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ÍNDICE - Internet Archive

Que conoce y utilizalos secretos de la Gran ObraYendo ellos por el camino entraron en cierto pueblo. Y una mujer,llamada Marta, los hosped en su a ella una hermana, llamada Mar a, que se sent a los pies delSe or y permaneci all escuchando sus ense se agitaba de un lado a otro, ocupada en muchas se aproxim a Jes s y le dijo:- Se or! No te importa que yo est sirviendo sola? Ordena a mihermana que venga a ayudarme!Respondi le el Se or:- Marta, Marta! Andas inquieta y te preocupas con muchas a, en cambio, escogi la mejor parte, y sta no le ser , 10, 38-42 9 PREFACIOEs importante advertir que El Alquimista es un libro simb lico, adiferencia de El Peregrino de Compostela (Diario de un mago), que fueun trabajo once a os de mi vida estudi Alquimia. La simple idea detransformar metales en oro o de descubrir el Elixir de la Larga Vida yaera suficientemente fascinante como para atraer a cualquiera que seiniciara en Magia.

Yendo ellos por el camino entraron en cierto pueblo. Y una mujer, llamada Marta, los hospedó en su casa. Tenía ella una hermana, llamada María, que se sentó a los pies del Señor y permaneció allí escuchando sus enseñanzas. Marta se agitaba de un lado a otro, ocupada en muchas tareas. Entonces se aproximó a Jesús y le dijo:-¡Señor!

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  Monica, Coal mine

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1 Que conoce y utilizalos secretos de la Gran ObraYendo ellos por el camino entraron en cierto pueblo. Y una mujer,llamada Marta, los hosped en su a ella una hermana, llamada Mar a, que se sent a los pies delSe or y permaneci all escuchando sus ense se agitaba de un lado a otro, ocupada en muchas se aproxim a Jes s y le dijo:- Se or! No te importa que yo est sirviendo sola? Ordena a mihermana que venga a ayudarme!Respondi le el Se or:- Marta, Marta! Andas inquieta y te preocupas con muchas a, en cambio, escogi la mejor parte, y sta no le ser , 10, 38-42 9 PREFACIOEs importante advertir que El Alquimista es un libro simb lico, adiferencia de El Peregrino de Compostela (Diario de un mago), que fueun trabajo once a os de mi vida estudi Alquimia. La simple idea detransformar metales en oro o de descubrir el Elixir de la Larga Vida yaera suficientemente fascinante como para atraer a cualquiera que seiniciara en Magia.

2 Confieso que el Elixir de la Larga Vida me seduc am s, pues antes de entender y sentir la presencia de Dios, el pensa-miento de que todo se acabar a un d a me desesperaba. De manera que,al enterarme de la posibilidad de conseguir un l quido capaz deprolongar muchos a os mi existencia, resolv dedicarme en cuerpo yalma a su fabricaci una poca de grandes cambios sociales (el comienzo de los a ossetenta) y en Brasil no se encontraban a n publicaciones serias sobreAlquimia. Al igual que uno de los personajes del libro, comenc agastar el poco dinero que ten a en la compra de libros importados ydedicaba muchas horas diarias al estudio de su complicada simbolog ponerme en contacto con dos o tres personas en R o deJaneiro que se dedicaban seriamente a la Gran Obra, y rehusaronrecibirme. Conoc tambi n a muchas otras que se dec an alquimistas,pose an sus laboratorios y promet an ense arme los secretos del Artea cambio de verdaderas fortunas; hoy me doy cuenta de que enrealidad no sab an nada de lo que pretend an ense pesar de toda mi dedicaci n, los resultados eran absolutamentenulos.

