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Vindicación de los derechos de la mujer - INICIO

1 MARY WOLLSTONECRAFTV indicaci n de los derechosde la mujerBreve selecci n de textos, extra dos del libroVindicaci n delos derechos de la mujer , en la traducci n que CarmenMart nez Gimeno hizo para la editorial C tedra-lnstituto de laMujer, dentro de la colecci n "Feminismos cl sicos", edici nde Isabel Burdiel. Agradecemos a editorial y personas impli-cadas la autorizaci n para reproducir LibreOMEGALFA2 Mary Wollstonecraft, escritora inglesa (1759-1797) y una de las ini-ciadorasdel pensamiento feminista, fue la madre de Mary Shelley y,en opini n de sta,"uno de esos seres que s lo aparecen una vez porgeneraci n, para arrojar sobre la humanidad un rayo de luz sobre-natural.

Vindicación de los derechos de la mujer Breve selección de textos, extraídos del libro Vindicación de los derechos de la mujer, en la traducción que Carmen Martínez Gimeno hizo para la editorial Cátedra-lnstituto de la Mujer, dentro de la colección "Feminismos clásicos", edición de Isabel Burdiel. Agradecemos a editorial y personas impli-

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1 1 MARY WOLLSTONECRAFTV indicaci n de los derechosde la mujerBreve selecci n de textos, extra dos del libroVindicaci n delos derechos de la mujer , en la traducci n que CarmenMart nez Gimeno hizo para la editorial C tedra-lnstituto de laMujer, dentro de la colecci n "Feminismos cl sicos", edici nde Isabel Burdiel. Agradecemos a editorial y personas impli-cadas la autorizaci n para reproducir LibreOMEGALFA2 Mary Wollstonecraft, escritora inglesa (1759-1797) y una de las ini-ciadorasdel pensamiento feminista, fue la madre de Mary Shelley y,en opini n de sta,"uno de esos seres que s lo aparecen una vez porgeneraci n, para arrojar sobre la humanidad un rayo de luz sobre-natural.

2 Ella brilla, aunque parezca oscurecerse y los hombres creanque est apagada, pero se reanima de repente para brillar eterna-mente".Hija de un padre brutal, que despilfarraba el resto de una fortuna,comenz a ganarse la vida a la edad de 17 a os como se orita decompa a, institutriz, modista y maestra, al tiempo que comenz aescribir y a destacar por su clara inteligencia. Vivi en Irlanda, Fran-cia e Inglaterra y frecuent c rculos de pintores, escritores, fil sofosy editores. Contraria al matrimonio, tuvo una hija, Fanny, con unescritor estadounidense ym s tarde tuvo su segunda hija, Mary, conel fil sofo y escritor Godwin, con quien poco antes se hab a casadoen autora deVindicaci n de los derechos del hombrey (1791) y deVindicaci n de los derechos de la mujer (1792), obra enla que con-dena la educaci n que se dabaa las mujeres porque las hac a "m sartificiales y d biles de car cter de lo que de otra forma podr anhaber sido"y porque deformaba sus valores con "nociones equivo-cadas de la excelencia femeni na".

3 Las primerasfeministas pensaban que una misma educaci n parahombres y mujeres dar a lugar a la igualdad entre ambos sexos, peroMary Wollstonecraft va m s all , pi diendo que las leyes del Estadose usaran para terminar con la tradiciones de subordinaci n feme-nina, yfuera el Estado quien garantizaraun sistema nacional de en-se anza primaria gratuita universal para ambos sexos. Reta al go-bierno revolucionario franc s a que instaure una educaci n iguali-taria que permitir a a las mujeres llevar vidas m s tiles y gratifi-ca ntes. Las mujeres con otra educaci n pod an haber "practicado lamedici na, llevado una granja, dirigido una tienda, y ser an indepen-dientes y vivir an de su propio trabajo".

4 3 Aceptaba las opiniones de Rousseau sobre la educaci n de los mu-chachos, pero leparec an deplorables y empobrecedoras para lasj venes sus opiniones sobre ellas. Seg n Rousseau, la educaci ndeb a prepararlas para realizar correctamente su futuro papel de es-posas. Seg n Wollstonecraft, el objetivo de la educaci n "es conse-guir car cter como ser humano, independientemente del sexo al quese pertenezca".La responsabilidad que Wollstonecraft atribuye al Estado respecto ala educaci n aparece tambi n en sus escritos sobre el matrimonio:deb a intervenir para rescatar a las mujeres de maridos crueles y deaquellos que abusaban de su fuerza. En la novela p stumaMar a, olas injusticias que sufre la mujer (1797), retrata un matrimonio depesadilla y aparece en las ltimas p ginas la petici n de divorcio queMar a le hace a un creer que el Estado deb a reformar el matrimonio y la educaci n yque las leyes deb an acabar con la subordinaci n de las mujeres yque stas no deb an ser excluidas de la vida pol tica, Mary Wollsto-necraft inicia una nueva era en el discurso muerte de Mary Wollstonecraft, d as despu s de nacer su hijaMary (Shelley)

5 , deja en ella un complejo de culpabilidad (fiebrespaurperales se llamaba a lo que hoy se llama falta de higiene de loscirujanos) al que la cr tica psicoanal tica alude en algunasinterpreta-ciones de al hombre como compa ero; pero su cetro, real o usur-pado, no se extiende hasta m , a no ser que la raz n de un indi-viduo reclame mi homenaje; e incluso entonces la sumisi n esa la raz n y no al hombre. De hecho, la conducta de un ser res-ponsable debe regularse por las operaciones de su propia raz n,si no sobre qu cimientos descansa el trono de Dios?Me parece necesario extenderme en estas verdades obvias,ya que las mujeres han sido aisladas, por as cuandose las ha despojado de las virtudes que visten a la humanidad,se las ha engalanado con gracias artificiales que les posibilitanejercer una breve tiran a.

