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EL CATECISMO MAYOR Dr. Mart n Lutero PREFACIO1 No es por insignificantes razones que tratemos el CATECISMO con tanta insistencia y que deseemos y reguemos que otros lo hagan igualmente, puesto que vemos que muchos predicadores y pastores2 son por desgracia muy negligentes en este sentido, despreciando tanto su oficio como esta doctrina. Algunos proceden de esa manera debido a su grande y alta erudici n, pero otros por mera pereza y preocupaci n por el est mago, como si no debieran hacer otra cosa que aprovecharse de los bienes mientras vivieran, tal como acostumbraban a hacerlo bajo el papado.

EL CATECISMO MAYOR Dr. Martín Lutero PREFACIO1 No es por insignificantes razones que tratemos el catecismo con tanta insistencia y que deseemos y reguemos que otros lo hagan igualmente, puesto que vemos que muchos predicadores

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1 EL CATECISMO MAYOR Dr. Mart n Lutero PREFACIO1 No es por insignificantes razones que tratemos el CATECISMO con tanta insistencia y que deseemos y reguemos que otros lo hagan igualmente, puesto que vemos que muchos predicadores y pastores2 son por desgracia muy negligentes en este sentido, despreciando tanto su oficio como esta doctrina. Algunos proceden de esa manera debido a su grande y alta erudici n, pero otros por mera pereza y preocupaci n por el est mago, como si no debieran hacer otra cosa que aprovecharse de los bienes mientras vivieran, tal como acostumbraban a hacerlo bajo el papado.

2 No obstante, todo lo que han de ense ar y predicar lo tienen ahora a mano en forma sumamente clara y f cil en tantos libros saludables que son como se llamaban en tiempos anteriores los verdaderos Sermones per se loquentes, Dormi secure, Paratas, y Thesauros3. Sin embargo, no son tan justos y probos para comprar tales libros o bien, si los poseen, no los miran ni los leen. Ah, todos son vergonzosos glotones y servidores de sus vientres que mejor estar an como cuidadores de cerdos o de perros en vez de directores de almas o pastores! Como quedaron libres de la in til y fastidiosa batolog a de las siete horas4, en su lugar bien podr an leer en la ma ana, al mediod a y en la noche, una hoja o dos del CATECISMO , del Librito de las oraciones, del Nuevo Testamento o de otra parte de la Biblia y rezar un Padre-nuestro para ellos mismos y para los de su grey.

3 De este modo a su vez honrar an el evangelio y mostrar an su agradecimiento por haber quedado libres por l de tantas cargas y grav menes, avergonz ndose un tanto por no haber aprendido del evangelio m s que esa libertad ociosa, nociva, infamante y carnal, como si fuesen puercos y perros. Por desgracia, sin esto, el vulgo estima muy poco el evangelio y no conseguimos mucho, aunque nos afanemos con toda diligencia. Qu pasar , si somos negligentes y perezosos como lo hemos sido bajo el papado? A esto se suman el abyecto vicio y la mala y latente peste de la seguridad y de la saciedad, de modo que muchos consideran el CATECISMO doctrina sencilla y de poca monta.

4 Despu s de recorrerlo con una sola lectura, creen saberlo todo y arrojan el libro al rinc n, como si se avergonzasen de releerlo. Incluso entre la nobleza hay algunos alcornoques y taca os que pretextan que en adelante no se necesitan ni pastores ni predicadores por constar todo en libros donde uno mismo tambi n aprenderlo por propia cuenta. Por ello, sin preocupaci n alcana, dejan que decaigan y se arruinen las parroquias, y los p rrocos y predicadores sufran gran miseria y 1 Lutero agreg este prefacio a la edici n de 1530.

5 2 El predicador s lo se limita a su servicio de predicar, mientras que el pastor tiene, adem s, todas las otras funciones de su oficio. 3 "Sermones que por s hablan"; "Duerme seguro"; "Todo listo"; "Tesoros". Se trata de t tulos de sermonarios muy difundidos en los siglos xv y xvi. 4 Se refiere a las siete horas can nicas de oraci n. hambre. Es as como proceden por orden natural los insanos alemanes; pues nosotros los alemanes tenemos un pueblo abyecto y hemos de soportarlo. Pero hablar de mi propia persona. Soy tambi n doctor y predicador y tengo tanta erudici n y experiencia como los que muestran lan a arrogancia y seguridad.

