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EL CONFLICTO IGLESIA-ESTADO DURANTE Enrique Canudas …

E L C O N F L I C TO I G L E S I A - E S TA D O D U R A N T E. L A R E VO LU C I N M E X I C A N A. Enrique Canudas Sandoval 1. B R E V E I N T RO D U C C I N. La lucha entre la iglesia y el estado , o como dec an los viejos textos, entre el poder espiritual y el poder temporal, tiene hondas ra ces hist ricas en M xico. Desde el padre fray Bartolom de las Casas, que adem s de defender y pro- teger a los indios de su completa extinci n a manos de sus conquistadores, intent subsumir el poder terrenal (el de los conquistadores y los encomende- ros, de los oidores y el virrey, y del mismo rey) al poder de Dios, o sea, al de la iglesia . Pasando por la expropiaci n de los bienes y expulsi n de los jesuitas en el siglo xviii a manos del Monarca, hasta llegar a la guerra religiosa que fue la de Independencia nacional, en la que el alto y el bajo clero tuvieron una participaci n decisiva, los nombres del cura Hidalgo y el cura Morelos sinteti- zan a las centenas de curas que tomaron participaci n activa en los sucesos de 1808-1821.

co, de Aguascalientes a Zacatecas, México era cristero de corazón y mariano de confesión. Muy atrás en cuanto a influencia, riqueza, poder sobre las masas y difusión de culto, estaban los protestantes, particularmente evangélicos y presbiterianos, apenas 68,889 ciudadanos en toda la república confesaron su

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  Estado, Iglesia, Zacatecas

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1 E L C O N F L I C TO I G L E S I A - E S TA D O D U R A N T E. L A R E VO LU C I N M E X I C A N A. Enrique Canudas Sandoval 1. B R E V E I N T RO D U C C I N. La lucha entre la iglesia y el estado , o como dec an los viejos textos, entre el poder espiritual y el poder temporal, tiene hondas ra ces hist ricas en M xico. Desde el padre fray Bartolom de las Casas, que adem s de defender y pro- teger a los indios de su completa extinci n a manos de sus conquistadores, intent subsumir el poder terrenal (el de los conquistadores y los encomende- ros, de los oidores y el virrey, y del mismo rey) al poder de Dios, o sea, al de la iglesia . Pasando por la expropiaci n de los bienes y expulsi n de los jesuitas en el siglo xviii a manos del Monarca, hasta llegar a la guerra religiosa que fue la de Independencia nacional, en la que el alto y el bajo clero tuvieron una participaci n decisiva, los nombres del cura Hidalgo y el cura Morelos sinteti- zan a las centenas de curas que tomaron participaci n activa en los sucesos de 1808-1821.

2 Jos Fern ndez de Lizardi, El Pensador Mexicano, emblematiza el pensamiento liberal, ese p caro periquillo pod a declarar contra el poder de la iglesia desde la mazmorra en que lo ten a preso la Inquisici n por infidente y hereje. El proceso de descolonizaci n fue lento y tortuoso DURANTE los pri- meros treinta y cuatro a os de vida independiente (1821-1855). Las estructu- ras e instituciones coloniales resistieron los cambios: el viejo ej rcito colonial, la iglesia cat lica, la aristocracia minera y agr cola, formaron diversas alianzas para impedir los cambios, y dominaron la escena pol tica nacional hasta el triunfo de la revoluci n de Ayutla y la ltima expulsi n de Antonio L pez de Santa Anna del pa s. Fue entonces que los liberales promulgaron las conoci- das leyes de reforma que, entre otras cosas, establec an la separaci n de iglesia y estado , el registro civil p blico, la educaci n p blica y laica, am n de la confiscaci n de los bienes terrenales de la iglesia y, finalmente, escribieron la constituci n de 1857.

