nigeria, en If (Museo Nacional, If ). Fotograf a de Andrea Jemolo Ilustraciones interiores: Grabados de la exposici n Monstruos y seres imaginarios , en la Biblioteca Nacional de Espa a. (La lista completa de autores est al final del libro.) Biblioteca Nacional de Espa a, 2000 Dise o de cubierta: simonpatesdesign Edici n al cuidado de Ana P rez ISBN: 978-84-323-1314-1 Dep sito legal: S. 332-2008 Impresi n: Gr ficas Varona, Salamanca Edici n digital para LiberBibliOteca: Septiembre, 2008 Scan: Adrastea.

3 Correcci n R1: Ana Mar a. Aqu no hay fuentes bibliogr ficas. No tuve m s remedio que suprimirlas. A tiempo advert que iban a ocupar m s p ginas que los casi seiscientos relatos de este libro. Tampoco est la lista de los muchos colaboradores que hicieron posible que Espejos fuera algo m s que un proyecto delirante. No puedo dejar de mencionar, sin embargo, a los que me salvaron de m s de un papel n cuando tuvieron la paciencia de leer el manuscrito final: Tim Chapman, Antonio Do ate, Karl H bener, Carlos Machado, Pilar Royo y Raquel Villagra. Este libro est dedicado a ellos y a los innumerables amigos que hicieron posible esta tarea imposible.

4 Y a Helena, muy. En Montevideo, ltimos d as del a o 2007 Padre, p ntame el mundo en mi cuerpo. (Canto ind gena de Dakota del Sur) Los espejos est n llenos de gente. Los invisibles nos ven. Los olvidados nos recuerdan. Cuando nos vemos, los vemos. Cuando nos vamos, se van? De deseo somos La vida, sin nombre, sin memoria, estaba sola. Ten a manos, pero no ten a a qui n tocar. Ten a boca, pero no ten a con qui n hablar. La vida era una, y siendo una era ninguna. Entonces el deseo dispar su arco. Y la flecha del deseo parti la vida al medio, y la vida fue dos. Los dos se encontraron y se rieron. Les daba risa verse, y tocarse tambi n.

5 Caminos de alta fiesta Ad n y Eva eran negros? En frica empez el viaje humano en el mundo. Desde all emprendieron nuestros abuelos la conquista del planeta. Los diversos caminos fundaron los diversos destinos, y el sol se ocup del reparto de los colores. Ahora las mujeres y los hombres, arcoiris de la tierra, tenemos m s colores que el arcoiris del cielo; pero somos todos africanos emigrados. Hasta los blancos blanqu simos vienen del frica. eduardo galeano Espejos. Una historia casi universal 7 Quiz nos negamos a recordar nuestro origen com n porque el racismo produce amnesia, o porque nos resulta imposible creer que en aquellos tiempos remotos el mundo entero era nuestro reino, inmenso mapa sin fronteras, y nuestras piernas eran el nico pasaporte exigido.

6 El metel os Estaban separados el cielo y la tierra, el bien y el mal, el nacimiento y la muerte. El d a y la noche no se confund an y la mujer era mujer y el hombre, hombre. Pero Ex , el bandido errante, se divert a, y se divierte todav a, armando prohibidos revoltijos. Sus diabluras borran las fronteras y juntan lo que los dioses hab an separado. Por su obra y gracia, el sol se vuelve negro y la noche arde, y de los poros de los hombres brotan mujeres y las mujeres transpiran hombres. Quien muere nace, quien nace muere, y en todo lo creado o por crear se mezclan el rev s y el derecho, hasta que ya no se sabe qui n es el mandante ni qui n el mandado, ni d nde est el arriba, ni d nde el abajo.

7 M s tarde que temprano, el orden divino restablece sus jerarqu as y sus geograf as, y pone cada cosa en su lugar y a cada cual en lo suyo; pero m s temprano que tarde reaparece la locura. Entonces los dioses lamentan que el mundo sea tan ingobernable. Cavernas Las estalactitas cuelgan del techo. Las estalagmitas crecen desde el suelo. Todas son fr giles cristales, nacidos de la transpiraci n de la roca, en lo hondo de las cavernas que el agua y el tiempo han excavado en las monta as. Las estalactitas y las estalagmitas llevan miles de a os busc ndose en la oscuridad, gota tras gota, unas bajando, otras subiendo. Algunas demorar n un mill n de a os en tocarse.

8 Apuro, no tienen. eduardo galeano Espejos. Una historia casi universal 8 Fundaci n del fuego En la escuela me ense aron que en el tiempo de las cavernas descubrimos el fuego frotando piedras o ramas. Desde entonces, lo vengo intentando. Nunca consegu arrancar ni una humilde chispita. Mi fracaso personal no me ha impedido agradecer los favores que el fuego nos hizo. Nos defendi del fr o y de las bestias enemigas, nos cocin la comida, nos alumbr la noche y nos invit a sentarnos, juntos, a su lado. Fundaci n de la belleza Est n all , pintadas en las paredes y en los techos de las cavernas.

9 Estas figuras, bisontes, alces, osos, caballos, guilas, mujeres, hombres, no tienen edad. Han nacido hace miles y miles de a os, pero nacen de nuevo cada vez que alguien las mira. C mo pudieron ellos, nuestros remotos abuelos, pintar de tan delicada manera? C mo pudieron ellos, esos brutos que a mano limpia peleaban contra las bestias, crear figuras tan llenas de gracia? C mo pudieron ellos dibujar esas l neas volanderas que escapan de la roca y se van al aire? C mo pudieron O eran ellas? Verdores del S hara En Tassili y otras comarcas del S hara, las pinturas rupestres nos ofrecen, desde hace unos seis mil a os, estilizadas im genes de vacas, toros, ant lopes, jirafas, rinocerontes, Esos animales eran pura imaginaci n?

10 O beb an arena los habitantes del desierto? Y qu com an? Piedras? eduardo galeano Espejos. Una historia casi universal 9 El arte nos cuenta que el desierto no era desierto. Sus lagos parec an mares y sus valles daban de pastar a los animales que tiempo despu s tuvieron que emigrar al sur, en busca del verdor perdido. C mo pudimos? Ser boca o ser bocado, cazador o cazado. sa era la cuesti n. Merec amos desprecio, o a lo sumo l stima. En la intemperie enemiga, nadie nos respetaba y nadie nos tem a. La noche y la selva nos daban terror. ramos los bichos m s vulnerables de la zoolog a terrestre, cachorros in tiles, adultos pocacosa, sin garras, ni grandes colmillos, ni patas veloces, ni olfato largo.


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