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Indice - Iglesia Reformada

1 2 Indice CAPITULO 1 "Para que vean mi gloria" (Jn. 17:24). CAPITULO 2 La gloria de Cristo como la nica manifestaci n de Dios para los creyentes. CAPITULO 3 La gloria de Cristo manifestada por el misterio de sus dos naturalezas. CAPITULO 4 La Gloria de Cristo como Mediador: I. Su Humillaci n . CAPITULO 5 La Gloria de Cristo como Mediador: II. Su Amor. CAPITULO 6 La Gloria de Cristo como Mediador: III. Su Obediencia. CAPITULO 7 La Gloria de Cristo como Mediador: IV. Su Exaltaci n . CAPITULO 8 La gloria de Cristo ilustrada en el Antiguo Testamento.

4 porque le veremos tal como El es (vea 1 Jn.3:2). Este conocimiento de Cristo es en forma continua, la vida y la recompensa para nuestras almas.

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1 1 2 Indice CAPITULO 1 "Para que vean mi gloria" (Jn. 17:24). CAPITULO 2 La gloria de Cristo como la nica manifestaci n de Dios para los creyentes. CAPITULO 3 La gloria de Cristo manifestada por el misterio de sus dos naturalezas. CAPITULO 4 La Gloria de Cristo como Mediador: I. Su Humillaci n . CAPITULO 5 La Gloria de Cristo como Mediador: II. Su Amor. CAPITULO 6 La Gloria de Cristo como Mediador: III. Su Obediencia. CAPITULO 7 La Gloria de Cristo como Mediador: IV. Su Exaltaci n . CAPITULO 8 La gloria de Cristo ilustrada en el Antiguo Testamento.

2 CAPITULO 9 La gloria de Cristo en su uni n con la Iglesia . CAPITULO 10 La gloria de Cristo mostrada en darse a s mismo a los creyentes. CAPITULO 11 La gloria de Cristo manifestada en reunir todas las cosas en s mismo. CAPITULO 12 La diferencia entre la contemplaci n presente por la fe de la gloria de Cristo y lo que veremos en el cielo. CAPITULO 13 Otra diferencia entre la contemplaci n presente por la fe de la gloria de Cristo y lo que veremos en el cielo. CAPITULO 14 M s diferencias entre la contemplaci n presente por la fe de la gloria de Cristo, y lo que veremos en el cielo.

3 CAPITULO 15 Un llamado urgente a todos aquellos que todav a no son creyentes verdaderos en Cristo. CAPITULO 16 C mo pueden los cristianos encontrar gracia fresca para renovar sus vidas espirituales? 3 CAPITULO 1 "Para que vean mi gloria" ( :24) El sumo sacerdote bajo el Antiguo Testamento, habiendo hecho los sacrificios requeridos en el d a de la propiciaci n, entr al lugar sant simo con sus manos llenas de incienso de un dulce olor, el cual puso en el fuego delante del Se or. As , el gran sumo sacerdote de la Iglesia , nuestro Se or Jesucristo, habi ndose ofrecido por nuestros pecados, entr en el cielo con el dulce aroma de sus oraciones a favor de su pueblo.

4 Su deseo eterno por la salvaci n de su pueblo es manifiesto en el vers culo citado al principio: " que vean mi gloria" ( :24). Jos pidi a sus hermanos que contaran a su padre acerca de su gloria en Egipto: "Har is, pues, saber a mi padre toda mi gloria en " ( :13). Esto lo hizo Jos , no para vanagloriarse, sino para dar a su padre el gozo de saber acerca de su elevada posici n en Egipto. As Cristo deseaba que los disc pulos vieran su gloria, para que estuvieran satisfechos y disfrutaran de la plenitud de esta bendici n para siempre.

5 Habiendo conocido su amor, el coraz n del creyente siempre estar inquieto hasta que vea la gloria de Cristo. El punto culminante de todas las peticiones que Cristo hace a favor de sus disc pulos (en este cap tulo 17) es que vean su gloria. Entonces yo afirmo que uno de los beneficios m s grandes para el creyente, en este mundo y en el venidero, es la consideraci n de la gloria de Cristo. Desde el comienzo del cristianismo, nunca ha habido tanta oposici n directa hacia la naturaleza (divina y humana) y la gloria de Cristo como la que existe actualmente.

6 Es el deber de todos aquellos que aman al Se or Jes s dar testimonio (seg n su capacidad) de su naturaleza nica y de su gloria. Por lo tanto, quisiera fortalecer la fe de los creyentes verdaderos demostrando que el ver la gloria de Cristo es una de las experiencias y uno de los m s grandes privilegios posibles en este mundo y en el venidero. Ahora en esta vida al contemplar la gloria de Cristo, somos transformados en su semejanza (vea 2 :18). En la vida venidera, seremos semejantes a l 4 porque le veremos tal como El es (vea 1 :2).

7 Este conocimiento de Cristo es en forma continua, la vida y la recompensa para nuestras almas. Aquel que ha visto a Cristo, ha visto al Padre; la luz del conocimiento de la gloria de Dios es vista solamente en la faz de Jesucristo (vea :9 y 2 :6). Hay dos maneras para ver la gloria de Cristo: Ahora en este mundo por medio de la fe, y en el cielo por la vista para toda la eternidad. Es de la segunda manera a la que Cristo se refiere en su oraci n (la oraci n registrada en Juan 17). Cristo pide que sus disc pulos est n con El (en el cielo) y que vean su gloria.

8 Pero una visi n de su gloria en este mundo por medio de la fe tambi n est impl cita, y expongo las siguientes razones por las cuales enfatizo esto: 1. En la vida venidera, ning n hombre ver la gloria de Cristo, a menos que la haya visto por la fe en esta vida. Es necesario que seamos preparados para la gloria por medio de la gracia, y que por medio de la fe seamos preparados para ver a Cristo con nuestra vista. Algunas personas que no tienen la fe verdadera se imaginan que ver n la gloria de Cristo en el cielo, pero se est n enga ando a s mismas.

9 Los ap stoles vieron esta gloria, "gloria como del unig nito del Padre, lleno de gracia y de verdad" ( :14). Esta no fue una gloria mundana como la que poseen los reyes o el papa. Aunque Cristo cre todas las cosas, Cristo no tuvo donde reclinar su cabeza. No hab a ninguna gloria inusual o hermosura en su apariencia como hombre. Su rostro y su apariencia fueron desfiguradas m s que la de los hijos de los hombres ( :14 y 53:2). Tampoco se pod a ver en este mundo la plena manifestaci n de la gloria de su naturaleza divina. Entonces C mo pudieron ver los ap stoles su gloria?

10 La vieron por medio del entendimiento espiritual de la fe. Al verlo como lleno de gracia y de verdad, y al ver lo que hizo y lo que habl , "le recibieron y creyeron en su nombre" ( :12). Aquellos que no pose an esta fe no vieron ninguna gloria en Cristo. 2. La gloria de Cristo est mucho m s all del alcance de nuestro presente entendimiento humano. No podemos mirar directamente al sol sin quedar ciegos y no podemos con nuestros ojos naturales tener ninguna visi n verdadera de Cristo en el cielo; esa gloria s lo puede ser conocida por medio de la fe.


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