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APORTACIONES DE LA DEFINICIÓN DE RETRASO MENTAL …

APORTACIONES DE LA DEFINICI N DE RETRASO MENTAL (AAMR, 2002) A LA CORRIENTE INCLUSIVA DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD Miguel ngel Verdugo Alonso Catedr tico de Psicolog a de la Discapacidad Instituto Universitario de Integraci n en la Comunidad Facultad de Psicolog a, Universidad de Salamanca Donostia-San Sebasti n, 30 de octubre de 2003 2 Significado actual de la definici n de RETRASO MENTAL de la Asociaci n Americana sobre RETRASO MENTAL de 2002 Cuando se comenz a hablar de integraci n educativa.

aportaciones de la definiciÓn de retraso mental (aamr, 2002) a la corriente inclusiva de las personas con discapacidad miguel Ángel verdugo alonso

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1 APORTACIONES DE LA DEFINICI N DE RETRASO MENTAL (AAMR, 2002) A LA CORRIENTE INCLUSIVA DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD Miguel ngel Verdugo Alonso Catedr tico de Psicolog a de la Discapacidad Instituto Universitario de Integraci n en la Comunidad Facultad de Psicolog a, Universidad de Salamanca Donostia-San Sebasti n, 30 de octubre de 2003 2 Significado actual de la definici n de RETRASO MENTAL de la Asociaci n Americana sobre RETRASO MENTAL de 2002 Cuando se comenz a hablar de integraci n educativa.

2 Ahora hace ya m s de 30 a os (aunque en nuestro mbito mas bien hablamos de 20 a os), lo que se inici fue un lento proceso dirigido a incorporar a los alumnos con necesidades educativas especiales (NEE) en el marco de la atenci n dada por la escuela com n. Tras la experiencia de los primeros a os se reorient el sistema hacia la educaci n inclusiva, reconociendo la necesidad de atender a m ltiples variables ambientales frente a los planteamientos exclusivamente centrados en problemas o deficiencias de los alumnos.

3 El necesario y trascendental giro hacia la educaci n inclusiva supone un esfuerzo tit nico por cambiar el sistema y pr cticas educativas tradicionales de atenci n a todos los alumnos con un particular nfasis en los alumnos con NEE, quiz s por eso encuentra tantas dificultades. Y para superar las dificultades existentes, y mejorar la lentitud del proceso iniciado se necesitan m ltiples esfuerzos, siendo esencial entre ellos la atenci n a la motivaci n y formaci n del profesorado y personal que atiende directamente a los alumnos.

4 A su vez, se necesitan esquemas y propuestas aplicadas que sirvan de orientaci n y gu a para el desarrollo de las actividades educativas y de la atenci n integral a los alumnos. Esas propuestas deben ser compartidas por el profesorado, los t cnicos, los familiares, y los gestores, y han de reflejar los avances que la investigaci n y la pr ctica profesional van aportando con el paso de los a os. Y esto es justamente lo que pretende la definici n de RETRASO MENTAL hecha por la Asociaci n Americana sobre RETRASO MENTAL (AARM) en 2002, cuya utilidad rebasa al colectivo de personas con discapacidad intelectual para extenderse a todos los alumnos que presentan problemas por causa de alguna discapacidad.

5 La concepci n del RETRASO MENTAL propuesta por la AARM en 1992 ya fue calificada como un cambio de paradigma (Verdugo, 1994) dadas las importantes modificaciones que incluy frente a las anteriores propuestas. Huyendo de una concepci n estrictamente psicom trica se descart que el RETRASO MENTAL fuera un rasgo 3absoluto del individuo y se destac el papel que desempe a el ambiente, se alando que la persona con RETRASO MENTAL debe ser entendida por la interacci n que establece con su entorno.

6 En lugar de diagnosticar y clasificar a las personas con RETRASO MENTAL y con esa informaci n determinar los tratamientos y servicios que necesitan, se plante una evaluaci n multidimensional en base a la interacci n con los contextos en los que se desenvuelven y bas ndose en esa evaluaci n del individuo y el ambiente determinar los tratamientos y servicios necesitados. Adem s, se prest una gran atenci n a los apoyos, proponiendo un sistema de clasificaci n basado en la intensidad de los apoyos que requieren las personas con RETRASO MENTAL (limitado, intermitente, extenso y generalizado) en lugar de un sistema basado en los niveles de inteligencia del individuo (ligero, medio, severo y profundo) cono se ven a haciendo.

7 La d cima edici n de la definici n propuesta por la AARM se puede considerar una revisi n y mejora de las propuestas hechas en la novena edici n de 1992, atendiendo a la experiencia de 10 a os y a las cr ticas realizadas por algunos investigadores a la anterior propuesta. Una vez difundido y aceptado por gran parte de la comunidad cient fica y profesional el cambio de paradigma (aunque persisten algunas voces cr ticas), lo que se pretende ahora es: 1) Operacionalizar con mayor claridad la naturaleza multidimensional del RETRASO MENTAL , y 2) Presentar directrices de buenas pr cticas para diagnosticar, clasificar y planificar apoyos.

8 Se mantiene caracter sticas importantes de la propuesta de 1992, como el propio t rmino de RETRASO MENTAL (aunque nosotros proponemos decididamente su sustituci n por el de discapacidad intelectual), la orientaci n funcional y nfasis en los apoyos, los tres criterios diagn sticos (inteligencia, conducta adaptativa y edad de comienzo), y un firme compromiso con desarrollar un sistema de clasificaci n basado en las intensidades de los apoyos, si bien se admite ya con claridad la aportaci n positiva que pueden aportar tambi n otros sistemas clasificatorios.

9 La principal novedad de la propuesta hecha en el 2002 se centra en aportar un nuevo modelo te rico, precisando mejor y ampliando una dimensi n m s ( Participaci n, Interacciones y Roles Sociales ), y proponiendo un marco de referencia para la evaluaci n que supera la anterior propuesta de un proceso de tres pasos. Adem s, se avanza en la planificaci n de los apoyos, al incorporar la investigaci n de 4los ltimos a os sobre evaluaci n y determinaci n de la intensidad de los mismos.

10 Otras caracter sticas son la mayor precisi n en la medici n de la inteligencia y en la conducta adaptativa, que repercute en una comprensi n diferente del constructo de conducta adaptativa (organizado en torno a las habilidades conceptuales, sociales y pr cticas). Finalmente, tambi n se examina con detenimiento en que consiste el juicio cl nico orientando como aplicarlo, y se relaciona el sistema propuesto con otros sistemas clasificatorios de inter s (CIF, DSM-IV e ICD-10).


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