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Hemingway, Ernest - Tener Y No Tener

TTeenneerr YY NNoo TTeenneerr Ernest Hemingway T tulo original: To have and to have not Comentario [LT1]: Tener Y No Tener Ernest Hemingway NDICE PRIMERA PARTE .. 3 Cap tulo primero .. 3 Cap tulo II .. 14 Cap tulo III .. 19 Cap tulo IV .. 20 Cap tulo V .. 26 SEGUNDA PARTE .. 28 Cap tulo primero .. 28 Cap tulo II .. 31 Cap tulo III .. 35 TERCERA PARTE .. 36 Cap tulo primero .. 36 Cap tulo II .. 43 Cap tulo III .. 43 Cap tulo IV .. 45 Cap tulo V .. 47 Cap tulo VI .. 50 Cap tulo VII .. 52 Cap tulo VIII .. 58 Cap tulo IX .. 60 Cap tulo X .. 61 Cap tulo XI .. 70 Cap tulo XII .. 71 Cap tulo XIII .. 72 Cap tulo XIV .. 77 Cap tulo XV .. 89 Cap tulo XVI .. 91 Cap tulo XVII .. 98 Cap tulo XVIII .. 102 P gina 2 de 103 Tener Y No Tener Ernest Hemingway En vista de una reciente tendencia a identificar caracteres de ficci n con personajes de carne y hueso, resulta oportuno declarar que en este volumen no figura ninguna persona de la vida real: tanto los personajes como los nombres son ficticios.

Uno de los que estaban detrás del carro disparó desde uno de los ángulos y la bala rebotó en la acera. El negro del Thompson se agachó hasta tocar casi el suelo con

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1 TTeenneerr YY NNoo TTeenneerr Ernest Hemingway T tulo original: To have and to have not Comentario [LT1]: Tener Y No Tener Ernest Hemingway NDICE PRIMERA PARTE .. 3 Cap tulo primero .. 3 Cap tulo II .. 14 Cap tulo III .. 19 Cap tulo IV .. 20 Cap tulo V .. 26 SEGUNDA PARTE .. 28 Cap tulo primero .. 28 Cap tulo II .. 31 Cap tulo III .. 35 TERCERA PARTE .. 36 Cap tulo primero .. 36 Cap tulo II .. 43 Cap tulo III .. 43 Cap tulo IV .. 45 Cap tulo V .. 47 Cap tulo VI .. 50 Cap tulo VII .. 52 Cap tulo VIII .. 58 Cap tulo IX .. 60 Cap tulo X .. 61 Cap tulo XI .. 70 Cap tulo XII .. 71 Cap tulo XIII .. 72 Cap tulo XIV .. 77 Cap tulo XV .. 89 Cap tulo XVI .. 91 Cap tulo XVII .. 98 Cap tulo XVIII .. 102 P gina 2 de 103 Tener Y No Tener Ernest Hemingway En vista de una reciente tendencia a identificar caracteres de ficci n con personajes de carne y hueso, resulta oportuno declarar que en este volumen no figura ninguna persona de la vida real: tanto los personajes como los nombres son ficticios.

2 De modo que cualquier coincidencia ha de tomarse como puramente accidental. PRIMERA PARTE Harry Morgan Primavera Cap tulo primero Saben ustedes c mo es La Habana a primera hora de la ma ana, cuando los gandules duermen todav a contra las paredes de las casas y ni siquiera pasan los carros que llevan hielo a los bares? Bueno, pues, ven amos del puerto y cruzamos la plaza para tomar caf en el Caf de la Perla de San Francisco. En la plaza no estaba despierto m s que un mendigo que beb a agua en la fuente, pero cuando entramos y nos sentamos, all estaban los tres esper ndonos. Uno de ellos se nos acerc : Qu hay? No puedo le contest . Me hubiera gustado hacerlo como favor, pero ya le dije anoche que no puedo. Puede fijar el precio que quiera. No se trata de eso. Lo que pasa es que no puedo hacerlo. Los otros dos se hab an acercado tambi n y ten an un aire triste. Eran individuos de buen aspecto y me hubiera gustado haberles hecho el favor.

