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Reflexiones sobre la Corrupción en México - UNAM

1 Reflexiones sobre la Corrupci n en M xico I) Introducci n El tema de la corrupci n en M xico es un tema tan complejo como delicado y que en verdad urge ya abordar frontalmente para poder lidiar con ella de manera efectiva. Dicho tema es complejo por la cantidad de facetas o aspectos que presenta y es delicado porque la vida nacional se ha visto profundamente afectada por la omnipresencia y (de seguir as las cosas) la omnipotencia de la corrupci n. Modalidades de corrupci n son, , el tr fico de influencias, el contrabando, el soborno, el peculado, el uso privado de bienes p blicos, el castigo al inocente y el premio a quien no lo merece. Se trata, como puede f cilmente apreciarse, de pr cticas por todos conocidas, de formas de conducta familiares y en las que, de uno u otro modo, incurre la inmensa mayor a de la poblaci n.

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1 1 Reflexiones sobre la Corrupci n en M xico I) Introducci n El tema de la corrupci n en M xico es un tema tan complejo como delicado y que en verdad urge ya abordar frontalmente para poder lidiar con ella de manera efectiva. Dicho tema es complejo por la cantidad de facetas o aspectos que presenta y es delicado porque la vida nacional se ha visto profundamente afectada por la omnipresencia y (de seguir as las cosas) la omnipotencia de la corrupci n. Modalidades de corrupci n son, , el tr fico de influencias, el contrabando, el soborno, el peculado, el uso privado de bienes p blicos, el castigo al inocente y el premio a quien no lo merece. Se trata, como puede f cilmente apreciarse, de pr cticas por todos conocidas, de formas de conducta familiares y en las que, de uno u otro modo, incurre la inmensa mayor a de la poblaci n.

2 Lo que, sin embargo, la gente resiente pero no comprende es que la corrupci n significa, de manera gradual pero in crescendo, la destrucci n de la vida institucional, el desprecio por la legalidad y el triunfo de la ilegitimidad y de la inmoralidad. Una sociedad corrupta no puede ser sino una sociedad en estado de descomposici n y, por consiguiente, tiene necesariamente que ser una sociedad injusta. Dada la extensi n y la profundidad alcanzadas por la corrupci n en nuestro pa s, no ser a una exageraci n afirmar que estamos frente a un peligro de seguridad nacional. Es s lo con voluntad f rrea que podremos desembarazarnos de ella. Empero, la voluntad por s sola no puede acabar con la corrupci n. sta exige ser primero comprendida. Este ensayo es, pues, ante todo una meditaci n en esta direcci n.

3 Sin embargo, tratar tambi n de sugerir l neas generales de acci n para diluir los efectos y acabar con el mal social m s insidioso y da ino de la sociedad mexicana actual. Nuestro punto de partida ser una verdad evidente: hay una conexi n intr nseca fuerte entre la naturaleza de una acci n y su evaluaci n y comprensi n. Por ejemplo, de nadie podr a decirse que act a pol ticamente si el agente en cuesti n no cargara una dosis, por m nima que fuera, de teor a pol tica; asimismo, dif cilmente podr a decirse de un individuo que no maneja el lenguaje religioso que est en posici n de realizar acciones religiosas ; ser a grotesco decir de un chimpanc que por casualidad pinta un lienzo que se trata de un gran artista , y as indefinidamente. Los ejemplos los podemos multiplicar tanto cuanto queramos, pero en realidad no sirven m s que para ilustrar la conexi n conceptual ya mencionada: en la medida en que una acci n no es un mero movimiento f sico sino que tiene un car cter espec fico, la naturaleza de la acci n depender del filtro te rico por el cual haya pasado, el cual le imprimir su rasgo distintivo definitivo.

4 2 Ejemplifiquemos esto ltimo mediante una inofensiva especulaci n. Supongamos que se prepara en un determinado pa s la visita de un hombre de estado de un pa s vecino, en contra del cual sin embargo se planea un atentado. Imaginemos que el estadista visitante se pasea por la ciudad en un auto descubierto. Ahora bien, sucede que cerca de donde se encuentra el visitante hay un campo de tiro y que, por un malhadado descuido, alguien, que no tiene nada que ver con la conspiraci n, dispara en la direcci n equivocada y, sin propon rselo, acaba con la vida del estadista visitante. La pregunta aqu es: fue su acci n una acci n pol tica? Me parece que la respuesta es clara: en la medida en que el sujeto no pretend a disparar en contra de nadie, no ten a ning n plan en ese sentido, no luchaba en contra de los proyectos del estadista visitante sino que inclusive simpatizaba con l, no estaba interesado en pol tica, no sab a siquiera que se iba a producir dicha visita, etc.

