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La vida heroica de Marie Curie - Eve Curie

La vida heroica de Marie Curie ve Curie 1 Preparado por Patricio Barros La vida heroica de Marie Curie ve Curie Introducci n Hay en la vida de Mar a Curie tantos rasgos inveros miles que quisiera relatar su vida como se cuenta una leyenda. En una naci n oprimida nace una mujer pobre y hermosa. Una poderosa vocaci n le hace abandonar su patria, Polonia, para estudiar en Par s, donde pasa a os de soledad y de angustia. Encuentra un hombre genial como ella y se casa con l. Su felicidad es de una calidad excepcional. Con tenaz y rido esfuerzo descubren un cuerpo m gico: el radio. Su descubrimiento, no s lo da nacimiento a una nueva ciencia y a una nueva filosof a, sino que ofrece a los hombres el medio de combatir una enfermedad horrenda.

La vida heroica de Marie Curie www.librosmaravillosos.com Ève Curie 4 Preparado por Patricio Barros santificarla o envilecerla. En su último día era todavía dulce, obstinada, tímida,

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1 La vida heroica de Marie Curie ve Curie 1 Preparado por Patricio Barros La vida heroica de Marie Curie ve Curie Introducci n Hay en la vida de Mar a Curie tantos rasgos inveros miles que quisiera relatar su vida como se cuenta una leyenda. En una naci n oprimida nace una mujer pobre y hermosa. Una poderosa vocaci n le hace abandonar su patria, Polonia, para estudiar en Par s, donde pasa a os de soledad y de angustia. Encuentra un hombre genial como ella y se casa con l. Su felicidad es de una calidad excepcional. Con tenaz y rido esfuerzo descubren un cuerpo m gico: el radio. Su descubrimiento, no s lo da nacimiento a una nueva ciencia y a una nueva filosof a, sino que ofrece a los hombres el medio de combatir una enfermedad horrenda.

2 En el instante mismo en que la gloria de los dos sabios se extiende por el mundo se abate sobre Mar a el dolor. Su extraordinario compa ero le es arrebatado, en un instante, por la muerte. Con la angustia en el coraz n y enfermo el cuerpo, contin a, sola, la obra emprendida, y ampl a brillantemente la ciencia creada por el matrimonio. El resto de su vida no es m s que una perpetua generosidad. A los heridos de la guerra les ofrece su devoci n y su salud. M s tarde dar sus consejos, su saber y su tiempo a los alumnos, a los futuros hombres de ciencia llegados de las cinco partes del mundo. Cumplida su misi n, muere, agotada, habiendo rechazado la riqueza y soportado los honores con indiferencia.

3 A esta historia, semejante a un mito, no pod a yo a adir un solo adorno sin cometer una falta. No he relatado una an cdota que no haya comprobado ni he deformado una frase esencial o inventado siquiera el color de un vestido. Los hechos que se relatan han sucedido y las palabras que se transcriben se pronunciaron. 2 Preparado por Patricio Barros La vida heroica de Marie Curie ve Curie Debo a mi exquisita y culta familia polaca, y especialmente a la hermana mayor de mi madre, se ora Bluska, que fue su m s tierna compa era, inapreciables cartas y directos testimonios sobre la juventud de mi madre. Documentos personales y breves notas biogr ficas dejadas por Mar a Curie ; innumerables textos oficiales, relatos y correspondencia de amigos franceses y polacos, a quienes no s c mo agradecerles tantas atenciones; los recuerdos de mi hermana, Irene Joliot- Curie , de mi hermano pol tico, Federico Joliot, y los m os me han ayudado a evocar los a os m s recientes.

4 Quisiera que el lector de este libro no dejara de meditar sobre las peripecias ef meras de una existencia, como la de Mar a Curie , en la cual m s sorprendente que su obra o que lo anecd tico de su vida es la inmutabilidad de un car cter, el esfuerzo porfiado, implacable, de la inteligencia; la inmolaci n de un ser que sab a darlo todo y que no supo tomar ni recibir nada; el alma, en fin, a la que nada logr . alterar en su pureza excepcional: ni el xito m s extraordinario, ni la adversidad. Porque Mar a Curie ten a esta alma y, sin sacrificio alguno, apart de s misma las ventajas que los aut nticos genios pueden obtener de una fama inmensa. Sufri por ser el personaje que el mundo quer a que fuese.

5 Tan exigente y retra da era su naturaleza, que fue incapaz, hasta los ltimos d as de su vida, de escoger una de esas actitudes que la gloria sugiere: la familiaridad, la amabilidad maquinal, la austeridad intencionada, la modestia exhibicionista. No supo ser c lebre. Cuando yo nac , mi madre ten a treinta y siete a os. Cuando estuve en la edad de conocerla bien, era una anciana ilustre. Y no obstante, fue "la ilustre investigadora". lo que m s me extra de ella, sin duda alguna porque la idea de serlo no ocupaba el esp ritu de Mar a Curie . En cambio, me parece haber vivido siempre al lado de la estudiante pobre y so adora que fue Mar a Sklodowska, mucho antes de que yo viniera al mundo. En el instante mismo de su muerte, Mar a segu a pareci ndose a aquella joven.

