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los riegos de apoyo y de socorro en repoblaciones forestales

54t CNiCaCOLAbOrACI Nlos riegos de apoyo y de socorro en repoblaciones forestalesEn este trabajo se describen y comparan los distintos sistemas de riego utilizados para evitar marras por estr s h drico. Son m todos diferen-tes de las t cnicas convencionales de riego , m todos que pueden resul-tar muy tiles en la oasificaci n de laderas, cuando las condiciones meteorol gicas y ed ficas del lugar no aseguren la obtenci n de co-sechas de agua. Algunos m todos son muy recientes y est n en plena fase de ensayo y desarrollo; otros, en cambio, se conocen desde tiempo s Mart nez de Azagra ParedesCatedr tico de Escuela Universitaria. Unidad Docente de Hidr ulica e Hidrolog aETSIIAA (U. de Valladolid)Microaspersi n en una joven plantaci n trufera (Nafr a La Llana, Soria, a o 2009)Jorge del R o San Jos Ingeniero T cnico Forestal e Ingeniero de MontesServicio Territorial de Medio Ambiente de INTRODUCCI N Los riegos de arbolado no son en absoluto ajenos al sector forestal.

34 n.o 54 plantas, para que las minidosis sean precisas y uniformes y para que los brinzales aprovechen el riego al máximo (que casi toda el agua sea transpira-

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1 54t CNiCaCOLAbOrACI Nlos riegos de apoyo y de socorro en repoblaciones forestalesEn este trabajo se describen y comparan los distintos sistemas de riego utilizados para evitar marras por estr s h drico. Son m todos diferen-tes de las t cnicas convencionales de riego , m todos que pueden resul-tar muy tiles en la oasificaci n de laderas, cuando las condiciones meteorol gicas y ed ficas del lugar no aseguren la obtenci n de co-sechas de agua. Algunos m todos son muy recientes y est n en plena fase de ensayo y desarrollo; otros, en cambio, se conocen desde tiempo s Mart nez de Azagra ParedesCatedr tico de Escuela Universitaria. Unidad Docente de Hidr ulica e Hidrolog aETSIIAA (U. de Valladolid)Microaspersi n en una joven plantaci n trufera (Nafr a La Llana, Soria, a o 2009)Jorge del R o San Jos Ingeniero T cnico Forestal e Ingeniero de MontesServicio Territorial de Medio Ambiente de INTRODUCCI N Los riegos de arbolado no son en absoluto ajenos al sector forestal.

2 Tanto en jardiner a como en viveros, as como en choperas, en plantaciones tru-feras o en plantaciones de nogales son frecuentes, por ser necesarios o por resultar rentables. Se usa desde el rie-go a manta hasta riegos por aspersi n, microaspersi n o goteo. Mucho menos habituales, en cambio, son los riegos de apoyo y de socorro en repoblaciones forestales , tema al que vamos a dedi-car las siguientes p riegos de socorro (o superviven-cia) y de apoyo (o mantenimiento inicial) resultan muy tiles para evitar marras por estr s h drico, causa principal de los fracasos en la repoblaci n forestal de reas cr ticas en zonas ridas [V ase la tabla 1 de motivos de marras]. Prever su necesidad, ideando alg n sistema que permita aplicar minidosis individuales peri dicas, puede ser una buena medida para atajar el problema de ra z. Estos riegos localizados de apoyo y superviven-cia evitan muchas marras y aceleran el crecimiento de los brinzales (Bainbridge, 2002, 2007; S nchez et al.)

3 , 2004), lo que los fortalece para poder seguir cre-ciendo de forma aut noma en a os su-cesivos. Pueden llegar a ser imprescindi-bles en zonas recalcitrantes, en secarra-les, en reas cr ticas de cuasi imposible restauraci n, en En Espa a, se suele acudir a ellos cuando el primer (segundo o tercer) intento de repobla-ci n ha fracasado en el lugar siguiendo los sistemas tradicionales de actuaci n. Pero se trata de una t cnica casi tes-timonial, utilizada en situaciones muy especiales y locales. Por el contrario, en lugares semides rticos o des rticos las t cnicas de microirrigaci n resultan casi siempre necesarias si se pretende tener xito en un proyecto de restauraci n ve-getal (Matorel, 1996, 1998; Bainbridge, 2002, 2006, 2007). Sin ir m s lejos, en la hist rica repoblaci n forestal de Sierra Espu a se aplicaron peque os riegos de establecimiento y de socorro a los pinos carrascos con ayuda de c ntaros, como nos relata Codorn u (1898). Con el riego localizado se estimula el crecimiento superficial de algunas ra ces (que se concentran en la zona humectada), pero -al mismo tiempo- las especies xer fitas suelen aprovechar el agua sobre todo para enraizar en profundidad.

