Example: bachelor of science

Pedro de Alcántara García - biblioteca.org.ar

Pedro de Alc ntara Garc a Compendio de pedagog a te rico-pr ctica 2003 - Reservados todos los derechos Permitido el uso sin fines comerciales Pedro de Alc ntara Garc a Compendio de pedagog a te rico-pr ctica PROFESOR DE PEDAGOG A OBRA REDACTADA PARA QUE SIRVA DE GU A A LOS MAESTROS EN EJERCICIOS Y A LOS OPOSITORES A ESCUELAS Y DE TEXTO A LOS ALUMNOS DE LAS NORMALES Por v a de pr logo Al frente de la primera edici n, que apareci en Enero de 1891, dijimos: El presente COMPENDIO se debe, m s que a la nuestra, a la iniciativa de varios maestros que, concediendo a nuestros trabajos el valor de que sin duda carecen, nos instan desde hace a os para que resumamos en un volumen la doctrina pedag gica que extensamente hemos expuesto en diferentes libros y en las explicaciones de las clases de Pedagog a que desde 1873 hemos desempe ado.

Cuando se conciben las ideas o se inician las reformas, no es ocasión para sacar las consecuencias y las aplicaciones que de ellas se derivan.

Information

Domain:

Source:

Link to this page:

Please notify us if you found a problem with this document:

Other abuse

Transcription of Pedro de Alcántara García - biblioteca.org.ar

1 Pedro de Alc ntara Garc a Compendio de pedagog a te rico-pr ctica 2003 - Reservados todos los derechos Permitido el uso sin fines comerciales Pedro de Alc ntara Garc a Compendio de pedagog a te rico-pr ctica PROFESOR DE PEDAGOG A OBRA REDACTADA PARA QUE SIRVA DE GU A A LOS MAESTROS EN EJERCICIOS Y A LOS OPOSITORES A ESCUELAS Y DE TEXTO A LOS ALUMNOS DE LAS NORMALES Por v a de pr logo Al frente de la primera edici n, que apareci en Enero de 1891, dijimos: El presente COMPENDIO se debe, m s que a la nuestra, a la iniciativa de varios maestros que, concediendo a nuestros trabajos el valor de que sin duda carecen, nos instan desde hace a os para que resumamos en un volumen la doctrina pedag gica que extensamente hemos expuesto en diferentes libros y en las explicaciones de las clases de Pedagog a que desde 1873 hemos desempe ado.

2 Despu s de algunos intentos, nos decidimos hace tres a os a emprender semejante trabajo, cuyo resultado es el COMPENDIO a que sirven estas l neas de introducci n. Dem s parece advertir, dado el sentido que reflejan todas nuestras producciones, que el presente libro se halla informado por el esp ritu reformista engendrador del movimiento pedag gico que se inici en el siglo XVI, y que parece haber llegado en nuestros tiempos a su m ximo de expansi n y de energ a. Lo que s debemos hacer constar es que al escribir este COMPENDIO, si hemos tenido muy en cuenta el estado y las aspiraciones actuales de la Pedagog a, no hemos desatendido, ni mucho menos, las ense anzas del pasado, a las que fuera notoriamente injusto negar la saludable y fecunda influencia que ejercen en las direcciones que al presente siguen la ciencia y el arte de la educaci n.

3 Claro es que, cual acontece en las dem s esferas del saber, en la que nos ocupa han recibido hoy notables desenvolvimientos muchos de los puntos de vista y de las ideas de pocas anteriores, al extremo de poderse considerar ahora como verdaderas novedades. Y la raz n de esto es obvia y natural. Cuando se conciben las ideas o se inician las reformas, no es ocasi n para sacar las consecuencias y las aplicaciones que de ellas se derivan. Es esta obra del estudio, de la reflexi n y de la experiencia. Decimos m s: mientras las ideas no encuentran un medio bien abonado para recibirlas, no es posible que fructifiquen, y quedan como letra muerta. As se explica que muchos de los buenos principios pedag gicos propuestos en el siglo XVI, y antes, no se hayan desenvuelto ni tra do a la pr ctica hasta la hora presente.

4 En las doctrinas de los grandes maestros de la Pedagog a de los siglos anteriores al nuestro, laten el principio de la integridad de la educaci n y el m todo activo, y no obstante, aun se halla muy arraigado el intelectualismo memorista, sin que, por otra parte, sea l cito disputar a la Pedagog a contempor nea el m rito de haber dado forma pr ctica a dicho principio y de haber ideado procedimientos adecuados y eficaces para la aplicaci n del referido m todo. Quien se precie de conocer algo los problemas pedag gicos, no podr menos de confesar que entre las lecciones de cosas, las excursiones escolares, la intuici n en general y otros procedimientos, tales como los idearon Rabelais, Montaigne, Rousseau y Pestalozzi, por ejemplo, y lo que hoy son en la teor a y en la pr ctica, existe la diferencia que entre el germen y la planta cuidadosamente cultivada y que cuenta con terreno abonado para fructificar.

