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Herbert Spencer - International Bureau of Education

El texto que sigue se public originalmente en Perspectivas: revista trimestral de educaci n comparada os (Par s. UNESCO: Oficina Internacional de Educaci n), vol. XXIV, n 3-4, 1994, p gs. 543-565. UNESCO: Oficina Internacional de Educaci n, 2001. Este documento puede ser reproducido sin cargo alguno siempre que se haga referencia a la fuente. Herbert Spencer . (1820-1903). 1. Brian Holmes Herbert Spencer fue un aficionado con dotes. En comparaci n con sus c lebres contempor neos, no fue tan precoz como J. S. Mill, ni recibi una educaci n tan completa como Charles Darwin o T. H. Huxley. El famoso fil sofo J. S. Mill aprendi griego a los tres a os de edad y a los seis a os y medio (Bain, 1882) hab a escrito una historia de Roma. Tanto Darwin, que frecuent la famosa escuela p blica de Shrewsbury (Barlow, 1958), como Huxley, que fue a una de las escuelas privadas m s conocidas de Inglaterra (Bibby, 1959), recibieron una educaci n formal m s completa que Spencer .

HERBERT SPENCER (1820-1903) Brian Holmes1 Herbert Spencer fue un aficionado con dotes. En comparación con sus célebres contemporáneos, no fue tan precoz como J. S. Mill, ni recibió una educación tan completa como Charles Darwin o T. H. Huxley. El famoso filósofo J. S. Mill aprendió griego a los tres años de edad y a los seis

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1 El texto que sigue se public originalmente en Perspectivas: revista trimestral de educaci n comparada os (Par s. UNESCO: Oficina Internacional de Educaci n), vol. XXIV, n 3-4, 1994, p gs. 543-565. UNESCO: Oficina Internacional de Educaci n, 2001. Este documento puede ser reproducido sin cargo alguno siempre que se haga referencia a la fuente. Herbert Spencer . (1820-1903). 1. Brian Holmes Herbert Spencer fue un aficionado con dotes. En comparaci n con sus c lebres contempor neos, no fue tan precoz como J. S. Mill, ni recibi una educaci n tan completa como Charles Darwin o T. H. Huxley. El famoso fil sofo J. S. Mill aprendi griego a los tres a os de edad y a los seis a os y medio (Bain, 1882) hab a escrito una historia de Roma. Tanto Darwin, que frecuent la famosa escuela p blica de Shrewsbury (Barlow, 1958), como Huxley, que fue a una de las escuelas privadas m s conocidas de Inglaterra (Bibby, 1959), recibieron una educaci n formal m s completa que Spencer .

2 Y sin embargo, en una poca en que la carencia de una educaci n p blica popular hac a que pocos alumnos adquiriesen una educaci n basada en las lenguas cl sicas, no puede decirse que la educaci n de Spencer fuera insuficiente. Frecuent una escuela local durante tres a os, pero no aprendi a leer hasta los siete a os de edad. A los trece a os se fue a vivir con su t o, Thomas Spencer , que despu s de una brillante carrera en la Universidad de Cambridge se hab a hecho pastor de una parroquia cercana a Bath. El joven Herbert empez . fug ndose de la casa de su t o, pero regres para adquirir, en sus propias palabras ( Spencer , 1850, p g. 115), algunos conocimientos de matem ticas, f sica y qu mica, un poco de franc s, algo de gram tica griega y la capacidad de traducir textos f ciles del lat n. Tras rechazar la oferta de un puesto en la Universidad de Cambridge, que le hab a agenciado su t o, a los 16 a os Spencer empez a buscar trabajo.

3 Cincuenta a os despu s recordar a sus estudios con gratitud, y el est mulo al trabajo que recibi en la escuela dirigida por su t o. Sus cr ticas contra la educaci n formal se centraban espec ficamente en la ense anza impartida en las escuelas que frecuentaron sus amigos de la edad adulta, los cuales, a pesar de ello, se convirtieron en famosos fil sofos y cient ficos profesionales. Es posible que la escolaridad formal no haya sido decisiva en las carreras de ninguno de estos gigantes intelectuales de la Inglaterra del siglo XIX; sin embargo, Spencer fue un aficionado entre profesionales. Por ejemplo, muchas de las cosas que sab a las aprendi de la experiencia. Recog a muestras en sus excursiones campestres, adquiri un conocimiento bastante considerable de la vida de los animales y los insectos, y aprendi por su cuenta a dibujar del natural.

4 Spencer se enorgulleci siempre del conocimiento que hab a adquirido de todas las cosas que le rodeaban, contrast ndolo con el conocimiento libresco de sus contempor neos. Al propio tiempo, es evidente que aprovech mucho la atm sfera intelectual en la que se mov an su padre y su t o, y en la que creci . Su padre, William George Spencer (1790 1866), fue un radical apol tico que propugnaba la reforma de la sociedad. Si bien en una poca fue miembro del "Library Committee of the Derby Methodists", se opuso al poder que ejerc an los ministros metodistas sobre los miembros de la congregaci n, y se pas a la iglesia cu quera, donde pod a reflexionar con tranquilidad. Seg n todas las indicaciones fue un buen maestro de escuela que, adelant ndose a su tiempo, defendi la autoeducaci n. Libre de condicionamientos doctrinales, Spencer reconoci la deuda que ten a con su padre por haberle imbuido una visi n cient fica de las cosas, que hizo que, al igual que su padre, fuera hostil a las explicaciones sobrenaturales.

