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ORTOGRAFÍA de la LENGUA ESPAÑOLA - UNAM

ORTOGRAF A de la LENGUA ESPA OLA Edici n revisada por las Academias de la LENGUA Espa ola REAL ACADEMIA ESPA OLA Real Academia Espa ola, 1999 ISBN 84 239 9250 0 RELACI N DE LAS ACADEMIAS QUE HAN INTERVENIDO EN LA PREPARACI N DE ESTA ORTOGRAF A, ORDENADAS SEG N SU FECHA DE FUNDACI N Real Academia Espa ola (1713) Academia Colombiana de la LENGUA (1871) Academia Ecuatoriana de la LENGUA (1874) Academia Mexicana (1875) Academia Salvadore a de la LENGUA (1876) Academia Venezolana de la LENGUA (1883) Academia Chilena de la LENGUA (1885) Academia Peruana de la LENGUA (1887) Academia Guatemalteca de la LENGUA (1887) Academia Costarricense de la LENGUA (1923) Academia Filipina de la LENGUA Espa ola (1924) Academia Paname a de la LENGUA (1926) Academia Cubana de la LENGUA (1926) Academia Paraguaya de la LENGUA Espa ola (1927) Academia Dominicana de la LENGUA (1927) Academia Boliviana de la LENGUA (1927) Academia Nicarag ense

con las veintiuna Academias de la Lengua Española restantes, las de todos los países donde se habla el español como lengua propia. Es lo que hemos hecho en esta ocasión. Si ya Bello entendía, pensando en la Real Academia Española y en las contradicciones de sus propios criterios ortográficos, que un cuerpo

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  Langue, De la lengua

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1 ORTOGRAF A de la LENGUA ESPA OLA Edici n revisada por las Academias de la LENGUA Espa ola REAL ACADEMIA ESPA OLA Real Academia Espa ola, 1999 ISBN 84 239 9250 0 RELACI N DE LAS ACADEMIAS QUE HAN INTERVENIDO EN LA PREPARACI N DE ESTA ORTOGRAF A, ORDENADAS SEG N SU FECHA DE FUNDACI N Real Academia Espa ola (1713) Academia Colombiana de la LENGUA (1871) Academia Ecuatoriana de la LENGUA (1874) Academia Mexicana (1875) Academia Salvadore a de la LENGUA (1876) Academia Venezolana de la LENGUA (1883) Academia Chilena de la LENGUA (1885) Academia Peruana de la LENGUA (1887) Academia Guatemalteca de la LENGUA (1887) Academia Costarricense de la LENGUA (1923) Academia Filipina de la LENGUA Espa ola (1924) Academia Paname a de la LENGUA (1926) Academia Cubana de la LENGUA (1926) Academia Paraguaya de la LENGUA Espa ola (1927) Academia Dominicana de la LENGUA (1927) Academia Boliviana de la LENGUA (1927) Academia Nicarag ense de la LENGUA (1928) Academia Argentina de Letras (1931) Academia Nacional de Letras, del Uruguay (1943) Academia Hondure a de la LENGUA (1949) Academia Puertorrique a de la LENGUA Espa ola (1955) Academia Norteamericana de la LENGUA Espa ola (1973)

2 II NDICE RELACI N DE LAS ACADEMIAS QUE HAN INTERVENIDO EN LA PREPARACI N DE ESTA ORTOGRAF A, ORDENADAS SEG N SU FECHA DE FUNDACI PR CAP TULO ELEMENTOS Y PRINCIPIOS GENERALES DE LA ORTOGRAF A ESPA Fundamentos de la ortograf a espa Correspondencia del abecedario del espa ol con su sistema fonol Otros signos empleados en la escritura del espa CAP TULO USO DE VARIAS LETRAS EN Letras b, v, Letras c, k, q, z; d grafo Letras g, Letra Letras i, y, Letra Letra ..15 Letra Letra r; d grafo Letra Letra Peculiaridades de las voces de otras lenguas y de los nombres CAP TULO USO DE LAS LETRAS MAY Consideraciones May sculas en palabras o frases May sculas Min scula Empleos CAP TULO ACENTUACI Reglas generales de acentuaci Acentuaci n gr fica de los monos Tilde diacr Acentuaci n de palabras Acentuaci n de voces y expresiones Acentuaci n de palabras de otras Acentuaci n de letras may IIICAP TULO PUNTUACI Uso del Uso de la Uso de los

3 Dos Uso del punto y Uso de los puntos Uso de los signos de interrogaci n y de exclamaci Uso de los par Uso de los Uso de la Uso de las Otros signos ortogr Divisi n de palabras al final de rengl Usos no ling sticos de algunos signos de puntuaci CAP TULO Consideraciones IVPR LOGO Han sido muchos los hispanohablantes que en los ltimos tiempos se han dirigido a la Real Academia Espa ola solicitando aclaraciones de normas ortogr ficas, planteando dudas y sugiriendo, en fin, la conveniencia de presentar la Ortograf a de un modo m s sistem tico, claro y accesible.

