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Maren y Marcelo Viñar - Ediciones Trilce

1 Maren y Marcelo Vi arFRACTURASDE MEMORIACr nicas parauna memoria por venir2 Colecci n DESAF OSEsta serie se propone desafiar a una reflexi n abierta,pluridisciplinaria y centrada en el cambio necesariopara lograr una sociedad justa y a su vez enfrentarel desaf o que los cambios ha publicado en esta colecci n:La crisis del socialismo de estado y m s all de Rodrigo ArocenaIdentidad uruguaya: mito, crisis o afirmaci n?compilaci n de Hugo Achugar y Gerardo CaetanoSignos reales del Uruguay imagionariode Fernando AndachtLa balsa de la Medusade Hugo AchugarIlustraci n original de car tula:Wilfredo Lam, pastel. 1993, Ediciones TrilceMisiones 1408 Casilla de Correos 1220311300 Montevideo, UruguayTel. Fax: 96 57 45 ISBN 9974-32-047-XEsta versi n de fracturas de Memorias, publicada en Internet,con acceso gratuito, se ofrece por los autores y la editorialcomo un servicio a investigadores, acad micos y lectores engeneral, pero no debe, bajo ning n concepto, ser reproducidacon fines a quienes accedan a ella, como simple genti-leza, nos env en un correo electr nico haci ndonoslo N por Jos Pedro Barr n.

1 Maren y Marcelo Viñar FRACTURAS DE MEMORIA Crónicas para una memoria por venir

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1 1 Maren y Marcelo Vi arFRACTURASDE MEMORIACr nicas parauna memoria por venir2 Colecci n DESAF OSEsta serie se propone desafiar a una reflexi n abierta,pluridisciplinaria y centrada en el cambio necesariopara lograr una sociedad justa y a su vez enfrentarel desaf o que los cambios ha publicado en esta colecci n:La crisis del socialismo de estado y m s all de Rodrigo ArocenaIdentidad uruguaya: mito, crisis o afirmaci n?compilaci n de Hugo Achugar y Gerardo CaetanoSignos reales del Uruguay imagionariode Fernando AndachtLa balsa de la Medusade Hugo AchugarIlustraci n original de car tula:Wilfredo Lam, pastel. 1993, Ediciones TrilceMisiones 1408 Casilla de Correos 1220311300 Montevideo, UruguayTel. Fax: 96 57 45 ISBN 9974-32-047-XEsta versi n de fracturas de Memorias, publicada en Internet,con acceso gratuito, se ofrece por los autores y la editorialcomo un servicio a investigadores, acad micos y lectores engeneral, pero no debe, bajo ning n concepto, ser reproducidacon fines a quienes accedan a ella, como simple genti-leza, nos env en un correo electr nico haci ndonoslo N por Jos Pedro Barr n.

2 5PR LOGO por Daniel Gil .. 7UN EP LOGO COMO PR OJOS DE LOS P GRITO ENTRE O LA DEMOLICI MIRADA PSICOANAL TICA SOBRE LA O EL DELIRIO DEL H Y RECEPCI N DEL DE FAMILIAS, FAMILIAS EN LA TERROR SUBJETIVO, EL LUGAR DEL EXPERIENCIA DEL LEY COMO SOBRE LA TIEMPO DE DE FRACTURA EN LA MEMORIA Y LOS VIOLENCIA POL N An lisis psicoanal tico de casos? Testimonio? Reflexi n pol tica? Estelibro es indefinible desde el punto de vista literario, en primer lugar, porqueno quiere ser literatura ni ciencia; en segundo lugar, porque el horror lotraspasa y obliga a repensar la condici n tortura impuesta por la dictadura militar uruguaya a los militantes deizquierda o sospechosos de serlo es el n cleo tem tico, pero las estrategiasde supervivencia pronto se autonomizan y concluyen dominando el ataque al cuerpo a veces gener la p rdida de la identidad y laidentificaci n emocional con el enemigo-torturador, lo que condujo a laenfermedad mental.