3 No suced a nada de lo que los manuales de Alquimia afirmabanen su complicado lenguaje. Era un sinf n de s mbolos, dragones,leones, soles, lunas y mercurios, y yo siempre ten a la impresi n dehallarme en el camino equivocado, porque el lenguaje simb licopermite un gigantesco margen de error. En 1973, ya desesperado por lafalta de progresos, comet una suprema irresponsabilidad. En aquella poca yo estaba contratado por la Secretar a de Educaci n del Mato 10 Grosso para dar clases de teatro en dicho estado, y decid utilizar a misalumnos en laboratorios teatrales cuyo tema era la Tabla de laEsmeralda. Esta actitud, unida a algunas incursiones m as en las reaspantanosas de la Magia, hizo que al a o siguiente yo pudiera sentir enmi propia carne la verdad del proverbio: El que la hace la paga. Todoa mi alrededor se derrumb por los siguientes seis a os de mi vida en una actitud bastanteesc ptica en relaci n a todo lo que tuviese que ver con el rea m este exilio espiritual aprend muchas cosas importantes: que s loaceptamos una verdad cuando previamente la negamos desde el fondodel alma; que no debemos huir de nuestro propio destino, y que lamano de Dios es infinitamente generosa, a pesar de Su 1981 conoc a RAM, mi Maestro, que me reconducir a al caminoque estaba trazado para m.

4 Y mientras l me entrenaba en susense anzas, volv a estudiar Alquimia por cuenta propia. Ciertanoche, mientras convers bamos despu s de una extenuante sesi n detelepat a, pregunt por qu el lenguaje de los alquimistas era tan vagoy tres tipos de alquimistas -dijo mi Maestro-. Aquellos queson imprecisos porque no saben de lo que est n hablando; aquellosque lo son porque saben de lo que est n hablando, pero tambi n sabenque el lenguaje de la Alquimia es un lenguaje dirigido al coraz n y noa la raz Y cu l es el tercer tipo? pregunt .-Aquellos que jam s oyeron hablar de Alquimia pero que consi-guieron, a trav s de sus vidas, descubrir la Piedra de este modo, mi Maestro (que pertenec a al segundo tipo)decidi darme clases de Alquimia. Descubr entonces que el lenguajesimb lico que tanto me irritaba y desorientaba era la nica manera dealcanzar el Alma del Mundo, o lo que Jung llam el inconscientecolectivo.

5 Descubr la Leyenda Personal y las Se ales de Dios,verdades que mi raciocinio intelectual se negaba a aceptar a causa desu simplicidad. Descubr que alcanzar la Gran Obra no es tarea deunos pocos, sino de todos los seres humanos de la faz de la Tierra. Esevidente que la Gran Obra no siempre viene bajo la forma de unhuevo o de un frasco con l quido, pero todos nosotros podemos -sinlugar a dudas- sumergirnos en el Alma del eso El Alquimista es tambi n un texto simb lico. En el decursode sus p ginas, adem s de transmitir todo lo que aprend al respecto, 11 procuro rendir homenaje a grandes escritores que consiguieronalcanzar el Lenguaje Universal: Hemingway, Blake, Borges (quetambi n utiliz la historia persa para uno de sus cuentos) y MalbaTahan, entre completar este extenso prefacio e ilustrar lo que mi Maestroquer a decir con lo del tercer tipo de alquimistas, vale la pena recordaruna historia que l mismo me cont en su Se ora, con el Ni o Jes s en sus brazos, decidi bajar a laTierra y visitar un monasterio.

6 Orgullosos, todos los sacerdotesformaron una larga fila, y uno a uno se acercaban a la Virgen pararendirle homenaje. Uno declam bellos poemas, otro mostr lasiluminaciones que hab a realizado para la Biblia, un tercero recit losnombres de todos los santos. Y as sucesivamente, monje tras monje,fueron venerando a Nuestra Se ora y al Ni o Jes el ltimo lugar de la fila hab a un monje, el m s humilde delconvento, que nunca hab a aprendido los sabios textos de la padres eran personas humildes, que trabajaban en un viejo circode los alrededores, y todo lo que le hab an ense ado era lanzar bolasal aire haciendo algunos lleg su turno, los otros monjes quisieron poner fin a loshomenajes, pues el antiguo malabarista no tendr a nada importanteque decir o hacer y pod a desacreditar la imagen del convento. Pero enel fondo de su coraz n, l tambi n sent a una inmensa necesidad dedar algo de s a Jes s y la , sintiendo sobre s la mirada reprobatoria de sushermanos, sac algunas naranjas de su bolsa y comenz a tirarlas al airehaciendo malabarismos, que era lo nico que sab a en ese instante cuando el Ni o Jes s sonri y comenz aaplaudir en el regazo de Nuestra Se ora.