4 A eso responde esta nueva edici n que la Academia ha preparado en estrecha colaboraci n con las corporaciones hermanas de Am rica y de Filipinas, corrigiendo, actualizando y acrecentando la versi n anterior con precisiones y ejemplos. Los detallados informes de las distintas Academias han permitido lograr una Ortograf a verdaderamente panhisp nica. Apenas hay en ella novedad de doctrina, pero se recoge, ordena y clarifica toda la que ten a dispersa la Academia en los ltimos tiempos y se refuerza la atenci n a las variantes de uso americanas. La normativa ortogr fica de la LENGUA espa ola es fruto de un proceso de adaptaci n y simplificaci n de los variados y variables usos antiguos, que esta Instituci n emprendi casi al tiempo de su nacimiento y que qued de hecho acabada con la publicaci n, en 1844, del Prontuario de ortograf a de la LENGUA castellana, dispuesto por Real Orden para el uso de las escuelas p blicas por la Real Academia Espa ola con arreglo al sistema adoptado en la novena edici n de su Diccionario.

5 La Real Orden era la de 25 de abril de ese mismo a o, firmada por la reina do a Isabel II, a petici n del Consejo de Instrucci n P blica, que oficializaba la ortograf a acad mica al imponer su ense anza en las escuelas. Hasta ese momento la Academia se hab a limitado a proponer normas y aconsejar empleos, bien es verdad que con notable xito, pues el propio Andr s Bello declaraba que no sab a qu admirar m s, si el esp ritu de liberalidad con que la Academia ha patrocinado e introducido ella misma las reformas tiles, o la docilidad del p blico en adoptarlas, tanto en la Pen nsula como fuera de ella.

6 El refrendo oficial consolid las normas acad micas, pero al mismo tiempo vino a obstruir las v as de innovaci n y reforma por las que la Academia hab a ido avanzando paso a paso desde la primera edici n de su Ortograph a, de 1741, que ya en su segunda edici n, de once a os m s tarde, se escribi Ortograf a, proclamando desde la misma portada su opci n por el criterio fon tico con preferencia sobre el etimol gico. Qued as , probablemente, truncada, como efecto no buscado de la sanci n regia, la pausada marcha innovadora de la Academia, que no pudo dar ya los pasos proyectados para ajustar sus normas a los deseos de Bello y a los avances de la llamada ortograf a chilena difundida por diversos lugares de Am rica.

7 Predomin la idea y la voluntad de mantener la unidad idiom tica por encima de particularismos gr ficos no admitidos por todos: poco a poco, las naciones americanas de nuestra LENGUA se mostraron conformes con la ortograf a acad mica y la hicieron oficial en las diversas rep blicas. El proceso se cerr en Chile, donde m s tiempo se hab a mantenido el cisma, con el decreto que firm el presidente Ib ez, el 20 de junio de 1927, donde se dispon a que, a partir del 12 de octubre de aquel a o, se adoptase la ortograf a acad mica en todos los establecimientos de ense anza p blica y en la redacci n de todos los documentos oficiales.

8 El gran ling ista suramericano ngel Rosenblat escribir a que la unidad ortogr fica es la mayor fuerza aglutinante, unificadora de una amplia comunidad cultural: por debajo de ella pueden Vconvivir sin peligro todas las diferencias dialectales . Y a adir a: El triunfo de la ortograf a acad mica es el triunfo del esp ritu de unidad hisp nica . La Real Academia Espa ola ha elevado a la categor a de objetivo prioritario en los estatutos vigentes el de velar porque los cambios que experimente la LENGUA espa ola en su constante adaptaci n a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el mbito hisp nico.

9 Quiere esto decir que nuestro viejo lema fundacional, limpia, fija y da esplendor , ha de leerse ahora, m s cabalmente, como unifica, limpia y fija y que esa tarea la compartimos, en mutua colaboraci n, con las veintiuna Academias de la LENGUA Espa ola restantes, las de todos los pa ses donde se habla el espa ol como LENGUA propia. Es lo que hemos hecho en esta ocasi n. Si ya Bello entend a, pensando en la Real Academia Espa ola y en las contradicciones de sus propios criterios ortogr ficos, que un cuerpo colectivo no puede proceder con la misma fijeza de principios que un individuo, imag nese hasta d nde puede llegar la dificultad de cohonestar actitudes u opiniones contrarias cuando el cuerpo colectivo est constituido por la asociaci n de tan notable n mero de cuerpos colectivos previos, y la LENGUA que es objeto del acuerdo no es ya una LENGUA de menos de cuarenta millones de personas, como era entonces.

10 Sino un idioma universal con m s de cuatrocientos millones de hablantes. Conviene hacer patentes estas cosas, pues son muchos los arbitristas de la Ortograf a que acuden a esta Instituci n o salen a la palestra, con mejor intenci n que acierto, pidiendo u ofreciendo radicales soluciones a los problemas ortogr ficos o ceb ndose con f ciles diatribas en el sistema establecido. Entre esas personas bienintencionadas ni siquiera han faltado acad micos que hayan presentado propuestas simplificadoras en los congresos de la Asociaci n de Academias. A todos estos entusiastas deber a record rseles que ya Nebrija, su m s antiguo e ilustre predecesor, quien recuper para nuestra LENGUA el principio de Quintiliano seg n el cual se debe escribir como se pronuncia, no olvid en ning n caso que el propio calagurritano hab a hecho una salvedad: nisi quod consuetudo obtinuerit, y advirti que en aquello que es como ley consentida por todos es cosa dura hacer novedad.


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