3 En otras ocasiones, ese ataque al cuerpo, a trav s de lossue os de la locura y el reencuentro con el apoyo de los otros, permiti restaurar la identidad y la raz la salud mental se halle en el calor de los dem s as sea este sentidoen forma de delirio es una prueba de precisi n casi cient fica acerca de lacuota de verdad que contienen las utop as que hacen de la solidaridad cese que la base de la cultura es la prohibici n de la animalidad que elhombre se autoimpone. Ese negarse libertades por considerarlas perversas pi nsese en el incesto encuentra en este libro una nueva justificaci n. Si lalibertad es el retorno a la animalidad de la liquidaci n f sica, mental eideol gica del semejante, esa libertad equivale a la "barbarie", es decir, al findel otro transformado en simple espejo de mi yo, lo que significa, hist rica-mente, el estado lo el respeto por la diversidad, hecho que tambi n olvid a menudo laizquierda revolucionaria, garantiza la la historia, desde el psicoan lisis, este testimonio cient fico delhorror, escrito con cierto temblor y un enorme temor de convertir en cienciapura lo que fue dolor, nos invita a recordar, a reintegrar a la memoria colectivalo que, de olvidarse, retornar a.

4 Pocas veces la funci n cat rtica de la Historiaqueda tan en exilio es el otro de los dramas relatados, el de los enfermos y tambi nel de los m y exilio tienen mucho en com n: en ambos casos los c digos delcomportamiento habitual se enfrentan a situaciones que exigen reaprendizajes6violentos y r pidos si no se quiere desaparecer, en ambos casos laindefensi n es f sica y mental y el individuo conoce soledades que tiendena privatizarlo patol fue el primer pa s de Am rica Latina en ser formado porinmigrantes. Ello ti su cultura con una nota importante de tristezadebida a la nostalgia de las patrias perdidas. Y estas, en Montevideo sobretodo, eran 1960, Uruguay se ha convertido en pa s de emigrantes hechoque la dictadura intensific como las estad sticas de poblaci n demues-tran.

5 A menudo, los hijos o nietos de aquellos que hab an sentido lanostalgia de la p rdida europea se enfrentaron a la nostalgia renacida yamplificada al infinito por la p rdida ahora uruguaya. Muchos uruguayosvivieron y recordaron as en una o dos generaciones el mismo drama, lamisma amputaci es pues la historia de dos castigos la tortura y el exilio infligidospor el orden establecido a sus cuestionadores, quienes le demuestran suineficacia emigrando, quienes le demuestran su "barbarie" critic Pedro Barr n7 PPPPPR LOGOMEMORIAS DEL HORRORD entro de poco se cumplir n diez a os en que, como tantos, iniciamosun peregrinaje para reencontrarnos con compa eros del alma que ladi spora de la dictadura hab a esparcido por el mundo. As estuvimos enMadrid, Barcelona, Par s y M xico.

6 Lugares sagrados de reencuentros, deabrazos, de llantos y en Par s en un d a luminoso y soleado de esos que son excepci nen el gris invierno parisino cuando fuimos con Marcelo , Maren , nuestroshijos y Claudio Scazzocchio quien hab a venido de Inglaterra a vernos al Memorial de la Deportaci n. Llenos de recogimiento vimos las enormesparedes tachonadas de nombres de desaparecidos, estrellas fulgurantes,robados del olvido. Nombres de miles de hombres, mujeres y ni os quehab an sido embarcados en trenes cuyo destino ser a Auschwitz, Treblinka,Sobibor Dachau, a quienes se hab a aplicado la "soluci n final" para quede ellos no quedara , sin embargo, all estaban sus interminables nombres y nosotros,latinoamericanos bajo la dictadura, los contempl bamos como hermanosporque ahora nosotros sab amos algo m s de su sufrimiento ya que otrosen nuestra tierra tambi n hab an desaparecido, estaban muertos o presos,y todos viv amos bajo el miedo y el recuerdo de ese d a se me impuso cuando rele este libro, que hab aido conociendo en la gestaci n, trabajo por fracturas de memoria no es s lo un libro de psicoan lisis, estambi n un memorial, es la memoria empecinada de la muerte.