3 La reacci n de la iglesia cat lica fue inmediata: se neg . a obedecer las leyes constitucionales y excomulg a toda alma viviente que 141. 142 Enrique Canudas sandoval osara jurar ese engendro del diablo. Mucha sangre se derram en la guerra de tres a os o de Reforma, de la que los liberales salieron triunfantes, y la iglesia derrotada y cada vez m s desprestigiada, no s lo por sus derrotas, sino por las causas que defend a. Fue entonces que la iglesia se involucr en la lucha que minar a su poder, influencia y prestigio. La alta jerarqu a cat lica manten a entonces una embajada de notables monse ores y conservadores, negocian- do la independencia de M xico con los principales reyes de Europa y con el Papa. Finalmente, con cualquier pretexto, como la suspensi n temporal del pago de la deuda externa por parte del gobierno juarista, la iglesia logr una intervenci n internacional contra M xico: los monarcas de Inglaterra, Fran- cia, Espa a, B lgica, Austria y el estado Vaticano, enviaron soldados a invadir a M xico.

4 Fue una guerra imperialista injusta y sangrienta, en la que luego de casi seis a os de matanza fratricida, el patriotismo mexicano infligi una severa lecci n al colonialismo europeo. El estado mexicano renaci en 1867, as lo proclam Ju rez con la bandera de la independencia nacional en sus zapotecas manos. Los liberales triunfa- dores de esta segunda guerra de independencia nacional, pasaron, primero, a ejercer el poder DURANTE las siguientes cinco d cadas, y m s tarde ingresaron al pante n de los h roes nacionales, la iglesia qued derrotada, d bil y des- prestigiada. Apenas entonces pudo el pa s y sus gobernantes liberales (Ju rez, Lerdo y D az) consolidar el estado nacional y conducir el pa s por la senda del progreso . El impacto transformador de la revoluci n capitalista sobre las estructuras semicoloniales de M xico fue de gran envergadura, los fantasmas corporati- vos del viejo r gimen colonial, como la iglesia cat lica, el ej rcito aristrocr - tico y la masa ind gena subsumida en la servidumbre y la ignorancia, eran parte de la conserva ; contra ste M xico lucharon los liberales, con el fin de descolonizarlo y avanzar por la senda del progreso , como lo hac a el resto de la humanidad civilizada.

5 Los dirigentes liberales siempre hablaban de progreso y civilizaci n, nunca dijeron capitalismo. Despu s de sus derrotas en 1857, 1861 y 1867, la iglesia Cat lica qued . mal parada para actuar en pol tica. Sin embargo, desde 1888 se inici una pol tica de conciliaci n entre estado e iglesia . En los ltimos a os en el poder ejecutivo de Porfirio D az, se comenz a organizar un partido con elementos clericales que despu s, a la sombra del presidente interino De la Barra, qued . definitivamente constituido con el nombre de Partido Cat lico, feroz oposi- tor y detractor de Madero. el CONFLICTO IGLESIA-ESTADO 143. La siguiente es una radiograf a de la estructura religiosa y educativa de M xico en 1910. El pueblo mexicano era ignorante y eminentemente cat - lico, 15,033,176 mexicanos juraron dicho credo ante la encuesta del tercer censo de poblaci n que se realiz en octubre de 1910, o sea, el de la poblaci n se confes cat lica, apost lica y romana.

6 La hegemon a cat lica no pod a ser m s evidente; pocos, muy pocos osaron declararse ateos o librepen- sadores en aquel un nime e intolerante universo cat lico. En orden alfab ti- co, de Aguascalientes a zacatecas , M xico era cristero de coraz n y mariano de confesi n. Muy atr s en cuanto a influencia, riqueza, poder sobre las masas y difusi n de culto, estaban los protestantes, particularmente evang licos y presbiterianos, apenas 68,889 ciudadanos en toda la rep blica confesaron su infidelidad al culto cat lico, por haberse pasado a las disciplinadas, evan- g licas y fan ticas almas protestantes; m s de diez mil en el Distrito Federal, cinco mil en el estado de M xico, m s de cuatro mil en Chihuahua y Nuevo Le n, poco m s de tres mil en cada uno de los estados de Sonora, Hidalgo y Veracruz, m s de mil en Tabasco y Chiapas, sin duda, una religi n en r pido crecimiento gracias a la ley de tolerancia religiosa de 1857 y a pesar de los continuos linchamientos de protestantes por parte de fan ticos cat licos.

