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Filosofía de la naturaleza humana

I Simposio del CFN cole des Hautes tudes en Sciences Sociales (Par s) 4-5 de marzo de 2010 filosof a de la naturaleza humana Alfredo Marcos Departamento de filosof a / Universidad de Valladolid (Espa a) Hoy d a, el deber primero y quiz nico del fil sofo es defender al hombre contra s mismo: defender al hombre contra esa extraordinaria tentaci n hacia la inhumanidad a que tantos seres humanos han cedido casi sin darse cuenta de ello (Gabriel Marcel) 1. Introducci n El concepto de naturaleza humana cuenta con una larga y pol mica tradici n filos fica. Algunos pensadores han negado directamente que tal cosa exista. Incluso podr amos decir que esta negaci n ha sido la moda intelectual dominante durante una buena parte del pasado siglo. Sin embargo, recientemente se viene dando una corriente de recuperaci n y revitalizaci n de la reflexi n filos fica sobre la naturaleza humana .

de recuperación y revitalización de la reflexión filosófica sobre la naturaleza humana. Esta recuperación se debe a dos factores. Por un lado, han crecido nuestras posibilidades de intervención técnica sobre el propio ser humano, lo cual ha generado un debate sobre la conveniencia y límites de dicha intervención.

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  Humana, Naturaleza, Filosof, 237 a de la naturaleza humana

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1 I Simposio del CFN cole des Hautes tudes en Sciences Sociales (Par s) 4-5 de marzo de 2010 filosof a de la naturaleza humana Alfredo Marcos Departamento de filosof a / Universidad de Valladolid (Espa a) Hoy d a, el deber primero y quiz nico del fil sofo es defender al hombre contra s mismo: defender al hombre contra esa extraordinaria tentaci n hacia la inhumanidad a que tantos seres humanos han cedido casi sin darse cuenta de ello (Gabriel Marcel) 1. Introducci n El concepto de naturaleza humana cuenta con una larga y pol mica tradici n filos fica. Algunos pensadores han negado directamente que tal cosa exista. Incluso podr amos decir que esta negaci n ha sido la moda intelectual dominante durante una buena parte del pasado siglo. Sin embargo, recientemente se viene dando una corriente de recuperaci n y revitalizaci n de la reflexi n filos fica sobre la naturaleza humana .

2 Esta recuperaci n se debe a dos factores. Por un lado, han crecido nuestras posibilidades de intervenci n t cnica sobre el propio ser humano, lo cual ha generado un debate sobre la conveniencia y l mites de dicha intervenci n. Y en el centro de este debate est el concepto de naturaleza humana . Por otro lado, la recuperaci n de este concepto ha venido de la mano de una tendencia m s general hacia la naturalizaci n de la filosof a. Tendr amos as una especie de concepci n naturalista de la naturaleza humana (Moster n, 2006, 23), valga la aparente redundancia. El estudio de la naturaleza humana habr a pasado de este modo desde el campo de la antropolog a filos fica al de la filosof a de la naturaleza . O quiz , dicho de otra forma, la antropolog a filos fica tendr a que ser vista ahora como una regi n de la filosof a de la naturaleza .

3 Estas tesis son tan problem ticas como pueda serlo el mismo proyecto general de naturalizaci n de la filosof a. Pero, aun sin tomar posici n al respecto, lo que s queda claro, es que una concepci n renovada de la filosof a de la naturaleza deber a prestar atenci n a este debate sobre la naturaleza humana . Los dos vectores se alados, es decir, capacidad de intervenci n t cnica y naturalizaci n, est n relacionados entre s . Una vez que el ser humano pasa a ser sin m s parte de la naturaleza , se puede pensar que pasa tambi n a disposici n de la intervenci n t cnica, como lo est n ya otras zonas de lo natural. En cierta manera, dicha artificializaci n del ser humano ha estado presente desde tiempos inmemoriales. Pero actualmente puede resultar mucho m s profunda y quiz s irreversible dado el desarrollo y la convergencia de varias tecnolog as muy potentes.

4 He aqu el territorio de la presente ponencia: intentar dejar al menos planteado el debate sobre la naturaleza humana desde la perspectiva de la filosof a de la naturaleza , as como la pol mica acerca de la conveniencia y l mites de la intervenci n t cnica sobre la naturaleza humana . Abordar estas cuestiones mediante un breve repaso de las posiciones que niegan la existencia de la propia naturaleza humana (apartado 2). A continuaci n me centrar en la idea de naturalizaci n y disponibilidad t cnica (apartado 3). Presentar dos formas cl sicas y asumidas de intervenci n sobre el ser humano: el cultivo y la terapia (apartado 4). Seguir el debate con las formas m s recientes de intervenci n y supuesta mejora t cnica del ser humano (human enhancement), defendidas filos ficamente bajo el r tulo de transhumanismo (apartado 5).

