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Rita Laura Segato La escritura en el cuerpo de las mujeres ...

Rita Laura SegatoLa escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en ciudad Ju rezTerritorio, soberan a y cr menes de segundo estado 1a. edici n: La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en ciudad Ju rez. Territorio, soberan a y cr menes de segundo estado, Universidad del Claustro de Sor Juana, M xico DF, o de cubierta: Sofia Durrieu 2013, del texto, Rita Laura Segato2013, de la edici n, Tinta Lim hecho el dep sito que marca la ley , Laura RitaLa escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en ciudad Ju rez. - 1a. ed. - Buenos Aires : Tinta Lim n, 2013. 88 p. ; 17x11 978-987-27390-4-1 1. Sociolog a. 2. Antropolog a. I. T tuloCDD 306 ndicePr logo | 5 La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en ciudad Ju rez. Territorio, soberan a y cr menes de segundo estado | 11La nueva elocuencia del poder.

en Ciudad Juárez. Territorio, soberanía y crímenes de segundo estado Ciudad Juárez, en el Estado de Chihuahua, en la fron-tera norte de México, es un lugar emblemático del su-frimiento de las mujeres. Allí, más que en cualquier otro lugar, se vuelve real el lema “cuerpo de mujer: peligro de muerte”. Ciudad Juárez es también, signifi-

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1 Rita Laura SegatoLa escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en ciudad Ju rezTerritorio, soberan a y cr menes de segundo estado 1a. edici n: La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en ciudad Ju rez. Territorio, soberan a y cr menes de segundo estado, Universidad del Claustro de Sor Juana, M xico DF, o de cubierta: Sofia Durrieu 2013, del texto, Rita Laura Segato2013, de la edici n, Tinta Lim hecho el dep sito que marca la ley , Laura RitaLa escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en ciudad Ju rez. - 1a. ed. - Buenos Aires : Tinta Lim n, 2013. 88 p. ; 17x11 978-987-27390-4-1 1. Sociolog a. 2. Antropolog a. I. T tuloCDD 306 ndicePr logo | 5 La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en ciudad Ju rez. Territorio, soberan a y cr menes de segundo estado | 11La nueva elocuencia del poder.

2 Una conversaci n con Rita Segato | 53 5Pr logoEl mapa latinoamericanoAm rica Latina parece atravesada por un nuevo len-guaje: el de la violencia. Pero esta palabra por s mis-ma no explica nada. O nos lleva a una suerte de lugar com n que de tan general bordea lo obviedad, o nos envuelve en una serie de clasificaciones sin s de m s de una d cada de levantamientos y revueltas populares, asoma ahora un nuevo mapa: el de un modo del conflicto social vinculado a formas de explotaci n y desposesi n que redoblan su apuesta de subordinaci n en el disputa por la tierra y el modelo de agro-negocios, la maquila como prototipo de una realidad laboral re-plicada y valorada, la guerra territorial protagonizada por bandas ligadas al narcotr fico, la difusi n de los c digos carcelarios a barrios enteros, la desaparici n de mujeres a manos de mafias, la proliferaci n de sica-rios que multiplican cr menes por encargo, redefinen un proceso de explotaci n que intensifica sus modalidades de beneficio y se extiende a nuevos circuitos y espacios.

3 C mo darle una inteligibilidad a esta cadena de hechos que parecen inorg nicos y epis dicos? C mo comprender su racionalidad sin echar mano a formu-lismos vac os?6 Dualidad y excepci nEn Am rica latina parece funcionar de manera cada vez m s fuerte una doble realidad. La visible que agru-pa medios, pol ticos, ret ricas y diagn sticos, y otra, que sin embargo organiza la l nea misma entre lo visi-ble y lo invisible. No se trata de dos espacios diferidos, sino de una misma din mica dual. Un modo del desa-rrollo de la excepci n .La otra, y la misma, cara de este nuevo conflicto social es una difusi n multiforme del miedo como dis-positivo de gesti n social general, regulando las fron-teras m viles entre las realidades. La securitizaci n es una din mica que atraviesa todas las clases, reprodu-ciendo fractalmente sus jerarqu as.

4 Hay formas de autodefensa posibles? Los movi-mientos sociales, antes protagonistas decisivos del lenguaje y las formas de la protesta, la resistencia y la creaci n social, se encuentran desarmados o incluso impotentes frente a este nuevo c digo, que los sobre-pasa en recursos, capacidad operativa y, muchas ve-ces, velocidad de respuesta. Pero sobre todo porque propone otro tablero de juego: el de la violencia directa como modo de guerra civil en sordina. Qu otras formas de construcci n de autoridad y de territorio, definitivamente ya no bajo monopolio del Estado, emergen en este momento? Explicar no alcanza, tampoco tranquiliza. Hay que buscar otra funci n a la palabra y a la interpretaci n de los signos para remapear nuestro visible y lo invisibleCada uno de estos rasgos que caracterizan la situa-ci n latinoamericana constelan o co-funcionan (ma-quinalmente, como dir a Guattari) en torno a lo que podemos llamar como hip tesis lo financiero.