6 A pesar de ello, hago como un ni o a quien se le ense a el CATECISMO . De ma ana y cuando tengo tiempo leo y recito el Padrenuestro palabra por palabra, los Diez Mandamientos, el Credo, algunos Salmos, etc. Todos los d as tengo que leer y estudiar algo m s. Sin embargo, no puedo llegar a ser como quisiera y debo continuar siendo ni o y alumno del CATECISMO y permanecer si ndolo de buen grado. Y esos hombres delicados y engre dos, con una .sola lectura pretenden ser en un instante m s que doctores, saberlo todo y no necesitar m s. Por cierto, esto es una indicaci n clara de que desprecian tanto su oficio como las almas de la grey y hasta a Dios y su palabra.

7 Ya no es menester que caigan; han ca do horriblemente. Ser a necesario que volviesen a ser ni os y comenzasen a estudiar el abecedario, aunque les parezca ya muy trillado5. Por ello, ruego a estos vientres haraganes y santos presuntuosos que por Dios se dejen persuadir y acepten que en verdad no son tan instruidos y doctores tan eruditos como ellos se lo imaginan; que jam s opinen haber terminado de estudiar estos art culos o saberlo todo su-ficientemente por m s que se figuren conocerlo demasiado bien. Aun cuando lo supieran y lo dominaran de la mejor manera lo que en esta vida resulta imposible hay en eso, no obstante, mucho provecho y fruto, cuando uno lo lee todos los d as y lo practica en pensamientos y discursos, puesto que en semejantes lecturas, discursos y reflexiones est presente el Esp ritu Santo que da siempre nueva y m s abundante luz y devoci n para ello, de modo que cada vez nos gusta y nos penetra m s, como Cristo tambi n lo promete en el cap tulo 18 de Mateo.

8 "Donde est n dos o tres congregados en mi nombre, all estoy en medio de ellos". Adem s, coadyuva poderosamente y sobremanera contra el diablo, el mundo, la carne y toda suerte de malos pensamientos que uno se ocupe en la palabra de Dios, hable de ella y reflexione sobre la misma, ya que tambi n el primer Salmo llama bienaventurados a los que "meditan en la ley de Dios de d a y de noche"6. Sin duda, no podr s usar incienso y otros sahumerios m s eficaces contra el diablo que familiarizarte con los mandamientos y palabras de Dios, hablar y cantar de ellos y meditar sobre los mismos.

9 En realidad, es la verdadera agua bendita y el signo ante el cual huye y con que uno puede ahuyentarlo. Ya por esta sola raz n deber as leer con agrado estos art culos, hablar, pensar y tratar, aunque de esto no tuvieses otro fruto y provecho que ahuyentar al diablo y a los malos pensamientos, puesto que no puede o r ni soportar la palabra de Dios. Y sta no es como otras meras invenciones, por ejemplo, la de Dietrich de Bern, sino, como dice San Pablo en el primer cap tulo de la ep stola a los Romanos: "un poder de Dios". Por cierto es un poder de Dios que causa terribles sufrimientos al diablo y que a nosotros nos fortalece, nos consuela y nos ayuda sin l mites.

10 Y, para qu tengo que hablar m s? Si quisiera enumerar toda la utilidad y el fruto que obra la palabra de Dios, de d nde tomar a el papel y el tiempo suficientes? Se dice que el diablo dispone de mil artes. Qu nombre daremos a la palabra de Dios capaz de ahuyentar a semejante encantador con todo su arte y su poder y de anonadarlo? Debe poseer m s de cien mil artes. Debemos desde ar con tanta ligereza semejante potencia, utilidad, fuerza y fruto, m xime nosotros que queremos ser pastores y predicadores? No s lo no deber an darnos de comer, sino echarnos tambi n con perros y expulsarnos con bosta de caballo, porque no solamente 5 Expresi n proverbial como sich etwas an den Schuhsohlen ablaufen, "algo que se conoce o que se ha practicado mucho" 6 Salmo 1:2.


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