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MENON. Plat n, Obras completas, edici n de Patricio de Azc rate, tomo 4, Madrid 1871 Plat n, Obras completas, edici n de Patricio de Azc rate, tomo 4, Madrid 1871 ARQUMENTO. Plat n, en este peque o di logo, vuelve una de sus cuestiones favoritas: si la virtud puede no puede ense- arse. La respuesta s lo puede darla el que conozca la virtud en s misma, porque nuestro esp ritu se resiste determinar con certidumbre ninguna de las propiedades de un ser, cuya naturaleza no le sea claramente cono-cida.

MENON ó DE LA VIRTUD. SÓCRATES.—MENON.—UN ESCLAVO DE MENON. ANITO (1). MBNON. ¿Podrás, Sócrates, decirme si la virtud puede ense­ ñarse ; ó si no pudiendo enseñarse, se adquiere sólo con la

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1 MENON. Plat n, Obras completas, edici n de Patricio de Azc rate, tomo 4, Madrid 1871 Plat n, Obras completas, edici n de Patricio de Azc rate, tomo 4, Madrid 1871 ARQUMENTO. Plat n, en este peque o di logo, vuelve una de sus cuestiones favoritas: si la virtud puede no puede ense- arse. La respuesta s lo puede darla el que conozca la virtud en s misma, porque nuestro esp ritu se resiste determinar con certidumbre ninguna de las propiedades de un ser, cuya naturaleza no le sea claramente cono-cida.

2 S crates declara desde luego Menon, que para l la naturaleza de la virtud es a n un misterio; y sobre este punto esencial reclama las luces de su interlocutor. Menon, cogido de sorpresa, se acoge su vez las lec-ciones de su maestro Gorgias de Leoncio, y sus respues-tas no son, por lo pronto, otra cosa que las opiniones de este c lebre sofista. La primera es, que la virtud de un liombre, de una mujer, de un ni o, de un anciano, consiste en el cumpli-miento de ciertos deberes p blicos y privados, que es f -cil determinar.

3 Aqu se descubre el error ordinario de los sofistas, sea la confusi n del ejemplo con la definici n. S crates recuerda Menon la distinci n de lo particular y de lo general. Sin duda hay virtudes diversas seg n la edad y la condici n de cada individuo; pero el punto en que todas estas virtudes coinciden, la esencia de la vir-^tud, en una palabra, cu l es? Esto es lo que hay necesi-dad de aclarar. Ser , por ejemplo, la posesi n de ciertas Plat n, Obras completas, edici n de Patricio de Azc rate, tomo 4, Madrid 1871278 cualidades morales, siempre las mismas en los diversos in-dividuos, como la sabidur a y la justicia?

4 Cu l es en este cas la definici n de la virtud? Menon responde, que es la capacidad de mandar los dem s. Esta definici n, m s extensa que la primera, no es m s aceptable. No puede aplicarse al esclavo ni al ni o, que obedecen y no man-dan; tiene falta de generalidad,-J adem s de precisi n, porque no ense a c mo debe mandarse. Menon se ve obligado a adir j istamente;'^ llega, sostener, que la justicia es toda la virtud. Por qu la justicia y no el va-lor, la liberalidad y la sabidur a?

5 Todas estas son otras tantas partes de la virtud, sin que ninguna de ellas sea la virtud en s ; lo mismo que la redondez, propiedad de la figura, no es la figura misma. Por lo tanto, no puede de-finirse la virtud: la capacidad de mandar los dem s justamente. Desenga ado por dos veces de la poca solidez de las opiniones de Gorgias, Menon se abstiene de responder y de ir m s adelante. Para volverle la cuesti n, S crates le indica un m todo de indagaci n, que aplica la vez la definici n de la figura y ala del color, mezclando, con intenci n, para lisonjear y burlar al mismo tiempo su interlocutor, algunas de las ideas que se creia que Gor-gias hab a tomado de Empedocles.

6 En seguida le invita que se sirva l mismo de este m todo, para determinar la naturaleza de la virtud. Menon presenta como tercera conclusi n: que la virtud consiste en poder procurarse el bien; definici n que sucumbe bajo el peso de las mismas objeciones que la precedente. Es preciso procurarse el bien toda costa, justamente? ;,A toda costa? No; el buen sentido lo rechaza. Con justicia? Pero esto equivale la proposici n refutada antes de que la justicia es la virtud misma.

7 Y as , hasta ahora, no s lo no ha sido defi-nida la virtud, sino que, si nos fijamos bien, ni aun una parte de la virtud; la justicia, por ejemplo, no puede ser Plat n, Obras completas, edici n de Patricio de Azc rate, tomo 4, Madrid 1871279 bien conocida, porque no es posible conocer la parte de un todo, sin el conocimiento del todo. Al parecer, la discusi n no ha dado un paso, y Menon se ve m s asaltado de dudas que nunca. Pero aqu brilla el arte de S crates, porque su interlocutor se halla pre-cisamente en el punto que quer a reducirle.

8 Marque-mos este primer grado del m todo socr tico, m s bien, de todo m todo filos fico: la duda razonada. Esta igno-rancia , que tiene conciencia de s misma, debe ser la pri-mera disposici n del esp ritu en toda indagaci n de la verdad. Fo rvo s , no es, como Menon parece estar dis-puesto creerlo, la ltima palabra del fil sofo , sino la primera. Menon dirige S crates esta objeci n especio-sa , de que no ve que se pueda encontrar nada, cuando no se busca lo que se sabe, ni lo que no se sabe.

9 S cra-tes le hace entender que, para aprender, tiene el alma necesidad de dudar, de interrogarse, y de hacer un retro-ceso sobre s misma, que la ponga insensiblemente en el camino de la verdad. Bajo una forma m s cient -fica que en el Fedro, le expone la doctrina de la remi-niscencia , fundada en la inmortalidad del alma y en la raetemps cosis. Estas tres teor as se ligan aqu hasta el punto de formar una, saber: la del recuerdo.

10 El alma, cuando duda y se interroga s misma, recuerda que an-tes de estar unida uacuerpo, ha vivido libre, porque es inmortal; y que su vida actual no es m s que uno de de sus modos de ser, A medida que reflexiona m s, se representa con m s claridad la verdad, que ha conocido primitivamente. Por la reminiscencia, pues, se ve con-ducida la verdad en esta vida terrestre. Sin insistir sobre este punto, observemos el miramiento de S crates, es decir, de Plat n mismo, que dando aqu su parte la poes a y la filosof a, se somete mucho menos al mito pro-pio de la reminiscencia, que al hecho esencial de que hay en nuestra alma un fondo de ideas, que s lo saca de s mis-Plat n, Obras completas, edici n de Patricio de Azc rate, tomo 4, Madrid 1871280 ma; ideas que el mundo sensible despierta en ella, pero que no se las da.


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