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HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA …

BERNAL D AZ DEL CASTILLO HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPA A 2003 - Reservados todos los derechos Permitido el uso sin fines comerciales BERNAL D AZ DEL CASTILLO HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPA A COMIENZA LA RELACI N DE LA HISTORIA Bernal D az del Castillo, vecino y regidor de la muy leal ciudad de Santiago de Guatemala, uno de los primeros descubridores y conquistadores de la NUEVA Espa a y sus provincias y Cabo de Honduras e Higueras que en esta tierra as se nombra, natural de la muy noble e insigne villa de Medina del Campo, hijo de Francisco D az del Castillo, regidor que fue de ella, que por otro nombre le llamaban el Gal n , y de Mar a D ez Rej n, su leg tima mujer, que hayan santa gloria, por lo que a m me toca y a todos los verdaderos conquistadores mis compa eros que hemos servido a Su Majestad as en descubrir y conquistar y pacificar todas las provincias de la NUEVA Espa a, que es una de las buenas partes descubiertas del Nuevo Mundo, lo cual descubrimos a nuestra costa, sin ser sabedor de ello Su Majestad.

CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA COMIENZA LA RELACIÓN DE LA HISTORIA Bernal Díaz del Castillo, vecino y regidor de la muy leal ciudad de Santiago de Guatemala, uno de los primeros descubridores y conquistadores de la Nueva España y sus provincias y Cabo de Honduras e Higueras que en esta tierra así se nombra, natural de la muy noble e

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1 BERNAL D AZ DEL CASTILLO HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPA A 2003 - Reservados todos los derechos Permitido el uso sin fines comerciales BERNAL D AZ DEL CASTILLO HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPA A COMIENZA LA RELACI N DE LA HISTORIA Bernal D az del Castillo, vecino y regidor de la muy leal ciudad de Santiago de Guatemala, uno de los primeros descubridores y conquistadores de la NUEVA Espa a y sus provincias y Cabo de Honduras e Higueras que en esta tierra as se nombra, natural de la muy noble e insigne villa de Medina del Campo, hijo de Francisco D az del Castillo, regidor que fue de ella, que por otro nombre le llamaban el Gal n , y de Mar a D ez Rej n, su leg tima mujer, que hayan santa gloria, por lo que a m me toca y a todos los verdaderos conquistadores mis compa eros que hemos servido a Su Majestad as en descubrir y conquistar y pacificar todas las provincias de la NUEVA Espa a, que es una de las buenas partes descubiertas del Nuevo Mundo, lo cual descubrimos a nuestra costa, sin ser sabedor de ello Su Majestad.

2 Como mis antepasados y mi padre y un hermano m o siempre fueron servidores de la corona real y de los Reyes Cat licos don Fernando y do a Isabel, de muy gloriosa memoria, quise parecer en algo a ellos. En aquel tiempo, que fue a o de 1514, vino por gobernador de Tierra Firme un caballero que se dec a Pedrarias D vila, acord venir con l a su gobernaci n y CONQUISTA . Y por acortar palabras no dir lo acaecido en el viaje, sino que, unas veces con buen tiempo y otras con contrario, llegamos a Nombre de Dios. Desde tres o cuatro meses que est bamos poblados, dio pestilencia, de la cual se murieron muchos soldados, y adem s de esto todos los m s adolec amos y se nos hac an unas malas llagas en las piernas. Tambi n hab a diferencias entre el mismo gobernador con un hidalgo que en aquella saz n estaba por capit n y hab a conquistado aquella provincia aquella provincia, el cual se dec a Vasco N ez de Balboa, hombre rico, con quien Pedrarias D vila cas una hija suya; y despu s que la hubo desposado, seg n pareci , y sobre sospechas que tuvo del yerno que se le quer a alzar con copia de soldados, para irse por la mar del Sur, por sentencia le mand degollar y hacer justicia de ciertos soldados.

3 Desde que vimos lo que dicho tengo y otras revueltas entre sus capitanes, y alcanzamos a saber que era nuevamente poblada y ganada la isla de Cuba, y que estaba en ella por gobernador un hidalgo que se dec a Diego Vel squez, natural de Cuellar, acordamos ciertos caballeros y personas de calidad, los que hab amos venido con Pedrarias D vila, demandarle licencia para irnos a la isla de Cuba y l nos la dio de buena voluntad, porque no ten a necesidad de tantos soldados como los que trajo de Castilla para hacer guerra, porque no hab a qu conquistar, que todo estaba en paz, que Vasco N ez de Balboa, yerno de Pedrarias, lo hab a conquistado, y la tierra de suyo es muy corta. Pues desde que tuvimos la licencia nos embarcamos en un buen nav o, y con buen tiempo llegamos a la isla de Cuba y fuimos a hacer acato al gobernador; y l se holg con nosotros y nos prometi que nos dar a indios, en vacando. Como se hab an ya pasado tres a os, as en lo que estuvimos en Tierra Firme e isla de Cuba, y no hab amos hecho cosa ninguna que se contar sea, acordamos juntarnos ciento diez compa eros de los que hab amos venido de Tierra Firme y de los que en la isla de Cuba no ten an indios y concertamos con un hidalgo que se dec a Francisco Hern ndez de C rdoba, que era hombre rico y ten a pueblo de indios en aquella isla, para que fuese nuestro capit n, porque era suficiente para ello, para ir a nuestra ventura a buscar y descubrir tierras nuevas para en ellas emplear nuestras personas.

