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Bioética El problema del aborto y el infanticidio en …

Miguel Da Costa Leiva*El problema del aborto y el infanticidio enlos fil sofos griegosO problema DO aborto E DO INFANTIC DIO PARA OS FIL SOFOS GREGOSTHE PROBLEM OF ABORTION AND INFANTICIDE AS TREATED BY THE GREEk PHILOSOPHERSF echa de recepci n: 24 de febrero de 2011 Fecha de evaluaci n: 3 de marzo de 2011 Fecha de aceptaci n: 3 mayo de 2011 Doctor en Filosof a y Letras. Magister en Bioetica de la Universidad de Chile. Profesor titular de la Universidad de Concepcion. E-mail: / ISSN 1657-4702 / Volumen 11 / N mero 1 / Edici n 20 / P ginas 90-101 / 2011O90 Bio ticaRevista Latinoamericana deEnero-Junio 2011 ABSTRACTRESUMENP alavras-chaveKey WordsPalabras claveRESUMOO homem sempre esteve preocupado com o processo da concep o de sua pr pria esp cie, seja para favorec -la ou para evit -la. Em todas as culturas, desde as mais antigas at as presentes, encontramos evid ncias documentadas sobre este assunto.

Miguel Da Costa Leiva* El problema del aborto y el infanticidio en los filósofos griegos O PROBLEMA DO ABORTO E DO INFANTICÍDIO PARA OS FILÓSOFOS GREGOS

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1 Miguel Da Costa Leiva*El problema del aborto y el infanticidio enlos fil sofos griegosO problema DO aborto E DO INFANTIC DIO PARA OS FIL SOFOS GREGOSTHE PROBLEM OF ABORTION AND INFANTICIDE AS TREATED BY THE GREEk PHILOSOPHERSF echa de recepci n: 24 de febrero de 2011 Fecha de evaluaci n: 3 de marzo de 2011 Fecha de aceptaci n: 3 mayo de 2011 Doctor en Filosof a y Letras. Magister en Bioetica de la Universidad de Chile. Profesor titular de la Universidad de Concepcion. E-mail: / ISSN 1657-4702 / Volumen 11 / N mero 1 / Edici n 20 / P ginas 90-101 / 2011O90 Bio ticaRevista Latinoamericana deEnero-Junio 2011 ABSTRACTRESUMENP alavras-chaveKey WordsPalabras claveRESUMOO homem sempre esteve preocupado com o processo da concep o de sua pr pria esp cie, seja para favorec -la ou para evit -la. Em todas as culturas, desde as mais antigas at as presentes, encontramos evid ncias documentadas sobre este assunto.

2 Nem sempre o processo de concep o e anticoncep o foi visto com uma conota o moral. Existiram diferentes ticas para avaliar a licitude destes atos. Este artigo examinar a anticoncep o nas culturas que precederam a has always worried about the process of conception in his own species, whether it be to favor it or to prevent it. In all cultures, from the most ancient up to the present ones, we find documented evidence on this matter. The process of conception and contraception was not always seen as having moral connotations. Different perspectives were used to evaluate the legality or illegality of these acts. This article will examine contraception in the cultures that preceded hombre siempre ha estado preocupado del proceso de la concepci n de su propia especie, sea para favorecerla como tambi n para evitarla. En todas las culturas, desde las m s antiguas hasta las presentes, encontramos evidencias documentadas sobre este asunto.

