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LOS PROCESOS FORMATIVOS EN EL AULA: ESTRATEGIAS DE ...

1 LOS PROCESOS FORMATIVOS EN EL AULA: ESTRATEGIAS DE ENSE ANZA-APRENDIZAJE N ria Rajadell Puiggr s Facultad de Pedagog a. Universidad de Barcelona En SEPULVEDA, F. - N. RAJADELL (coords) (2001): Did ctica general para Psicopedagogos. Madrid: Eds. de la UNED, pp. 465-525. 1. Consideraciones generales de las ESTRATEGIAS de intervenci n educativa A trav s de este apartado introduciremos los pilares conceptuales necesarios para comprender las bases de las ESTRATEGIAS did cticas que se desarrollar n a continuaci n. Introducci n conceptual Conocemos bajo la denominaci n de metodolog a aquella opci n que toma el docente o el formador para organizar el proceso de ense anza-aprendizaje, teniendo presentes una serie de factores que condicionan dicha actuaci n, como la l gica interna de la materia, el nivel de madurez de los sujetos a los que pretende ense ar, las finalidades que se persiguen, los recursos disponibles, el curr culum vigente, la relaci n entre las diferentes reas curriculares, su propio pensamiento profesional y la respuesta o reacci n del alumnado.

LOS PROCESOS FORMATIVOS EN EL AULA: ESTRATEGIAS DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE Núria Rajadell Puiggròs Facultad de Pedagogía. Universidad de Barcelona En SEPULVEDA, F. - N. RAJADELL (coords) (2001): Didáctica General para Psicopedagogos. Madrid: Eds. de la UNED, pp. 465-525. 1. Consideraciones generales de las estrategias de intervención educativa

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1 1 LOS PROCESOS FORMATIVOS EN EL AULA: ESTRATEGIAS DE ENSE ANZA-APRENDIZAJE N ria Rajadell Puiggr s Facultad de Pedagog a. Universidad de Barcelona En SEPULVEDA, F. - N. RAJADELL (coords) (2001): Did ctica general para Psicopedagogos. Madrid: Eds. de la UNED, pp. 465-525. 1. Consideraciones generales de las ESTRATEGIAS de intervenci n educativa A trav s de este apartado introduciremos los pilares conceptuales necesarios para comprender las bases de las ESTRATEGIAS did cticas que se desarrollar n a continuaci n. Introducci n conceptual Conocemos bajo la denominaci n de metodolog a aquella opci n que toma el docente o el formador para organizar el proceso de ense anza-aprendizaje, teniendo presentes una serie de factores que condicionan dicha actuaci n, como la l gica interna de la materia, el nivel de madurez de los sujetos a los que pretende ense ar, las finalidades que se persiguen, los recursos disponibles, el curr culum vigente, la relaci n entre las diferentes reas curriculares, su propio pensamiento profesional y la respuesta o reacci n del alumnado.

2 Metodolog a equivale a intervenci n, y para intervenir necesitamos planificar ESTRATEGIAS que nos aproximen al m ximo hac a esta obtenci n de las finalidades previstas, a trav s de actividades concretas, activas y graduales, y con el soporte de materiales curriculares que nos faciliten esta ense anza, as como el espacio y el tiempo m s adecuados para cada estrategia de intervenci n. Consideramos que una estrategia did ctica equivale a la actuaci n secuenciada potencialmente consciente del profesional en educaci n, guiada por uno o m s principios de la Did ctica, encaminada hac a la optimizaci n del proceso de ense anza-aprendizaje (Rajadell. 1992). Los ocho principios de la Did ctica Debemos detenernos un momento en los principios de la Did ctica, a los que aludimos en nuestra definici n. Consideramos que ocho son los principios que rigen toda actuaci n did ctica y, por lo tanto, influyen en cualquiera de las ESTRATEGIAS de intervenci n que apliquemos: comunicaci n, actividad, individualizaci n, socializaci n, globalizaci n, creatividad, intuici n y apertura.

