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El impacto de los estereotipos y los roles de género …

El impacto de los estereotiposy los roles de g nero en M xicoTodas las sociedades se estructuran y construyen su cultura en torno a la diferencia sexual de los individuos que la conforman, la cual determina tambi n el destino de las personas, atribuy ndoles ciertas caracter sticas y significados a las acciones que unas y otros deber n desempe ar o se espera que desempe en , y que se han cons-truido socialmente. Los roles de g nero son conductas estereotipadas por la cultura, por tanto, pue-den modificarse dado que son tareas o actividades que se espera realice una per-sona por el sexo al que pertenece. Por ejemplo, tradicionalmente se ha asignado a los hombres roles de pol ticos, mec nicos, jefes, etc., es decir, el rol productivo; y a las mujeres , el rol de amas de casa, maestras, enfermeras, etc tera (rol reproducti-vo) (INMUJERES, 2004).

Cuadro 1. República Mexicana, distribución de las mujeres de 15 años y más con pareja residente por opinión sobre los roles de género, según condición de

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  De las mujeres de, Mujeres

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1 El impacto de los estereotiposy los roles de g nero en M xicoTodas las sociedades se estructuran y construyen su cultura en torno a la diferencia sexual de los individuos que la conforman, la cual determina tambi n el destino de las personas, atribuy ndoles ciertas caracter sticas y significados a las acciones que unas y otros deber n desempe ar o se espera que desempe en , y que se han cons-truido socialmente. Los roles de g nero son conductas estereotipadas por la cultura, por tanto, pue-den modificarse dado que son tareas o actividades que se espera realice una per-sona por el sexo al que pertenece. Por ejemplo, tradicionalmente se ha asignado a los hombres roles de pol ticos, mec nicos, jefes, etc., es decir, el rol productivo; y a las mujeres , el rol de amas de casa, maestras, enfermeras, etc tera (rol reproducti-vo) (INMUJERES, 2004).

2 El concepto sexo se refiere a las diferencias y caracter sticas biol gicas, anat micas, fisiol gicas y cromos micas de los seres humanos que los definen como hombres o mujeres ; son caracter sticas con las que se nace, universales e inmodificables. En cam-bio el g nero es el conjunto de ideas, creencias y atribuciones sociales, que se cons-truye en cada cultura y momento hist rico con base en la diferencia sexual. De aqu surgen los conceptos de masculinidad y feminidad, los cuales determinan el comportamiento, las funciones, las oportunidades, la valoraci n y las relaciones entre mujeres y hombres. Es decir, el g nero responde a construcciones socioculturales sus-ceptibles de modificarse dado que han sido aprendidas (INMUJERES, 2004). En con-secuencia, el sexo es biol gico y el g nero se elabora socialmente, de manera que ser biol gicamente diferente no implica ser socialmente (2002:33) se ala que el papel (rol) de g nero se configura con el conjun-to de normas y prescripciones que dictan la sociedad y la cultura sobre el compor-tamiento femenino o masculino.

3 Aunque hay variantes de acuerdo con la cultura, la clase social, el grupo tnico y hasta el estrato generacional de las personas, se pue-de sostener una divisi n b sica que corresponde a la divisi n sexual del trabajo m s primitiva: las mujeres paren a los hijos y, por lo tanto, los cuidan: ergo, lo femenino es lo maternal, lo dom stico, contrapuesto con lo masculino, que se identifica con lo p blico. La dicotom a masculino-femenino, con sus variantes establece estereo-tipos, las m s de las veces r gidos, que condicionan los papeles y limitan las poten-cialidades humanas de las personas al estimular o reprimir los comportamientos en funci n de su adecuaci n al g nero . Seg n Lamas, el hecho de que mujeres y hom-bres sean diferentes anat micamente los induce a creer que sus valores, cualidades intelectuales, aptitudes y actitudes tambi n lo son.

4 Las sociedades determinan las actividades de las mujeres y los hombres basadas en los estereotipos , estableciendo as una divisi n sexual del conocer el sexo biol gico de un reci n nacido, los padres, los familiares y la socie-dad suelen asignarles atributos creados por expectativas prefiguradas. Si es ni a, es-peran que sea bonita, tierna, delicada, entre otras caracter sticas; y si es ni o, que sea fuerte, valiente, intr pido, seguro y hasta conquistador (Delgado et al., 1998). A las ni- as se les ense a a jugar a la comidita o a las mu ecas , as desde peque as, se les involucra en actividades dom sticas que m s adelante reproducir n en el hogar. De acuerdo con estas autoras, estos aprendizajes forman parte de la educaci n que de-ben recibir las mujeres para cumplir con las tareas que la sociedad espera de ellas en su vida adulta.

5 En cambio, a los ni os se les educa para que sean fuertes y no expresen sus sentimientos, porque llorar es cosa de ni as , adem s de prohibirles ser d biles. Estas son las bases sobre las que se construyen los este-reotipos de g nero, reflejos simples de las creencias so-ciales y culturales sobre las actividades, los roles , rasgos, caracter sticas o atributos que distinguen a las mujeres y a los hombres. Los estereotipos son concepciones pre-concebidas acerca de c mo son y c mo deben compor-tarse las mujeres y los hombres1 (Delgado et al., 1998).Estas creencias, sin embargo, no son elecciones conscien-tes que se puedan aceptar o rechazar de manera indivi-dual, sino que surgen del espacio colectivo, de la herencia familiar y de todos los mbitos en que cada persona par-ticipe. Se trata de una construcci n social que comienza a partir del nacimiento de los individuos, quienes poten-cian ciertas caracter sticas y habilidades seg n su sexo e inhiben otras, de manera que quienes los rodean, les dan un trato diferenciado que se refleja en c mo se relacio-nan con ellos, dando lugar a la discriminaci n de g nero.