4 [La expedici n de Hern ndez de C rdoba zarp de La Habana el 8 de febrero de 1517. Como dice Bernal D az, la compon an algo m s de un centenar de hombres que viajaban en tres nav os, cuyo piloto principal era Ant n de Alaminos. Desembarcaron en la pen nsula de Yucat n, a la altura del cabo de Cotoche y fueron combatidos por los nativos; por esta causa continuaron la navegaci n hasta Campeche y Champot n donde nuevamente fueron atacados. Aqu tuvieron los espa oles cerca de cincuenta muertos y algunos heridos, entre ellos Hern ndez de C rdoba. Esta circunstancia y la carencia absoluta de medios, hizo que la expedici n, tomando la ruta de Florida, regresara a Cuba. Fue sta la primera exploraci n de las costas mejicanas. La segunda estuvo a cargo de Juan de Grijalva, pariente de Diego Vel squez, gobernador de Cuba. Las noticias proporcionadas por Hern ndez de C rdoba decidieron a Vel squez a hacer una NUEVA tentativa. Para ello prepar cuatro nav os que puso bajo las rdenes de Grijalva.]

5 Lo acompa aban entre otros Pedro de Alvarado, Alonso de vila, y el piloto Juan de Alaminos. Zarparon de Cuba el primero de mayo de 1518 y llegaron cuatro d as despu s a la isla de Cozumel. Recorrieron las costas de la pen nsula de Yucat n hasta Campeche, llegando a fines del mes al Puerto Deseado, en la Laguna de T rminos. A este lugar llam Grijalva, NUEVA Espa a, nombre que Cort s, m s tarde, impondr a en sus cartas. Al continuar la navegaci n desembarcaron en la isla que llamaron San Juan de Ul a. Siguieron hasta Panuco hallando en todas partes poblaciones y terrenos cultivados. Pens Grijalva entonces que todo deb a deformar parte de alg n imperio, para cuyo sometimiento l no contaba con medios bastantes. Regres a Cuba despu s de seis meses de ausencia. Esperaba reunir mayores fuerzas para emprender la CONQUISTA . Pero Diego Vel zquez lo recibi con frialdad y busc otro capit n.]. DE LOS BORRONES Y COSAS QUEESCRIBEN LOS CRONISTAS G MARA E ILLESCAS ACERCA de las COSAS DE LA NUEVA ESPA A Estando escribiendo en esta cr nica acaso vi lo que escriben G mara e Illescas y Jovio en las conquistas de M jico y NUEVA Espa a, y desde que las le y entend y vi de su polic a y estas mis palabras tan groseras y sin primor, dej de escribir en ella, estando presentes tan buenas historias; y con este pensamiento torn a leer y a mirar muy bien las pl ticas y razones que dicen en sus historias, y desde el principio y medio ni cabo no hablan lo que pas en la NUEVA Espa a, y desde que entraron a decir de las grandes ciudades tantos n meros que dicen que hab a de vecinos en ellas, que tanto les da decir ochenta mil como ocho mil.

6 Pues de aquellas matanzas que dicen que hac amos, siendo nosotros cuatrocientos soldados los que and bamos en la guerra, harto ten amos que defendernos no nos matasen y nos llevasen de vencida, que aunque estuvieran los indios atados, no hici ramos tantas muertes, en especial que ten an sus armas de algod n, que les cubr an el cuerpo, y arcos y saetas, rodelas, lanzas grandes, espadas de navajas como de dos manos, que cortan m s que nuestras espadas, y muy denodados guerreros. Dicen que derrocamos y abrasamos muchas ciudades y templos, que son c es, y en aquello les parece que placen mucho a los oyentes que leen sus historias y no lo vieron ni entendieron cuando lo escrib an; los verdaderos conquistadores y curiosos lectores que saben lo que pas , claramente les dir n que si todo lo que escriben de otras historias va como lo de la NUEVA Espa a, ir todo errado. Y lo bueno es que ensalzan a unos capitanes y abajan a otros, y los que no se hallaron en las conquistas dicen que fueron en ellas, y tambi n dicen muchas cosas de tal calidad, y por ser tantas y en todo no aciertan, no lo declarar.