6 Como el amor ocupa en su pecho ellugar de toda pasi n m s noble, su nica ambici n es serher-mosa para suscitar emociones en vez de inspirar respeto; y estedeseo innoble, igual que el servilismo en las monarqu as abso-lutas, destruye toda fortaleza de car cter. La libertad es la ma-dre de la virtud y si por su misma constituci n las mujeres sonesclavas y no se les permite respirar el aire vigoroso de la liber-tad, deben languidecer por siempre y ser consideradas comoex ticas y hermosas imperfecciones de la cuanto al argumento sobre la sujeci n en la que siemprese ha mantenido anuestro sexo, lo devuelvo al hombre. La ma-yor a siempre ha sido subyugada por una minor a y han tirani-zado a cientos de sus semejantes monstruos que apenas hanmostrado alg n discernimiento de la excelencia humana.

7 Porqu hombres de talentos superiores se han sometido a tal de-gradaci n? Porque no se reconoce universalmente que los re-yes, considerados en conjunto, siempre han sido inferiores encapacidad y virtudes al mismo n mero de hombres tomados dela masa com n de la humanidad. No es esto as todav ay selos trata con un grado de reverencia que insulta a la raz n?China no es el nico pa s donde se ha hecho un dios de unhombrevivo. Los hombres se han sometido a la fuerza superiorpara disfrutar con impunidad del placer del momento; las muje-5res s lohan hecho lo mismo y, por ello,hasta que se pruebeque el cortesano servil que se somete a los derechos de naci-miento de un hombre no act a seg n la moral, no puede de-mostrarse que la mujeres esencialmente inferior al hombreporque siempre ha estado ahora, la fuerza brutal ha gobernado el mundo y esevidente por los fil sofos, escrupulosos en dar un conocimientom s til al hombre de esa distinci n determinada, que la cien-cia pol tica se encuentra en su proseguir con este argumento m s all de estableceruna inferencia obvia.

8 Seg n la pol tica sana vaya difundiendo lalibertad, la humanidad, incluidas las mujeres, se har m s sabiay virtuosa.[..]Pero si la fuerza corporal es con cierta raz n la vanagloriade los hombres, por qu las mujeres son tan engre das comopara sentirse orgullosas de un defecto? Rousseau les ha propor-cionado una excusa veros mil, que s lo se le pod a haber ocu-rrido a un hombre cuya imaginaci n ha corrido libre y pule lasimpresiones producidas porunos sentidos exquisitos, que cier-tamente tendr an un pretexto para rendirse al apetito natural sinviolar una especie de modestia rom ntica que satisface el orgu-llo y libertinaje del mujeres, enga adas por esos sentimientos, a menudo sevanaglorian de su debilidad, obteniendo con astucia poder alrepresentar la debilidad de los hombres; y pueden vanagloriarsebien de su dominio il cito porque, como los baj s turcos, tienenm s poder real que sus se ores.

9 Pero la virtud se sacrifica a lassatisfacciones temporales y la vida respetable al triunfo de mujeres, como los d spotas, quiz notengan m s poderque el que obtendr an si el mundo, dividido y subdividido en6reinos y familias, estuviera gobernado por leyes deducidas delejercicio de laraz n; pero, para seguir la comparaci n, en suobtenci n se degrada su car cter y se esparce la licencia portodo el conjunto de la sociedad. La mayor a se convierte en lapeana de unos cuantos. As pues, me aventurar a afirmar quehasta que no seeduque a las mujeres de modo m s racional, elprogreso dela virtud humana y el perfeccionamiento del cono-cimiento recibir n frenos continuos.

10 Y si se concede que lamujer no fue creada simplemente para satisfacer el apetito delhombre o para ser la sirvienta m s elevada, que le proporcionasus comidas y atiende su ropa, se seguir a que el primer cuida-do de las madres o padres que se ocupan realmente de la edu-caci n de las mujeres deber a ser, si no fortalecer el cuerpo, almenos no destruir su constituci n por nociones err neas sobrela belleza y la excelencia femenina; y no deber a permitirsenunca a las j venes asimilar la noci n perniciosa de que undefecto puede, por cierto proceso qu mico de razonamiento,convertirse en una excelencia.[..]Adem s,si se educa a las mujeres para la dependencia, esdecir, para actuar de acuerdo con la voluntad de otro ser falibley se somete al poder, recto o err neo, d nde hemos de dete-nernos?


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