5 Nos referimos a una modalidad global de apropia-ci n y gobierno de la riqueza generada colectivamen-te, cuyo modus operandi consiste en reglar la pro-ducci n de valor de manera cada vez m s exterior al proceso de valorizaci n colectiva, comunitaria. Esta exterioridad es abstracci n. Y determina, coaccio-n ndolos, los procesos de producci n/reproducci n de lo com n, sometiendo la trama colectiva de pro-ducci n de la vida a mecanismos de valorizaci n di-neraria y a la desposesi n de equipamientos sociales de intentan dar cuenta del funcionamiento de este fen meno se dividen entre aquellos que se dedican a investigar lo que sucede en la dimensi n visible , en torno a las regulaciones expl citas, la normativa legal, la legitimidad tal y como se organiza bajo la forma de opini n p blica y quienes dirigen su inquietud a ese terreno sumergido, de un dinamismo extremo.

6 El dilema es aquello que permanece oscuro al saber pero que intuimos como fuerza real e insos-layable que produce la divisi n misma entre lo visible y lo quienes se atreven a dar un paso m s en la investigaci n siguiendo la realidad en sus desdobla-mientos oscuros se formula la cuesti n de los signos. Porque la sucesi n de episodios tr gicos o m rbidos 8(en ciudad Ju rez o en el conurbano bonaerense) nos indican el estado actual del cuerpo social pero sin lle-gar a proveer una inteligibilidad sobre las relaciones que traman estos fen menos. Una hip tesis: la violencia expresivaRita Segato nos presenta en este texto una hip tesis respecto de este preciso problema: la violencia expre-siva. A diferencia de la violencia instrumental , ne-cesaria en la b squeda de un cierto fin, la violencia expresiva engloba y concierne a unas relaciones deter-minadas y comprensibles entre los cuerpos, entre las personas, entre las fuerzas sociales de un territorio.

7 Es una violencia que produce reglas impl citas, a trav s de las cuales circulan consignas de poder (no legales, no evidentes, pero s efectivas).La investigaci n militante se ve arrojada a inter-pretar signos, a leer en ellos la pugna de nuevas fuer-zas sin las cuales no es posible comprender la natu-raleza dual de la m quina soberana. Este dualismo (que Segato atribuye a la l gica ind gena y que no hay que confundir con el tipo de binarismo del racionalis-mo occidental), se desdobla permanentemente entre regla y excepci n. En este desdoblamiento (que se observa en casi todas las instituciones de regulaci n: de los bancos a la polic a) funciona lo que hay que desentra ar: la magia y la fuerza con la cual los dis-positivos de control identifican y subsumen las m -quinas de guerra en los territorios, en las econom as, en los hip tesis empuja a crear una nueva secci n en nuestro pensamiento para sacar de la p gina de policiales el tratamiento de estos hechos (mone-tarios, sociol gicos, subjetivos, corp reos), o bien hacer de la investigaci n oficio de nuevos detectives (salvajes) para situar all , en este nivel, las claves del nuevo conflicto social.

8 Sobre esta cuesti n tan urgen-te y tan delicada tuvimos una larga conversaci n con Rita que agregamos al final de este libro que propo-ne una nueva trama interpretativa, un lenguaje para empezar a hablar de estas nuevas formas de la guerra y sus posibles Lim n EdicionesBuenos Aires, noviembre de 201311La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en ciudad Ju , soberan a y cr menes de segundo estadoCiudad Ju rez, en el Estado de Chihuahua, en la fron-tera norte de M xico, es un lugar emblem tico del su-frimiento de las mujeres . All , m s que en cualquier otro lugar, se vuelve real el lema cuerpo de mujer: peligro de muerte . ciudad Ju rez es tambi n, signifi-cativamente, un lugar emblem tico de la globalizaci n econ mica y del neoliberalismo, con su hambre insa-ciable de ganancia.

9 La sombra siniestra que cubre la ciudad y el miedo constante que sent durante cada d a y cada noche de la semana que all estuve me acompa an hasta hoy. All se muestra la relaci n directa que existe entre ca-pital y muerte, entre acumulaci n y concentraci n des-reguladas y el sacrificio de mujeres pobres, morenas, mestizas, devoradas por la hendija donde se articulan econom a monetaria y econom a simb lica, control de recursos y poder de muerte. Fui invitada a ir a ciudad Ju rez durante el mes de julio de 2004 porque el a o anterior dos mujeres de 12las organizaciones mexicanas Epikeia y Nuestras Hijas de Regreso a Casa me hab an o do formular lo que me pareci ser la nica hip tesis viable para los enigm -ticos cr menes que asolaban la ciudad ; unas muertes de mujeres de tipo f sico semejante que, siendo des-proporcionadamente numerosas y continuas a lo lar-go de m s de once a os, perpetradas con excesos de crueldad, con evidencia de violaciones tumultuarias y torturas, se presentaban como ininteligibles.

10 El compromiso inicial de nueve d as para participar en un foro sobre los feminicidios de Ju rez fue inte-rrumpido por una serie de acontecimientos que cul-minaron, en el sexto d a, con la ca da de la se al de televisi n de cable en la ciudad entera cuando comen-c a exponer mi interpretaci n de los cr menes en una entrevista con el periodista Jaime P rez Mendoza del canal 5 local. La asustadora precisi n cronom trica con que coincidieron la ca da de la se al y la primera palabra con que ir a a dar inicio a mi respuesta sobre el porqu de los cr menes hizo que decidi ramos par-tir, dejando ciudad Ju rez la ma ana siguiente para preservarnos y como protesta por la censura sufrida. Cu l no ser a nuestra impresi n al percibir que todos aqu llos con quienes hablamos confirmaron que la decisi n de irnos de inmediato era sensata.


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