3 De manera general , justificaremos la importancia de cada uno de ellos por lo que respecta al conocimiento y posterior aplicaci n de las ESTRATEGIAS did cticas. Insistimos en la presentaci n puntual y poco profundizada de dichos principios, aunque podemos observar a lo largo de esta obra algunos de ellos con mayor profundidad. Principio de Comunicaci n La comunicaci n constituye la esencia del proceso educativo desde la transmision de ideas por parte de una persona hasta su comprensi n real y significativa por parte de otra que juega el rol de receptor. El papel de la interacci n es indiscutible. Como educadores debemos reconocer su triple faceta informativa, persuasiva y emotiva; como alumnos, reflejar la comprensi n de un concepto, manifestar opiniones o solicitar informaci n en caso de duda, tambi n demuestran la importancia que acoge la comunicaci n. De nuevo debemos tener claramente definidos los elementos que intervienen en la comunicaci n, desde su origen (quien comunica), su naturaleza (qu comunica, porqu lo 2comunica), su forma (c mo lo comunica, cuando lo comunica, d nde lo comunica), hasta las caracter sticas de los receptores (a quienes se les comunica, su apertura al mensaje).

4 Tambi n resulta indispensable conocer cada una de las etapas de la comunicaci n para saber intervenir en el momento oportuno, desde la posesi n de una idea, ordenar el saber, elegir y aplicar los signos m s adecuados para cada ocasi n, recibir e interpretar la comunicaci n y, por ltimo, llegar a asimilar su contenido. Reflexionar sobre las diferentes funciones de la comunicaci n, en funci n del contexto, de los destinatarios y del contenido, con el objetivo de practicar las que se consideren m s oportunas: representativa, expresiva, conativa, f ctica, est tica o metaling stica. Los niveles de comunicaci n resultan tambi n fundamentales ya que var a notablemente si el emisor y el receptor son diferentes personas (interperronal) que si emisor y receptor recaen en un mismo sujeto (intrapersonal). Por ltimo, es necesario conocer, controlar y optimizar al m ximo los aspectos de influencia b sicos que encontramos y que influyen en toda comunicaci n: ambientales (sonido, iluminaci n, temperatura, entre otros), emocionales (motivaci n, persistencia, responsabilidad, estructura, adem s de otros), sociol gicos (equipo, pareja, individual o variado b sicamente), f sicos (predominio de un sentido, entrada, horario, junto a otros) y fisiol gicos (fundamentalmente capacidad intelectual, caracter sticas fisiol gicas y m todo de aprendizaje anterior).

5 Cuando m s conozcamos las preferencias de un receptor m s f cil resultar acomodar nuestra comunicaci n. Principio de Actividad El lema que propugnaba Adolf Ferri re con relaci n al movimiento de la Escuela Activa referido a solamente se aprende aquello que se practica debe ser un principio que tengamos siempre presente. Diferentes textos de car cter hist rico nos permiten profundizar en las ideas que surgieron en el Congreso de Calais de 1921, en el que formalmente se constituy el movimiento ciertamente revolucionario de la Escuela Nueva como respuesta a la rigidez de la escuela tradicional y a favor de una ense anza activa. Se plantea la necesidad de ofrecer un medio rico en est mulos que favorezca la actividad de los alumnos, basada en los trabajos colectivos y la investigaci n constante. Autores como William James, John Dewey, Giovanni Gentile, Edouard Clapar de apoyan esta actividad surgida de las necesidades del alumno y que proporciona un sentido a su aprendizaje.

6 Para que una ense anza sea activa deben presentarse una serie de condiciones como: - aprender a partir de la propia experimentaci n, de la propia pr ctica - procurar desarrollar en el alumno el sentimiento de esfuerzo personal - poseer una planificaci n b sica por parte del maestro y por parte del alumno - mantener una actitud de superaci n personal constante, evitando las comparaciones con los dem s - evitar la memorizaci n repetitiva y no significativa - insistir en la aplicaci n de los conocimientos aprendidos - practicar el trabajo aut nomo A partir de este gran principio se desarrollan una serie de manifestaciones metodol gicas como la individualizaci n (adaptaci n del proceso did ctico a las caracter sticas personales del alumno), la socializaci n (agrupaciones libres de los alumnos y a su contexto), la globalizaci n (renovada concepci n de los contenidos curriculares) o el gran esfuerzo en la elaboraci n de nuevos materiales did cticos que favorezcan la autonom a del alumno, sin olvidar su propia eficacia.