5 Por la posesi n de unos principios se han conquistado otros nuevos, a la vez que se idean medios de sacar de todos sus consecuencias y de incrustarlos en la pr ctica de la educaci n. De esta manera, y auxiliada y aun empujada por los prodigiosos adelantos que han realizado en el decurso del tiempo todas las ciencias, la Pedagog a ha progresado grandemente y tiene hoy un car cter muy distinto del que revistiera en pocas anteriores. Es, pues, l cito hablar de Pedagog a moderna, sin que por ello se entienda, como propalan ciertos Aristarcos despechados, que se desconoce a las pocas anteriores todo lo bueno que se les debe en el terreno de las ideas y los procedimientos educativos, ni menos que, a sabiendas o por ignorancia, se quieren hacer pasar como novedades cosas que ya han pensado y dicho escritores de tiempos m s o menos lejanos.

6 Al hablar de la Pedagog a moderna, como cuando se habla de la ciencia contempor nea, lo que se significa es que se toma la Pedagog a en su estado actual, con todos los precedentes y todas las ense anzas que debe a las pocas anteriores y con todos los adelantos que ha realizado por virtud de unos y de otras, y merced tambi n al trabajo de la generaci n presente, que (dicho sea con permiso de los Aristarcos aludidos) es tan laborioso como fecundo en resultados pr cticos. Si es meritorio concebir ideas e iniciar reformas, no lo es menos llevarlas a la pr ctica y sacar de ellas consecuencias en que tal vez no pensaron los esp ritus en que esas ideas se engendraron. Digamos m s: en los dominios de la Pedagog a se agitan hoy problemas -algunos de ellos convertidos ya en hermosas realidades, en hechos pr cticos -de que no se ten a la menor idea ni al principio de este siglo.

7 En tal sentido, pretendemos haber hecho Un COMPENDIO DE PEDAGOG A MODERNA, presentando en l todos los problemas que encontramos puestos y present ndolos, no porque los estimemos ni queramos darlos como novedades (lo cual fuera puerilidad, como ser a arma de mala ley dar por supuesto que lo hacemos), sino como principios, preceptos, procedimientos, etc., que estimamos buenos y conducentes a nuestro objeto, y que como tales, y sin atender a que sean viejos o nuevos, los aceptamos y los recomendamos a nuestros lectores. A la vez que a llamar la atenci n sobre todos los problemas pedag gicos y dar respecto de ellos direcciones que sirvan de orientaci n a los lectores, miramos muy particularmente al car cter pr ctico que debe dominar en un libro de la ndole de nuestro COMPENDIO, por lo que en las soluciones que proponemos, se alamos lo bueno como preferencia a lo mejor, en la mayor a de los casos, y siempre contando con el estado actual de nuestra primera ense anza, las condiciones de su Magisterio y los recursos de que se dispone para atender a una y a otro: sin perder de vista el ideal, nos atenemos en nuestras soluciones a lo factible hoy.

8 En todo el libro procuramos desmentir el divorcio que algunos pretenden establecer entre la teor a y la pr ctica, tirando entre una y otra especie de l nea divisoria; en cuanto lo consiente la ndole de los asuntos que estudiamos, a las conclusiones te ricas hacemos seguir inmediatamente sus aplicaciones pr cticas, las que en todo caso apoyamos en el recuerdo o la cita del principio en que se fundan. De esta manera, la teor a sirve de gu a a la pr ctica y sta a su vez para comprobar la teor a y convertirla en viva realidad. Como era obligado en nosotros, toda la teor a de la educaci n y aun la parte referente a la organizaci n escolar, la fundamos sobre el conocimiento de la naturaleza humana y su destino, se aladamente del ni o.

9 De aqu la extensi n relativa que damos a las nociones de Fisiolog a, Psicolog a, Psicof sica y Moral, que tal vez pudieran omitirse en un libro en que se estudie la educaci n de otro modo; pero que en el nuestro son obligadas por la pretensi n que tenemos de que sirva de gu a, no s lo a los maestros en ejercicio, sino a los opositores a escuelas primarias y, en especial, a los alumnos de las Normales. Sabido es que en Espa a no existen obras adecuadas para el estudio de esas materias aplicadas a la Pedagog a y menos para que sirvan de texto en las Escuelas Normales, en las que, por otra parte, se dan los conocimientos a ellas referentes englobados con los Principios de educaci n. En el plan del libro (que declara el plan que nosotros creemos debe seguirse para la ense anza de la Pedagog a), miramos en todo a la claridad y la sencillez, omitiendo subdivisiones y agrupando los asuntos por raz n de su homogeneidad y sin preocuparnos de que resulten los cap tulos m s o menos largos unos y m s o menos cortos otros.

10 Hemos preferido esto a dividirla obra en lecciones, porque aparte de que semejante divisi n no puede menos de ser artificiosa, resulta in til para los que pudieran aprovecharla (los alumnos de las Normales), en cuanto que cada Profesor de Pedagog a distribuye sus lecciones como mejor le parece y le aconsejan el tiempo de que dispone y el m todo de ense anza que se propone seguir, y ser a pretencioso y hasta antipedag gico pretender exigirle que se ajuste al programa de un libro. Los extensos sumarios que ponemos a la cabeza de cada cap tulo servir n de gu a a los que estudien por nuestro COMPENDIO, para orientarse respecto de los asuntos que necesiten consultar y seguir las lecciones de su Profesor. Por ltimo, con el objeto de facilitar a los lectores el medio de ampliar los conocimientos que es dado adquirir en nuestro COMPENDIO, de contrastarlos y de comprobar las citas que hacemos, damos al final de cada secci n notas de los libros, op sculos, art culos, etc.