3 Mil por barba dijo uno que hablaba bien el ingl s. No me haga pasar un mal rato le contest . Le digo que no puedo, y es la verdad. Despu s, cuando las cosas cambien, podr a valerle mucho. Ya lo s . Estoy con ustedes. Pero no puedo. Por qu no? Me gano la vida con la lancha. Si la pierdo lo pierdo todo. Con el dinero puede usted comprarse otra. En la c rcel, no. Debieron de pensar que necesitaba que me convencieran, porque uno de ellos sigui : Ganar a usted tres mil d lares y despu s le valdr a mucho. Ya sabe que esto no va a durar. P gina 3 de 103 Tener Y No Tener Ernest Hemingway Mire usted le repliqu . A m no me importa qui n sea el presidente aqu . Pero no llevo a los Estados Unidos nada que pueda hablar. Quiere usted decir que nosotros vamos a hablar? dijo uno que no hab a abierto la boca. Estaba enfadado. He dicho nada que pueda hablar. Cree usted que somos unos lenguas largas?

4 No. Sabe usted lo que es un lengua larga? S . Sabe usted lo que hacemos con los lenguas largas? No me acorralen contest . Ustedes me hicieron una proposici n. Yo no les he ofrecido nada. Calla, Pancho dijo al enfadado el que hab a hablado antes. Ha dicho que vamos a hablar replic Pancho. He dicho que no llevo nada que pueda hablar contest . Las botellas no hablan. Las damajuanas no hablan. Hay otras cosas que no hablan. Los hombres pueden hablar. Hablan los chinos? pregunt Pancho agriamente. Hablan, pero yo no les entiendo le contest . De modo que no lo va usted a hacer? Ya les dije anoche que no puedo. Y usted no hablar ? me dijo Pancho. Lo nico que no hab a comprendido bien le hab a puesto agresivo. Supongo que se hab a llevado una desilusi n. Ni siquiera le contest . Usted no es un lengua larga, verdad? me pregunt en el mismo tono. Creo que no. Qu es eso? Una amenaza?

5 Mire usted le dije . No se ponga as a esta hora de la ma ana. Estoy seguro de que ha degollado a muchos. Yo, todav a no he tomado el caf . Est usted seguro de que he degollado a muchos, eh? No. Y me importa un pito. No puede hablar de negocios sin enfadarse? Ahora estoy enfadado me contest . Me gustar a mandarlo al otro mundo. Basta. No hable tanto le dije. Vamos, Pancho exclam el que hab a hablado primero. Despu s se dirigi hacia m : Lo siento mucho. Ojal nos llevara usted. Tambi n yo lo siento. Pero no puedo. Los tres se fueron hacia la puerta y yo los segu con la mirada. Eran j venes, bien parecidos y vest an bien. Ninguno de ellos llevaba sombrero. Ten an aire de disponer de mucho dinero. En todo caso hablaban mucho de dinero y usaban el ingl s que hablan los cubanos adinerados. Dos de ellos parec an hermanos. El otro, Pancho, era un poco m s alto, pero la misma clase de hombre: esbelto, buena ropa, pelo reluciente.

6 No hubiera yo pensado que era tan esquinado como cuando habl . Me figuro que estaba muy nervioso. Cuando doblaron a la derecha, despu s de salir, vi que por la plaza avanzaba hacia ellos un autom vil cerrado. Primero se hizo a icos un vidrio y la bala dio entre la hilera de botellas del aparador de la derecha. Sent que el rev lver sigui funcionando y, bop, bop, bop, a lo largo de la pared se fueron rompiendo botellas. De un salto pas detr s del mostrador, por la izquierda, y por encima pude verlo todo. El autom vil se hab a detenido y al lado se agazaparon dos individuos. Uno P gina 4 de 103 Tener Y No Tener Ernest Hemingway esgrim a un Thompson y el otro una pistola autom tica. El del Thompson era negro. El otro vest a bata blanca de chofer. Uno de los que hab an hablado conmigo yac a en la acera , boca abajo, delante del ventanal del vidrio roto. Los otros dos se hab an puesto detr s del carro de hielo de la cerveza Tropical que estaba delante del contiguo bar Cunard.