7 Se considera que cada actividad realizada por un alumno en un contexto educativo, debe formar parte de una de las tres fases que ofrecemos a continuaci n: - de preparaci n (motivaci n hacia el tema y establecimiento de unos objetivos que adem s se habr n consensuado con los alumnos, siempre partiendo del nivel evolutivo y curricular de cada uno de ellos) 3- de desarrollo (realizaci n de tareas pr cticas por parte de los alumnos y del profesor, que reflejen los conocimientos adquiridos por parte del alumno o que estimulen su aprendizaje posterior) - de finalizaci n (elaboraci n de una s ntesis por parte del alumno, y realizaci n de una evaluaci n colectiva del trabajo llevado a cabo). Como t cnicas m s usuales para desarrollar esta actividad figuran el planteamiento de hip tesis, el desarrollo de discusiones espec ficas, la aplicaci n de estudios de caso, la interpretaci n de textos escritos, la pr ctica de la observaci n directa, la propuesta de interrogantes introductorios, entre muchas otras.

8 Principio de Individualizaci n A pesar de que la adaptaci n de la ense anza al alumno ha estado presente a lo largo de la historia de la pedagog a, los inicios del siglo XX representan el momento de su clara aplicaci n, te ido por un importante matiz psicol gico, que se ha ido perfilando a partir de diferentes autores y reformas educativas. En las sociedades aristocr ticas anteriores, se desarrollaba claramente el binomio maestro-alumno, pero con una abismal distancia entre ambos. La individualizaci n parte de la consideraci n del individuo como ser nico y la ense anza tiene que adaptarse a l en concreto, no es generalizable. Debemos tener presente, en la faceta de la individualizaci n, una doble dimensi n: Por un lado los niveles que permiten hacer realidad esta individualizaci n: ritmo de trabajo, m todos, recursos, actividades (n mero y tipolog a), objetivos, evaluaci n, entre otros.

9 Los momentos de la individualizaci n marcan paulatinos avances hacia el aprendizaje autodirigio. Educador, instituci n y alumno deben esforzarse por hacer del trabajo en equipo una realidad, y para ello se especificar n a priori unos objetivos claros y concretos para todos, aunque el rol de cada uno posea ciertas particularidades diferenciadoras. Se pueden diferenciar varias etapas en la historia de la individualizaci n: Hasta los a os cincuenta se manifiestan dos corrientes: a) Una pretende revalorizar al alumno como agente principal. Autores como Mar a Montessori, las hermanas Rosa y Carolina Agazzi o el padre Andr s Manj n representan puntos de referencia b sicos en esta etapa. b) Una segunda tiene presente al alumno pero sin olvidar que forma parte de un grupo. Unos autores consideran que es preferible distribuir a los alumnos en grupos homog neos, en funci n de alguna variable espec fica (como por ejemplo la edad cronol gica, el coeficiente de inteligencia o el nivel de conocimientos).

10 Encontramos a Ovide D croly o Robert Dottrens entre los m s representativos. Otros autores consideran que la homogeneidad pura no existe, por mucho que se busquen variables concretas y est n de acuerdo en mantener la heterogeneidad natural de los grupos. Figuran como algunos de los autores se alados C lestin Freinet o Helen Parkhust. Otra gran etapa est configurada por la Ense anza Programada, cuyos autores se preocupan en organizar colecciones de fichas con correcci n autom tica, que permitan el avance individual de cada alumno. Representa el m ximo exponente conductista aplicado a la ense anza, y su influencia en las escuelas y en los materiales educativos ser indiscutible. La Ense anza Programada presenta dos niveles de gradaci n: lineal y ramificado. La individualizaci n, en la poca actual, presenta diferentes variedades aunque compartiendo ciertos aspectos como un rol docente m s colaborador y participativo, una ense anza mucho m s global que gradual, una mayor amplitud de recursos, y una responsabilidad y compromiso personal por parte del alumno.


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