6 Una tenaz, brillante y largu sima carrera no hab a logrado engrandecerla, disminuirla, 3 Preparado por Patricio Barros La vida heroica de Marie Curie ve Curie santificarla o envilecerla. En su ltimo d a era todav a dulce, obstinada, t mida, curiosa de todos las rolan, como en los tiempos de sus oscuros comienzos. Con una muerte semejante no pod a infring rsele sin sacrilegio, el duelo pomposo que los gobiernos ofrecen a los grandes personajes. Mar a tuvo en un cementerio silvestre, entre las flores del est o, un entierro silencioso y sencillo, como si la vida que terminaba semejara a tantas otras. Hubiera querido tener los dones de un escritor para mostrar la eterna estudiante de la que Einstein dijo: "La se ora Curie es, de todos los seres c lebres, el nico que la gloria no ha corrompido", siguiendo como una extra a el curso de su propia vida, intacta, natural, casi insensible a su sorprendente destino.

7 Ve Curie 4 Preparado por Patricio Barros La vida heroica de Marie Curie ve Curie Cap tulo 1. Mania Como todos los domingos un gran silencio invade el liceo de la calle Nowolipki. Debajo del frontis de piedra, en donde se lee, grabada en caracteres rusos, la inscripci n "Gimnasio de Ni os", la puerta principal est cerrada con cerrojo, y el vest bulo, entre columnas, semeja un templo abandonado. Mar a Curie en los ltimos a os de su vida La vida parece retirada de este edificio, ancho y bajo, de un solo piso, de claras salas, en donde se alinean los pupitres de negra madera, ara ados por los cortaplumas y cruzados de iniciales. 5 Preparado por Patricio Barros La vida heroica de Marie Curie ve Curie S lo se oye la campana de la iglesia de la Virgen, que toca a v speras, y, a veces, viniendo de la calle, el rodar de una carreta o el trote perezoso del caballo de una dorochka.

8 Tras la reja que bordea el patio de entrada, las cuatro lilas del gimnasio, polvorientas y raqu ticas, est n en flor, y los transe ntes endomingados se vuelven, sorprendidos por el h lito de perfume azucarado. Hace calor, a pesar de que el mes de mayo se acaba. En Varsovia, el sol es tan desp tico y tan vivo como el fr o. No obstante, algo hay que altera la paz dominical. Del ala izquierda del edificio, donde habita, en la planta baja, el se or Wladyslaw Sklodowski, profesor de f sica y subinspector del gimnasio, procede el eco sordo de una misteriosa actividad. Se dir a que son martillazos dados sin orden ni concierto, y a los que sigue el hundimiento de un andamiaje, coreado con agudos gritos.

9 Algunos golpes m s, y a continuaci n se oyen unas rdenes breves, lanzadas en polaco: Eh! Ya no tengo m s municiones! La torre, Jos ! .. Cuidado con la torre! Mania, ap rtate! Si te traigo los Oh! Oh! Oh! Cae una monta a de cubos de madera, que ruedan estrepitosamente sobre el encerado parquet. La torre qued destruida. Redoblan los clamores, y los proyectiles vuelan y aciertan en el blanco. El campo de batalla es una vasta pieza cuadrada, cuyas ventanas dan a un patio interior del gimnasio. Cuatro camas de ni o ocupan las esquinas. Cuatro ni os, de cinco a nueve a os, juegan a la guerra, gritando horriblemente. Un t o bonach n, aficionado al whist y a los solitarios, que en la noche de Navidad ofreci a los j venes Sklodowski un juego de construcciones, no imagin el uso que se har a de su regalo.

10 Durante algunos d as, Jos , Bronia, Hela y Mania construyeron, d cilmente, los castillos, los puentes y las iglesias cuyos modelos encontraron en la caja. Pero, luego, los bloques de madera se convirtieron en lo que era su destino aut ntico: las columnitas de roble formaron la artiller a, los peque os cubos sirvieron como proyectiles, y los arquitectos se transformaron en mariscales. Tumbado en el suelo, Jos gana terreno y empuja met dicamente sus ca ones en direcci n al adversario. Incluso en lo m s bravo de la lucha, su rostro de ni o sano 6 Preparado por Patricio Barros La vida heroica de Marie Curie ve Curie y de rasgos firmes, bajo los cabellos claros, refleja la seriedad que precisa un jefe del ej rcito.


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