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Primera parte LA FISIOLOGÍA OCULTA - …

NDICEUNA INTRODUCCI N Primera parte LA FISIOLOG A OCULTA1. Despu s del 2. El cuerpo tiene una mente 3. Una escultura o un r o?.. 4. Mensajeros del espacio 5. Fantasmas de la 6. Mec nica cu ntica del 7. En todas partes y en 8. Testigo 9. El misterio del intervalo vac Segunda parte UN CUERPO FELIZ10. En el mundo de los 11. Nacimiento de una 12. Nos convertimos en lo que vemos .. 13. Un cuerpo 14. El fin de la UNA INTRODUCCI N PERSONAL Uno de mis pacientes, un chino, tiene un c ncer de la cavidad nasal; est ya en fase terminal. La enfermedad se ha extendido por toda la cara y lo est pasando muy mal. Pero l es m dico; creo que deber a o r estaba sentado del otro lado del despacho y asent con la cabeza. Era un d a de finales de octubre de 1987, en Tokyo. Hab a ido a visitar a un especialista en c ncer japon s que tal vez pudiera ayudarme a demostrar la validez de una nueva teor a m dica.

unos 50 km al oeste de Nueva Delhi. Estábamos solos en una casa humilde, la suya, cerca de una escuela y de un hospital en construcción. Éste es sin duda uno de los

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1 NDICEUNA INTRODUCCI N Primera parte LA FISIOLOG A OCULTA1. Despu s del 2. El cuerpo tiene una mente 3. Una escultura o un r o?.. 4. Mensajeros del espacio 5. Fantasmas de la 6. Mec nica cu ntica del 7. En todas partes y en 8. Testigo 9. El misterio del intervalo vac Segunda parte UN CUERPO FELIZ10. En el mundo de los 11. Nacimiento de una 12. Nos convertimos en lo que vemos .. 13. Un cuerpo 14. El fin de la UNA INTRODUCCI N PERSONAL Uno de mis pacientes, un chino, tiene un c ncer de la cavidad nasal; est ya en fase terminal. La enfermedad se ha extendido por toda la cara y lo est pasando muy mal. Pero l es m dico; creo que deber a o r estaba sentado del otro lado del despacho y asent con la cabeza. Era un d a de finales de octubre de 1987, en Tokyo. Hab a ido a visitar a un especialista en c ncer japon s que tal vez pudiera ayudarme a demostrar la validez de una nueva teor a m dica.

2 Pretend a despejar una de las mayores inc gnitas de la medicina, el proceso de curaci n. En 1987, no hab a dado a n con el t rmino curaci n cu ntica , pero, de hecho, llev bamos una hora tratando del levantamos a la vez y nos dirigimos hacia los pabellones. De camino, iba admirando unos jardines Zen que adornaban exquisitamente los entornos del hospital. A esa hora los ni os estaban durmiendo; caminamos en silencio. Cuando llegamos a las habitaciones individuales, nos detuvimos; mi colega japon s encontr la puerta que buscaba, la abri y me dej pasar primero. Doctor Liang dijo , tiene unos minutos que dedicarnos?El cuarto estaba a oscuras. En la cama estaba tumbado un hombre, de unos cuarenta y tantos a os, m s o menos de mi quinta. Se dio la vuelta hacia nosotros, tres ten amos algo en com n. ramos orientales y hab amos renunciado a vivir en nuestra tierra para educarnos en el campo de la medicina occidental. Sumando las experiencias de los tres, eran m s de cincuenta a os dedicados a la pr ctica de nuestras respectivas especializaciones.