6 No obstante, es mediante la interacci n con otros me-dios que cada persona obtiene informaci n nueva que la conduce a reafirmar o a replantear sus ideas de lo feme-nino y lo masculino. El prop sito de este documento es presentar informa-ci n estad stica que permita plantear, hasta donde sea posible, cu l es el impacto de los estereotipos y de los roles de g nero en algunos mbitos sociales en nuestro pa s, as como un acercamiento a los estereotipos de los roles de g nero que m s prevalecen. La materia prima de la que partimos es de diversas encuestas que indagan la opini n de mujeres y hombres acerca de temas como los roles de g nero, la toma de decisiones, la libertad perso-nal, el uso del tiempo, la participaci n en diversos mbi-tos y la din mica de las relaciones de pareja. Nuestro principal prop sito es ofrecer algunas reflexio-nes en torno a la forma en que los estereotipos pueden impactar o afectar (si es que sucede) a las mujeres y a los hombres en diversas situaciones y condiciones.

7 Sabe-mos que es dif cil argumentar estad sticamente un tema como ste, que no es cuantificable, de aqu que nuestra intenci n se limite a una aproximaci n con la informa-ci n disponible, y siempre teniendo cuidado en realizar interpretaciones sin hacer asociaciones estereotipos y los roles de g nero en la vida adulta: la toma de decisiones y la libertad de la pareja femeninaDurante siglos, en la cultura mexicana se han construi-do (igual que en otros contextos) estereotipos masculi-nos que caracterizan a los hombres como proveedores Delgado et al. ( 998:28) se alan que el concepto estereotipo fue creado por Walter Lipp-man en 922 y lo defini como el conjunto de juicios m s o menos falsos, preconcebidos de modo irracional . Asimismo, indican que, en 977, Tajfel lo interpret como una imagen men-tal muy simplificada de alguna categor a de persona, instituci n o acontecimiento, que es com-partida en sus caracter sticas esenciales por un gran n mero de personas ( 998:28).

8 Del hogar, jefes de familia y, en cierta medida, los que to-man las decisiones. Cuando el trabajo productivo se considera responsabili-dad propia del var n, ste se encuentra en posici n de controlar y manejar los recursos econ micos y tecnol -gicos a los que est estrictamente ligado el ejercicio del poder, tanto p blico como privado. Por el contrario, el trabajo que la mujer efect a en el hogar es de consumo inmediato y, por ello, invisible y no valorado econ mica ni socialmente (Lor a, 1998). En el mbito p blico surgen las acciones vinculadas con la producci n y la pol tica, es aqu donde se definen las estructuras socioecon micas de las sociedades y se cons-tituye el espacio tradicionalmente masculino. En contras-te, el espacio privado se reduce a la casa, cuyas acciones se vinculan a la familia y a lo dom stico, y donde las mu-jeres tienen un papel protag nico que no es valorado por la sociedad2 (INMUJERES, 2004).

9 Por consecuencia, el sistema dominante naturaliza las relaciones sociales de las mujeres y los hombres. Precisamente uno de los mbitos donde m s influyen los roles de g nero es en el familiar, y espec ficamente en las relaciones de pareja. La Encuesta sobre la Din mica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, 2003 y 2006) presenta en sus dos versiones informaci n valiosa acer-ca de las percepciones que tienen las mujeres de sus de-beres, responsabilidades y obligaciones en el hogar, y del trato que deben recibir por parte de sus parejas3 (ambas encuestas indagan si la entrevistada padece o no situa-ciones de violencia de g nero). Respecto a la opini n de las mujeres sobre los roles de g nero, datos de la ENDIREH 2003 se alan que 43 por ciento de las mujeres que no sufren violencia contes-t que una buena esposa debe obedecer a su pareja en todo lo que l ordene ; sin embargo, entre las que su-fren violencia por parte de su pareja4, la proporci n es menor (36 por ciento).

10 Esto podr a evidenciar que la obediencia hacia el esposo genera menos violencia en la pareja; adem s de constatar que la asignaci n de los estereotipos contin a vigente en nuestra sociedad y, 2 Las diferentes sociedades han organizado las tareas que realizan sus integrantes para sobre-vivir o progresar. Uno de los criterios de esta distribuci n de funciones ha sido el sexo de las personas, al cual tambi n se le denomina divisi n sexual del trabajo. De este concepto se de-riva lo que llamamos roles de g nero (INMUJERES, 2004). Se trata de un proyecto coordinado entre el Instituto Nacional de las mujeres (INMUJERES) y el Instituto Nacional de Estad stica, Geograf a e Inform tica (INEGI), cuyo universo de estudio abarc a mujeres de 5 a os y m s que viv an con su esposo o pareja. Su objetivo consisti en generar informaci n que permitiera conocer las diferentes facetas de la violencia hacia las mujeres perpretada por su pareja, as como los distintos factores que la determinan.


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