5 , podemos decir que su acci n fue desde luego un homicidio, aunque involuntario, mas no una acci n pol tica. En cambio, exactamente el mismo suceso producido por alguien que s participaba en el complot, que s ten a una concepci n pol tica opuesta a la del mandatario, etc., no podr a ser clasificado m s que como resultado de una acci n pol tica. Inclusive si alguien (su esposa, ) por razones puramente personales asesinara al estadista en cuesti n, su acci n ser a criminal, mas no pol tica. Para que la acci n revista el car cter de pol tica tiene que estar cargada de teor a pol tica, tiene que tener motivaciones y objetivos pol ticos. Esto es una consecuencia particular de la idea general de que hay una conexi n conceptual fuerte entre las nociones de acci n y de comprensi n. La situaci n imaginaria descrita m s arriba nos es til por lo siguiente: nos permite entender que si no se detecta y diagnostica debidamente una situaci n determinada, simplemente se le entender mal y no se le podr enfrentar con el instrumental apropiado y con la ptica adecuada.

6 Dicho de otro modo: ning n mal se puede contener si previamente no se le comprende, esto es, si nada m s se le padece. Siguiendo con nuestro ejemplo imaginario: no comprender la naturaleza de la acci n llevar a a castigar como un criminal pol tico a alguien que cometi un homicidio involuntario o, a la inversa, a castigar un asesinato pol tico como si se tratara de un mero accidente. Esta lecci n, naturalmente, vale por igual para el colosal problema de la corrupci n. Combatir la corrupci n sin un diagn stico claro, sin tener de ella una visi n global de sus m ltiples manifestaciones, es como pelear vendado de los ojos con alguien: quiz se pueda asestar uno que otro golpe al adversario, pero es sumamente improbable que se le pueda ganar la pelea. Es importante hacer consciente a la gente de que, de uno u otro modo, tarde o temprano, los da os engendrados por la corrupci n repercuten siempre en el individuo, en las personas concretas, de carne y hueso.

7 Es factible que para alguien alguna modalidad de corrupci n resulte provechosa. Lo que es menos probable es que para sus hijos tambi n lo sea y es probable que si bien alguien logr deslizarse con xito por el resbaladizo terreno de la corrupci n sus parientes o amigos cercanos 3se patinen y resbalen all precisamente donde l triunf . Pero c mo se ve afectado el individuo por la corrupci n, inclusive cuando, por as decirlo, la practica? El primer hecho que debemos se alar es que en la actualidad se alcanz el punto cr tico en el que la corrupci n empieza a ser igual de cara que los beneficios que supuestamente acarrea. Todo acto de corrupci n tiene un precio, cuesta. Introducir ilegalmente mercanc a se puede, pero hay que darle dinero a los aduaneros; evadir impuestos es factible, s lo que hay que tener contadores; agilizar tr mites es concebible, pero tiene su precio; y as ad infinitum.

8 En la medida en que (en este sistema al menos) pr cticamente todo tiene que ver con el dinero y gira en torno a l y que es el todo de la vida de las personas lo que est permeado o corro do por la corrupci n, se sigue que como un efecto de la corrupci n la vida se volvi mucho m s cara para todos. La gente se fija en general en las dificultades pecuniarias que la corrupci n entra a, esto es, en lo que llamar males externos a la persona. Los males externos causados por la corrupci n prevaleciente son, por razones que iremos avanzando, cada vez m s graves, cada vez m s dif ciles de soportar. Sin embargo, la corrupci n (como tendremos ocasi n de argumentarlo en este ensayo) genera tambi n lo que podemos denominar males internos , no menos costosos que los externos, aunque el precio en este caso no se pague con dinero.

9 Lo que quiero decir es b sicamente que a la larga la corrupci n termina por materializarse en una mentalidad particular, en una forma pervertida de ser y de ver el mundo. Ahora bien, en ambos casos quien resulta directamente perjudicado es el ser humano mismo: cuando no es su bolsillo es, para emplear una palabra ca da en desuso, su alma lo que se ve afectado o deteriorado. sobre esto diremos algo m s abajo. Es una ingenuidad pensar que una enfermedad social como la corrupci n podr a perdurar indefinidamente sin acabar con el paciente, es decir (en este caso), con la naci n mexicana. Lo que estamos viviendo en el M xico de inicios del siglo XXI es en verdad un grave problema que tiene hondas ra ces culturales y que permaneci m s o menos latente hasta pocas recientes. Ello, como veremos, es explicable.

10 En todo caso, lo cierto es que en la actualidad el pa s literalmente est empezando a asfixiarse. El mero hecho de abrir un concurso para que colectivamente se reflexione sobre el tema de la corrupci n es un claro s ntoma de desesperaci n y desasosiego. Urge combatirla pero, si lo que dije al inicio del ensayo no es desacertado, para combatirla es menester primero comprenderla. Dadas las caracter sticas de la corrupci n como un mal generalizado y omnipresente, es evidente que no es por medio de un enfoque unilateral o un voco como se podr a dar cuenta de ella. El problema de la corrupci n es tan amplio y est tan diversificado que lo peor que podr a hacerse ser a intentar enfocarlo exclusivamente desde, por ejemplo, una perspectiva jurista o desde los puntos de vista del pol tico, del economista o del psic logo.


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