3 Pero el hombre tumbado en aquella cama era el nico que morir a en menos de un mes. Cardi logo de Taiw n, le hab an diagnosticado un a o atr s un c ncer de nasofaringe. Ten a el rostro casi totalmente vendado. S lo se le ve an los ojos. No fue f cil para m . Entr en la habitaci n saludando y dirigiendo la mirada al doctor Liang, pero l apart la suya. Hemos venido para charlar un rato dijo en voz baja el doctor japon s , pero quiz s est muy enfermo tuvo un gesto amable; acercamos unas sillas y nos sentamos a su lado. Trat entonces de definir las ideas que ya hab a expuesto a mi anfitri n. Expliqu que la curaci n no es en esencia un proceso f sico, sino un proceso mental. Como m dicos, cuando observamos la curaci n de un hueso fracturado o la remisi n de un tumor maligno, s lo nos paramos a analizar el mecanismo f sico. Pero el mecanismo f sico es una pantalla. Detr s, hay algo mucho m s abstracto, una forma de sabidur a que no puede verse ni , sin embargo, ese conocimiento, no me cab a la menor duda, es una fuerza poderosa que no hemos aprendido a controlar.

4 Pese a nuestros esfuerzos por encarrilar debidamente el proceso de curaci n cuando falla, la medicina no sabe en qu consiste. La curaci n es un elemento vivo, complejo y hol stico. La tratamos como podemos, con nuestras limitaciones, y parece que ella se adapta a nuestra ignorancia. No obstante, ante lo inesperado, por ejemplo cuando nos maravillamos ante una curaci n repentina y misteriosa de un c ncer terminal, la teor a m dica queda sumida en un total desconcierto, pues comprobamos entonces que nuestras limitaciones s lo son los a os que llevo ejerciendo, he conocido a diversos enfermos de c ncer que se han recuperado por completo tras un diagn stico terminal, personas que a priori ten an unos pocos meses de vida por delante. No creo que fueran casos milagrosos; a mi entender, estos fen menos demuestran que la mente puede ir m s all , m s hondo, y cambiar los esquemas fundamentales que dise an el cuerpo. Puede borrar los errores del programa, por decirlo de alguna forma, y acabar con cualquier enfermedad, ya sea c ncer, diabetes, enfermedades coronarias, etc.

5 , o cualquier trastorno que haya desordenado el esquema vez mis palabras no impactaran en aquel momento como hubiera deseado; hab a vivido unas semanas antes la experiencia m s importante de mi vida profesional, pero a n no la hab a asimilado. De regreso a la India, uno de los mayores sabios vivos me hab a impartido algunas ense anzas, todas ellas ideadas miles de a os atr s y encaminadas a restablecer las habilidades curativas de la mente. El sabio es Maharishi Mahesh Yogi, y es conocido en Occidente por ser el fundador de la Meditaci n Trascendental, o MT. Llevo m s de ocho a os practicando la MT y suelo recetarla a mis pacientes. (Curiosamente, no aprend a meditar con un indio en la India, sino con un norteamericano en Boston.)Pas una tarde con Maharishi en un poblado nuevo llamado Maharishi Nagar, a 1unos 50 km al oeste de Nueva Delhi. Est bamos solos en una casa humilde, la suya, cerca de una escuela y de un hospital en construcci n.

6 Ste es sin duda uno de los pocos lugares que pueden considerarse genuinamente indios. La cultura india, antigua y poderosa, guarda en ese lugar su dignidad y eterna sabidur a. La mera presencia de Maharishi trae el recuerdo y la existencia de los sabios v dicos de la antig edad, salvando los miles de a os que nos separan. De hecho, Maharishi Nagar est situado cerca del paraje donde Krishna dedic una noche en instruir al guerrero Arjuna en los secretos de la iluminaci n, seg n el poema pico de la Bhaga-vad darme m s explicaciones, Maharishi me dijo aquel d a: Ma ana me gustar a hablar a solas contigo, en mi habitaci n. Puedes venir cuando hayas terminado tu meditaci n de la ma ana?Sent a much sima curiosidad; deseaba hacerle preguntas, pero no quise molestarle. A la ma ana siguiente, fui hasta su habitaci n. Maharishi estaba sentado en la posici n del loto sobre un sill n forrado de seda. Me hizo pasar y me sent a su dijo sencillamente: He aguardado mucho tiempo antes de poder expresar y difundir una serie de t cnicas muy espec ficas.