7 Y fue hacia l a quien laVirgen extendi los brazos para dejarle que sostuviera un poco alNi AUTOR 13 PR LOGOEl Alquimista cogi un libro que alguien de la caravana hab atra do. El volumen no ten a tapas, pero consigui identificar a suautor: Oscar Wilde. Mientras hojeaba sus p ginas encontr unahistoria sobre Alquimista conoc a la leyenda de Narciso, un hermoso jovenque todos los d as iba a contemplar su propia belleza en un tan fascinado consigo mismo que un d a se cay dentro del lagoy se muri ahogado. En el lugar donde cay naci una flor, a la quellamaron no era as como Oscar Wilde acababa la historia. l dec a que, cuando Narciso muri , llegaron las Or ades -diosasdel bosque- y vieron el lago transformado, de un lago de agua dulceque era, en un c ntaro de l grimas Por qu lloras? -le preguntaron las Or por Narciso -repuso el Ah, no nos asombra que llores por Narciso!

8 -prosiguieron fin y al cabo, a pesar de que nosotras siempre corr amos tras l porel bosque, t eras el nico que ten a la oportunidad de contemplar decerca su Pero Narciso era bello? -pregunt el Qui n si no t podr a saberlo? -respondieron, sorprendidas, lasOr ades-. En definitiva, era en tus m rgenes donde l se inclinaba paracontemplarse todos los d lago permaneci en silencio unos instantes. Finalmente dijo:-Yo lloro por Narciso, pero nunca me di cuenta de que Narcisofuera por Narciso porque cada vez que l se inclinaba sobre miorilla yo pod a ver, en el fondo de sus ojos, reflejada mi propia Qu bella historia! -dijo el Alquimista. 15 PRIMERA PARTEEl muchacho se llamaba Santiago. Comenzaba a oscurecer cuandolleg con su reba o frente a una vieja iglesia abandonada. El techo sehab a derrumbado hac a mucho tiempo y un enorme sicomoro hab acrecido en el lugar que antes ocupaba la sacrist pasar all la noche.

9 Hizo que todas las ovejas entrasen porla puerta en ruinas y luego coloc algunas tablas de manera que nopudieran huir durante la noche. No hab a lobos en aquella regi n,pero cierta vez una se hab a escapado por la noche y l se hab a pasadotodo el d a siguiente buscando a la oveja pr su chaqueta en el suelo y se acost , usando el libro queacababa de leer como almohada. Record , antes de dormir, que ten aque comenzar a leer libros m s gruesos: se tardaba m s en acabarlos yresultaban ser almohadas m s confortables durante la n estaba oscuro cuando se despert . Mir hacia arriba y vio quelas estrellas brillaban a trav s del techo semiderruido. Hubiera querido dormir un poco m s , pens . Hab a tenido elmismo sue o que la semana pasada y otra vez se hab a despertado antesdel levant y tom un trago de vino. Despu s cogi el cayado yempez a despertar a las ovejas que a n dorm an.

10 Se hab a dado cuentade que, en cuanto l se despertaba, la mayor parte de los animalestambi n lo hac a. Como si hubiera alguna misteriosa energ a queuniera su vida a la de aquellas ovejas que desde hac a dos a osrecorr an con l la tierra, en busca de agua y alimento. Ya se hanacostumbrado tanto a m que conocen mis horarios , dijo en voz un momento y pens que tambi n pod a ser lo contrario:que fuera l quien se hubiese acostumbrado al horario de las de ellas, no obstante, tardaban un poco m s en levantarse;el muchacho las despert una por una con su cayado, llamando a cadacual por su nombre. Siempre hab a cre do que las ovejas eran capacesde entender lo que l les dec a. Por eso de vez en cuando les le a 16 fragmentos de los libros que le hab an impresionado, o les hablaba dela soledad y de la alegr a de un pastor en el campo, o les comentaba las ltimas novedades que ve a en las ciudades por las que sol a los dos ltimos d as, sin embargo, el asunto que le preocupabano hab a sido m s que uno: la hija del comerciante que viv a en laciudad adonde llegar an dentro de cuatro d as.


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