5 Por ltimo, establecer un resumen cr tico y conclusivo (apartado 6). 2. La negaci n de la naturaleza humana Los fil sofos antiguos y medievales que podemos situar en la l nea plat nica no pusieron en cuesti n la existencia de la naturaleza humana , entendida esta como esencia o Idea del ser humano. Antes bien, asumieron como una tarea propia la investigaci n de los elementos invariantes que condicionan y posibilitan la existencia humana , de los rasgos esenciales que hacen que seamos precisamente humanos y no cualquier otra cosa. Tambi n Arist teles y los aristot licos identifican una cierta naturaleza humana que consta de aspectos animales, sociales y racionales integrados en una unidad. El ser humano se halla, as , radicado en el mundo natural, por su condici n de animal.

6 Se puede decir que en Arist teles hay ya una concepci n naturalista de la naturaleza humana . Estamos ante un naturalismo moderado, no radical. La condici n social y racional distingue al hombre del resto de los vivientes. Gracias a esta naturaleza racional se puede justificar el aserto que encabeza la Metaf sica de Arist teles, conforme al cual todos los seres humanos por naturaleza desean saber. Como es sabido, las l neas de pensamiento plat nica y aristot lica se prolongaron a lo largo de la Edad Media. Y en general la afirmaci n de la naturaleza humana se vio reforzada en el pensamiento cristiano medieval, ya que el propio Dios es su creador, legislador y modelo. Pero, a lo largo de la modernidad, han sido varios los pensadores que han afirmado que el ser humano carece de naturaleza .

7 En lugar de la misma le han atribuido una libertad incondicionada, una necesidad de hacerse a s mismo desde una suerte de autodeterminaci n radical. Entre los fantasmas que ha producido el delirio de la raz n -afirma Jes s Moster n (2006, 17)-, destaca por su extravagancia y recurrencia la idea filos fica de la inexistencia de una naturaleza humana . Se suele citar en esta l nea el precedente renacentista de Pico della Mirandola (1463-1494). Seg n este autor, Dios habr a creado al ser humano fuera de las leyes naturales que determinan al resto de las criaturas, para que construyese su naturaleza sin barrera alguna, seg n su libertad y arbitrio. Tambi n cita Moster n a John Locke (1632-1704), ya que para ste todo conocimiento nace de la experiencia, luego venimos al mundo como papel en blanco.

8 Dependemos en el plano cognoscitivo de lo adquirido, pues ning n contenido nos es dado de modo innato. Aun as , Locke no niega radicalmente la naturaleza humana . Arranca su Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil con la conocida afirmaci n de que todos somos por naturaleza libres e iguales. Es m s, sobre esta afirmaci n apoya una filosof a moral y pol tica de corte iusnaturalista. En el plano moral, al menos, y tambi n en el ontol gico, Locke reconoce la existencia de una cierta naturaleza humana . Dicho de otro modo, el rechazo del innatismo en teor a del conocimiento no equivale, en Locke, a la negaci n de la naturaleza humana . En la misma l nea lockeana de negaci n del innatismo tenemos que poner a algunos autores ilustrados, como Condillac (1714-1780) y Helv tius (1715-1771), para quienes el ser humano es materia completamente maleable en manos de la omnipotente fuerza de la educaci n.

9 Aqu s estamos ya cerca de la negaci n de una naturaleza humana . Tambi n en el caso de los idealistas como Fichte (1762-1814), promotores de la idea de libertad absoluta del yo. En este punto, el idealismo se da la mano con el materialismo de autores como Marx (1818-1883), para quien las relaciones de producci n esculpen y determinan a lo largo de la historia lo que los fil sofos cl sicos llamaron naturaleza o esencia del ser humano. Si cambian las condiciones materiales, cambiar en consecuencia el aspecto del ser humano. Se puede lograr, por esta v a, el advenimiento del hombre nuevo . Hoy sabemos, por experiencia hist rica, las cantidades ingentes de sufrimiento que ha producido esta suerte de experimento antropol gico, as como el poco xito que ha tenido en la ut pica tarea de crear un nuevo hombre.

10 Ya en el siglo XX, Ortega y Gasset (1883-1956) afirm que es err neo hablar de naturaleza humana , pues el hombre tiene, en lugar de naturaleza , historia. Y a mediados del siglo, se extendieron como aut nticas modas intelectuales dos corrientes de pensamiento claramente decantadas hacia la negaci n de la naturaleza humana . Me refiero al conductismo en psicolog a y al existencialismo en filosof a y literatura. Estas modas intelectuales, que iban un tanto a contrapelo de nuestras intuiciones, de la experiencia cotidiana y del sentido com n, han remitido en las ltimas d cadas gracias a la extensi n del proyecto de naturalizaci n de la filosof a. 3. La naturalizaci n de la naturaleza humana En realidad, la expresi n que da t tulo a este ep grafe no es redundante, aunque a primera vista lo parezca.


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