4 Tienen para ello un activo sistema radicular pivotante, que trata de penetrar sin demora en el subsuelo en busca de reservas h dricas. El creci-miento a reo del brinzal tambi n se ve favorecido con el riego , aunque en me-nor medida que el crecimiento radicular. De hecho, en ciertas especies (p. ej.: en quejigos o encinas) puede ser impercep-tible durante varios a os. La dosis de riego suele relacionarse con la capacidad de retenci n de agua del suelo (en el dise o agron mico cl -sico del riego por aspersi n) o con la profundidad deseada del bulbo h medo a lograr (en el dise o agron mico de un riego por goteo convencional). Todo ello con el objetivo de conseguir buenas co-sechas. Se persigue que la vegetaci n transpire a sus anchas, todo lo que desee, para maximizar as crecimientos y este esquema mental de ac-tuaci n no es aplicable a los riegos forestales de apoyo y supervivencia. Aqu basta con aplicar minidosis de agua (pues no se pretende satisfacer la evapotranspiraci n real m xima de una especie derrochadora del l quido elemento sino que aqu nos las habe-mos con especies frugales, xer fitas, especialistas en ahorrar agua).

5 Un pe-que o brinzal de dos savias tiene unas necesidades de 1 o 2 l de agua al mes (en julio y agosto)1. As , con solo 2 a 5 l por brinzal y temporada puede ser m s que suficiente. La frecuencia del riego tambi n difiere respecto del patr n seguido por los agricultores. Se trata de riegos de muy baja frecuencia (por ejemplo: un riego en julio y otro en agosto; o un nico riego en mitad del verano). Puede por ello hablarse con toda propiedad de microirrigaci n o de microrriegos localizados. Dado que el agua suele ser un recurso escas simo para las repobla-ciones forestales (especialmente en zona rida), la eficiencia de aplicaci n del agua deber extremarse: para que no haya p rdidas en el transporte del l quido desde la fuente hasta las Posibles causas de las marras en una repoblaci n forestalErr nea elecci n de especies o ecotipos: Procedencias equivocadas para la estaci n forestalMala calidad de planta: Poco cepell n, plantas sin endurecer, enfermas, mal nutridas, sin micorrizar, preparaci n del suelo: Desbroce escaso, poco volumen de suelo removido, mal tempero al realizar la labor, alcorque peque o, rea de impluvio insuficiente, s h drico: Falta de agua, sequ a extrema (muy mal a o meteorol gico.)

6 Escasas lluvias y cosechas de agua)Falta de ox geno en el suelo por encharcamientos prolongados (situaci n harto improbable en zona rida)Temperaturas extremas (altas o bajas) en el suelo o en el aireExceso de insolaci n (en especies de sombra, umbr filas)pH muy desajustado; algunos elementos pueden resultar t xicos (caso del aluminio, del boro o del cobre)D ficit [en muy contadas ocasiones, exceso] de nutrientesDa os mec nicos: por golpes, por eliminaci n de parte de la planta, por aviveramiento descuidado, por plantaci n defectuosa, por ramoneo de herb vorosAusencia de cuidados culturales posteriores a la plantaci n: Abandono completo de los brinzales a su suerte (sin escardas, sin riegos de apoyo o de socorro , sin tratamientos culturales ni fitosanitarios, etc.) Tabla 1. Nota: Discriminar las causas del fracaso de una repoblaci n puede ser bastante complejo, pues es frecuente que confluyan varios motivos a la 54plantas, para que las minidosis sean precisas y uniformes y para que los brinzales aprovechen el riego al m ximo (que casi toda el agua sea transpira-da, que ninguna gota se pierda por evaporaci n directa o percolaci n).