3 No siempre el proceso de concepci n y contraconcepci n fue visto con una connota-ci n moral. Hubo distintas pticas para evaluar la licitud o ilicitud de estos actos. Este art culo examinar la contraconcep-ci n en las culturas que precedieron a la , tica, gregos, contracep o. Abortion, ethics, greeks, , tica, griegos, contracepci / ISSN 1657-4702 / Volumen 11 / N mero 1 / Edici n 20 / P ginas 90-101 / 2011O91EL problema DEL aborto Y EL infanticidio EN LOS FIL SOFOS GRIEGOS / Miguel Da Costa LeivaEl hombre siempre ha estado preocupado por el proceso de la concepci n de su propia especie, sea para favorecerla como tambi n para evitarla. En todas las culturas, desde las m s antiguas hasta las presen-tes, encontramos evidencias documentadas sobre este asunto. No siempre el proceso de concepci n y contraconcepci n fue visto con una connotaci n mo-ral. Hubo distintas pticas para evaluar la licitud o ilici-tud de estos actos.

4 Veamos qu sabemos, en primer lugar, sobre la contraconcepci n en las culturas que precedieron a la miles de a os las riveras de lodo del r o Nilo dieron origen al descubrimiento de la ciencia de la an-ticoncepci n. Especial inter s tuvo en ello una extra- a sustancia por la que los antiguos egipcios estaban dispuestos a arriesgar el pellejo: los excrementos de cocodrilo. Los egipcios lo mezclaban con leche corta-da; despu s armaban una especie de bolo para ser apli-cado en los genitales durante la relaci n sexual. Apa-rentemente resultaba un medio efectivo para evitar los embarazos. Con la suspicacia actual, debemos pensar que esta mixtura deb a cortar bastante la inspiraci n para la actividad amorosa, salvo que estuviera contra-rrestada con fuertes perfumes que las mujeres y hombres de esos tiempos ya usaban. A pesar de estas observaciones, debemos suponer que esta sustancia funcionaba eficazmente desde el punto de vista fisiol gico.

5 La ciencia moderna descubri que los cidos de los excrementos de los cocodrilos son en verdad poderosos espermicidas. Es dif cil ima-ginar c mo hicieron las mujeres egipcias (o los m di-cos de entonces) para descubrir que los excrementos de cocodrilos ten an esas propiedades. Sin embargo, los excrementos de reptiles no eran los nicos anticonceptivos con que se contaba en la antig edad. La expansi n del cristianismo a fines de la era romana hizo que las reas de conocimiento con-sideradas paganas o no cristianas fueran eliminadas y, por supuesto, esta prohibici n alcanz tambi n a la anticoncepci n. Resulta especialmente ir nico saber que uno de los lugares en los se que preserv este co-nocimiento fuera en las obras de una monja germana del siglo XII, abadesa benedictina IIdelgar de Wilde (o von Bingen). Esta monja era una persona muy inteli-gente y extraordinariamente creativa, experta en artes y ciencias, m stica, dramaturga, compositora, artista y arborista m dica.

6 Era una coleccionista apasionada de inventos antiguos relacionados con medicina de hier-bas, incluyendo las recetas de anticonceptivos. Sabe-mos que la abadesa preparaba una infusi n de hierbas de Taraseto y Matricaria. Estas hierbas en particular y otras, como el Enebro y la Ruda, fueron utilizadas du-rante toda la historia de la que se tiene constancia para causar la menstruaci n como resultado de una suerte de p ldora del d a despu s. Nuestros ancestros utilizaban una amplia gama de plantas para evitar el embarazo, por ejemplo, El Lazo de la Reina Ana, tambi n conocida como Pastinaca de Vaca. Se hab a descubierto que las semillas conten an substan-cias estr genas conocidas como terat genas las cuales ten an la propiedad de detener el desarrollo del embri n. Pero no s lo en Europa hab a este tipo de conocimiento; por dar s lo un ejemplo de Iberoam rica, sabemos que la Patata Dulce Salvaje que utilizaron por siglos como anti-conceptivos los indios de Chiapa, en M xico, contiene la hormona femenina progesterona, que previene la ovula-ci n.