7 Pues otra cosa peor dicen: que Cort s mand secretamente barrenar los nav os: o es as , porque por consejo de todos los m s soldados y m o mand dar con ellos al trav s, a ojos vistas, para que nos ayudasen la gente de mar que en ellos estaban, a velar y a guerrear. En todo escriben muy vicioso. Y para qu yo meto tanto la pluma en contar cada cosa por s , que es gastar papel y tinta? Yo lo maldigo, aunque lleve buen estilo. Dejemos esta pl tica y volver a mi materia, que despu s de bien mirado todo lo que aqu he dicho, que es todo burla lo que escriben acerca de lo acaecido en la NUEVA Espa a, torn a proseguir mi relaci n, porque la VERDADERA polic a y agraciado componer es decir verdad en lo que he escrito. Y mirando esto acord de seguir mi intento con el ornato y pl ticas que ver n, para que salga a la luz y hallar n las conquistas de la NUEVA Espa a claramente como se han de ver. Quiero volver con la pluma en la mano, como el buen piloto lleva la sonda descubriendo bajos por la mar adelante, cuando siente que los hay; as har yo en decir los borrones de los cronistas; mas no ser todo, porque si parte por parte se hubiesen de escribir ser a m s larga la costa de recoger la rebusca que en las verdaderas vendimias.

8 Digo que sobre esta mi relaci n pueden los cronistas sublimar y dar loa al valeroso y esforzado capit n Cort s, y a los fuertes conquistadores, pues tan grande empresa sali de nuestras manos, y lo que sobre ellos escribieron diremos los que en aquellos tiempos nos hallamos como testigos de vista de ser verdad como ahora decimos las contrariedades de l; que c mo tienen tanto atrevimiento y osad a de escribir tan vicioso y sin verdad, pues que sabemos que la verdad es cosa bendita y sagrado y que todo lo que contra ello dijeron va maldito. M s bien me parece que G mara fue aficionado a hablar tan loablemente del valeroso Cort s, y tenemos por cierto que le untaron las manos, pues que a su hijo, el marqu s que ahora es, le eligi su cr nica, teniendo a nuestro rey y se or, que con derecho se le hab a de elegir y encomendar. C MO VINIMOS CON OTRA ARMADA A LAS TIERRAS NUEVAS Y POR CAPIT N EL VALEROSO Y ESFORZADO DON HERNANDO CORT S Despu s que lleg a Cuba el capit n Juan de Grijalva, y visto el gobernador Diego Vel squez que eran las tierras ricas, orden enviar una buena armada, muy mayor que la de antes; y para ello ten a ya a punto diez nav os en el puerto de Santiago de Cuba, donde Diego Vel squez resid a; los cuatro de ellos eran en los que volvimos con Juan de Grijalva, porque luego les hizo dar carena y los otros seis recogieron de toda la isla.

9 Los hizo proveer de bastimento, que era pan cazabe y tocinos, porque en aquella saz n no hab a en la isla de Cuba ganado vacuno ni carneros, porque era nuevamente poblada. Y este bastimento no era m s que para hasta llegar a la Habana, porque all hab amos de hacer todo el matalotaje. Dir las diferencias que hubo para elegir capit n para ir aquel viaje. Hubo muchos debates y contrariedades, porque ciertos hidalgos dec an que viniese por capit n Vazco Porcallo, y temi se Diego Vel squez que se le alzar a con la armada, porque era atrevido; otros dec an que viniese Agust n Berm dez, o Antonio Vel squez Borrego, o Bernardino Vel squez, parientes del gobernador, y todos los m s soldados que all nos hallamos dec amos que volviese el mismo Juan de Grijalva, porque era buen capit n y no hab a falta en su persona y en saber mandar. Andando las cosas y conciertos de esta manera que aqu he dicho, dos grandes privados de Diego Vel squez, que se dec an Andr s de Duero, secretario del mismo gobernador, y Amador de Lares, contador de Su Majestad, hicieron secretamente compa a con un hidalgo que se dec a Hernando Cort s, natural de Medell n, que ten a indios de encomienda en aquella isla, y poco tiempo hac a que se hab a casado con una se ora que se dec a do a Catalina Su rez, la Marcaida.

10 A lo que yo entend y otras personas dec an, se cas con ella por amores, y esto de este casamiento muy largo lo dec an otras personas que lo vieron, y por esta causa no tocar m s en esta tecla, y volver a decir acerca de la compa a. Fue de esta manera: que concertasen estos privados de Diego Vel squez que le hiciesen dar a Hernando Cort s la capitan a general de toda la armada, y que partir an entre todos tres la ganancia del oro, plata y joyas de la parte que le cupiese a Cort s, porque secretamente Diego Vel squez enviaba a rescatar y no a poblar, seg n despu s pareci por las instrucciones que de ello dio, y aunque publicaba y pregon que enviaba a poblar. Hecho este concierto, tienen tales modos el Duero y el contador con Diego Vel squez, y le dicen tan buenas y melosas palabras, loando mucho a Cort s que es persona en quien cabe el cargo para ser capit n, porque, adem s de ser muy esforzado, sabr mandar y ser temido, y que le ser a muy fiel en todo lo que le encomendasen, as en lo de la armada como en lo dem s, de manera que lo persuadieron a ello, y luego se eligi por capit n general, y el secretario Andr s de Duero hizo las provisiones, como suele decir el refr n de muy buena tinta, y como Cort s las quiso, muy bastantes.


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