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Obra reproducida sin responsabilidad editorial

LAMETAMORFOSISF ranz KafkaObra reproducida sin responsabilidad editorialAdvertencia de Luarna EdicionesEste es un libro de dominio p blico en tantoque los derechos de autor, seg n la legislaci nespa ola han lo presenta aqu como un obsequio asus clientes, dejando claro que:La edici n no est supervisada por nuestrodepartamento editorial , de forma que nonos responsabilizamos de la fidelidad delcontenido del )Luarna s lo ha adaptado la obra paraque pueda ser f cilmente visible en loshabituales readers de seis )A todos los efectos no debe considerarsecomo un libro editado por Gregor Samsa se despert unama ana despu s de un sue o intranquilo, seencontr sobre su cama convertido en unmonstruoso insecto".

Advertencia de Luarna Ediciones Este es un libro de dominio público en tanto que los derechos de autor, según la legislación española han caducado.

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1 LAMETAMORFOSISF ranz KafkaObra reproducida sin responsabilidad editorialAdvertencia de Luarna EdicionesEste es un libro de dominio p blico en tantoque los derechos de autor, seg n la legislaci nespa ola han lo presenta aqu como un obsequio asus clientes, dejando claro que:La edici n no est supervisada por nuestrodepartamento editorial , de forma que nonos responsabilizamos de la fidelidad delcontenido del )Luarna s lo ha adaptado la obra paraque pueda ser f cilmente visible en loshabituales readers de seis )A todos los efectos no debe considerarsecomo un libro editado por Gregor Samsa se despert unama ana despu s de un sue o intranquilo, seencontr sobre su cama convertido en unmonstruoso insecto".

2 Estaba tumbado sobre suespalda dura, y en forma de caparaz n y, allevantar un poco la cabeza, ve a un vientreabombado, parduzco, dividido por partes du-ras en forma de arco, sobre cuya protuberanciaapenas pod a mantenerse el cobertor, a puntoya de resbalar al muchas patas, rid culamente pe-que as en comparaci n con el resto de su ta-ma o, le vibraban desamparadas ante los ojos. Qu me ha ocurrido? , pens . No era un sue- o. Su habitaci n, una aut ntica habitaci nhumana, si bien algo peque a, permanec atranquila entre las cuatro paredes harto encima de la mesa, sobre la que seencontraba extendido un muestrario de pa osdesempaquetados Samsa era viajante de co-mercio , estaba colgado aquel cuadro, que hac- a poco hab a recortado de una revista y hab acolocado en un bonito marco dorado.

3 Represen-taba a una dama ataviada con un sombrero yuna boa de piel, que estaba all , sentada muyerguida y levantaba hacia el observador unpesado manguito de piel, en el cual hab a des-aparecido su mirada de Gregor se dirigi despu shacia la ventana, y el tiempo lluvioso se o ancaer gotas de lluvia sobre la chapa del alfeizarde la ventana le pon a muy melanc lico. Qu pasar a pens si durmiese un pocom s y olvidase todas las chifladuras? Pero estoera algo absolutamente imposible, porque esta-ba acostumbrado a dormir del lado derecho,pero en su estado actual no pod a ponerse deese se lanzase con mu cha fuerzahacia el lado derecho, una y otra vez se volv a aba lancear sobre la intent cien veces, cerraba los ojos para notener que ver las patas que pataleaban, y s locejaba en su empe o cuando comenzaba a no-tar en el costado un dolor leve y sordo que an-tes nunca hab a sentido.

4 IDios m o! , pens . iQu profesi n tan dura he elegido! Un d a s y otro tambi n de viaje. Los esfuerzos profesio-nales son mucho mayores que en el mismo al-mac n de la ciudad, y adem s se me ha endo-sado este ajetreo de viajar, el estar al tanto delos empalmes de tren, la comida mala y a des-hora, una relaci n humana constantementecambiante, nunca duradera, que jam s llega aser cordial. Que se vaya todo al diablo! Sinti sobre elvientre un leve picor, con la espalda se desli z lentamente m s cerca de la cabecera de la camapara poder levantar mejor la cabeza; se en-contr con que la parte que le picaba estabatotalmente cubierta por unos peque os puntosblancos, que no sab a a qu se deb an, y quisopalpar esa parte con una pata, pero inmediata-mente la retir , porque el roce le produc a esca-lofr os.