7 De hecho, la progesterona extra da de este tub rcu-lo se utiliza en la actualidad en la fabricaci n industrial de algunas marcas de p ldoras modernas. Los anticonceptivos no s lo fueron muy f ciles de conseguir en la antig edad, sino que tambi n cons-tituyeron un comercio floreciente internacional. Los griegos recrearon gran parte de su vida cotidiana en los dibujos que hac an en su cer mica. Una de estas pinturas nos muestra c mo se cosechaba una planta llamada Silvia y se la trasladaba en barco por todo el Mediterr neo para usos medicinales y como anticon-ceptivo. De hecho, era tan popular que la cosecharon hasta extinguirla y sus propiedades qu micas siguen siendo un misterio para la ciencia moderna. Las plantas tambi n constituyen otro buen ejemplo de c mo los conocimientos se pueden perder. Un poco m s all , los babilonios sab an que la savia de ciertas plantas cambiaban el color de acuerdo a su PH, es decir, seg n nuestros valores cidos y alcalinos.

8 Hay una tabla de arcilla que se remonta aproximada-mente hacia el a o 700 antes de cristo en la que se describe c mo los m dicos de Babilonia untaban tro-zos de tela en la savia de una flor blanca no identificada, disuelta en alumbre. Despu s secaban esas bandas de tela y la usaban como una especie de papel de tornasol para comprobar la acidez de la orina de una mujer. Si se pon a roja era cida. Por supuesto, el motivo por el cual los m dicos estaban tan interesados en la orina O92 Bio ticaRevista Latinoamericana deEnero-Junio / ISSN 1657-4702 / Volumen 11 / N mero 1 / Edici n 20 / P ginas 90-101 / 2011de la mujer era que el valor del PH de la mujer cambia ante un embarazo. Los antiguos babilonios, casi tres mil a os atr s, ten an un instrumento muy eficaz para diagnosticar el embarazo, casi id ntico a los que hoy disponen las mujeres en cualquier farmacia de barrio. Nos hemos acostumbrado a pensar que todo el conocimiento que dispone hoy el hombre es algo que s lo se ha obtenido ayer, en circunstancia que hay en algunas reas una larga tradici n acumulada a trav s de jornadas de siglos y hasta milenios.

9 Son nociones fundamentales que se han descubierto, olvidado y vuelto a ahora el tema del aborto . Nos llama la aten-ci n que el aborto es un asunto recurrente en la actual discusi n social de nuestros pa ses americanos. Es la persistente carta de presentaci n que hacen los perio-distas cuando efect an una entrevista a alg n perso-naje importante, como si de su respuesta dependiera el futuro de la vida p blica de ste. Pero la pregunta cl sica de estos profesionales de la noticia s lo incide porfiadamente en si se est o no de acuerdo con el aborto . Se da por entendido que todos conocen a caba-lidad lo que es y significa moralmente el aborto . Nunca se hace un an lisis hist rico m s a fondo de este tema, ni tampoco se expresan los argumentos convincentes que emergen desde un punto de vista biol gico, so-ciol gico y moral. As las cosas, dif cilmente podremos estar ilustrados sobre un problema tan trascendental para la vida humana como ste.

10 Nuestra intenci n es rescatar algunas opiniones b sicas que sobre el abor-to han expresado fil sofos griegos, en el entendido de que esta cuesti n no es algo exclusivamente atingen-te al mundo actual, sino que viene desde muy antiguo y, que adem s, los mismos pensadores que crearon en occidente la discusi n ilustrada de los problemas morales, tambi n se preocuparon de este tipo de di-lemas. Puede que sus opiniones no est n de acuerdo con nosotros o que las encontremos demasiados sim-ples, pero no olvidemos que para evaluar sus ideas hay siempre que referirlas a su contexto. No podemos ex-trapolar sus juicios a los nuestros. En todo caso, como arqueolog a del pensar podemos tener presente sus respectivas visiones sobre este asunto. Comencemos nuestra exposici n se alando que, an-tes de! siglo V ,los griegos estaban ya al tanto de la relaci n causal existente entre el intercambio sexual y el embarazo humano.


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