7 Creo que pronto se convertir n en una medicina para tiempos venideros. Seaplicaron anta o, pero luego se perdieron en la confusi n del tiempo; quisiera instruir a los dem s sobre estas t cnicas y, a la vez, me gustar a que t las explicaras con claridad y ciencia; o sea, quiero que describas su seguido y durante unas horas, me ense una serie de t cnicas mentales, incluyendo el m todo de sonidos primordiales . Se emplean junto con la meditaci n, pero ayudan en la lucha contra enfermedades espec ficas, como el c ncer y otras dolencias que en Occidente suelen considerarse terminales. Maharishi me explic que eran las terapias curativas m s avanzadas del Ayurveda, la tradici n antigua de la medicina india. Sus ense anzas fueron sencillas y claras; entend con rapidez cu l ser a mi labor cuando regresara a casa y volviese a ver a mis pacientes. Era consciente tambi n de que hab a de ir m s all de mi acostumbrada funci n de m dico y dejar a un lado la praxis dio por terminada la lecci n, vi que hab a tomado varias p ginas de apuntes.

8 Maharishi me sonri con esa suavidad penetrante y esa composici n que siempre recuerdo cuando pienso en l. Estas ense anzas son poderosas reiter . Las drogas y la cirug a que sueles utilizar son brutales. Creo que llevar su tiempo, pero la gente acabar si cualquier cosa, se despidi de m para recibir a otros visitantes; hac an cola para hablar con l acerca de la inscripci n de sus hijos en la escuela de Maharishi par a pensar ante el porche, mirando hacia el desierto y contemplando en la distancia un paisaje rojizo y rido. Maharishi Nagar se encuentra en un paraje de cuya existencia no se han percatado los occidentales. Qui n iba a pensar que en ese lugar olvidado pudiera iniciarse uno de los cambios m s radicales en el pensamiento m dico? Conozco, por supuesto, a muchos m dicos e investigadores, y me dio por sonre r pensando en su posible reacci n. La base f sica de la ciencia es muy s lida, y, para un m dico, sumamente convincente.

9 En cambio, el poder de la mente es harto cierto es que en aquel momento no hab a planteamiento alguno que pudiese amenazar mi entusiasmo. Encamin mis pasos hacia mi habitaci n, cuesta abajo, por un sendero polvoriento. Sent a en el cuello el sol abrasador de la India; me sent a pict rico. No era un sentimiento de autosatisfacci n,sino algo casi impersonal, una alegr a incontrolable. No sab a c mo pudo ser, pero intu a que un gran secreto me hab a sido revelado; estaba en los cielos. Acababa de dar con una t cnica para desentra ar el enigma de la materia; y, de momento, el calor y el polvo, o cualquier otro v nculo con la materia, carec an de importancia. Tampoco me preocupaba mi propio escepticismo, aunque intuyera que tarde o temprano acabar a mostr ndose. Ante todo hab a de tomar decisiones: deb a averiguar de qu manera comunicar esas t cnicas. Unos las rechazar an tach ndolas de curaciones generadas por la fe; asimismo, era probable que otros me acusaran de vender falsas a, en Primera instancia, demostrar que se trataba de una ciencia.

10 Pero, c mo? Lo sabr a en su momento. El pensamiento indio parte de la convicci n que Satya, la verdad, triunfa sola, de por s . La verdad es sencilla me dijo Maharishi para animarme . Entr gala con claridad; deja que se imponga por su propio peso, y no te pierdas y enredes en in tiles palabra Ayurveda nace miles de a os atr s. En s nscrito, significa la ciencia de la vida . Criarse en la India, como me ha pasado a m , no implica que se tengan muchos datos acerca de estas ciencias antiguas. Cuando era ni o, mi abuela sol a frotar con c rcuma nuestras picaduras de insectos, y nos insist a en que no comi ramos fruta acida si hab amos bebido leche. Eso era el Ayurveda en mi recuerdo. En l neas generales, el Ayurveda ha sido derrocado por la medicina cient fica occidental, sustituido por el progreso en su propio lugar de nacimiento. Salvo en culturas como en la India, el Tibet, Nepal y Sri Lanka, el Ayurveda es una palabra casi desconocida, aunque haya dejado una marca imperecedera.


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