5 Se desliz de nuevo a su posici n ini-cial. Esto de levantarse pronto , pens , lehace a uno desvariar. El hombre tiene quedormir. Otros viajantes viven como pach s . Siyo, por ejemplo, a lo largo de la ma ana vuelvoa la pensi n para pasar a limpio los pedidosque he conseguido, estos se ores todav a est nsentados tomando el podr a intentar yo con mi jefe, enese momento ir a a parar a la calle. Qui n sabe,por lo dem s, si no ser a lo mejor para m . Si notuviera que dominarme por mis padres, ya mehabr a despedido hace tiempo, me habr a pre-sentado ante el jefe y le habr a dicho mi opini ncon toda mi alma. Se habr a ca do de la mesa!S que es una extra a costumbre la de sentarsesobre la mesa y, desde esa altura, hablar haciaabajo con el empleado que, adem s, por culpade la sordera del jefe, tiene que acercarse , la esperanza todav a no est perdida del todo; si alguna vez tengo el dinerosuficiente para pagar las deudas que mis pa-dres tienen con l puedo tardar todav a entrecinco y seis a os lo hago con toda habr llegado el gran momento, aho-ra, por lo pronto, tengo que levantarme porqueel tren sale a las cinco , y mir hacia el desper-tador que hac a tictac sobre el armario.

6 Diosdel cielo! , pens .Eran las seis y media y las manecillassegu an tranquilamente hacia delante, ya hab apasado incluso la media, eran ya casi las menoscuarto. Es que no habr a sonado el desperta-dor? Desde la cama se ve a que estaba correc-tamente puesto a las cuatro, seguro que tam-bi n hab a sonado. S , Cera posible se-guir durmiendo tan tranquilo con ese ruido quehac a temblar los muebles? Bueno, tampocohab a dormido tranquilo, pero quiz tanto m sprofundamente. Qu iba a hacer ahora? Elsiguiente tren sal a a las siete, para cogerlotendr a que haberse dado una prisa loca, elmuestrario todav a no estaba empaquetado, y l mismo no se encontraba especialmente espa-bilado y gil; e incluso si consiguiese coger eltren, no se pod a evitar una reprimenda deljefe, porque el mozo de los recados habr a espe-rado en el tren de las cinco y ya hac a tiempoque habr a dado parte de su descuido.

7 Era unesclavo del jefe, sin agallas ni juicio. Qu pa-sar a si dijese que estaba enfermo? Pero estoser a sumamente desagradable y sospechoso,porque Gregor no hab a estado enfermo ni unasola vez durante los cinco a os de servicio. Se-guramente aparecer a el jefe con el m dico delseguro, har a reproches a sus padres por tenerun hijo tan vago y se salvar a de todas las obje-ciones remiti ndose al m dico del seguro, parael que s lo existen hombres totalmente sanos,pero con aversi n al trabajo. Y es que en estecaso no tendr a un poco de raz n? Gregor, aexcepci n de una modorra realmente superfluades pu s del largo sue o, se encontraba bastan-te bien e incluso ten a mucha hambre.

8 Mientrasreflexionaba sobre todo esto con gran rapidez,sin poderse decidir a abandonar la cama eneste mismo instante daba lassiete menos cuarto , llamaron caute losamentea la puerta que estaba a la cabecera de su dijeron (era la madre) , son las sietemenos cuarto. No ibas a salir de viaje? Qu dulce voz! Gregor se asust , al contestar, es-cuch una voz que, evidentemente, era la suya,pero en la cual, como des de lo profundo, semezclaba un doloroso e incontenible piar, queen el primer momento dejaba salir las palabrascon clari dad para, al prolongarse el sonido,destrozarlas de tal forma que no se sab a si sehab a o do bien.

9 Gregor querr a haber contesta-do detalladamente y explicarlo todo, pero enestas circunstancias se limit a decir: S , s ,gracias madre, ya me levanto. Probablemente acausa de la puerta de madera no se notaba des-de fuera el cambio en la voz de Gregor, porquela madre se tranquiliz con esta respuesta y semarch de all . Pero merced a la breve conver-saci n, los otros miembros de la familia se hab- an dado cuenta de que Gregor, en contra detodo lo esperado, estaba todav a en casa, y ya elpadre llamaba suavemen te, pero con el pu o, auna de las puertas laterales. iGregor, Gregor! grit . Qu ocurre? tras unos instantesinsisti de nuevo con voz m s grave.

10 Gregor,Gregor! Desde la otra puerta lateral se lamen-taba en voz baja la hermana. Gregor, no teencuentras bien?, necesitas algo? Gregor con-test hacia ambos lados: Ya estoy preparado y, con una pronunciaci n lo m s cuidadosaposible, y haciendo largas pausas entre las pa-labras, se esforz por despojar a su voz de todolo que pudiese llamar la atenci n. El padre vol-vi a su desayuno, pero la hermana susurr :Gregor, abre, te lo suplico pero Gregor noten a ni la menor intenci n de abrir, m s bienelogi la precauci n de ce rrar las puertas quehab a adquirido durante sus viajes, y esto in-cluso en casa. Al principio ten a la intenci n delevantarse tranquilamente y, sin ser molestado,vestirse y, sobre todo, desayunar, y des pu spensar en todo lo dem s, porque en la cama,eso ya lo ve a, no llegar a con sus cavilaciones auna conclusi n sensata.


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