7 En- tre jud os y musulmanes no pasaban de tres centenas en toda la rep blica. Sin duda, la virgen de Guadalupe reinaba en M xico de manera absoluta. Era el mexicano un pueblo ignorante porque el promedio nacional de al- bafetizaci n era apenas del 25%. La situaci n era muy desigual en materia de educaci n, mientras exist an estados como Tabasco, Campeche o Chiapas con ndices de analfabetismo de m s del 90%, el Distrito Federal pod a pre- sumir en cambio de haber alfabetizado a cerca del 50% de sus habitantes. Los estados del Norte, Sonora, Chihuahua, Nuevo Le n, Coahuila, DURANTE las tres d cadas del porfiriato dieron un gran paso adelante en materia de poblamiento y educaci n, logrando difundir la lectura y la escritura entre el 30 y el 35% de sus respectivas poblaciones, que se encontraban adem s, en r pido crecimiento. En general, entre 1878 y 1908 el n mero de escuelas pri- marias aument de 5,194 a 12,068 en todo el pa s, las inscripciones infantiles saltaron de 141, 780 a 658, En su ltimo informe al Congreso de la Uni n, D az anunci la construcci n de diecisiete nuevas escuelas La iglesia cat lica s lo ten a 586 escuelas con 43, 720 estudiantes en 1910, 162.

8 Los presidentes ante la Naci n. t. II, M xico, Edici n del Congreso de la Uni n. 163. Ibid, p. 575. 144 Enrique Canudas sandoval una peque a fracci n de la poblaci n escolar total. Si las escuelas aumenta- ron, tambi n lo hicieron los maestros que en sus aulas atend an a la creciente poblaci n escolar. Eran m s de 21 mil los maestros que recib an su sueldo del gobierno federal en 1910. El de maestros era un gremio con intereses propios, educado en las aulas de las escuelas normales, pensante y activo. Algunos de los principales l deres revolucionarios salieron de sus filas, lvaro Obreg n, Plutarco El as Calles, Otilio Monta o y muchos m s, fueron maestros de primeras letras en su juventud. 2. L A I G L E S I A A N T I M A D E R I S TA. La iglesia cat lica fue actor protagonista de la guerra revolucionaria. Tuvo m ltiples medios a su alcance para actuar en los principales sucesos de la gue- rra civil.

9 No s lo a trav s de su disciplinado ej rcito de arzobispos, obispos, sacerdotes, frailes, monjes y monjas, que superaba los doce mil efectivos en toda la rep blica, y el poder de sugesti n que ellos ten an a su vez sobre el pueblo, sino que contaba tambi n con un ej rcito de propagandistas de la fe cat lica, gracias a las decenas de peri dicos que auspiciaba o p blicamente financiaba a lo largo de toda la rep blica. El caso de Silvestre Terrazas puede ilustrar el ejemplo. Silvestre era un im- portante personaje de Chihuahua, due o del peri dico El Correo de Chihu- ahua. Militante cat lico desde d cadas atr s, en 1891 fue nombrado secreta- rio de Jos de Jes s Ortiz, obispo de Chihuahua, fue director del peri dico de la arquidi cesis, la Revista Cat lica. Tanto la Revista como El Correo de Chihuahua formaron parte de esa embestida contra el r gimen local y contra el federal. Hacia finales del porfirismo, la iglesia cat lica volvi por sus fueros, criticando al r gimen porfiriano, en el que hab a disfrutado de una amplia tolerancia.

10 La Revista Cat lica atac precisamente la pol tica de tolerancia religiosa del r gimen de D az, en especial a los misioneros protestantes esta- dounidenses y a los mormones que llegaban a Chihuahua. DURANTE los a os en que Silvestre Terrazas fue secretario particular del obispo, desarroll una ideolog a cristiana de amor e igualdad. Con dinero de la iglesia fund El Co- rreo de Chihuahua en 1901, fuerte opositor a sus parientes lejanos, los otros Terrazas y a Creel, desde cuyas p ginas Silvestre difund a, adem s del sistem - tico ataque contra el grupo gobernante local y nacional, partes de la Enc clica Rerum Novarum. Para 1907 y 1908, El Correo se hab a convertido en un foro donde pod an airearse agravios de todo tipo contra el gobierno estatal y el fe- el CONFLICTO IGLESIA-ESTADO 145. deral. Creel fue acusado en El Correo de recibir contribuciones monetarias de las iglesias protestantes como pago por permitir su difusi n.


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