7 En este sentido, el riego hipot tico ideal consistir a en inyectar directamente el agua a cada planta, seg n la fuese necesitando, mediante una especie de aguja hipod rmica que no la da ase. M TODOS DE riego USADOS EN REPOBLACI N FORESTAL DE ZONAS RIDAS Ni el riego por pie ni el riego por as-persi n son sistemas adecuados para regar las peque as plantas de una repoblaci n, ya que estas se encuen-tran dispersas en un amplio espacio de terreno. Hay que acudir a sistemas de riego localizado para no malgas-tar agua. Adem s, riegos superficiales continuados resultan perjudiciales para plantas xerof ticas, pues favorecen la proliferaci n de enfermedades radicu-lares (Bainbridge, 2007). Abundando m s en el tema, al humedecer toda la superficie del suelo con el riego pueden crecer herb ceas muy competidoras con el repoblado. Es por ello que el rie-go por inundaci n y el riego por asper-si n quedan proscritos en favor de los riegos localizados. Y dentro de estos, los riegos subterr neos (sub-superficia-les) son los m s recomendables para reducir la evaporaci n directa y para evitar la nascencia y la proliferaci n de herb ceas cuanto al riego por goteo est n-dar, seg n Bainbridge (2007) suele pre-sentar serios inconvenientes en pleno monte: la frecuente obturaci n de sus emisores, el reiterado ro do de los late-rales de riego por parte de numerosos animales (a los que parece entusias-mar el polietileno), su coste elevado (bomba, sistemas de filtrado, v lvulas, ), su alta frecuencia de aplicaci n (contraria a las necesida-des de las plantas regadas).

8 De optar por un sistema de goteo, el menciona-do autor recomienda sistemas pulsan-tes y con aplicaci n enterrada del agua. As las cosas, se comprende que los riegos de apoyo y supervivencia en el mbito forestal suelan utilizar sistemas distintos de los habituales. Son espec fi-cos para este fin. Cit moslos y pasemos a describirlos en el siguiente apartado: - Microrriego a trav s de reci-pientes enterrados o superficialesTarros de barro, botos; c psulas porosas; botellas de pl stico; - Microrriego por medio de tu-bos verticales riego de ..Sin nimosComentariosestablecimientoarraigoEs el primer riego (nada m s plantar o sembrar; o al poco tiempo de realizada la implantaci n)apoyomantenimientoSon riegos previstos, proyectados y presupuestados (hasta que los brinzales alcancen su autonom a h drica)socorrosupervivenciaSon riegos imprevistos, excepcionales (actuaci n urgente de rescate h drico ante sequ as extremas) riego por goteo en una plantaci n de nogales h bridos (Almaz n, Soria, a o 2009)Tabla 2: Tipos de riegoAsociaci n y Colegio Oficial de Ingenieros T cnicos Forestales35 PVC, PE, tallos huecos; tubos porosos; - riego mediante - Cajas de agua (Waterboxx) - riego por goteo solar (Konkom) - riego a trav s de recipientes enterrados o - Tarros de barro, botosEste m todo pasa por ser el m s antiguo de los sistemas de riego lo-calizado que ha practicado el hombre.

9 Bainbridge (2001) refiere que en unos escritos chinos del siglo primero antes de Cristo ya se describ a esta t cnica de irrigaci n (usada para cultivar melo-nes), pero que bien pudiera llevar prac-tic ndose desde mucho tiempo atr s. Tambi n los romanos parecen haber conocido y difundido este sistema de irrigaci n muchos siglos ha (UNEP, 1997). De hecho, en Espa a las gen-tes de campo conocen el m todo y lo vienen aplicando para instalar rboles frutales de secano (almendros, olivos, algarrobos, jerbos, moreras, nogales, etc.) desde siempre. Cualquier recipiente de barro cocido tiene tendencia a rezumar agua, a resu-dar. Si se entierra el recipiente, ir ce-diendo lentamente el agua que contie-ne al suelo. De esta forma se consigue un riego localizado, lento, prolongado y seguro que es muy efectivo para evitar marras en zonas subdes rticas o en secarrales, es decir: en reas cr ticas por aridez ed fica (suelos arenosos; solanas con suelos esquel ticos; ca-rasoles yesosos; suelos salinos, etc -tera).

10 El flujo del agua a trav s de las paredes de estos tarros depende de la diferencia de potencial h drico existen-te (ley de Darcy & Buckingham). Viene regulado por la demanda (sequedad/humedad) del suelo, por lo que el riego resulta muy pues, enterrando un peque o recipiente de barro cocido (de entre 1 y 3 l de capacidad) junto a cada brinzal y llen ndolo de agua peri dicamente, aseguramos su supervivencia y creci-miento aun en los a os m s adversos. Basta con llenar el tarro de vez en cuando, en cada visita (p. ej.: una vez al mes durante el est o), y dejarlo f cil de localizar y bien tapado para evitar que el agua se evapore, que los animales lo puedan utilizar como bebedero o que puedan ahogarse en l. Se puede encargar a un alfarero de la zona los tarros a utilizar, pero tam-bi n sirven los tiestos t picos de arcilla cocida (teniendo la precauci n de sellar bien su agujero de drenaje con silicona o con un corcho). Vasos, potes, ollas, c ntaros, vasijas, botijas o botos2 pue-den usarse igualmente.


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