7 De torturasy exilios .Luego de a os en que vivimos bajo discursos totalitarios, armas yc rceles que monopolizaban el poder, el saber y la verdad, cuando lleg la democracia, se intent que todo sucumbiera en el olvido. Pero aqu yall la memoria, desde su dolor, dijo "no".No pudimos, por motivos diversos, hacer que se cumpliera la verdady la justicia, pero eso no hace que haya que declinar la verdad y lamemoria, porque ste era el gran objetivo de las luchas contra la ley quebajo un c nico eufemismo recibi el nombre de "Ley de caducidad de lapretensi n punitiva del Estado".8 Sab amos que la justicia no iba a recuperar los terribles tiempos detortura y c rcel de temor y, menos aun, la muerte y la desaparici n. Es que acaso la justicia pod a restablecer un equilibrio en que loperdido se recuperara, o en el que el infractor pagara por lo que hizo?

8 Esoes imposible. S lo la crueldad del Tali n puede tener la ilusi n de esaequiparaci n. C mo se puede medir, no digo un mes de tortura, tan s lo una horadel plant n, el insulto, el pu etazo, la picana? C mo resarcir a os dec rcel? C mo se saldan doce a os de exilio? Se puede recuperar un hijomuerto?No. No se trata de eso porque no hay proporci n entre el delitocometido y cualquier forma de sanci n que se promulgue ya que no nosva a devolver los muertos, la vida consumida en la c rcel, ni va a hacerdesaparecer el miedo que padecimos. Hay un alog n, como dec an losgriegos, algo fuera de la proporci n, de la l gica, de la verdad y la justicia eran el acto simb lico de rescate de una memoriaimprescindible para la vida de los pueblos y la el trabajo de la memoria es implacable y si no se recuperasimb licamente reaparece como s ntoma en lo individual y en Uruguay se han hecho monumentos por los ca dos de las fuerzasde la dictadura pero no se ha levantado ning n recordatorio de susv ctimas.

9 Otras tendr n que ser las formas de su recordaci n. Por eso digoque este libro es un si esto es uno de sus logros, no es el nico, ya que se piensan hechosque a todos nos ha tocado padecer: el temor, la tortura, el duelo por losmuertos y desaparecidos, el este es un desaf o enorme porque enfrenta al psicoan lisis y alpsicoanalista con problemas que nos desalojan de cualquier posici nconfortable del aislamiento recogido en el consultorio o en las teor , psicoanalistas, no somos ajenos al resto de los ciudadanos:la pr dica constante por el reclamado olvido y el temor han hecho queeste tema no se haya constituido en t pico capital de la reflexi n. Nuestraexperiencia no es diferente de lo acaecido a los psicoanalistas en Europay Estados Unidos luego de la Segunda Guerra niveles de dificultad contribuyen a ello.

10 No pretendo serexhaustivo pero, al menos, quiero mencionar algunos que este primer lugar, no por m s importante pero s por obvio, es el "no te met s" es un resguardo caro pero accesible. Porque el temor noes s lo un sentimiento que padecimos bajo la dictadura. Ya sabemos queel terror deja una huella que perdura por muchos a os pero, adem s, loque sucede en nuestra Am rica no es tranquilizador y la amenaza, aludida9o explicitada, est presente de distintas nivel de dificultad es el de que las teor as nos dan soportes m s omenos efectivos para nuestra pr ctica en varios campos del padecimientodel alma humana, aunque en otros ya sabemos de sus insuficiencias y suprecariedad. Pero en los problemas y padecimientos que nos ocupanmucho hay para pensar en un campo en que adem s la "superposici nde mundos" (J.)


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