5 En su condici n de agn stico, Spencer fue m s extremista que su padre, que podr amos considerar 1. un de sta cient fico. Los dos mantuvieron buenas relaciones e intercambiaron una correspondencia regular hasta que falleci el padre. En sus cartas se refleja el respeto que sent an el uno por el otro. La influencia de su t o hizo probablemente que Spencer fuera a n m s extremista; en efecto, Thomas Spencer (1796-1853), que fue profesor y publicista sobre cuestiones de reforma social, estuvo a cargo de la educaci n de Herbert durante tres a os, desde los 13 a os de edad. Thomas estaba interesado en la acci n pol tica y era partidario, entre otras cosas, de la reforma de la iglesia. Alentado por su t o, Spencer se uni a la mayor a de los movimientos reformistas de su poca. Por ejemplo, como su t o era partidario de la "Complete Suffrage Union" (Uni n para el Sufragio Universal), durante un tiempo Herbert fue secretario de la delegaci n de la Uni n en Derby.

6 Su t o influy tambi n en su decisi n de escribir, y a los 16 a os Herbert inici . su carrera literaria con la publicaci n de breves art culos en una revista local, en los que criticaba las leyes sobre los pobres. Cuando estuvo en condiciones de empezar a trabajar, Spencer se opon a ya, por temperamento, a toda clase de autoridad, y estaba decidido a seguir una carrera literaria. Su trabajo como ingeniero de los ferrocarriles, entre 1837 y 1841, y de nuevo entre 1845 y 1848, a adi una nueva dimensi n a su educaci n. La revoluci n industrial suscitaba el inter s de muchos ingleses. Para un gran n mero de victorianos, la construcci n de l neas de ferrocarril era la manifestaci n m s importante de la revoluci n tecnol gica del siglo XIX. Spencer , dedicado a la supervisi n de las l neas ferroviarias, y a preparar proyectos de ley que deb an someterse al Parlamento, se percat de la virulenta campa a en favor de la extensi n de la red de ferrocarriles.

7 Algunas de sus opiniones sobre las consecuencias sociales de este aspecto del desarrollo industrial, que conoc a directamente, aparecieron en su art culo "La moral y la pol tica de los ferrocarriles", publicado en la Edinburgh Review de octubre de 1854. Muchos a os despu s, en 1892, escribi una carta a un par del Reino, en la que se opon a a la extensi n de un ramal ferroviario a trav s de un suburbio interior de Londres, si no se proteg a a los residentes locales contra los enormes da os que les causaban las empresas ferroviarias en todas las ciudades del pa s (..) (Duncan, 1908, p g. 314). Adem s de su inter s en los asuntos sociales, el trabajo en los ferrocarriles le permiti aumentar sus conocimientos cient ficos. Los f siles que desenterr durante el tendido de las l neas ferroviarias estimularon su inter s por el estudio de la geolog a.

8 As pues, su breve experiencia industrial le permiti dirigirse a sus contempor neos victorianos con una cierta autoridad. Al propio tiempo, no perd a ninguna oportunidad de proseguir el estudio de las ciencias naturales. Spencer decidi muy pronto abandonar la ingenier a para dedicarse a escribir, y entre 1841 y 1845 trat sin mucho xito de ganarse la vida como periodista. Su primer trabajo de una cierta importancia unas cartas tituladas "La esfera adecuada del gobierno", se public en The Nonconformist, donde public tambi n art culos sobre la Uni n para el Sufragio Universal. No obstante, visto con posterioridad su fracaso inicial en la carrera literaria no careci de compensaciones. Regres a la ingenier a durante un breve tiempo, antes de ser nombrado subdirector de The Economist, en 1848. Esta revista acababa de ser fundada por un adversario de las leyes sobre cereales, y su pol tica editorial defend a de modo constante y decidido el "laissez- faire" como medio adecuado de regular la sociedad.

9 Seg n Peel, el trabajo de Spencer consisti simplemente en reunir y presentar datos concretos para The Economist, y "m s que influenciar, fue influenciado, o por lo menos estaba de acuerdo con la l nea editorial de la revista". (Peel, 1971, p g. 77). La posici n extremista de la revista se reflejaba claramente en sus ataques contra una legislaci n "basada en la ignorancia de las leyes de la naturaleza, y que no pod a tener ninguna consecuencia beneficiosa" (ib d, p g. 78). El que la sociedad deb a organizarse de conformidad con las leyes de la naturaleza, y que el mejor gobierno era el que menos interven a en la vida de los individuos, eran convicciones que Spencer defendi . constantemente en sus escritos posteriores. Su objetivo consist a en descubrir, dentro del marco 2. evolutivo, las leyes cient ficas naturales de conformidad con las cuales los individuos deb an regular sus vidas, sin intervenci n del Estado.

10 Estas opiniones se recogen en su primer libro, Social Statics, que public en 1850, cuando s lo ten a 30 a os de edad. El contenido del libro estaba claramente en consonancia con las opiniones expuestas en The Economist, antes de que abandonara esta publicaci n en 1853. Por ejemplo, en Social Statics Spencer enuncia la doctrina de la libertad igual, seg n la cual el l mite de la libertad de cada persona coincide con el comienzo de las libertades de las dem s. A. los 79 a os de edad revis toda su obra y se reafirm en esta opini n. Su cap tulo sobre la educaci n en Social Statics, en el que aplicaba sus principios, dio lugar enseguida a controversias; a algunos cr ticos les indign en particular la idea de que el Estado no deb a intervenir en la educaci n. A medida que se fueron desarrollando los sistemas nacionales en el siglo XIX, esta opini n fue ignorada o se consider exc ntrica, salvo quiz s en los Estados Unidos donde hab a un movimiento de resistencia a la intervenci n del Gobierno Federal en la educaci n.


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