7 Uno de los caballos pataleaba en el suelo y el otro cabeceaba violentamente. Uno de los que estaban detr s del carro dispar desde uno de los ngulos y la bala rebot en la acera . El negro del Thompson se agach hasta tocar casi el suelo con la cara y en esa postura hizo unos disparos. Detr s del carro cay hacia la acera uno que qued con la cabeza reclinada en el borde y protegi ndosela con los brazos. El chofer le hizo otro disparo mientras el negro cargaba su fusil. El tiroteo fue serio. En la acera quedaban marcas que parec an goterones de plata. El que quedaba en pie tir de las piernas del ca do para ponerlo detr s del carro. Vi que el negro se volv a a agachar para largarles otra rociada. Pancho asom entonces por uno de los lados del carro, se puso al resguardo del caballo que estaba en pie y, con la cara blanca como una s bana sucia, avanz apuntando al chofer con su gran Luger, sosteni ndola con las dos manos para no marrar.

8 Sin dejar de caminar dispar dos tiros por encima de la cabeza del negro y uno bajo. Dio en un neum tico del autom vil, porque cuando se le escap el aire vol polvo. A diez pies de distancia y con la que deb a de ser la ltima bala, pues le vi tirar el fusil, el negro le acert a Pancho en la barriga. Pancho cay sentado, se inclin hacia delante, y, sin dejar de esgrimir la Luger, intent incorporarse, pero la cabeza no le obedeci . El negro agarr la pistola que hab a quedado junto al volante del chofer y le vol la sesera. Qu negro! Yo ech r pidamente un trago de la primera botella que vi abierta, y no hubiera podido decir qu era. Con todo ello hab a pasado un rato bastante malo. Me deslic detr s del bar y sal afuera por la puerta de la cocina. Di la vuelta a la plaza y ni siquiera mir hacia la multitud que se iba aglomerando delante del caf.

9 Llegu al muelle y entr en la lancha. El que la hab a alquilado me estaba esperando y le cont lo que hab a sucedido. D nde est Eddy? me pregunt . Era nuestro cliente y se llamaba Johnson. No le he visto despu s que ha empezado el tiroteo. Cree usted que le han dado? No, hombre. Ya le he dicho que las nicas balas que han entrado en el caf han dado en el aparador. Detr s de las balas ven a el autom vil. Entonces fue cuando cay el primero delante del ventanal. Las balas ven an de un ngulo as .. Me parece que est usted muy seguro. He estado de mir n. En ese momento levant la cabeza y vi que por el muelle ven a Eddy, que parec a m s alto y Tener peor facha que nunca. Caminaba como descoyuntado. Ah viene. Tra a mala cara. A primera hora de la ma ana nunca la ten a muy buena, pero entonces la ten a verdaderamente mala. D nde has estado? le pregunt . En el suelo. Lo ha visto? le pregunt Johnson. No hablemos de eso, Mr.

10 Johnson. S lo con pensarlo me pongo malo. M s le vale tomar un trago le replic Johnson, quien despu s me dijo a m : Bueno, vamos a salir? Usted dispone. Qu tiempo vamos a Tener hoy? P gina 5 de 103 Tener Y No Tener Ernest Hemingway M s o menos como el de ayer. Quiz mejor. Entonces, vamos. Muy bien. En cuanto traigan la carnada. Llev bamos ya tres semanas pescando con aquel p jaro y todav a no hab a visto yo m s dinero suyo que cien d lares que me dio para despachar la lancha en el consulado, comprar v veres y llenar de gasolina el tanque. Los aparejos eran m os y el hombre pagaba treinta y cinco d lares diarios de alquiler. Dorm a en un hotel y ven a a bordo todas las ma anas. Yo me llevaba a Eddy, que era quien me lo hab a tra do, y le pagaba cuatro d lares diarios. Tengo que poner gasolina dije a Johnson. Bueno. Para eso necesito dinero. Cu nto? Cuesta veintiocho centavos el gal n y tengo que cargar cuarenta, de modo que son once d lares veinte centavos.


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